Los idiotas

Película que resume la postmodernidad a la perfección. Mira, si tienes una cámara estás en tu derecho de hacer con ella lo que te de la real gana. Ahora bien, lo que es absolutamente indignante es cachondearte y robar a la gente de esta manera.

Igual que me da bastante rabia saber que con mis impuestos se están pagando proyectos audiovisuales de 3 ó 4 iluminados que no tienen ni idea de arte, pero sí mucha idea de cómo conseguir subvenciones aquí en España, imagino que a los daneses les pasará igual. Y a los de todos los países.

Ver esta cinta es seguro menos artístico que ver lo que graba tu sobrino de 2 años con la camara de un teléfono móvil, lo que por supuesto, también resultará más interesante.

¿Dónde está la belleza que busca el arte? ¿El hacer crecer como persona a quién ve la obra? ¿Es esto arte? ¿Es realmente el cine el séptimo arte? Con películas como 'Los Idiotas' seguro que no.

Los autores de la era clásica solían ocultarse púdicamente tras sus creaciones. Los modernos ocupaban casi siempre el primer plano, mostrando sus mecanismos creadores al desnudo, confesándose públicamente. Von Trier en cambio, no se sitúa ni delante ni detrás de su obra, sino por encima. Von Trier es Dios. Y de ahí esa extraña historia del Dogma, el manifiesto ya caduco que elaboró con un compatriota suyo, y que propugnaba, entre otras cosas, el anonimato de la obra cinematográfica, hasta el punto de prohibir que el nombre del director apareciera en los títulos de crédito. Una jugada audaz, que en el fondo lo que pretende es agudizar el misterio para que todos tengamos un desmedido interés por descubrir al autor, pero… ¿Se puede ser más presuntuoso?

Oficialmente catalogado como la segunda entrega de “Dogma 95” (cuyo “voto de castidad cinematográfica” estipulaba diez mandamientos en una confusa amalgama de “cinéma verité” y operación publicitaria), “Los idiotas” retrata a un grupo de personajes que se encierran en una finca para sacar de sus adentros ese “idiota interior” que todos llevamos dentro, para buscar la manera de hacer aflorar un “hombre nuevo” que pronto se desvela utópico. El empeño de los protagonistas acaba por mostrar sus propias contradicciones y desembarca en un final duro y cargado de dinamita moral.

Obra radical y desnuda que no es sinónimo de calidad, está filmada íntegramente con cámara en mano, iluminación natural y buscando siempre la prioridad del momento emocional buscando una supuesta belleza de los encuadres, sobre la armonía del conjunto, dejando al descubierto el micrófono o “la jirafa del sonido”. Von Trier trabaja a fondo la intensidad de las situaciones, buscando provocar la espontaneidad de los actores, que no me conmueven lo más mínimo, pues todo me parece falso e impostado. Convirtiéndose en una película áspera y rugosa, vitriólica y chirriante, y por supuesto, obligatoriamente polémica.

Una película es un exabrupto pretencioso, cayendo en una recreación del esperpento y la hipocresía que pretende denunciar, una parodia estúpida e irritante que desprecia la inteligencia del espectador por su contumaz discurso del absurdo. Una aberrante tomadura de pelo perpetrada por un cineasta que tiene películas admirables, en mi opinión, como “Rompiendo las olas” y “Bailar en la oscuridad” entre otras. Pero que se ha pasado unos cuantos pueblos con esta mamarrachada que pretende ser provocadora para caer en lo patético y grotesco. No la recomendaría a nadie que ame el cine, porque resulta una perversión del arte cinematográfico, creo que el tiempo la ha desenmascarado completamente.

La verdad es que tras ver tantos films de Von Trier regidos por el maniqueismo, los "inesperados" giros y las soplapolleces que sólo un gafapasta danés se atrevería a rodar, pensaba que me encontraría ante otro capítulo de este señor que se cree el ombligo del mundo y es capaz de poner a parir tantas veces a los del otro lado del charco sin ni siquiera ver lo que le rodea.. sin embargo, Los idiotas es un interesantísimo film que, a través de unos protagonistas, inventa un modo de lograr una crítica social esta vez suficientemente atinada y mordaz, que no escatima en servir situaciones totalmente sorprendentes y esperpénticas para mostrarnos lo que verdaderamente somos: Prejuicios andantes.

Puede que la parte final del film transcurra de un modo lento e insípido, puesto que sus instantes finales están sumamente alargados, aun y de ese modo, Von Trier logra ofrecer un final digno donde sucede lo que se podía esperar de él, consiguiendo, de este modo, cerrar la cinta con suficiente garantía.
El trabajo actoral es, cuanto menos, muy serio, y sus personajes están perfilados de un modo en que los tópicos y algunas mánidas situaciones sea más difícil que les alcancen, obteniendo así un plus de sugestividad.
Buen trabajo, al fin, de Von Trier.

PD: De imprescindible lectura la crítica del amigo Cantamañanas, como casi siempre.

Prolija, prolijita esta película de von Trier en donde la estupidez resulta ser suspicaz y en donde la farsa acompaña al método dogma como elementos de un mismo envase: camuflar algo vendiendo otra cosa.

Desnudos, los hay, muchos. Verguenza ajena, cualquiera diría que un grupo interpretando a retrasados mentales provocaría este tipo de verguenza, pero el resultado es negativo porque Los idiotas centra el nudo de la cuestión en la falsa puesta en escena, como se gesta, que objetivo la motiva.
Existen elementos...transgresores, subversivos si arriesgamos un poco pero que se encuentran mostrados a tal distancia que no permiten la empatía con el espectador, no lo interpelan. Entonces bien, ahora sí queda claro que la camarita en mano puede estar muy en boga, que la temática puede revelar la hipocresía y disparar un sin fin de lecturas diversas pero es esa misma lejanía desde los hechos la que no permite trascender el visionado de Los idiotas: busca plantear el problema, pero no deja que te sumerjas en él. Y allí la peli titubea en ese supuesto, por momentos veráz, código de honestidad que representa. Porque nadie allí es idiota, bien se sabe...ni los actores, ni el guión, ni el espectador, ni el director, ni la camarita amena y rústica con sus primeros planos de un grupo astuto, sí, pero demasiado hermético en sus ambiguas actitudes.

Debo dividir:

-Crítica cinematográfica: experimento provocador, desolador, que rompe entrañas a cualquiera que aguante las casi dos horas de dolor y angustia. Humor en dos escenas, y muy sutil. La imagen, el sonido, aunque estén muy trabajados para poder componer, resulta un tanto desagradable, aunque intrigante por la anárquica realidad que se muestra. De nuevo este director prentende mostrarnos su locura y que cooperemos con él, a mí me desconcierta, me entusiasma a ratos, pero me espanta en su mayoría.

-Crítica personal: intento de nihilismo nietzscheano desde la composición cinematográfica, irreal y muy poco espontánea, con rasgos de Turgeniev en todas las acciones que consiguen la demolición de la estructura social y de los valores culturales. Una gran versión de la decadencia de este "inquietante huesped" que nos muestra una y otra vez su única cara, la muerte. La misión admitida y cooperativa de Dios (una vez muerto) con Lars Von Trier, dando lugar al mundo deshaciendo su muerte e impregnándonos de ella. El paso siguiente a nuestra sociedad es algo parecido a esta película, la vida deja paso a la verdad.