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El amor es extraño

Drama. Romance Cuando en 2011 se legaliza en Nueva York el matrimonio homosexual, Ben y George, que llevan 39 años juntos, deciden casarse. Poco después, despiden a George sin explicación alguna de la escuela católica donde enseñaba música, y pierden su piso en Chelsea. Una pareja gay de policías acoge a George, y Ben se va a vivir a casa de su sobrino, en Brooklyn. El verse obligados a vivir en casas ajenas, el esfuerzo por ser amables o la ... [+]
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
4 de noviembre de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces olvidamos que en el cine todo es falso. Que al decir '¡corten!' los actores vuelven a su sitio y la ficción se desintegra. Todo esto puede parecer una perogrullada, pero en verdad el arte de contar historias es tan complejo que resulta milagroso que un espectador, desde el patio de butacas, crea a pies juntillas lo imposible. Y que, si se tercia, consiga sonreír y emocionarse con lo que ve. El amor es extraño atesora todas las virtudes que hacen de esto llamado 'cine' un espectáculo fascinante. John Lithgow y Alfred Molina, actores que hemos admirado y visto en infinidad de proyectos, aparecen ante nuestros ojos como unos desconocidos muy familiares. Podrían ser nuestros vecinos, nuestros padres o nuestros compañeros de trabajo. Ambos defienden una adorable pareja de ancianos con cuatro décadas de convivencia, conocimiento y amor mútuo, y en sus gestos serenos y en sus miradas cómplices detectamos el sustrato de todo lo vivido. Vaya, aquello que nunca ha existido, pero que nosotros percibimos como un hecho incuestionable. Hay interpretaciones que sorprenden por ser un torbellino de sentimientos. Tal vez el verdadero mérito está en saber reproducir la normalidad, la cotidianidad, lo plausible. Lithgow y Molina, vaya, logran algo mágico.

La película no traiciona el gran trabajo de sus intérpretes, la enorme humanidad de sus protagonistas. Estamos ante una hermosa crónica sobre las diferencias generacionales. Una defensa de aquello que Virginia Woolf llamaba 'una habitación privada', entendido como un espacio (la casa) y como un concepto (el hogar). Una demostración de cómo las injusticias sociales no pueden destruir aquello que se ha construido con el material más férreo: el aprecio a la persona más querida, a nuestros amigos y familiares. El amor es extraño no cuestiona la identidad de los personajes, no repara en su condición sexual ni pierde tiempo en contextualizarnos la trama (ni el pasado de la pareja, vinculado a la vanguardia urbana y al activismo queer; ni su presente, resultado de la legalización del matrimonio homosexual en el estado de Nueva York; ni su futuro, injustamente incierto y precario, pero perfectamente identificable con el canibalismo social de nuestros tiempos). En El amor es extraño no hay ningún subrayado, ninguna escena innecesaria, ningún diálogo que no enriquezca todo el conjunto. Tampoco evidencia su espíritu militante ni extrema la encrucijada vital de los personajes en favor del 'big drama'. Hay, nada más y nada menos, el discurrir del día a día, la filmación de las horas que pasan. Algo muy pueril, pero que en el cine es muy difícil de conseguir. El amor es extraño lo logra. Y la verdad: por una vez, cuesta salir de la sala y creer que George sólo es Alfred Molina y que Ben sólo es John Lithgow. El amor es extraño no figurará en ningún top de grandes obras ni encabezará las listas de lo mejor del año, pero es una película prodigiosa. Tan auténtica que cuesta creer que únicamente es una película.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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6 de noviembre de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo parece ir bien en la vida de George y Ben. Se conocen desde hace 39 años y mantienen intacta su felicidad, por no hablar de los lazos de amor que les unen. Además, ahora incluso están habilitados legalmente para contraer matrimonio en su ciudad de Nueva York. Pero como no todo suele ser tan bonito, faltaba que alguien se encargara de chafar lo que podían haber sido meses de champán y rosas (y darnos una película, claro está). Hablamos del director de la escuela religiosa donde George da clases de música que, respetando lo que dicta la Iglesia, despide sin ningún escrúpulo a nuestro protagonista. Es entonces cuando, ante el impedimento de costear el deslumbrante piso donde residen, George y Ben tendrán que separar sus vidas con vistas a intentar dar algo de luz a su futuro como pareja.

Ira Sachs, cineasta estadounidense que ya acumula experiencia tras las cámaras tanto en la esfera independiente, caso de su anterior película Keep the Lights On, que por desgracia se pasaba de rosca en su trascendentalismo, como al trabajar con un presupuesto mayor, cosa que ya le sucedió en 2007 con El juego del matrimonio como ahora con esta obra que lleva por título El amor es extraño (Love is Strange). Tal mejora en el ámbito financiero conlleva la posibilidad de tener más recursos para desarrollar todas sus ideas, pero también éstas pueden verse algo trastocadas por el compromiso comercial que hay que cumplir. Realmente no sabemos con seguridad si ése es el caso de su última película, pero al menos da la impresión de ser un producto disfrutable por el llamado gran público, con un desarrollo ligero y poca, aunque certera, profundización en los mensajes que intenta transmitir.

Sachs utiliza en El amor es extraño un recurso bastante habitual que sirve como desencadenante de la acción posterior: una acción injusta o que dé la sensación de no ser merecida. En este caso tenemos el despido de George, un aspecto que salvo aquellos que por algún motivo rechacen el matrimonio homosexual, todos los espectadores entenderán tal decisión como manifiestamente indigna. Desde ese momento, uno queda atrapado en el argumento de la película pese a que no se nos ofrezca (por fortuna) un contexto apropiado mediante, por ejemplo, escenas que sitúen al susodicho en el ejercicio de su profesión. En ninguna otra ocasión se volverá a debatir esa cuestión ni existe intención por hacerlo ya que, como decimos, es sólo una excusa para dar rienda suelta al verdadero argumento de la obra.

George se va a vivir con unos amigos y Ben con unos familiares. Sin spoilers que valgan, ya cada uno sabe más o menos por dónde van a ir los tiros. Con una obra como Dejad paso al mañana (Make Way For Tomorrow, Leo McCarey) en la retina de aquellos que la hayan visto, y casi seguro que también en la de su autor, la acción se desarrolla de manera suave en su forma pero implacable en el fondo. Es aquí donde la película marca claramente lo que pretende y lo que no quiere ser. Y dentro de esta segunda categoría, encontramos que Sachs no quiere hacer de su obra un mar de lágrimas, un sentimentalismo barato que seguramente podría haber sido efectivo a nivel comercial, pero que hubiera acabado con la intención del relato. Dicha motivación no es otra que la de ofrecer una situación que podría pasar en la vida real. Personajes homosexuales o heterosexuales, da igual. Pero personas, en cualquier caso, que tienen su vida más que encarrilada y que por diferentes circunstancias se convierten en una losa para sí mismos y para otros.

Por tanto, El amor es extraño se define argumentalmente como un cóctel de temas trascendentales para la vida humana tratados de una forma natural, cercana, huyendo de reiteraciones y exageraciones. Desde un punto de vista formal, la colorida y limpia fotografía, sumada a las bonitas tomas de Nueva York, posibilitan que el mensaje que intenta transmitir la película llegue con mucha más claridad. Un mensaje que es de esperanza, de seguir hacia delante pese a las trabas que continuamente se imponen desde diversos sectores. Sachs toma la homosexualidad como referente vehicular, pero como resultará obvio para todo el que comprenda la película, sus propósitos son perfectamente aplicables a cualquiera que haya sentido amor, o incluso amistad, en su vida. Ligera y quizá intrascendente, pero noble y clara en lo que quiere contar, es difícil arrepentirse de dar un visionado a esta película.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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17 de enero de 2015
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"El amor no se deleita en la injusticia sino que se regocija con la verdad"
Serenidad, mucha serenidad para aceptar la nueva situación, conformismo, mucho conformismo para sobrellevar una incomodidad que roza el límite de lo soportable, resignación, mucha resignación ante la imposibilidad del espacio para ser, ardua paciencia y máxima entereza que se agota a cada avance malogrado de un equilibrio desfallecido más, una deliciosa e hipnótica música de acompañamiento para una magistral pareja, interpretada con delicadeza, soberbia y enorme intuición de penetrante sentimiento complaciente, un John Lithgow y Alfred Molina que forman un núcleo espléndido de amor maduro, sabiduría de años y una devoción que supera inconvenientes y sobrevive con pureza a esa valentía de cumplir su sueño personal de matrimonio con papeles cuando llevaban toda una vida unidos por un corazón, alma, razón y afectividad mutua que los hace inseparables, queridos y entrañables para los ojos de un espectador que los acompaña con esa loable actitud de quien, teniéndolo todo, se encuentra sin hogar pero con mucha esperanza de seguir caminando pues si "cuando se cierra una puerta, una ventana se abre" y "Dios aprieta pero no ahoga", sin duda, la lotería afortunada de su encuentro, hace tiempo librada, continua firme a la espera de que ruede el bombo para volver a agraciarles.
Cuando convives con alguien, amigo/familiar/extraño, descubres cosas de él que no sabías, que no quieres ni te apetece saber e, incluso, que no deberías conocer para mantener intacta y sana vuestra relación, más cuando la situación es forzada por una carencia económica procedente de un inesperado despido que rompe la armonía, estabilidad y vida acomodada y grata de una pareja homosexual, ya entrada en años, sabia y conocedora de la dureza de una existencia cuando hay que pedir limosna aunque sea a seres queridos que amas, te aman y a los que adoras con locura.
Del cielo al infierno, del paraíso a todo un martirio de convivencia donde lo peor es la separación de la pareja protagonista, una distancia física atroz, de elegancia sublime en su performance que atrapa, cautiva y seduce con placer, emoción, arte y sensibilidad, retazos de un contratiempo que se ofrecen con cuentagotas, sin espectáculo ni explosión pero mucha sutileza para dejar intuir el dolor y malestar de una felicidad quebrada y a la espera de poder continuar.
La vida es extraña/el amor resistente, ni una palabra más alta que otra en la expresión y contención de una amargura que les corroe lentamente, envuelta en educación de formas y deseo de aguante por una gratitud que roza la cumbre de la amabilidad correcta al romper la estructura de un hogar que se adapta para acoger al nuevo inquilino, no saber cual es tu sitio cuando estorbas en todos lados, cuando interrumpes la existencia cotidiana de relación perfecta, una pareja con todo dicho y hecho que se comunica sin palabras, tan sólo con su buscada y necesaria presencia, una situación extrema que propicia el conocimiento interior, no pretendido, de ese círculo privado de hogar sólo reservado a sus integrantes y, la oportunidad sigilosa de encauzar a ese joven promesa, perdido y bloqueado en su complicado crecimiento, con todas las opciones abiertas, un relato sencillo pero exquisito en sus efectos anímicos que fluye con ligereza, suavidad y gran calado receptivo, de añoranza a su término y tierno recuerdo en la memoria.
Es parca en la información vertida, exigua en los detalles apalabrados que certifica con portentosa presencia física, no necesita grandes explicaciones sólo devorar su respetuoso andar de pasos suntuosos observados con adorada lentitud, sobriedad y esmero, un pequeño episodio de una vida vivida con respeto y grandeza de respiración tenue y cálida, de concisa y acogedora gratitud que nadie lamenta de escoger pero, puedes lamentar sea tan breve y tenue en su profundidad aunque ahí reside su belleza, templanza en una contemplación que se comunica con las formas y el incisivo estar sin querer ni pretender pero tampoco evitando el don de la palabra innecesaria.
Soy vulnerable a tu lado más amable, carcelero de tu lado más grosero, soldado de tu lado más malvado, arquitecto de tus lados incorrectos, propietario de tu lado más caliente, artesano de tu lado más humano..., soy quien te ama, no necesito más.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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28 de febrero de 2015
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El amor es extraño es una película muy bien contada y, sobre todo, sin esas dosis almibaradas de escenas que la podían hacer cargante. Está muy bien interpretada por el dúo protagonista y es un largometraje que va directamente a lo que quiere contar, sin rodeos innecesarios. Se ve muy a gusto, se disfruta y es, en definitiva, un canto al amor, sea cual sea el sexo de los implicados en él. Ira Sachs construye una declaración de intenciones sin tapujos ni falsos alardes. Es una historia de amor para toda la familia. Recomendable.
enyel
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28 de julio de 2015
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"El amor es estraño" es un melodrama (menos melodía que drama) que funciona, en gran medida, por la aparente simpleza de su propuesta y por esos dos actores en estado de gracia como son Alfred Molina y John Lithgow. La química que desprenden como otoñal pareja gay (que lleva casi 40 años viviendo juntos) es sorprendente, sus miradas, sus caricias, su complicidad es tan real que no podríamos imaginar a otros dos actores mas apropiados para esta ficción. Podríamos decir casi que es una película a medida al estilo "One Man show (en este caso por duplicado). El guión es pausado, suficientemente claro y sin demasiadas trampas aunque se permite algunos saltos en la narración realmente interesantes (obviando partes de la historia). Esta es una película amable de historias mínimas y entrelazadas pero bien contada y, sobre todo, muy interesante para el espectador medio que se deja deducir por estos dos magníficos actores y entra en la dinámica de un melodrama no demasiado intenso pero tampoco trivial (contar aspectos vitales desde el detalle de lo cotidiano). Una rareza que acabará siendo película de culto porque lo merece. No nos engañemos, a pesar de su apariencia, "El amor es estraño" es cine comercial aunque esté presentado a manera de película menor (casi cine "indie" pero no) que funciona de maravilla e incluso se permite algunas reflexiones sobre las relaciones familiares que son lo mejor del filme. Y a todo esto hay que sumarle que Nueva York está fotografiada de manera impresionante (convirtiendo la ciudad en un personaje más que genera conflictos adicionales). Totalmente recomendable incluso si no sois amantes del melodrama.
El Criticón
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