Coco

Sí, soy mexicano, y como buen mexicano en la espera de ver una interpretación extranjera de una costumbre y un culto tan delicado como lo es a la muerte, esperaba fallos y chistes coloquiales y rebuscados.

Oh, sorpresa, Pixar "hizo la tarea" como una bien intencionada Hermione Granger para un profesor, que si bien no era un "severo" e irónico Snape, si lo fue para un profesor al que se le resguarda especial cariño... México.

Algunos aseguran es un ardid político, otros dirán que es "una más" de Pixar donde se mezclan emociones de manera intencional para "seducir" al espectador. Sin embargo, como mexicano, y como un espectador respetable, he de confesar que esta cinta me ha obligado a escribir estas líneas para recomendar su revisión, su disfrute y hasta el aprendizaje de una de las culturas más grandes del mundo que rinde cada año un magno tributo a la muerte.

No conozco México en profundidad como para saber si lo que nos muestra Coco es fiel a las costumbres y tradiciones mexicanas, o tiene más de la típica sucesión de tópicos mal aglutinados con la que Hollywood suele despacharse cuando toca otras culturas. Pero en general a mi la película me ha gustado. Podemos decir que es sobretodo colorida. Tiene una gran dosis de esoterismo y surrealismo, que yo he preferido entenderlo como surrealismo y como tal me ha gustado.
No obstante a la historia le falta algo de chispa. Es poco Pixar, poco de mostrarnos cosas nuevas. Muchas circunstancias son muy típicas y tópicas. No tiene esa vuelta de tuerca, ese paso más allá que en algunos títulos nos ofrece.
A los niños al final les ha gustado y han salido muy contentos del cine, pero por momentos les ha aburrido un poco, o incluso incomodado. En un momento se llegó incluso a producir la fatídica pregunta de "Papá ¿Le falta mucho para terminar?". Aunque como digo, después retomó su interior y gusto, y la han acabado apreciando bien.
He reconocido distintos guiños y cameos a personajes mexicanos, de la cultura y del universo Pixar, pero como siempre, seguro que se me han escapado más de los que he sabido reconocer.
Por cierto me parece un acierto lo que he leído de que Disney ha estrenado la película en México un mes antes que en el resto del mundo, justo además para hacer antes del 1de noviembre.
Lo que me parece mal es maridarla con uno de los cortos más flojos y más extensos desde hace tiempo de Disney (Frozen: una aventura de Olaf).

Al salir del cine de ver coco la sensación de todos era en general que habíamos visto una gran película de animación aunque poco habitual por el hecho de que se puede leer tanto desde una visión infantil, dandole un significado concreto, como por el lado adulto, otorgandole un significado dolorosamente distinto, y es que mientras que los niños ven una película disney en la que por una vez no hay princesitas (tampoco la protagonista es coco) llena de colores y con una historia con moralina, los adultos podemos leerla, al menos así lo hemos hecho los amigos que hoy hemos ido al cine y todos hemos salido con la lagrimilla, como un canto de amor a aquellos que padecen Alzheimer tal y como hizo en su momento el Drogas con su canción Cordones de mimbre. En este sentido, coco me ha recordado a la española Arrugas, que tampoco desmerece en un trato más adulto de la enfermedad.

Por otra parte se da la inusual circunstancia de que han respetado el doblaje mexicano para hacer la historia así más fiel al entorno, pero hay términos como albrije, que salen una y otra vez en la película y que, una vez comprobado en internet, poco tiene que ver con el significado totémico que se le da en coco.

Segunda pega: Por favor, en serio que hay que aguantar los 20 minutos del corto de Frozen primero?

"Coco" no hace más que encasillar al cine de animación dentro de la categoría de obra maestra, de forma puede que aún más vehemente que "Toy Story" o incluso otros clásicos Disney como la mismísima "El rey león". Cuando se cree que todo se ha visto o realizado en el séptimo arte, esta es una genial sorpresa que nos descubre una trama madura repleta de impresionantes y fantásticas revelaciones. Así como contando con una animación cada vez más realista y jugosa. Un clásico instantáneo, emocionante e imprescindible.

Disney-Pixar se viste con sus mejores galas en una fiesta de vibrante colorido, folclore, tradición y, cómo no, pura magia en el marco del desgarrador conflicto de Miguel, un niño cuya naturaleza lo empuja fuertemente hacia una vocación detestada por toda su familia: la música.
Lo que dota a esta película de animación, la cual alcanza cotas de emoción y prodigio técnico equiparables a “Toy Story 3”, del alma y la profundidad de la que carecen otras películas animadas, es el difícil viaje de este chico que, pese a ser amado, es ciegamente incomprendido. Que el tema sea recurrente no significa que no sea capaz de conmover, pues mucha gente puede identificarse con Miguel en su lucha titánica contra un prejuicio, dentro de su propia casa, que atenta contra lo que él aspira a ser. Su familia lo quiere con locura y desea lo mejor para él, pero se niega a reconocer que el camino del chico es diferente. El pobrecillo no se ve fabricando zapatos el resto de su vida. Eso sería para él como una condena a cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad. Siente la llamada de la música, e intentará aprovechar una gran oportunidad que se le presenta en la noche del Día de Muertos, durante la celebración de un festival de nuevos talentos.
Pero, claro, Disney logra que las creencias populares se hagan realidad y la memoria de los vivos juega un papel crucial en el mundo de los muertos, conectando ambos mundos en una noche en la que no podían faltar las aventuras de Miguel en busca de un sueño que su familia le prohíbe.
Vivos y muertos, amor y familia, conflicto intergeneracional, recuerdo y olvido en el viaje de descubrimiento, en el que no es oro todo lo que reluce, de este pequeño que pelea contra viento y marea en su carrera hacia lo que él cree que es lo único que lo hace feliz.
Independientemente de lo que cada uno crea, una cosa sí creo que es verdad aunque sea solamente en un plano sentimental, y es que nadie muere de verdad mientras otros recuerden a quien se va. Porque al fin y al cabo, el Dia de Muertos en realidad se celebra para que los que se quedan no olviden a los que se han ido. Y la memoria es lo que somos y lo que hemos sido.
Para ti, que me has animado a escribir esta crítica. Por los viejos tiempos.