Cría cuervos...

Maravillosa película que vi de pequeño y me fascinó de tal manera que muchos años después, todavía la recuerdo casi fotograma a fotograma. La canción de Jeannette también ayuda.

El tortazo a mano abierta que me estampó anoche Carlos Saura en toda la jeta fue de esos que te dejan calentito y girando como una peonza por un par de semanas. O yo tenía el día tonto o la regla o algo raro, o a este Saura le han ninguneado un poquito en España. Pocas veces me han zarandeado tanto y para todos los lados en tan breve espacio de tiempo, no sabía si iba o si venía, si reía o lloraba.

Que sí, que debajo de la alfombra hay apiladas muchas imperfecciones, algunas gordas que saltan a la vista del más distraído, pero luego están los ojos de la Torrent chica, inmensos como dos pozos negros sin fondo por los que casi se me va el alma. Me río yo de la cabeza giratoria de la Regan y su vomitiva verde. ‘Quiero que se muera’, decía la criatura, ¡y lo decía como lo sentía! Y como para entonces uno ya estaba enamorado hasta el tuétano de ese personaje que alzaba apenas un metro y que deambulaba como un espectro por todos los rincones (espaciales y temporales) de la casa, sucedía que el corazón se te chiflaba y bailaba partido en dos por las interioridades de uno mismo, buscando una salida por la que precipitarse a la nada. Y es que esas cosas pasan cuando se crían ojos como los de Ana.

Después del abundante cine flojo de los años 60, pretendimos en España redimirnos en los 70 pasando a lo profundo. Personalmente no me convencieron buena parte de los directores de la época, los Bigas Luna, Saura, etc, sin perjuicio de productos de calidad que desde luego existieron.
No tengo a Cría cuervos por uno de ellos. Interesante y para la reflexión, pues sí, pero la película es super lenta, con largas secuencias innecesarias, lo esencial casi se podría emitir en un corto. Lo mejor, Geraldine Chaplin, no tengo certeza de ser objetivo, mi admiración por esta actriz.

A simple vista, la desmitificación del paraíso infantil; más a fondo, un retrato intimista del fin del franquismo.

En su primera película con guión enteramente propio, Carlos Saura se adentra en el mundo de los niños para desaprobar el comportamiento de los adultos. Simbolismos, ensoñaciones y algún toque surrealista recorren el metraje, con la omnipresencia de la muerte como eje argumental.

El rostro de la jovencísima Ana Torrent se convirtió en uno de los iconos del cine español de la Transición.



"Que se muera. Quiero que se muera."

Cuando vi esta pelicula no me esperaba nada del otro mundo. Ahora, mientras la veía, no sé si por reminiscencia de mi propia infancia, no podía dejar de sentirme emocionada con cada uno de las actuaciones de Ana. ¿Cómo una niña tan pequeña puede hacer a una película tan grande?
Las escenas en las que Ana se relacionaba con la madre eran increíbles, sus pensamientos, el mundo visto a través de sus ojos, su propia visión de la muerte.
Ahora, Geraldine Chaplin estropea la película. Geraldine Chaplin como la adulta Ana sobraba, y ella en sí misma como madre, me sacó de la pelicula muchas veces.