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Negociador

Comedia. Drama Manu Aranguren, un político vasco, ejerce de interlocutor del gobierno español en las negociaciones con ETA. En lugar de asistir, tal como esperaba, a un acto solemne y calculado, pronto verá que las casualidades, los errores o los malentendidos marcan el diálogo entre ambas partes y que la relación personal entre los negociadores será clave para la resolución del conflicto. Comedia basada en las negociaciones entre el presidente del ... [+]
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
27 de noviembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine español no tiene nada que envidiar a otros europeos. Yo sí que lo creo, falta que lo crean los propios cineastas y, claro, los espectadores... Una comedia atípica, no de risotadas, si no de humor más fino, con toques de cinismo y de negrura, ácida a veces, pero siempre interesante, De metraje ajustado, buenas interpretaciones, bien dirigida y bien dialogada. Por poner un pero, quizás demasiado localista, a lo mejor exportar ese sentido del humor tan vasco y, claro que sí, tan español, sea complicado a menos que se conozca algo el problema de la violencia etarra en el País Vasco. En las Vascongadas, vaya.
melchorin
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8 de enero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Negociador de Borja Cobeaga es un drama con tintes de comedia basado en hechos reales en el que un político vasco, se reúne en territorio francés con un terrorista de ETA, un mediador extranjero y una traductora para poner fin al conflicto entre España y ETA. Dirigida con un ritmo paulatino que no se toma prisas en exponer su trama y con un estilo humilde que va de menos a más aunque no termina de arrancar, es una obra que tiene detalles llamativos por tomar en parte a broma el final de las negociaciones para satisfacer a los amantes del cine que toma ciertos dramas con humor y dejar con ello al espectador con una sonrisa de desconcierto, concluyendo un decente film que se deja ver y cumple con su cometido aunque sin brillo.
La fotografía es algo oscura y evocadora al lugar en un buen trabajo repleto de matices confortantes que son idóneos para la historia, logrando una decente labor visual. La música es hipnótica e intensa para penetrar en el público y añadir intriga en las escenas oportunas, usando sonidos conspiradores y sugerentes. Los planos y movimientos de cámara consuman una correcta labor técnica mediante el uso de la cámara en mano, plano-contraplanos, primeros y primerísimos planos, generales, seguimiento, detalles y planos fijos competentes aunque sobrios.
Las actuaciones son decentes y aceptables. Como protagonistas Ramón Barea deja de ser un secundario para cumplir con el papel principal de forma acertada y campechana, Josean Bengoetxea está apropiado en un personaje seco y es Carlos Areces el que brilla con una personaje de difícil personalidad, siendo pertinentes los acompañamientos de Melina Matthews, Jons Pappila y Raúl Arévalo entre otros. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes de cada personaje según profesión, ya sean estos elegantes o comunes en una oportuna labor que junto con los decorados y exteriores te transportan in situ.
El guion, escrito por el director y basado en los hechos reales de las últimas negociaciones o diálogos con ETA por la paz, es tomado en parte con poca seriedad al ser un film con destellos de comedia, siendo por tanto una obra que cumple aunque sin brillo con su cometido y que no decepciona a nadie tras su visionado, finalizando con ello una buena cinta que sin ser indispensable se deja ver. Esto se lleva a cabo con una narrativa expresiva e insinuante que generalmente es directa y sugestiva de cada personaje según su procedencia o condición en una precisa labor. Cabe señalar también, el montaje lineal y seguido que marca un ritmo lento pero cuyo visionado pasa en un santiamén por su corta duración.
Concluyendo, la considero una obra algo particular que toma poco en serio el final de los diálogos de Eta con el gobierno español para su cese definitivo y que tiene detalles algo desconcertantes e inesperados que son precisamente los que marca la diferencia con el resto de films y que además añade con ello credibilidad a la trama, concluyendo una buena aunque no indispensable película que logra entretener y llamar en ocasiones la atención del público en lo que ofrece. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos y narrativa que convierten a Negociador, en un film digno de visión aunque no deslumbrante en lo que trasmite.
Elcinederamon
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2 de junio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
...Y, sin embargo, olvidable. Se da el hecho curioso de coincidir todos esos calificativos. Realizada desde la relativa suavidad y ligereza que permite el paso el tiempo y el momento, más concretamente, en el que está filmada. Eso, y sólo eso, es lo que permite que Borja Cobeaga trate el asunto y narre los hechos con un tono distendido e incluso permitiéndose llegar a la jocosidad en alguna escena. Sin olvidar en ningún momento el asunto a tratar y siempre con la vista puesta en el horizonte del conflicto, frivoliza parcialmente desde la ironía por parte de aquellos encargados, de uno y otro lado, en negociar. La ironía -por no llamarlo falsedad- que también quiere dejar patente, al principio y al final, de aquellos que no forman parte directa del conflicto pero sí indirecta.
El personaje de Ramón Barea (el negociador enviado por el gobierno) choca bastante, no por el papel que representa, que es absolutamente vital, si no por la forma de hacerlo. El resto de papeles parecen ir en consonancia -al márgen de ese tono más o menos ligero con el que todo sucede- con lo que de verdad desempeñan, pero ese en particular tiene una personalidad extraña, confusa, como ausente. Como si fuera consciente de dónde está y cual es su cometido pero no le diera la relevancia que ha de tener. No sé si es más una cosa del actor o una directriz del personaje, aunque me imagino que lo segundo vista la forma en que la negociación es representada. El enfoque mostrado puede que sea el de bisagra para quitarle hierro al asunto participando de esa impostada simpleza, pero es chocante y no me gusta. Más aún cuando desvía la atención hacia otros lares que nada tienen que ver con la acción principal.
Al hilo de los intérpretes, cabe destacar a Carlos Areces como líder de la banda terrorista en aquellos años. Su presencia es exigua, en la parte final para ser exactos, pero se hace notar y de qué manera. Está perfecto. Se hace, prácticamente, lo más recordable en una película en la que es meritorio el aspecto que se la da a un tema tan serio sin banalizarlo, aunque no por ello consiga quedarse en la memoria.
John Dunbar
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22 de noviembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace cinco años, el estreno de una película como Negociador (Negociador, 2015) hubiera resultado más que polémica. Sin embargo, lo cierto es que la película ha pasado totalmente desapercibida. ¿Significa esto que hemos progresado como sociedad, capaz de cicatrizar nuestros propios traumas? Sin ninguna duda, en parte sí. El fantasma del terrorismo vasco parece formar parte ya del pasado. Y eso en parte explica la acogida tibia que ha recibido la película de Borja Cobeaga. Pero también hemos de añadir que el filme que dirige el mismo director, a priori cosa sorprendente, de Pagafantas (Pagafantas, 2009) ha pasado totalmente inadvertida por cartelera, porque ha gozado de una repercusión mínima en los medios, al no contar con un aparato propagandístico detrás. Así que siempre nos quedará la incógnita de saber las ampollas que habría levantado la película en otro contexto. En todo caso, Cobeaga toca un tema complejo de una manera singular, algo que como mínimo merece un visionado.

El caso es que Cobeaga viene demostrando lo que ya se presentía en sus primeras obras. No se trata de un simple comediante que ha venido para hacer reír a la gente. Todas sus películas tienen un trasfondo mucho más complejo. Sucedía en la denostada Pagafantas y sucedió también en No Controles (No Controles, 2010). Cobeaga es más que un simple Appatow que cae en el humor socarrón y se imbuye de la tontería postadolescente. Quizá por eso, No Controles tuvo una acogida tan nefasta que le retiró como director prácticamente de la gran pantalla durante más de cuatro años. Pero con Negociador, el cineasta ha dado un paso necesario en su carrera, acercándose a la política, eso sí, desde una óptica totalmente personal, que no esconde unas cargas de humor (totalmente negro y ácido, poco comparable con el resto del panorama nacional) malintencionado.

La película está basada en hechos reales, aunque el guión se hace suya la historia que hay detrás. Nuestro protagonista, interpretado por Ramón Barea, es ni más ni menos que una máscara del político José Eguiguren, quien fue el responsable del acercamiento con la banda terrorista ETA, durante el período del 2005 al 2006 (durante el célebre acercamiento político en época del presidente Zapatero). Durante la corta duración del metraje (menos de una hora y media de película) seremos testigos de las infructuosas relaciones que se mantuvieron entre los representantes del bando español y los de la banda armada.

La película empieza con un fuerte puñetazo al estómago, retratando una secuencia que aunque define bien el ambiente vasco que algunas personas tuvieron que sufrir, puede perfectamente extrapolarse a cualquier situación política parecida (ya sea desde una óptica u otra). Precisamente, una de las señas de identidad del filme es la de despojar de simbolismos y señales el filme, tratándolo de hacer universal (para más inri, tenemos la secuencia en que se confunde a nuestro protagonista con un terrorista). Como esta secuencia habrá alguna que otra a lo largo de la película, aunque lo cierto es que Negociador conquista más por su atmósfera lenta y cocinada cuidadosamente. Cobeaga se dispara en el pie una vez más si pensamos en términos puramente crematísticos. Ahora bien, para su trayectoria se trata de un filme que apuesta en la buena dirección.

Cierto es. Negociador no es redonda. La preocupación del cineasta por no levantar polvareda innecesaria ha acabado dotando al filme de una suavidad excesiva. El filme acaba languideciendo en una segunda parte que en realidad resulta innecesaria. Además el discurso se queda embrollado por ciertos detalles que no quedan demasiado claros, y que intentan añadir una pátina de pretenciosidad que no pega nada bien con el tono general de la película. Me refiero especialmente a la relación que pretende mostrarnos el guión entre el personaje de Areces y el de Barea. Como si a pesar de tener más semejanzas en común en realidad fueran mucho más distantes a la hora de negociar, algo que no se sostiene demasiado y que en realidad obedece más a la resolución del filme (como decimos, basada en hechos históricos) que no a lo que se desarrolla entre ambos. Queda por ejemplo la secuencia de la prostituta con Areces, cuyo significado no queda demasiado claro.

Las interpretaciones de los actores principales son magistrales, especialmente la del protagonista interpretado por Ramón Barea, así como la aparición estelar del personaje de Carlos Areces. Y eso, en un filme que se puede clasificar a todas luces como una pieza minimalista se agradece. En efecto, el minimalismo, que también es la seña principal del cineasta (más por voluntad que por exigencias de producción, aunque en ocasiones ambas se entremezclan) es un elemento indispensable. Pocos personajes, pocos artificios, para una película que pretende hacerse un hueco en la filmografía española por tratar lo que acostumbramos a denominar un tema tabú.
Kyrios
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5 de abril de 2016
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he tenido problema en ver cine en el que ETA resultara un factor argumental clave. Ni siquiera me afecta que una película trate tragedias (por recientes que sean: cuanto más, más gente a la que no le haga gracia) en clave de comedia. Total, que no me escandaliza ver a un infortunado trasunto de Jesús Eguiguren dialogando (o negociando) con un más afortunado sosias de Thierry.
Mi disgusto no lo motiva el escándalo. Esta película no me gusta en absoluto porque es una tontería: en el sentido más literal del término; evito otros más gruesos en consideración a la hospitalidad que nos ofrece esta página, los trolls tienen otros foros.
Y es una tontería literal porque si pretende ser una comedia, no tiene maldita gracia. Ni risas, ni sonrisas. Ramón Barea haciendo de Buster Keaton es un absurdo de esos que hacen volver la mirada a un lado por pura vergüenza ajena: no es mal actor, es su indefendible personaje.
Así que yo, que no me considero un chinche ni un muermo, no le encontré gracia alguna, y no recuerdo gag alguno que la tuviera.
Y si pretende ser otra cosa..., en fin, aquí lo dejo, porque si eso pretendiera, me censurarían por troll...

Así que lo único bueno de la película, que al principio se hacía esperar, no llegó nunca, demasiado puritana, la película: Por las tetas de Sophie!!!

P.D.: Por cierto, es un problema personal, o estamos todos empezando a estar de Raúl Arévalo hasta los mismísimos?
Vale ya, colega, déjanos ir a ver una película española en la que no aparezcas, por favor...
Replicántropo
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