El verano de Kikujiro

Sin llegar a ser una maravilla, bellísima película del siempre sorpredente Takeshi Kitano. En esta ocasión, se deja a un lado su habitual estilo de cine de acción con cientos de yakuzas pegándose tiros y dirige una maravillosa cinta con mucho humor y sazonada en su justa medida de ternura muy al estilo nipón. Un omnipresente piano que decora con gran acierto las escenas donde más se acercan los dos protagonistas. Un ex-yakuza, interpretado magistralmente por Takeshi Kitano, y un pobre chavalín que va en busca de su madre hace tiempo desaparecida (y no, no es la historia de Marco).
Takeshi realiza una actuación memorable, llena de humor, donde más de una vez te ríes a carcajada limpia. Kikujiro, un duro y antisocial ex-yakuza, hace de padre ocasional acompañando a un pobre niño huérfano de padre en una travesía repleta de situaciones de lo más variopintas, a veces rozando el subrrealismo como es propio en el cine de Kitano. Los personajes que van conociendo por el camino son un complemento esencial en el viaje, casi iniciático para Kikujiro.

Tanto como si eres fan de Takeshi Kitano como si no, esta película logra enternecer y al mismo tiempo hacer reír durante sus casi dos horas de metraje. Su gran acierto también se debe a un bellísimo piano que va directo a lo más profundo del alma, y nos hace acompañar al pobre Masao en su búsqueda como si fuera nuestra.

Una bonita experiencia en toda regla.

El verano ha llegado, y los amigos del pequeño Masao (Yusuke Sekiguchi) se han ido de vacaciones. Sumergido en un mar de soledad y golpeado además por el aburrimiento, Masao echa en falta a su madre, a quien nunca ha visto y decide ir a buscar. No obstante, es demasiado pequeño para viajar él solo, por lo que con él irá Kikujiro (Takeshi Kitano), un amigo de la familia que, a pesar de no parecer la mejor compañía para un niño de nueve años (es un jugador empedernido y su modo de vida está a años luz de ser considerado moralmente correcto), acabará por transmitir ternura al niño y recibirla de éste, además de ambos transmitírsela al espectador.

El verano de Kikujiro es una de las películas más aclamadas del director japonés y presentador del programa Humor Amarillo. En ella, a través de una curiosa mezcla de humor y drama, Kitano nos cuenta una enternecedora historia que resalta los valores de la amistad y el recurso a la fantasía como medio para tratar de superar los males terrenales.
Siendo la primera película que veo de Takeshi Kitano y sabiendo que se diferencia mucho de aquello a lo que sus más fieles seguidores esperan de él, he de decir que, aunque en un primer momento puede parecer estúpida y uno no termina de tener muy claro de qué va todo esto que se nos presenta en la pantalla ante nuestros ojos, el filme acaba por emocionar y, con un curioso sentido del humor, el director nos hace reír con las aventuras que Kikujiro y el niño van viviendo a lo largo de su viaje, así como con los curiosos personajes que van apareciendo en la historia.
Mención especial merece también la preciosa partitura de Joe Hisaishi, así como la magistral composición de planos que se marca el realizador, destacando sobre todo aquellos en los que se deja más patente la soledad del niño en verano (véase el del campo de fútbol).
Enternecedora película de la que uno se esperaba otra cosa, pero que tampoco llega a decepcionar.

Road movie divertida y entrañable que, mediante la excusa de la búsqueda de la madre de un niño, nos lleva a un viaje iniciático en el que se mezclan intimismo y comedia. El personaje de Kitano, hosco, pícaro y zafio resulta por momentos de lo más hilarante, amén de ciertos secundarios que acompañan a los protagonistas en esta pequeña odisea repleta de un lirismo sarcástico dosificado con ciertos toques de magia. Una película notable sobre la búsqueda de identidad y la razón de vivir que me ha hecho reir en varios momentos con absoluta naturalidad, lo cual es mucho en los tiempos que corren.

Está claro que hablar de Takeshi Kitano es hablar de alguien especial. Por lo que sé, por lo poco que he podido comprobar, es capaz de realizar exhibiciones tremendas de violencia y de sangre y, yéndose al otro extremo, también es capaz de abrazar sin complejos a la ternura, como es el caso de la sencilla historia de Kikujiro y su verano. Recuerdo haber visto "Sonatine", una de yakuzas muy personal, muy loca, con muchas cosas destacables y muy arriesgada. Aquella otra del samurái ciego ya es la leche, y llegados a Kikujiro no esperaba encontrar tanto mimo, tanta dulzura, incluso diría añoranza por la infancia que todos acabamos perdiendo, tanto sentimentalismo.

Con esta rareza a mí me ha ganado el corazón. Porque nadie que haya visto esta película negará que está plagada de rarezas, cuestión que no tiene que ver con la calidad o el talento: bajo mi punto de vista no basta con sumar cosas raras una detrás de otra, lo importante es saber ofrecer un resultado apreciable, saber hacer las cosas bien. Y no sé explicar cómo ni porqué pero Kitano, el mismo de "humor amarillo", sabe llevar la ternura a la pantalla. Tiene fácil una cosa, lo hace a través de un niño, eso es así aquí y siempre. Pero lo que más me asombra es que deja su sello, que es capaz de seguir siendo fiel a sus locuras y sin embargo Kikujiro es una película sentimental, agradable de ver y muy recomendable.

Una "road movie" especial con una música maravillosa, con dos secundarios que me han parecido portentosos (los dos moteros, sensacionales), y un Kitano, como actor, hablo ahora del personaje, capaz de transmitir tanta chaladura y tanta ternura a la vez. Para mí, una película a reivindicar, merece más nota que la que yo le he puesto.

Esta película desprende ternura por los cuatro costados, dos personajes magníficos, con buenas dosis de humor y con los cuales te encariñas desde el principio.
Es una película de gestos de comicidad entre un adulto y un niño, de una aventura maravillosamente contada, como me gustaria haber vivido esta aventura, conocer gente de mundo, conocer la bondad de la gente, su maldad, reír, sufrir, sentirse vivo, sentirse realizado.
Kitano esta maravilloso, me recuerda en esta película a los grandes del cine mudo, su humor, sus gestos sublime. La recomiendo, notable película. Un placer.