Man on Wire

Esta es la historia de cómo un hombre cumplió un sueño descubierto en uno de los sitios menos evocadores para tener sueños, la sala de espera de un dentista...
Un día fue el siete de agosto de 1974, muy tempranito, apenas las calles habían sido puestas, y, de repente, una cabeza empezó a mirar hacia arriba, otra más, una chica lloraba...¿qué pasa?, se preguntaba la muchedumbre...¿no lo ven? Hay un funambulista caminando entre las torres...
Un poeta, Philippe Petit, cometió un crimen artístico, llevó a cabo aquello que había imaginado mucho tiempo antes, y que había ensayado en lugares lejanos como Nôtre Dame de París o el Puente de Sidney. Tal vez nadie sea capaz de comprender por qué se hacen estas cosas, qué sentido tienen, qué lleva a un hombre a dominar el espacio, a superar los miedos, a jugarse la vida por hacer algo que en principio sólo llena a quien lo hace (y a la panda de locos que creen en él), pero es tan, tan emocionante...
James Marsh hace un espléndido trabajo intentando transmitirnos qué sentía ese francés, qué soñaba, qué buscaba, ayudándose del magnífico soporte audiovisual del protagonista, aparte de unas estupendas recreaciones que casi convierten la preparación de la hazaña en un auténtico thriller emocionante, a la par que minimalista. Esto último se magnifica gracias a la espléndida música, Beethoven, Satie, y, en particular, un Michael Nyman que ya ayudó a las vicisitudes arquitectónicas de otro genio como Peter Greenaway.
Y no, no hay referencias al 11-S, el maldito día en que unos locos decidieron chocar un par de aviones contra esas impresionantes torres del WTC, aunque tal vez nos deje la inquietante sensación de la antítesis entre la poesía de un héroe soñador y la cruda y dura realidad de unos tipos que seguramente nunca podrían entender a un bailarín de las nubes.

Me veo "obligado" a realizar esta crítica por lo que me impactó al ver este documental la persona de Philippe Petit. Poco puedo añadir a las excelentes críticas que he leído por aquí -como bien apunta Francolino-; que haya tantas realizadas indica que no ha dejado indiferente precisamente este documental que combina con ligereza imágenes del hecho que narra -1974- con entrevistas a sus protagonistas actuales, así como alguna recreación con actores para completar las narraciones de los que intervinieron en la proeza.
Evidentemente, lo que más sorprende es la capacidad de persuasión que tuvo Petit para que le siguieran en esta magnífica locura un grupo de personas por el mero hecho de ayudar a hacer lo impensable: pasearse por una cuerda de una torre a otra.
Hora y media que pasan volando, con muchos momentos emotivos, con una inocencia que parece perdida hoy día de la búsqueda de un sueño fantástico e inmaterial: pasearse por las nubes por el placer de hacerlo.
Muy recomendable. Nota: 7,25.
Pd. Me acabo de dar cuenta de lo curioso de la fecha -11/09- para hacer esta crítica sobre algo fantástico que ocurrió en las Torres Gemelas en 1974...que descansen en paz los que allí dejaron sus vidas hoy hace doce años.

Me esperaba más, aunque lo que vi sea suficiente como para justificar el precio de la entrada y el viaje en coche al inevitable centro comercial; recuerdo que en la época del protagonista de este film, los cines estaban situados en los centros de la ciudad y eran cines de una sola sala, casi siempre grandiosa.

El cine de ficción siempre me ha gustado, quizás es lo que más me ha gustado, el cine documental no tanto, reconozco que autores como Flaherty merecen todos mis respectos, pero siempre me ha resultado extraño pagar una entrada en una sala comercial y aislarme del mundo para ver un documental, me parece más propio de otros medios de exhibición o escenarios.

El funambulismo me gusta, de siempre me ha gustado caminar por troncos delgados guardando el equilibrio, sin que la edad mengüe mi entusiasmo; visité las Torres Gemelas en los noventa, admiraba en ellas sus perfectas formas geométricas; por eso tenía todos los números para ver este documental.

La película está bien, repito, se ve con agrado. Me gusta todo el desarrollo de los preparativos para el “asalto final”, las consabidas entrevistas en tiempo actual se soportan sin problemas, hay tensión a ratos, pero le falta algo fundamental, quizás irresoluble: le falta épica y poesía en la escena cumbre, y nunca mejor dicho. Desde la lejanía desde la que se ve a Petit, en foto fija, es difícil transmitirnos mucho, hace descender las pretensiones del film a un mundo mucho más telúrico que el celeste que el auténtico Petit sin duda alcanzó.

Mejor que la mayoría de películas de intriga, con una mezcla muy buena entre las imágenes ficticias preparando el asalto junto con las reales se añade un gran interés al sueño que el protagonista quiso realizar y consiguió.

La banda sonora es muy buena, las entrevistas de lo más interesantes porque van más allá de lo convencional, y que pena que no hubiera un video de la proeza.

Sino hubiera sido un funambulista hubiera sido un ladrón de bancos de guante blanco.

Dr. Hackenbush.

Green Day - 21st Century Breakdown

Atractivo a la par que entrañable relato de, nada menos, que la consecución de un sueño. Además de la figura principal y su obsesión, resulta especialmente conmovedor el hecho de que diversas y variopintas personas se involucren con tal profundidad en un proyecto a priori tan descabellado.
La meta finalmente conseguida pertenece a ese pequeño grupo de cosas por las que sí merece la pena luchar, vivir o morir.

No es más que poesía en imágenes, idealismo con los pies en la tierra ( o mejor dicho en la cuerda), una vida no gastada inutilmente, una realización, una sana y ambiciosa búsqueda del todo, una llegada al éxtasis.

Si mereciese la pena traer a alguien a este miserable mundo, llegado el momento, esta historia sería un regalo ineludible.