Cría cuervos...

Se trata de una excelente y muy original producción de principios de la Transición española.
Se entremezclan en este filme la inocencia y la pureza de los sentimientos de la infancia junto con la realidad, los sueños, la fatalidad del pasado, la enfermedad, el sexo y las ilusiones perdidas tanto por las luchas internas como externas de los seres humanos. También salen a la luz sentimientos muy reprimidos durante décadas de dictadura franquista en España, altas dosis de surrealismo -que se reflejan en las patas de gallina de la nevera según "Wikipedia", cosa que dudo, pues se usarían para hacer un caldo de gallina-.
Hay una gran conexión intergeneracional entre los personajes que vivieron la Guerra Civil y el pasado y la nueva generación (las niñas), esto es, la generación de la Transición (años 70 y 80).
Es una película muy intuitiva y sentimental que respeta y admira la figura de los niños-as y el nuevo papel que habrá de jugar la mujer de la Transición Española.
Cuenta con un excelente elenco de actores y actrices, más el papel de la inolvidable Geraldine Chaplin (que hace de narradora omnisciente, de madre y de la niña 20 años después).
La banda sonora es incuestionablemente de muy alta calidad, pues se trata ni más ni menos que de la gran Jeanette Dimech (y su canción principal, "Por qué te vas"). Este hecho, hace que la película sea ya, de hecho, parte de la historia de España y de Europa.
En resumen, una película premiada y diría que algo subestimada (por olvidada y no comprendida entre los mejores) que debería estar en todas las filmotecas, de forma gratuita y bien explicada.
Nostálgica pero, a la vez muy reconciliadora y esperanzadora, pues se evita la lucha abierta entre los opuestos de siempre gracias al paso del tiempo, a los personajes secundarios y a las escenas.
Un apunte final: una película inimaginable sin su banda sonora y sin sus imágenes casi estáticas, planos excelentemente captados en la ciudad y un equipo excelente para la época en la que se realizó.

Cine de culto de la etapa final del franquismo. Este film recupera las vivencia infantiles de una joven que trata de entender los motivos de sus acciones: ¿Qué la llevó a hacer lo que hizo? ¿Cuáles eran sus emociones en esta etapa? Una película valiente, en la que además abordar "la silenciada" doble moral de la época, podemos encontrar sutiles ejemplos de disociación de "estar sin estar presente" como estrategia afrontamiento ante una realidad difícil de asimilar.

Cría cuervos de Carlos Saura es un drama psicológico basado en la infancia sobre una niña que cree tener poderes sobre la vida y la muerte, además del de evocar la presencia de su madre muerta. Dirigida con un ritmo lento y con un estilo íntimo y muy personal que atrae al espectador, es una obra que se desmarca claramente del cine nacional Español del momento y se arriesga con una trama que evidencia la realidad del franquismo en la época en muchas de sus variantes, en especial al mostrar una familia machista en la que el padre militar y autoritario hace lo que quiere mientras la mujer cuida de los niños, concluyendo un film particular en todo lo que expone que gusta a todos aquellos que se decidan a visualizarlo.
La fotografía es melancólica al usar de nuevo otra vez fotografías familiares para situar al espectador, haciendo buen uso de los claroscuros en una labor repleta de detalles estéticamente bien trabajados que añaden misterio. La música es triste y nostálgica en sus sonidos clásicos, marcando claramente la diferencia de la música moderna del momento por los niños y lo folklórico por los adultos en una gran labor con mucha intención. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor personal del director a través del uso del avanti, retroceso, subjetivos, detalles, cámara en mano, primeros y primerísimos planos, generales y seguimiento continuo para sacar de forma admirable lo mejor de las interpretaciones.
Las actuaciones son profundas y bien trabajadas. Como protagonistas Ana Torrent está remarcable y encantadora en uno de sus mejores papeles, Geraldine Chaplin está sensible y señalada en un doble papel, Mónica Randall está convincente y Héctor Alterio persuasivo y apropiado en su tarea, siendo cumplidores los acompañamientos de Mayte Sánchez, Florinda Chico y Germán Cobos entre otros. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos de cada personaje según su edad o profesión en una buena labor que junto con los decorados te transportan in situ.
El guion, escrito por el director, es profundo e incluso por momentos algo confuso en sus distintos personajes y extraño entramado que introduce al espectador dentro de la mente de una niña inocente que cree tener poder para matar a los miembros de su familia, cautivando a los seguidores del género y del director ya que logra con atractivo un film que se aleja del convencional cine Español del momento y que sobrevive eficazmente como uno de los mejores films del director. Esto se lleva a cabo con una narrativa directa y expresiva que es equilibrada y profunda en su exposición de personajes principales. Cabe señalar también, el montaje original con flash-back y flash-forward que muestra las distintas épocas de la vida de la protagonista como un ejercicio lleno de nostalgia que envuelve y magnetiza al espectador.
En definitiva, la considero una obra indeleble e indispensable en el género y en la filmografía del director que cautivará a todos los cinéfilos exigentes, ya que lo que ofrece es notable y permanece eficazmente en la retina del espectador por su extrañeza y magnetismo. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que convierten a Cría Cuervos, en un film algo extraño y profundo que no dejará a nadie indiferente tras su visionado y que sin lugar a dudas es una de las películas a tener en cuenta en la selecta y personal filmografía del director.

Con la producción de Elías Querejeta (gran creador del cine español y que acompañó a Saura muchas veces) y la dirección y guión excelentes de Carlos Saura, se construye este film, una de las obras cimeras del cine español. Carlos Saura sabe sacar el máximo partido a la interpretación de los protagonistas -todos los actores están fantásticos-, colocando la cámara en el sitio apropiado y retratando perfectamente cada rostro. Magnífico trabajo de dirección de actores, que alterna brillantes escenas costumbristas, como la del baile de las niñas, con una trama de misterio que tiene a la pequeña Ana como núcleo central. Además, la película tiene toques surrealistas, no en vano Saura hizo amista por los años sesenta con el gran surrealista que fue otro GRANDE del cine, el inolvidable y único Luis Buñuel.

Tiene la película una excelente fotografía de Teo Escamilla y la música es de varios autores, destacando el tema musical principal de título “Porque te vas”, compuesto por José Luís Perales e interpretado por una joven Janette que dio a conocer esta popular canción en esta película, con una sugerente letra que transcribo al final, por la importancia que tiene al hilo del guion.

El reparto es absolutamente de lujo, en primer lugar por la niña Ana Torrent que fue uno de los grandes descubrimientos del cine de los setenta sobre todo, con esa penetrante mirada, esa mirada interrogante al bies a la cámara. Geraldine Chaplin, en su doble papel de madre e hija está superlativa. Mónica Randall genial y convincente. La enorme actriz y mujer que fue Florinda Chico luce aquí en todo su esplendor de criada de la casa. Héctor Alterio, el más irregular, cumple empero en su papel de padre militar, fascista y mujeriego. Y acompañan con un elevado nivel Germán Cobos, Conchita Pérez, Josefina Díaz o Mirta Miller entre otros.

Es sabido que Carlos Saura sorteó la censura con gran sutileza en otras películas como lo hace en esta. Cría cuervos es la obra cumbre en la que Saura habla del régimen de Franco sin aludir directamente a él. Además, esta película la rodó el año de la agonía y muerte del dictador, y luego se estrenó. Y es curioso, pues el film habla en la simbología de sus personajes de la dictadura (militar facineroso, madre abnegada, tía connivente, niña amedrentada, et.); y lo hace también en la semántica de esa antigua casona detenida en el tiempo, opresiva, aislada, un ambiente del que nunca se sale al exterior.

La película puede verse de muchas maneras y todas excelentes. Ya sea como un una declaración ideológica o como la historia entrañable de una niña en su encuadre familiar. Es sin duda una obra de gran fuerza, inteligente, y que encierra matices y ángulos muy diversos. Por eso no está de más verla varias veces, pues en cada visionado uno recupera y descubre elementos, detalles, gestos o diálogos esclarecedores. Y la sensación que queda es la de haber asistido a la proyección de una de las grandes películas del cine español, una película llena de lirismo y de denuncia. Sin duda, lo mejor en la filmografía de Saura, de un Saura genial.

Fue una película arriesgada. De una parte por las consecuencias que pudo acarrearle a su director expresar ciertas opiniones en un momento de incertidumbre política. Y de otro lado, en lo que toca a la comprensión por parte del público, de una película formalmente singular, lo cual habría podido afectar a su éxito comercial.

No había nacido cuando esta película se estrenó. No importa. Es simplemente una referencia cronológica para convencerme de que el arte tiene un grado de trascendencia que no lo tiene más nada. Al crecer, (amante del cine y de la literatura desde que tuve uso de razón), escuché y leí en más de una ocasión sobre "Cría cuervos". La vi siendo un adolescente y me impactó. Luego, casi veinte años después volví a verla y el impacto fue mayor. Ana Torrent se me ha quedado en la memoria (cómo olvidar esos ojos). No hay forma de desterrarla. Comprendí que Carlos Saura había filmado unos de los grandes clásicos del cine español, un portento de gracia y llanto, de terror psicológico intimista, de tormentos ocultos, rebeldía y fantasmas interiores. La inocencia tiene sus abismos y Ana lo sabe. La felicidad es un cuento de hadas y Ana no lo conoce todavía. En Ana hay silencios. Los recuerdos, la música, la fantasía. Todo se desliza. Todo se acompasa. Todo permite divisarse a través de unos ojos que no olvidan y que esperan.