El sastre de la mafia

El sastre de la mafia es una película de suspense y drama criminal psicológico que se desarrolla en el Chicago de los años 50. La historia gira en torno a Leonard (Mark Rylance), un sastre inglés que trabaja para una familia de gángsters, y su asistenta Mable (Zoey Deutch), que se ven envueltos en una trama de intrigas, traiciones y violencia.

Es el debut como director de Graham Moore, ganador del Oscar por el guion de Imitation Game (Descifrando Enigma) (2015), y cuenta con un reparto de lujo que incluye a Dylan O’Brien, Johnny Flynn y Simon Russell Beale. La música es de Alexandre Desplat y la fotografía de Dick Pope.

Tiene un estilo teatral que recuerda a las obras de Hitchcock o Agatha Christie, con pocos escenarios, diálogos ingeniosos y giros sorprendentes. El suspense se va construyendo poco a poco, manteniendo el interés del espectador hasta el final. La ambientación de la época está muy cuidada, así como el vestuario y la peluquería.

El punto fuerte son las interpretaciones, especialmente la de Mark Rylance, que da vida a un personaje complejo y fascinante, capaz de confeccionar trajes elegantes para los mafiosos y al mismo tiempo ocultar sus propios secretos. Zoey Deutch también destaca como su leal y valiente asistenta, que le acompaña en su peligrosa aventura. El resto del reparto cumple con su papel, aunque algunos personajes quedan un poco desdibujados.

El punto débil es quizás el exceso de giros argumentales, que a veces resultan poco verosímiles o forzados, y que pueden restar credibilidad a la historia. También se echa en falta un poco más de acción o emoción en algunas escenas, que se hacen demasiado estáticas o predecibles.

En definitiva, El sastre de la mafia es una película entretenida y bien hecha, que ofrece un buen pasatiempo para los amantes del cine negro y las historias de misterio. No es una obra maestra ni pretende serlo, pero sí una propuesta original y diferente dentro del género.

Elegante y meticulosa que logró mantenerme enganchado de principio a fin. Me impresionó el reparto estelar encabezado por Robert Duvall, quien entregó una actuación sobresaliente que elevó la calidad del filme. La trama es intrigante, con giros inesperados y bien desarrollados, lo que te mantiene enganchado en todo momento.

La dirección de John Flynn fue excelente, creando una atmósfera tensa y emocionante en cada escena. Además, las escenas de acción fueron muy bien ejecutadas, lo que añadió un valor adicional a la película. En general esta película es la que recomendaría a los amantes del cine de crimen y drama que buscan una experiencia emocionante y satisfactoria.

Ya son infinitos los intentos de hacer una película de manera teatral y no es excesivos casos la cosa ha salido bien. Ya sea por la exagerada teatralización de los diálogos, de la deshumanización de las interpretaciones o por el incoherente intercambio de personajes en el escenario.

Pero el caso de esta película es diferente, ya que se teatraliza los personajes, el diálogo y en cierta manera el escenario, sin pasarse y deja que la historia fluya como toda historia de película fluye. Por lo tanto, la simbiosis entre ambas partes queda perfectamente cuadrada.

Consigue crear un ambiente tenso muy interesante, e incluso la mayoría de los primeros personajes en aparecer son bastante interesante. Pero no sé si a pedido de la propia historia todo va perdiendo esa tensión y volviéndose más vulnerable a lo sencillo.

Lo primero que te atrapa en El sastre de la mafia es la voz en off que te va metiendo en la historia. Porque mis dudas estaban en como me podría entretener un argumento sobre un señor que se dedica a diseñar y hacer trajes a medida, pero claro, luego había que sumarle el extra de la mafia. Me tiré a la piscina de cabeza y no me arrepiento.

Graham Moore, consigue mantener al espectador con los pelos de punta durante casi dos horas con pocos mimbres, pero de mucha calidad. Un local no muy grande será el lugar donde girará toda la trama, pocos personajes, pero uno en especial que se come con patatas la cinta por completo, me refiero a Mark Rylance, recordemos, ganador de un Oscar como actor de reparto por El puente de los espías. Me ha encantado su actuación.

Por momentos me llegué a preocupar de como se las ingeniaría el director para mantener no sólo el interés en la historia, sino lo más complicado, que no disminuyera la tensión y la intriga y lo ha bordado. Con una dirección con un estilo completamente teatral, nos irá mostrando poco a poco una trama bastante compleja, pero a la vez, inteligentemente montada que sorprenderá al espectador aunque para ello tenga que abusar de giros argumentales un poco exagerados, en especial en el último tercio.

Lo dicho, gran entretenimiento del que no esperaba tanto.

Vale la pena ver la película para reencontrase con sir Mark Rylance.

Por lo demás, al guión - que parece teatral- contiene demasiados giros y, pese a ello (o quizás por ello) acaba perdiendo interés. Y la dirección, lenta y premiosa, se recrea demasiado en el arte sartorial; a ratos parece que se trata de un documental de un canal temático.

Pero, amigo filmaffinitista, puedes visionarla si no tienes mucha prisa.