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Las noches de Cabiria

Drama Cabiria es una prostituta que ejerce como tal en uno de los barrios más pobres de Roma. Sueña, sin embargo, con encontrar el amor verdadero, un hombre que la aparte de la calle y a quien pueda entregarse en cuerpo y alma. Su bondad y su ingenuidad la convierten en víctima propicia de sucesivos vividores que se aprovechan de ella, le roban y la golpean. A pesar de sus fracasos, recobra la esperanza una y otra vez. (FILMAFFINITY)
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
24 de junio de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
112/01(03/06/17) Notable largometraje del gran Federico Fellini, dramedia incisiva de las que cala y deja poso por la humanidad con que es tratada su protagonista Cabiria (gloriosa Giulietta Masina), por la ternura e inocencia que transmite, mezcla de modo sugestivo el humor con el drama. Basado en una historia de Fellini, con guion del propio realizador y de Ennio Flaiano (“La Dolce Vita”), Tullio Pinelli (“Fellini 8½”), y aportaciones en los diálogos de Pier Paolo Passolini (“Accatone”), trata sobre una prostituta de los bajos fondos en Roma que busca el amor verdadero en vano, crea un tributo a los grupos marginales que tanto gustaba retratar al genio de Rimini. Nombre de Cabiria tomado del film italiano de 1914 “Cabiria”, el personaje de Cabiria se toma de breve escena en la película anterior de Fellini, “El jeque blanco” (1952), el papel de Masina en esta película inspiró a Fellini para “Las noches de Cabiria”. Nadie en Italia estaba dispuesto a financiar una película donde las prostitutas eran las protagonistas, al final Dino de Laurentis estuvo de acuerdo en poner el dinero. Fellini basa a Cabiria en una prostituta real, que había conocido durante el rodaje de “Almas sin conciencia (1955). Para aumentar la autenticidad Fellini echó mano de Pier Paolo Pasolini, conocido por su familiaridad con el mundo criminal de Roma, ayudó con el diálogo barriobajero. La caracterización de Cabiria tiene efluvios al del vagabundo de Chaplin, el paraguas en vez del bastón, las cejas pintadas, cuando se enreda con la cortina, y por supuesto su ingenuidad. Ganó el Oscar (ganó cinco) a la mejor película en lengua extranjera, siendo segundo año consecutivo que lo alcanzó Fellini tras “La strada” (también protagonizada por Giulietta Masina), obtendría dos más (“8½” [1963] y “Amarcord” [1975]), y otro honorífico en 1993 (año de su muerte).

La historia discurre de modo episódico y a la vez circular, travesía por la Roma del tiempo, a través de varios encuentros de la protagonista en que se irán desvelando sus sueños, anhelos, pasiones, frustraciones, ingenuidad, dulzura y sobre todo ilusión, viaje en la que con ella pasaremos por vaivenes, momentos duros, de humor, religiosos, de fe en un mañana mejor, recorrido donde las espinas serán más que las rosas, como la vida misma. Odisea por la frivolidad, el altruismo, el misticismo, la derrota, la esperanza, todo en pos de alcanzar la felicidad. Todo ello mostrado con gran naturalismo, con un fluido ritmo que no nunca se para, con la construcción no solo de un personaje protagonista poderoso en su magnetismo y brillo humano, con matices y aristas, si no también excelentes secundarios bien delineados e pocos y bien sintetizados trazos (la amiga inquebrantable Wanda, el actor estrella, el lisiado, el monje Giovanni,…). Un desarrollo donde el genial Fellini nos hará sonreír y al instante acongojarnos, ello de modo equilibrado y orgánicamente con solidez narrativa, ello con claros tintes de crítica a la hipocresía social, a la maldad humana (aquí en particular de los hombres), a la religión por ser el opio vacuo del pueblo, y sobre todo a la libertad de cada uno de elegir su camino, esto relatado con cinismo, sarcasmo e ironía, para desembocar en tramo final que remueve las tripas, un clímax estremecedor de sentimientos enfrentados(spoiler), de los que cala.

Fellini trata uno de sus mantras como es la religión y por ende la que ha mamado, el catolicismo, el placebo de las masas, aborda como mueve a multitudes, como se manipula la fe de desesperados que ven en la fe su última salida. Veremos sus rituales, procesiones, romerías, con el clímax de la gente esperando un milagro (el zenit el lisiado), como Cabiria esperando con su vela Dios oiga sus plegarias y ansias de redención, y en siniestra metáfora su vela se apaga; En contraste a esto está la escena que en su día se eliminó, pero que se ha recuperado del buen samaritano que ayuda a los desheredados sin esperar nada a cambio, donde Cabiria ve el reflejo de lo que puede ser su futuro si no cambia, una prostituta mayor viviendo en una cueva subterránea (clara alegoría del Infierno); Las mencionadas escenas religiosas son reversionadas en un aclamado film posterior de Fellini, “La Dolce Vita” (1960), donde también hay una romería católica.

Ante todo es un estudio de personalidad, de Cabiria, mujer ordinaria, pero optimista, prostituta que encara su trabajo con alegría, sin tristeza , a pesar de ello es varias veces humillada, ella sabe reponerse, posee fuerte carácter, es extrovertida, anhela salir del círculo vicioso encontrando a su “Príncipe Azul”, persona emotiva, que mueve a empatizarnos con sus padecimientos e ilusiones, ser tierno y risueño, entrañable, conmovedor, rebosando simpatía y encanto natural; Y Giulietta Massina la encarna de modo fascinante, fenomenal caracterización (vestuario, maquillaje y peinado), se mimetiza en ella, emite su ternura en miscelánea con su patetismo, sus miserias con sus gozos, ello modulado en su rostro de modo impresionante, en su gesticulación histriónica muy acorde al personaje, sus miradas, su lenguaje físico, su andares, memorable actuación que soporta sobre sí el peso de toda la trama, evolucionando un arco de emociones sublimes desde los sueños a la amargura, pasando por diferentes sensaciones, haciendo digerible un argumento en realidad muy duro, posee un Don para este rol que hace desbordar la pantalla; Franca Marzi como la amiga Wanda hace un buen trabajo de apoyo, destacando en esa última mirada de envidia (sana) a Cabiria cuando la ve alejarse en el bus cuando cree que ha alcanzado sus sueños; François Périer encarna a la idealización de los sueños de Cabiria, lo hace muy bien reflejando un arco de perfidia.

Llama la atención la valentía de Fellini de retratar la prostitución (incluso de refilón la prostitución de travestis) y encima en un país tan católico como Italia; La retrata sin sordidez, sin tristeza, sin patetismo;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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1 de junio de 2022
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Esta película es un cuento y su protagonista es una payasa, si no te parece serio, no sigas leyendo esta crítica.

Cabiria es el nombre de guerra de una prostituta de Roma, Maria, una enamoradiza que pretende que el amor le salve de una vida de explotación. Cabiria se divierte con sus compañeras, va a bares, entra en lugares caros pero la mayoría de las veces pasa frío y desesperación. Se ha quedado en los trece años, como si eso le protegiera de los novios abusivos y los clientes engañosos. Por desgracia, hay personas así. Personas sin sentido común que creen en la palabra milagrosa de cualquiera y le dan su dinero sin pensar en que es un timo.

Cabiria es una cabeza loca, una tonta del bote, una loca del amor. Como muchas de su profesión, acude a la religión como un consuelo y luego se enfada porque el santo de turno no le funciona. Pero a pesar todo, no puedo evitar sentir empatía por ella. Es payasa, una payasa triste que se entrega a la amor sin el cinismo de los demás. Supongo que un espectador formal nunca comprenderá los arrebatos de Cabiria. Lo comprendo, es difícil
Wardum
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22 de septiembre de 2023
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Cabiria es una mujer de la calle que nos va a mostrar algunas de sus noches más difíciles. ¿Ejerciendo la profesión más antigua del mundo? Pues resulta que no del todo. Porque a veces las noches más locas, difíciles o extrañas no tienen nada que ver con tu día a día habitual.

Por tanto la trama va a tener una estructura de capítulos diferenciados entre sí, con situaciones y problemáticas que solo tienen en común la presencia de Cabiria. Y eso es algo complicado para disfrutar la película. Porque no vamos a tener el apoyo de grandes personajes secundarios, porque aunque estos estén bien y sean interesantes, son demasiado episódicos, y por otra parte Cabiria es un personaje que se hace algo difícil de querer. Una señora ya algo madura, basta, inculta y limitada intelectualmente.

Entonces es muy posible que la película se nos haga demasiado larga, porque no sabemos adonde se dirige lo que dificulta que mantengamos el interés en la cinta. Es al final, cuando todo ese desarrollo previo cobra sentido y entendemos su necesaria presencia. Creo que es de esas películas que ganan con un segundo visionado, pero de momento yo me conformaré con uno, por suerte hay mucho cine que ver.
Prekxo
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11 de diciembre de 2008
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fantástica e irrepetible Giulietta Masina (1921-1994) en el papel de María 'Cabiria' Ceccarelli en una película neorrealista del inolvidable Federico Fellini (1920-1993) (con quien la actriz estuvo casada cincuenta años desde 1943). El nombre de Cabiria fue tomado de una película italiana, muda, de 1914. Es la representación de las emociones y acciones de un maravilloso personaje, ingenuo y noble, que lucha por la vida y espera un amor, en Roma, en 1956. Otra maravilla del director que aquí comentamos fue "La strada" (1954) con la misma actriz y Anthony Quinn. Cabiria vive en un barrio casi baldío de las afueras de Roma, tiene por amiga y colega a la estupenda Wanda (Franca Marzi) y hace la calle en el Passagio Archeológico. Entre las peripecias se da el encuentro con un director de cine, Alberto Lazzari (Amadeo Nazzari) y su novia Jessica (Dorian Gray), pero los encuentros más significativos son con sus relaciones masculinas románticas, Giorgio al principio y Oscar D'Onofrio (François Périer) al final de la historia. Banda sonora de Nino Rota, entre otras "Mambo de Cabiria", también un fragmento de la Sinfonía Nº 5 de Ludwig Van Beethoven. Una de las más grandes películas de todos los tiempos.
Leonel
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21 de abril de 2021
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún no había visto nada que llevase la autoría del realizador italiano Federico Fellini (1920-1993) y la verdad es que ya daba el cantazo, puesto que yo soy una persona a la que le gusta ver de todo y no podía decir nada de él al no haber visto cero. Hasta hoy.

Mi camino ha empezado con 'Las noches de Cabiria', cinta protagonizada por Guiletta Masina en la que interpreta a una prostituta que sueña con tener una vida mejor; pero también sufre de una ingenuidad que a veces la pasa factura en sus relaciones con hombres (o también que no tiene muchas luces, vamos); aunque este es un filme muy elogiado y premiado, voy a tener que ser la voz discordante (a medias).

La historia de Cabiria tiene algunos matices que hacen al largometraje de Fellini interesante y no solo para pasar el rato. La reflexión sobre una sociedad podrida en valores donde acuden a figuras religiosas para mejorar sus vidas y luego seguir como siempre, como la misma protagonista dice en una escena, es bastante atractivo y ya es un buen punto positivo. El otro son sus personajes. Cabiria es quien tiene el centro de atención con su mal caracter y su ingenuidad, si bien está acompañada de personajes secundarios que cumplen su cometido en lo que se quiere transmitir y no dejan indiferente, no son personajes que sobren.

Como lado negativo, me ha parecido que la cinta se regodea demasiado en los sinsabores que sufre la protagonista a lo largo del metraje y tarda bastante en marcar un punto y aparte para hacer evolucionar la historia, pienso que no necesitaban dos horas para contar algo que no es tan complejo. Me gustó mucho el plano final con esa filosofía de "mañana será otro día"; sin embargo, el camino se hizo demasiado pesado a pesar de un reparto con trabajos de nivel, sobre todo de Giuletta Masina.

Solo ha sido la primera parada en la filmografía de Fellini, quedan películas para juzgar mejor su trabajo. Aún queda leña que cortar.
Michael Myers
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