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La ciudad no es para mí

Comedia Agustín Valverde (Paco Martínez Soria), viudo y hacendado aragonés, decide dejar el pueblo y marchar a Madrid, a instalarse en casa de su hijo médico (Eduardo Fajardo) y su nuera (Doris Coll), emigrados ambos del pueblo. A ella ahora todo el mundo la llama Luchy, desde que consiguiera su nueva vida en la capital y una brillante posición social debido al prestigio médico de su marido. Pero al llegar a Madrid, el 'tío' Agustín, que así le ... [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
22 de octubre de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todas las películas de este gran actor (todas son buenísimas y divertidas) me quedaría con ésta si tuviera que elegrir entre todas. Película divertida y tierna donde el abuelo agustín trata de reunificar a una familia medio rota.
Como siempre este gran actor nos hace reir y pasar buenos ratos en casa una de las escenas que aparece.
El papel de la criada (gracita Morales) también me parece divertido y gracioso y tiene sus buenos puntos y al igual que Paco sabe interpretar muy bien sus papeles.
carra
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8 de septiembre de 2019
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Tengo debilidad por Paco Martinez Soria y me hacen gracia sus películas, que le voy a hacer. Obviamos la caspa, el mensaje moralista rancio de algunas y nos quedamos con la gracia natural de este actor y de otros grandes que lo acompañaron.
Esta es, probablemente, la mejor en la cual el contraste del paleto y noble abuelo con la falsedad de la ciudad da pie a escenas divertidas.
ceciliocaj
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3 de mayo de 2020
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Quizá sea la primera película famosa de Paco Martínez Soria, con un personaje de pueblo que repetirá en otras y que representa la nobleza aragonesa de buen corazón. Demasiado pueblerino en ésta, pues se salta toda la gramática - y eso que el tío Agustín ha tenido posibles y, de hecho, manda a su hijo a estudiar a Madrid -, pero bueno. Un fallo perdonable, porque el hombre es de lo más entrañable, honesto, sincero, solidario y más listo y moralizador de lo que aparenta.
Las películas de Don Paco suelen tener más mensaje de lo que la gente cree, bajo ese camuflaje de comedia, y "La ciudad no es para mí" no es una excepción: La decencia frente a la frivolidad, el crecimiento personal en la vida pero sin olvidar las raíces, o que hay cosas muy importantes de las que preocuparse para no perderlas..
Además, tiene escenas míticas como la de su odisea para cruzar la calle, los puntazos de Filo (la criada interpretada por Gracita Morales), o cómo embauca al recaudador de la contribución para ganarle al tute (genial esa manera de dominar el juego y contar como si fuera un matemático).
Como curiosidad, la jota que se escucha en la banda sonora será la base sobre la que el propio Antón García Abril compondrá la sintonía de la serie sobre "Ramón y Cajal".
Atención a la breve intervención de Saza al comienzo de la película y, sobre todo, a dos momentos muy emotivos (ver spoiler).
Mi nota: 8,3
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luis Miguel
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6 de agosto de 2020
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No puedo con Gracita Morales. Fue el vivo ejemplo del personaje que se ha comido a la persona y el personaje, en mi opinión, era muy poco interesante. Al margen de ella, de Gracita, LA CIUDAD NO ES PARA MÍ, es para mí.
LA CIUDAD NO ES PARA MÍ es más moralizadora de lo que suelen ser las películas de don Paco Martínez Soria. Como si se hubiera renunciado a la parcela del humor para meterse de lleno, a fondo, en lo ético.
Fantásticas, como siempre, Margot Cottens y María Luisa Ponte. Y José Sacristán. Y Alfredo Landa. Pero, con todo, lo mejor es, por supuesto, el mensaje: que vamos tan deprisa que apenas queda tiempo para decirnos adiós. Y que hay una España que no puede ni debe desaparecer: la de los pueblos. Esos pueblos en los que hay todavía quien juega al `Tute´, quien bebe del porrón. Esos pueblos en los que no faltan los que, ajenos a la tiranía de los semáforos, siguen dando preponderancia al respeto, al sosiego y a todo lo que se pone de lado de los que huyen del mundanal ruido.
PROT
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2 de octubre de 2022
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El arranque del entrañable Paco Martínez Soria como la figura que reconocemos hoy, supuso el arranque también de una serie de exitosas colaboraciones entre el actor aragonés y el director Pedro Lazaga, creo, si no me equivoco, nuestro director más prolífico. La carrera de Martínez Soria, desde luego, hacía tiempo que había comenzado, algo que no es menos cierto que su nivel de popularidad, en su época y para los restos, se puede certificar sin temor a error que abre justo con esta película de 1966 que nos cuenta, con el recato y formas propias de su tiempo, sobre los modos y entendederas de un hombre de pueblo o cateto, vamos, lo que con remilgo respetuoso se catalogaba, y más en aquellos años, como 'hombre de provincias', que abandona toda su vida con el ánimo de visitar a su hijo y la familia de éste que viven, con gran éxito, en la capital, Madrid.
Los costumbrismos de un hombre entrado ya en sus años, que nunca había salido de su humilde pueblo con los hábitos de la alta sociedad madrileña, pronto sufren el encontronazo irremediable y son la base sobre la que se establece el argumento de una comedia inocente, de honrado corazón y finalización sanadora. Agustín (Martínez Soria) es ese concepto evocador de abuelo entrañable, con fondo bonachón y algo cascarrabias que todos tenemos en nuestra cabeza, que reconduce con su batuta y mucha hilaridad la moral un tanto corrompida de todas las ovejas que se salen del rebaño.

El enclave de esa España apuntaba siempre a la complicidad moralizante cuando quedaba suscrita bajo el tono familiar y el espíritu conciliador de sus personajes, implementando poquito a poco el atrevimiento al abrirse nuevos horizontes. La filmografía de este gran comediante en su relación con el cine a partir de este punto, rebela la frecuencia del uso de la adaptación teatral o ideas que parten de esta base, como es aquí el caso, el cual lleva ligado el nombre de Lázaro Carreter, nombre propio donde los haya de las letras españolas, adaptación que recoge de su propia obra homónima para teatro que también Martínez Soria encabezaba. Además, comienza también la ya comentada relación con el director Lazaga, una de las colaboraciones más prósperas y llamativas del cine español, como la que comparten al mismo tiempo con ese genio de la música que puso color a tantas y tantas obras de nuestro cine y televisión como fue Antón García Abril, por cierto, aragonés también como Martínez Soria y habitual de las películas de Lazaga. Luego de 'La ciudad no es para mí' vinieron una retahíla de títulos con más o menos semejanza en su perfil argumental y en el de su personaje principal, representando a alguien siempre cargado de buenas intenciones, con un poquito de picante libidinoso (los tiempos lo harán llamar con dureza machista o hasta baboso), de torpeza bufonesca, cabreo fácil y ante todo, mucho, mucho humor.
John Dunbar
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