El crimen del padre Amaro

Llegó a competir por el Oscar a la mejor película extranjera, algo excesivo a todas luces dadas sus limitaciones, y sobre todo, algo inaudito, al tratarse de una obra obviamente anticlerical y nada conservadora, algo que choca de lleno con las cerradísimas mentes de la Academia.
Estamos ante una discreta película, con más defectos que virtudes, plagada de errores tanto de concepción temática y estilística, como de saber transmitir con convincente vehemencia la historia que plantea. Así, resulta un tanto ventajista en sus intenciones y en su forma de expresarlas.
Trata sobre la existencia latente de la doble moral, de la corrupción y el desgobierno absoluto que rigen en ciertas instituciones, aquí focalizado en la Iglesia, cuestiones que me creo punto por punto. Pero sobre todo trata del peor de los crímenes, que no es aquel que acaba con la vida de alguien (al fin, ese acaba y ya está), sino del crimen ético y moral, aquel por el cual ya vale todo y todo es lavable y queda falsamente limpio. Ahí es dónde pone el dedo en la llaga la película y dónde más les puede acabar doliendo a los ultraconservadores, y no tanto en que un cura se acueste con una mujer, pues muchos lo han hecho y lo harán toda su vida.

No pongo en duda las críticas negativas de la iglesia hacia este film y no es para menos, ya que devela sólo algunos aspectos ocultos de la vida sacerdotal como el amor, el deseo, la lujuria, el sexo, la mentira entre otros; me parece excelente film y lo califico como uno de los mejores del cine mexicano.

Esta película se basa en una novela de Eça de Queirós publicada en 1875, y cuya acción transcurre en Leiria (Portugal). El contexto del mundo del narcotráfico mexicano en el que se enmarca el film es una licencia cinematográfica que a mi juicio no beneficia en nada a su narrativa. Por otra parte, considero que los personajes tienen una actuación y unos diálogos demasiado previsibles, planos. Posiblemente su autor no estaría muy de acuerdo con el resultado cinematográfico de su novela. Si de lo que se trata es de "denunciar" actuaciones de personas de la Iglesia, tampoco considero que la película utilice argumentos convincentes para ello.

Las críticas que aparecen ya dan cuenta del tema central de la película y la justiprecian, la doble moral de ciertos prelados. Quiero hacer referencia a un tema algo tangencial, el de la lucha contra los sacerdotes que asumieron la teología de la liberación. Viene a mi memoria el asesinato del obispo en El Salvador, antecedido por la negativa del papa Juan Pablo II a recibirlo en Roma hasta que aquel, casi que a la fuerza, consigue audiencia. En la reunión le muestra las pruebas de los vínculos entre los paramilitares y el gobierno y de cómo asesinan a campesinos y a algunos sacerdotes, todo con el cuento de que son comunistas.

Como se ve en la película, la oficialidad clerical prefiere, acepta y perdona las actividades de los mafiosos antes que cualquier cosa que huela a teología de la liberación.

Por lo demás, destacar el llamado de atención que se hace en la película a la guerra contra los rebeldes, encarnados en los periodistas, al igual de lo ocurrido en las guerras cristeras de la década de 1920 en México.

La impronta del protagonista no parece la de un cura. pero lo que va pasando en el transcurso de la película, es muy bien logrado. Hay una buena actuación de la mujer joven y un final un tanto sorprendente y que deja lugar a especulaciones. Bastante pasable.