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¡Agáchate, maldito!

Western. Bélico. Drama Juan Miranda y John Mallory, un veterano del IRA, se conocen en México y planean trabajar juntos robando bancos. Un día dinamitan una prisión creyendo que era un banco. La explosión libera a los revolucionarios presos, y ambos se convierten en héroes de la revolución. Poco tiempo después, las tropas del gobierno, comandadas por el coronel Gutiérrez, comienzan a seguirles los pasos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
21 de octubre de 2011
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
306/02/07/10(11) Este fue el penúltimo film dirigido por Sergio Leone, un trabajo olvidado injustamente. Fue un fracaso en taquilla, puede fuese que tras su apariencia de spagueti-western se escondía otro tipo de cine, aquí no hay tiroteos de pistolas, ni duelos, los caballos apenas aparecen, es un relato revolucionario que tiene lugar en México como podría haber pasado en Rusia o España. Es una historia que sobre todo nos habla del idealismo, la amistad, de la traición y de los ídolos con pies de barro. La cinta te atrapa con un comienzo arrollador, una imagen distintiva del subgénero spagueti, una meada sobre un hormiguero, algo que ya te da la medida de uno de los dos protagonistas, Juan Miranda (Gran Rod Steiger), un tipo harapiento, asqueroso, descalzo, haciendo caravana-stop le para una megalómana diligencia de lujo con todo tipo de personajes representativos de la alta sociedad, adinerados, políticos y un cura, estos lo toman como ejemplo de que la escoria humana no tiene solución, que las clases sociales existen por algo, que unos pocos, la clase alta, están destinados a gobernar/esclavizar a las clases bajas y estos deben aguantar pues su falta de cultura los acerca a los animales, Juan ejerce de mono-pim-pam-pum, todos se ríen de él, el les responde con una ingenua sonrisa, hasta que la diligencia para en seco y se descubre que Juan es en realidad una especia de Caballo de Troya metido allí para hacer más fácil el robo de su banda a toda esta caterva y por supuesto se quedan con su vehículo, no sin antes humillarlos y despojarlos de su hipócrita dignidad, y a continuación hace aparición el otro gran pilar de este relato, el idealista desencantado John Mallory (Gran James Coburn), aparece en una moto, casi como un fantasma, y el choque de Titanes se produce, dos fuertes y contrapuestas personalidades, John es un revolucionario irlandés experto en dinamita, huido de su tierra por la traición de un amigo y que atormentado parece buscar una causa por la que morir y la Revolución Mexicana parece serlo , en el otro lado del ring Juan un pícaro y simpático líder de unos salteadores que son sus muchos hijos, un tipo que sueña con robar bancos, pragmático al que le importa bien poco la Revolución, entre los dos surge una fuerte amistad, muy en la línea de Don Quijote y Sancho Panza, uno un romántico soñador y el otro un ser que vive al día y busca sacar provecho de la Revuelta, hasta que esta le toca a él de lleno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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29 de abril de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El genial Sergio Leone nos vuelve a regalar otra película de estilo. Extrañamente olvidada con el paso de los años, supone una obra que, si bien no es su mejor película, hay que tenerla muy en cuenta pues recoge muchas de las máximas del director italiano.

En plena revolución mexicana, un zarrapastroso ladrón de bancos llamado Juan Miranda (Rod Steiger) se encuentra con un elegante y peligroso activista del IRA, John Mallory (James Coburn), experto en explosivos, al que convence para robar un banco. A pesar de las desavenencias iniciales y algún que otro engaño, su rocambolesca amistad dará lugar a que ayuden a los revolucionarios contra las tropas gubernamentales dirigidas por el coronel Günther (Antoine Saint-John) en una explosiva confrontación.

La estética sucia, fea y polvorienta del cine de Leone se hace aquí bastante palpable, así como el espíritu único que Leone da a los spaguetti-westerns. Resulta interesante la profundidad que da al personaje de Mallory, a modo de flashbacks bucólicos, con un pasado de traiciones que le ha conformado su carácter frío y distante.

Es una pena que este filme haya sufrido tanto rechazo incluso por sus distribuidores. En la versión en español, los doblajes se retardan, se oye el lenguaje italiano de fondo, el sonido es poco menos que pésimo y ni siquiera se ha cuidado la imagen. Además, el filme ha sufrido de un montaje deleznable por el que se han cortado escenas y han esquilmado una película que bien podría haber sido otra gran obra maestra del director romano.

A pesar de todo, tiene momentos para recordar: el ataque a la diligencia al comienzo, el "atraco" al banco, los riffi-raffes entre Juan y John, y la defensa del puente frente a las tropas enemigas, sin olvidarnos de otra buena partitura de Ennio Morricone.

Recomendable.
Richy
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18 de diciembre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo la estela de “Hasta que llego su hora”, Sergio Leone sigue con su trilogía de Erase una vez, con esta película sobre la revolución Mejicana. Si bien la película flojea en algunos segmentos y la historia se debilita, aunque solo ligeramente, por la acción, el alma de western descansa en esta película. Las grandes actuaciones de los protagonistas y el humor que rezuman es maravilloso. Concluiré diciendo que la amistad que nace entre estos dos malditos pistoleros, aunque en ocasiones puede no parecer normal, yo creo que es una de esas que incluso te puede llena de alegría.

VEDLA Y DISFRUTAD DEL ARTE DEL CINE
JohnKa
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8 de julio de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como a todo el mundo, cuando elijo ver una película, una de las razones que me hace iniciar el visitando, suele ser el realizador. Este criterio, sin embargo, no debería influir en la objetividad. En muchas ocasiones nos encontramos con trabajos menores a los que la crítica trata con muchísima benevolencia. Éste es el caso de "Agáchate maldito". Una película mala de Sergio Leone.

Le otorgo un 4 sobre 10 porque en la segunda mitad del cine mejora sustancialmente, pero la primera hora es para - literalmente - echarse a dormir. Sobre todo si la misionas por segunda vez. Esto no te ocurre con cualquiera de los demás comienzos de las películas de Leone que los puedes visionarios una y otra vez y, cada vez, te gustan más.
La cinta falla en el montaje, en los personajes, en la dirección, en los vestuarios, en las localizaciones, en el argumento e, incluso, la música de Morricone no está a la altura. Además, muchas escenas no tienen sentido, y son larguísimas como los desesperantes flashbacks.

Los personajes protagonistas, incluído Coburn, no están a la altura. El papel de Juan (interpretado por Rod Steiger) está muy lejos de los anteriores feos/malos de Leone, llenos de carisma (Tuco, Cheyenne, el Indio...). Este es un ser despreciable en pantalla, no atrae ni despierta el interés o simpatía de personajes anteriores y, además, no se calla. Violador, ladrón y asesino convertido en héroe de revolución con el que no llegas a empatizar en ningún momento (quizá sea tan excesivamente real la descripción del líder revolucionario que por eso nos repela).

En líneas generales tenemos un film abúlico, largo (y eso que le recortaron más de dos horas al original), lento, mal montado, sin demasiada coherencia, exagerada y, en algunos momentos, desesperante (como la escena inicial cuando van en el vagón los ricachones con esos innumerables planos de sus bocas hablando y comiendo).

En definitiva, no sé que es lo que pretendía el director, supongo que debería tener algún compromiso con la productora y se vio obligado a hacer esto. Borro esta película de la lista de obras maestras en progresión que hizo con la trilogía del dólar y hasta que llegó su hora (todas magníficas) y la que sería su última obra "erase una vez en América".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cheyenne
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22 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera escena, un bandido sucio y descalzo, Juan Miranda (Steiger), mea sobre un hormiguero. ¿Peckimpah? Por delante una larga cita de Mao Tse Tung sobre la violencia en las revoluciones. Sigue luego una diligencia enorme y herméticamente aislada del exterior, en la que viaja con todo lujo una representación de la alta burguesía mejicana que echa pestes del pueblo piojoso mientras engullen hipócritas las mejores viandas. La cámara se centra exclusivamente en los morros de esa gentuza. La "banda" del tal Miranda formada por sus hijos y parientes les ajusta las cuentas y los tira desnudos a la pocilga de los cerdos, quedándose a vivir ellos en su lujosa caravana que deviene pronto en otra pocilga.
Hace entonces su aparición un dinamitero ex revolucionario del IRA, John Mallory (Coburn), que se asocia con Miranda para formar el grupo Juan y John o Johnny y Juanito. Antes el irlandés había volado en dos petardazos la caravana mientras pronunciaba la frase que da título a la cinta: Agáchate, Juanito, digo maldito.
Ya está, pensamos, "Dos hombres y un destino", solo que cambiando a la bella Ross por los desarrapados Miranda. No tardamos mucho en salir del error. Estamos en una de tantas fases de la eterna revolución mejicana y ambos se dirigen a Mesa Verde donde quieren dar el palo. La ciudad es ahora el centro de operaciones de uno de tantos políticos venales antivillistas. Aliados con estos últimos entran por fin en el banco, pero en vez de oro encuentran en su interior un montón de presos políticos que liberan. Moraleja, el verdadero oro es la libertad, cosa que no convence en absoluto a los juanes.
Sigue ahora una serie pésimamente montada de luchas entre revolucionarios y contrarrevolucionarios, con fusilamientos masivos de los malos a los buenos, que permiten al irlandés ir recordando sus antiguas andanzas de las que ahora parece renegar cuando tira al charco sus "Cartas sobre el patriotismo", de Bakunin, el teórico del anarquismo nada menos, mientras el mejicano parece tomar el partido de los "pobres". El dúo de juanes semeja ahora al de "Le llamaban Trinidad".
También anda enredando por allí un médico revolucionario, el Dr. Villegas, que entre conspiración y conspiración saja los abcesos de un paciente y atiende a sus parturientas. A estas alturas uno se pregunta qué pintan aquí Sergio Leone y Ennio Morricone. Como ponerle a un santo dos pistolas.
Reconociendo la buena interpretación de Coburn y de Steiger y la correcta ambientación de la película, el resto es un larguísimo pastiche de difícil digestión para cualquier espectador que no sea forofo de Mao Zedong o de Mijaíl Bakunin. Ni aun para los de Leone.
Lafuente Estefanía
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