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Cría cuervos...

Drama Ana recuerda todo lo ocurrido desde la muerte de su padre, veinte años antes. Su hija, de nueve años, cree tener poder sobre la vida y la muerte de quienes viven con ella. Hay otro poder que Ana cree poseer: el de invocar la presencia de su madre. Con ella, muerta hace años, revive una relación llena de ternura y, a veces, de dominio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
30 de septiembre de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La todopoderosa Ana Torrent, como hija adorable y cruel, se ve encerrada durante un verano de corrupción en una mansión gótica, rodeada de fantasmas y muerte.
La película, por lo tanto, sería una misa fúnebre. Con Jeanette de fondo y dos invitadas de excepción: la inmensa, superior Florinda Chico, sabia y juiciosa (la "verdadera" madre y maestra de Ana), y la bella Randall (bruja mala, sibilina y peligrosa, pero también buena en el fondo).
Detrás, los cadáveres, los padres muertos; el canalla militar (dejo las metáforas franquistas para los golosos del asunto -son muchos pero no es mi caso, nadie es perfecto), truhan y faldero; y la madre mártir, que (no) se quiere morir la pobre, sufriendo, entre gritos y susurros.
Y delante, las niñas, Ana y sus hermanas, un trío fraternal, unidas frente a la adversidad y el dolor, jugando, bailando y cantando. Con varias escenas geniales: la del teatro improvisado, la del baile, la del escondite...
Una vez muerto el padre, será ya un mundo femenino, de intrigas, odios y amores soterrados, lleno de pequeñas conspiraciones y alianzas en la sombra. Un Lorca más luminoso e infantil.
Saura lo borda. Crea un poema sentido, sensible; crudo e inteligente. Recrea una serie de lugares comunes (infidelidades, enfermedades, infancia... ) con mano maestra; con la libertad del artista que juega con tiempos y espacios y con la disciplina del autor que tiene el rigor como gran valor. Juego de voces y personajes; una bella narración que diluye fronteras demasiado rígidas, las que separan la vida de la muerte y la infancia de la edad adulta. Una mirada delicada, atenta a los detalles, siempre pendiente de la hipnótica, caótica Ana; una actriz tan pequeña y voraz que es capaz de llenar, de comerse la película ella sola. Y un gusto exquisito para la música; se renuncia a su utilización oportunista, de relleno, y se apuesta por poner canciones completas, varias veces, muy acertada y poco convencionalmente.
Llena de hallazgos y regalos. Es casi perfecta. Solo en alguna ocasión titubea y se pierde en ciertas naderías, pero son momentos tan breves que se olvidan rápidamente, devorados por un fluir tan certero, original y valiente, tan personal y bien contado.
Una joya de nuestro cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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4 de marzo de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film que narra la historia de Ana, quien junto con sus hermanas Irene y Maite acaban de perder a su padre, pero con anterioridad igualmente murió su madre de una enfermedad. Debido a su orfandad, las niñas serán cuidadas por su tía Paulina y su sirvienta Rosa. Ana será la más afectada por la muerte de sus padres, ya que empieza a tener visiones de su madre y una visión confusa acerca de la muerte, por medio de cada recuerdo de su vida.

Carlos Saura dirige y escribe éste intimista trabajo que supuso todo un éxito en taquilla en Francia. El guión cargado de simbolismos tanto personales como políticos, trata el dolor y el traumatismo físico y psicológico desde el punto de vista de una niña. Una niña (Ana Torrent) que te lo puede decir todo con una mirada, con esos ojos de inocencia y de recelo, aunque me sigue gustando más en ‘El espíritu de la colmena’. También hay que destacar las actuaciones de Geraldine Chaplin y de Mónica Randall. ‘Cría cuervos…’ no es ni mucho menos de las mejores obras de la filmografía de Carlos Saura.
Angel Lopez
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15 de diciembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la década de los sesenta y setenta, el binomio artístico entre el productor Querejeta y el cineasta Saura funciona a toda máquina, una época muy fértil, encadenando un puñado de películas inolvidables, entre ellas está “Cría Cuervos” escrita por el propio cineasta. Obra compleja y poliédrica, protagonizada por una niña de 9 años, de ojos penetrantes que contempla el mundo de los adultos, propiciando una serie de reflexiones existenciales profundas. El film tiene la visión de Saura sobre la familia y el paso del tiempo.

Una mirada a la España del tardofranquismo, una metáfora de la opresión que vivía el País, mientras la vida del dictador se iba apagando. Cargada de simbolismos y misteriosa, centralizada en su musa que era entonces Geraldine Chaplin, encarnando a la Ana adulta y la madre propia, protagonista junto a la niña Ana Torrent que está prodigiosa con esa ingenuidad y naturalidad infantil espontánea. Saura nos demuestra, una vez más, su oficio con una mirada poética y sugestiva de una triste infancia dentro de una familia de padre militar, y vencedor en la Guerra Civil Española.

Es un viaje al pasado que indaga las relaciones existentes entre aquel periodo y el presente, 1975. Ana va indagando por sí misma las relaciones de la familia, su niñez, a veces descubriendo secretos impúdicos e inconfesables, con algunos toques surrealistas como elemento desestabilizador, donde la muerte siempre está presente por distintos motivos. Una melancólica música de Federic Mompou que se clava en el alma de la niña cuando recuerda a su madre al piano. Además de la canción de Janet, “Porqué te vas” que es el “leit motiv” del film, sin olvidarnos de la evocadora “¡Hay Maricruz!” de Valverde, León y Quiroga, una canción paradigmática de aquella época por Imperio Argentina.
Antonio Morales
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18 de diciembre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La infancia no es siempre ese paraíso perdido al que uno añora regresar una y otra vez; a veces es justo todo lo contrario, un territorio que desentierra pesadillas y fantasmas. Los fantasmas de Ana están llamados a cubrir el hueco de una ausencia. Por eso juega a ser mayor, como si ese juego hiciese correr aún más las manecillas del reloj, para poder escapar cuanto antes del infierno. Pero jugar a ser mayor, imitar sus aptitudes y comportamientos, es casi siempre tan absurdo... Ana, a través de Jeanette y de su pequeño tocadiscos – qué palabra tan bonita- se pregunta por qué se fue, por qué se tuvo que ir. La mirada mitad tierna, mitad diabólica de Ana invoca un exorcismo.

La familia y sus grietas, el tema favorito del cine de Carlos Saura, del Saura de esa época al menos, del más interesante sin duda. Y de fondo, también como siempre en la obra de su autor, esa España rancia y negra que en realidad nunca se fue. Siempre estuvo ahí.
Juan Solo
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13 de junio de 2013
21 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me refiero a todas esas películas tan simpáticas y que tanto nos han echo reír protagonizadas por los Alfredo Landa, José Luís López Vázquez, Paco Martínez Soria, Concha Velasco, Tony Leblanc, Gracita Morales y compañía. Vamos, la españolada de los años 60 y primera mitad de los 70, lo cual no quita que se hayan hecho en nuestro país trabajos más serios y de gran calidad, como por ejemplo, "La Tía Tula" (1964). Ahora bien, este cine metafórico, pretencioso, aburrido y con visos de radical, por lo menos de antifranquista, es que no hay por donde cogerlo. Muy lenta, llena de secuencias irrelevantes, trata de ser enigmática pero se queda más bien en un intento fallido por despertar algo más que la curiosidad.

Esta película le hemos visto ya. Se llama "El espíritu de la colmena", es de Víctor Erice y es de 1973. Bueno, en realidad son muy diferentes pero además de compartir a Ana Torrent es que tienen el mismo tono e idéntico estilo. Por lo menos en esta de Carlos Saura hay una historia, además con intriga, eso sí, desarrollada de forma confusa, vaya montaje, y sin mucha convicción. Por otro lado, más que un retrato de la sociedad en descomposición del tardofranquismo, es la visión que un progre le gustaría tener sobre las clases altas y las élites de la dictadura. Ponemos que se pongan los cuernos y todos contentos porque son unos viciosos. Por ultimo, ¿tanto para colarnos la bandera republicana en un dibujo?
Reaccionario
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