La cosa más dulce

El sueño de toda muchacha es casarse de blanco y por la iglesia, ahora ya no es necesario que su virgo esté intacto hasta la noche de bodas, pero el hombre que la espere en el altar ha de ser un caballero guapo y simpático (es obvio que ha de tener dinero). Si se cumplen estos requisitos y no eres feliz córtate las venas, según esta película la vida de toda mujer se resume en eso.

Christina es una chica mala que juega con los hombres hasta que deja sus corazones hechos pedazos. Los conoce en las discotecas, tontea, se hace la coqueta y si le piden el teléfono te da el del horóscopo o dice que ya te llamará ella, pero te olvida para siempre. Esto es divertido hasta que se da cuenta que es esclava de su rutina. Es un acontecimiento trascendental, definitivo, ha llegado el momento de echar el ancla y atracar en un puerto tranquilo. Por eso el primero que se cruza con ella le vale para idealizarlo hasta convertirlo en el hombre perfecto y bueno que le proporcione sexo oral y helado sin calorías. Al principio no se percata, pero en una película de hora y media si eso ocurre en los primeros veinte minutos nunca es tarde para ir tras él y que la cámara la siga. Y así se llena la cinta, con eso y un par de amigas alocadas que den lugar a situaciones graciosas han hecho “La cosa más dulce”. Por supuesto el ritmo narrativo está controlado adecuadamente y los gags introducidos provocan la risa del espectador. En películas de este tipo la estructura interna de la trama se ha repetido tantas veces que todo nos resulta familiar (por no decir ya visto), así que estamos como en casa.

Desde la irrupción de los hermanos Farrely la comedia americana ha dejado atrás el glamour de sus protagonistas para adentrarse en el maravilloso mundo de lo obsceno. Claro que no es lo mismo hacerlo por primera vez y con crueldad que limitarse a repetir los aspectos más superficiales cuando ya se ha comprobado la excelente aceptación por parte del público. Así tenemos una escena clavada a la vista en “Algo pasa con Mary”, si en la original el protagonista se coge el miembro con la cremallera del pantalón aquí a una de las secundarias se le engancha el pene con piercing de su acompañante a la campanilla mientras le hace una mamada. Añádele la escena de la tintorería, el número musical en el restaurante chino y al viejo que no echa de menos a la abuela y obtendrás risitas, satisfacción, autocomplacencia... Así que ya sabes niña, consigue un vestido blanco, un ramo de flores y pon la fotografía en el portaretratos de plata para mantener el recuerdo.

Esta película contiene una de las peores mezclas de géneros que se haya visto.
La verdad que no tengo idea si fue un éxito o un fracaso, lo que sé es que es pésima.
Las razones para recibir esta calificación son que no se puede mezclar la comedia romántica o de chicas con la comedia escatológica, ya que no tienen nada que ver el público de una mujeres jóvenes que van desde universitarias hasta treintañeras, con el publico de las comedias escatológica que son básicamente adolescentes, ya que estos nunca irían a ver una película que perciben como de chicas y las mujeres cuando van a ver una comedia esperan ver algo romántico con algunos toques irónicos.
Por ende esta película no deja conforme a nadie, ya que no pasa de un hídrido que solo se podría catalogar de rosa escatológico.
Y ahora hablando de la trama no hay mucho que decir, chica profesional que se comporta como una mocosa malcriada, amiga más idiota para que la protagonista parezca inteligente y nada más, algún que otro chiste que se supone debe ser inteligente aunque sea una completa idiotez.

Comedia divertida, americana, en la línea de todas ellas, sin sobresalir. Divierte bastante sin muchas más pretensiones que las de hacer sonreír. Cameron hace muy bien el papel de Chalada de la noche que cree que los hombres son vasos de usar y tirar hasta que el destino se toma su venganza.
La guionista de la película, Nancy Pimental, escribió algunos de los episodios más salvajes de South Park.

Mitad comedia romántica mitad comedia escatológica (incluso en alguna ocasión juega a convertirse en musical), La cosa más dulce es una desafortunada mezcla que no funciona debido a sus múltiples clichés, sus desafortunadas parodias y un humor soez de similares características al de películas como American Pie, por ejemplo. Cameron Diaz es la protagonista de la cinta e interpreta a una joven con ganas de todo menos de sentar cabeza... hasta que conoce a Peter (Thomas Jane) y decide perseguirle para que vea que son la pareja ideal.

Tanto Christina Applegate como la propia Diaz ya habían demostrado sus dotes cómicas en anteriores ocasiones, pero, a pesar de toda su experiencia ni ellas ni el resto del reparto logran dotar de ningún tipo de simpatía a sus personajes, resultando planos y sin carisma. Lo mismo se podría decir de los secundarios, y es que en este tipo de producciones suelen ser más interesantes que los principales al estar menos estereotipados, pero tampoco es el caso. Si pretendían ir de transgresores intercambiando los roles masculinos y femeninos desde luego el resultado sólo puede ser tachado de herrado.

El argumento no puede ser más burdo ni más zafio, llegando al nivel de lo insultante. Sólo se basa en chistes con mucha sal gruesa sin ninguna clase de ingenio ni gracia, con un guion completamente endeble, por no decir inexistente. Los personajes son impresentables. La pregunta es qué hace una actriz como Cameron Díaz en un engendro como este. ¿Trabajo alimenticio? Ni así se explica. La película bajo ningún concepto puede excusarse. A todos los efectos se trata de cine basura de consumo de la peor especie, comparable a los programas más cutres de las televisiones especializadas en la emisión de bazofia.