En un lugar solitario

Un estupendo melodrama de intriga (más que un thriller melodramático, pues aquí el asunto del "melo" va a la cabeza siempre determinándolo todo) de Nicholas Ray, y una película que testifica de manera magistral el mundo del cine de entonces: es la historia de un guionista solitario y violento (Bogart) a quién le encargan la adaptación de un libro que ni siquiera le apetece leer. Casualmente se verá envuelto en un turbio asesinato y conocerá al amor de su vida (Grahame) con una sentencia memorable: "Nací cuando la besé; morí cuando me abandonó; viví unas semanas mientras estuvo a mi lado".
Sobresaliente planificación y guión de Andrew Solt, magnífica puesta en escena y ritmo, y una nueva y brillante interpretación de Bogart como "tipo duro de corazón blando", cínico y solitario, en boca del cual se vuelven a poner unos diálogos antológicos, respondones, secos, agrios, amargos, soberbios, maravillosos.

En los cinco primeros minutos de la película el director nos ha presentado perfectamente al personaje principal: un cínico, violento y sensible guionista de Hollywood. Hay que ser un maestro del cine para en tan pocos planos decir tanto y tan profundo de un personaje y Nicholas Ray lo consigue. La película está plagada de detalles cinematográficos y sólo citare uno, nada más empezar la película vemos en un espejo retrovisor la imagen de Humphrey Bogart y aparece entonces su nombre en los títulos.
Considero que para que una película sea una obra maestra no debe tener absolutamente ningún fallo y en esta, en el diálogo del principio con la muchacha que le devuelve el libro detecto dos momentos que no me gustan. Uno, ella se le acerca y cuando Dix ya la está mirando le toca el hombro para llamar su atención. Y dos, la muchacha está sonriendo y en el plano inmediato está seria.
Como elemento original y muy positivo destaca una escena en pura comedia justo en el centro de la película entre Dix, Laurel, el representante y el actor borracho que como buena comedia termina en un beso. Estos mismos personajes estarán presentes en la escena más dramática de la película. A partir de esa escena de comedia la película empieza su ascensión trepidante al climax llevada por una interpretación magistral de los actores y una exactitud en la planificación por parte del director. La música, sin protagonizar ninguna escena irá marcando la situación anímica de los personajes. El final, que es el que espera el espectador, es al mismo tiempo el final que no quiere que se produzca.
Esta es una de las películas que ningún buen aficionado al cine puede dejar de ver más de dos veces.

Bogart clavaba los papeles, o igual era que sus personajes si fueran reales tendrían el físico de Bogart, y también serían tipos de carácter avinagrado y con cara de pocos amigos. Aquí, su personaje todavía tiene amigos, pocos pero bien avenidos, eso sí, caería mal al resto del mundo. Bogart aquí es el señor Steele, se dedica a escribir guiones y por eso sabemos que tiene imaginación, tiene imaginación hasta para ver cómo pudo cometerse un asesinato, de hecho mata a muchas personas, en películas. El caso es que el asesinato de una joven se lo endosan a él, cuestión de las denominadas pruebas circunstanciales.

El caso es que el tío es tan cínico y cachondo que disfruta con ello, con que le acusen, le hace gracia y cada vez se lo toma con más ironía, y así transcurre una película con diálogos para no perder comba, para seguirlos sin que nadie moleste, porque es una película que se presta a interesarse por ella. Los personajes que se cruzan con él también tienen una gran importancia, ninguno sobra, así que la trama sigue transcurriendo por el camino del buen cine, de los buenos relatos. Pero para el escritor, el señor Steele, su situación le pone cada vez más nervioso y violento y es que tiene una vecina que es la mujer de su vida y sin querer, es su coartada.

Cuando se tiene una buena historia como esta queda el plasmarla bien, hay que tener cuidado de no estropearla, que quede clara y se siga con interés, que el montaje sea adecuado y creíble y que el protagonista no tenga que caer bien pero que la protagonista sea atractiva, cuanto más, mejor. Una película tiene que tener su lado atractivo.

Cautiva en verdad la relación que se crea entre la pareja, entre el señor Steele y la vecina. Las buenas películas se reconocen porque dejan algún tipo de huella, por ejemplo en esta queda el carácter avinagrado que da al personaje un tío como Bogart pero aún así, es capaz de gustar a una mujer como Gloria Grahame, y los dos consiguen que esta relación interese y guste también al personal. Hay un momento entre ellos en la que se nota su valía cuando él le dice a ella:

Eres una mujer diferente, no eres presumida; eres serena y comprensible... eres como un buen amigo.
Yo partiendo el pomelo; tu sentada, mirando. Cualquiera que nos viera, sabría que estamos enamorados.

Se nota que es un buen escritor, convence con su labia, y por tanto, una buena película.

En un lugar solitario es una de las obras maestras del genero negro, su consumada elegancia en todos los sentidos la convierten en inmortal una vez se instala en tu memoria. Elegancia, en los escenarios, en las actuaciones, en los diálogos, en la música. Una vez más Bogart realiza una actuación de las que llenan la pantalla, en un papel de los que le gustan, con frases irónicas y mordaces, que denotan su desencanto por la vida,un gran actor de un carisma nunca igualado, secundado por una Gloria Grahame que lo dice todo con su hermosa mirada.
La historia toca temas como la soledad, el amor y la desconfianza, con un asesinato por resolver como motor. Nuestro protagonista es un desencantado y triunfador guionista de Hollywood que se ve envuelto en dicha trama sin poder escapar a su violento y rebelde carácter, siempre cerca de llevarle a la perdición.
Una obra lenta y reposada con sabor a genialidad que su director nunca llegó a igualar en su carrera, un diamante por descubrir para los amantes del buen cine negro pero que en el fondo, es una gran historia de amor.

En la larga lista de amores trágicos que ocupa una buena parte del cine del norteamericano Nicholas Ray, esta película es posiblemente una de sus realizaciones más logradas, por su perfección narrativa y su desaforado romanticismo, trágico y sombrío, al borde del abismo. Tal vez sea el guion absolutamente perfecto de Andrew Solt, con sus diálogos cincelados en mármol, bajo un marco gramatical sólo en apariencia de cine negro, tal vez el brillo decadente de su pareja protagonista, una Gloria Grahame como la diosa de gesto mínimo e ironía a raudales o un Humphrey Bogart demasiado humano, frágil como un león herido siempre dispuesto a estallar, que busca con desesperación y violencia su última oportunidad en el amor, no sé, quizás sea el conjunto de secundarios -Art Smith en el papel de comprensivo representante o Robert Warwick como actor alcohólico en decadencia- o sencillamente sea la enorme sutileza de una película cuya clave intima, sin la cual no se puede comprender el desquiciado comportamiento del protagonista, está sólo vagamente sugerida -en el fondo, deberíamos verla como una película más sobre los devastadores efectos de la guerra en las personas-, pero el caso es que Ray nos regala esta desesperada, triste, ambigua, sutil y sobrecogedora película, una de sus mayores, si no la mayor, de sus abundantes obras maestras.