24 Hour Party People

Interesante crònica de la movida músical de Manchester. Buen trabajo de Steven Coogan. Ritmo sin concesiones y un montaje ágil aunque con ciertos toques de confusión.

Trazar una película así no se le ocurre a cualquiera. Este ser debe ser un genio, dije la primera vez que la vi. Luego me la he comprado dos veces en DVD. ¿Por qué? Simplemente porque la historia, la música y el cine se dan la mano aquí con una sonrisa y un guiño a la vez. Desde el más que estupendo guión, pasando por la banda sonora, el humor, el pulso, la narrativa, los saltos en el tiempo, las piruetas artísticas al fin, todo en 24 hour party people huele a cine grande, inamovible, perfecto.
La comprensión de una sociedad, así como la música entra a cuchillo en el desarrollo de esta sociedad que es una ciudad y que al fin es un país y es un continente destinado al progreso por la vía rápida con sus pros (genio y talento) y sus contras (drogas y locura). La vida misma.

Winterbotton ahonda un poco en la cultura suburbana de Manchester para mostrarnos la aparición y posterior engrandecimiento de uno de los descubridores y potenciadores de talentos más importantes de los últimos tiempos, enriquecedor de vanguardias musicales que romperán en los ochenta muchos clichés establecidos, trayendo una renovación que llenará de frescura el panorama musical independiente, no solo a nivel británico sino mundial. Sino que se lo pregunten a los seguidores de New Order o Joy Division.

Película autocrítica sobre la figura de Tony Wilson, periodista de Granada TV que emprendió la ambiciosa tarea de crear Factory Records después de asistir a un concierto de unos recién nacidos Sex Pistols en 1976. Reune a cuatro chicos desamparados que les gusta hacer muecas en el escenario y bailar electricamente al son de acordes "punk" y acaba lanzando a la fama a Joy Division. Y aunque la prematura muerte de su cantante, Ian Curtis, no impide que se rebautizen como New Order, las florecientes ideas (continuadas por citas clásicas de Wilson que van desde Plutarco a Scott Fitzgerald) quedan obsoletas y el público ya no quiere marionetas en el escenario sinó a DJ´s que les ofrezcan ritmo y drogas, sobretodo éxtasis. Nace el Dance pero Wilson necesita ganar dinero a través de sus pupilos grupillos de pop-rock que nadan en la ciénaga del porro y de las playas de las Barbados o de Ibiza.

Michael Winterbottom (Wonderland; Nine Songs) ha diseccionado a través de una mirada subjetiva y documental la vida de uno de los más estrafalarios emprendedores del mercado musical británico. De hecho el Tony Wilson real aparece en un par de escenas. Cuando el local "The Factory", lo que antaño había sido la cuna del punk tardio y el New Wave, está a punto de cierre para el cese a un nuevo propietario, el encuentro entre los dos Tony Wilson es inevitable. El del sarcástico Steve Coogan y el auténtico Wilson como recreación paródica de un ascenso y caída que al principio del film se aprecia en las secuencias del ala delta y los trompicones para intentar realzar el vuelo a los cielos para que ese Ícaro de Manchester llegara a su cúspide, firmada con la sangre de su mano y sin compromiso por las partes contratantes. Es decir; los nuevos talentos.

Si eres un amante de la evolución musical del Reino Unido en las últimas tres décadas, te gustará esta película. Porque en ella, la música es lo más importante de todo, el hilo conductor a través del cual discurre una historia que es una dramatización con algún punto surrealista que la hace divertida. Joy Division, Happy Mondays, The Clash, Sex Pistols, los inicios de la música "rave"... si te gusta esto te recomiendo que la veas, y además garantizo que acabas la película con ganas de tomarte unas copas y salir un rato de fiesta.