Viernes 13. 2ª parte

Digna secuela del clásico Viernes 13 dirigida por el competente Steve Miner que también se hizo cargo de la tercera parte. En esta ocasión es Jason el autor de los brutales asesinatos en venganza por la muerte de su madre cinco años antes a manos de una de las supervivientes del campamento Crystal Lake.

Es lo de siempre pero se deja ver. Escenas aceptablemente curradas de asesinatos, chicas guapas y un Jason todavía sin su famosa máscara buscando revancha. La película volvió a ser un éxito después de doblar el presupuesto de la primera lo que hace que esté mejor hecha.

Doy las gracias de que el éxito de 'Viernes 13' hiciera posible rodar una película de verdad.
Lejos quedan los planos charcuteros y la planificación de cuatro duros del original.

Pero además, sorpresa, esta segunda parte se guarda uno o dos trucos en la manga que consiguen asustar, abusando de la omnipotencia del asesino para dar la impresión de que siempre estará por cualquier lugar.
Poco más necesito para disculpar su típico y tópico grupete adolescente que no tiene mucho argumento que rascar, más allá de los folleteos habituales.

El hecho de que Jason haya vivido en los bosques como un macabro niño grande con peto, protegiendo el lugar de descanso de una madre que nunca conoció, da más material pesadillesco que una loca gesticulante matando monitores de campamento.
Tras una matanza progresiva llega, de hecho, el momento álgido: una noche cerrada y desorientadora, que se antoja eterna, bajo la cual la chica final debe huir constantemente de ese loco con saco en la cabeza, a riesgo de perder la suya propia si se deja vencer por el cansancio o la paranoia.

Me di cuenta entonces de que no es nada terrenal lo que hizo la fascinación por el campamento Crystal Lake.
Si no esa sensación de que hay algo sobrenatural en su mayor leyenda urbana, algo que no está bien y probablemente nunca se pueda averiguar por qué.

Todos conocíamos la historia de los Vorhees al venir aquí.
Pero es esta secuela la que consigue que la experimentes, y te la grabes en la memoria.

Nadie era del todo consciente del éxito que cosecharía aquel sucedáneo de "La Noche de Halloween" con identidad propia. Por ello, y tras ver los resultados en taquilla, donde la gente acudía al cine en masa para disfrutar de las andanzas de la Sra.Voorhees, el estudio perpetró una rápida secuela para aprovechar el aún coleante éxito de la primera entrega. Un año más tarde del estreno nos llegaba su segunda parte.

Steve Miner, que ya participó en la primera parte, fue el encargado de ofrecer al público una nueva ola de crímenes y adolescentes con las hormonas revueltas. Para ello situó la acción en uno de los campamentos colindantes al de la primera entrega y rescató a la figura de un crecidito Jason, aun a años luz del arma letal que devendrá en el futuro y sin su característica máscara.

Conscientes de que poco importa la innovación u originalidad, optaron por repetir miméticamente el esquema de la primera, copiando, sin ningún reparo, ideas de otros films anteriores (como por ejemplo el asesinato de la pareja ensartada en una lanza, visto en "Bahía de Sangre" de Bava). Contra todo pronóstico, dada su inmediatez, el film conserva el mismo "encanto" del que hizo gala su sucesora, siendo ésta su mejor secuela y el inicio de una larga saga que consta, nada más y nada menos, que de 10 secuelas, 1 remake y un reboot en ciernes.

Los asesinatos se suceden en pantalla uno tras otro, repitiendo patrones y tópicos, impidiendo que el aburrimiento haga acto de presencia, y esto, es lo mínimo que hay que pedirle a una producción semejante, que suplan esa falta de originalidad con ese deleite culpable que espera todo aficionado (incluso el aspecto de Jason, ataviado con un saco en la cabeza con un agujero, es descaradamente copiado de otro film de mediados de los 70, la estupenda "Terror al anochecer" de Charles B. Pierce).

Lo mejor; Vuelve a funcionar, ofreciendo nuevos asesinatos interesantes y una segunda parte del film mucho más efectiva que la primera.

Lo peor; Se echa de menos a todo un mago de los efectos especiales como Tom Savini en la secuela, siendo éstos correctos pero no espectaculares.

Repetimos fórmula en una secuela que sigue caracterizándose por un asesino con el don de afrontar a sus víctimas desnudas. El baile de senos y adolescentes hormonados ocupa demasiado tiempo en pantalla, y el asesino deja prácticamente todas sus muertes en cliffhanger para el espectador, perdiendo demasiado impacto visual y violencia que siempre acompaña a este tipo de slashers.

Todavía mostrando signos de importancia a pesar de no aportar absolutamente nada a la primera parte. Sus posteriores entregas evidenciarian que la segunda parte todavía tenía su aquél.

De verdad que me cuesta entender algunas críticas. ¿Más sangrienta que la primera?, ¿mucho mejor?, ¿con más asesinatos y más entretenida?, ¿en serio? Lo de si es mejor o peor que la primera es subjetivo pero no es más sangrienta que la primera ni tiene más asesinatos. La primera tiene 11 muertes mientras que la segunda tiene 9, y no no olvidemos que en esta segunda parte no hay gore.
Nada de decapitaciones, primeros planos de machetes clavados en la carne ni cuchillos atravesando gargantas. De todos modos, en número de muertes las demás secuelas dejaron atrás a las tres primeras (25 en la octava película).

El principal fallo que le veo a este segundo capítulo es su lentitud. En fin, a diferencia de la primera, esta película ha envejecido algo mal porque ya no existen secuencias así en el cine de hoy en día y me atrevería a decir que desde los noventa. La secuencia de una chica dando vueltas por una casa y cogiendo el teléfono dos veces, sin cortes. O la de un baño en el lago que se hace interminable.
Se hace un poco pesada a veces y realmente no pasan tantas cosas como en la primera y todo concentrado en los veinte minutos finales.
Eso sí, la escalofriante y genial música de Manfredini sigue sonando y el primer encuentro con Jason está muy bien, aunque he de advertir que aunque sea la primera aparición de Jason, su look con la máscara de hockey y el machete no llegaría hasta la tercera parte. En esta segunda parte se parece muchísimo al asesino de la película del 76 "Terror al anochecer" (¿posible plagio?) y lleva una horca.

No me disgusta este aspecto de Jason, pero es mucho mejor el de la máscara de hockey, además que el Jason de esta película es mucho más débil, bajo y torpe que la bestia implacable que traerían las demás secuelas.

Un Jason en fase de calentamiento, sí...

Resumiendo, es una segunda parte que merece la pena por esos 20 minutos finales y ese suspense mantenido en ciertas secuencias, un screamer muy acertado al final y porque de por sí está al nivel de muchos slashers del momento. He disfrutado aunque me haya aburrido unos 50 minutos que se hacen algo pesados y tediosos, pero no deja de ser un capítulo apreciable de la saga.

6,0/10