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Cenizas y diamantes

Drama. Bélico. Romance En Polonia, concluida la Segunda Guerra Mundial, la situación política y social es caótica. El idealismo cede el paso a diversas formas de anarquía y extremismo. El protagonista, un joven que milita en un grupo ultranacionalista, recibe el encargo de asesinar a un importante comunista; pero, cuando el joven encuentra el amor, en pocas horas sus certezas comienzan a convertirse en dudas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
17 de marzo de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película. Wajda cierra su trilogía sobre la guerra (independientes entre sí) con la mejor de las tres.

Durante las veinticuatro horas en que la guerra toca a su fin, un grupo de nacionalistas polacos pretenden asesinar a un representante comunista después de matar a dos trabajadores por error. En este contexto el relato se centra con mayor interés en un joven militante, despreocupado y acostumbrado a la lucha, que tiene la misión de eliminar al importante líder.

La trama principal tiene lugar en un hotel en el que se aloja, junto a un compañero y en el que coincidirán con su presa, ya que tendrá lugar una fiesta por la victoria. La aparición de una joven camarera trastocará su visión de la vida, mantienen un romance y un dilema moral le hará replantearse la situación.

Excelente estudio de personajes, filmado con una preciosista profundidad de campo, estéticamente perfecta. Encuadres con profusión a los simbolismos visuales, de carácter wellesiano, que remarcan el drama con gran vigor narrativo. Posee una atmósfera expresionista que dota de tensión el desarrollo del relato y contiene planos verdaderamente remarcables con gusto por el detalle, en los que luce una espléndida fotografía que aporta picados y contrapicados de contrastada iluminación.

Se respira un aire incierto y desesperanzado, para que el protagonista vaya transformando su inicial anarquía moral hacia una toma de conciencia y remordimiento (estupendo Cybulski, el llamado James Dean del este). Héroe trágico por amor que divaga hacia un desenlace pleno de lirismo.

Recomendabilísima obra de un director referente del cine polaco y europeo, mentor de Polanski para más señas.
Wellesford
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3 de noviembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela homónima escrita por Jerzy Andrzejewski una década antes (1948), asistimos al film que supone la tercera entrega de la trilogía de la guerra dirigida por Andrzej Wajda, sirviendo de broche final a sus predecesoras: ‘Generación’ (1955) y ‘Canal’ (1957).

En la aparente simpleza del planteamiento inicial así como en su desarrollo a lo largo de un mismo día, el 8 de mayo de 1945, y poco más que un hotel como único escenario, reside parte de la grandeza que encontramos tanto en la forma como en el fondo de la obra de Wajda.

Al principio todo parece fácil para Maciek (Zbigniew Cybulski) y Andrzej (Adam Pawlikowski), pertenecientes al Ejercito Nacional, o Armia Krajowa: les basta con eliminar a Szczuka, un alto cargo comunista que va a asistir a una fiesta en honor al nombramiento de un ministro menor del nuevo régimen polaco; pero los protagonistas fallan, matando en su lugar a dos trabajadores de una fábrica. Al enterarse de su error, Maciek busca redimirse y terminar la misión, para lo que consigue una habitación en el Hotel Monopol, lugar de hospedaje de Szczuka y donde se desarrollará la celebración del nombramiento, trasladando el resto de acción del film a las distintas estancias de dicho espacio.

Es en el bar del hotel donde se enreda todo para Maciek al conocer a la bella camarera Krystyna (Ewa Krzyzewska), abriéndose en él un debate interno entre sus creencias políticas y el recién conocido amor, y reflejando la batalla entre el libre pensamiento individual y las obligaciones de los ideales colectivos.

Con la magnífica interpretación de Zbigniew Cybulski, esta película entregó al mundo del cine una nueva figura que colocar en la estantería de los James Dean y Jean-Paul Belmondo. El actor polaco, fallecido a los 39 años en un accidente de tren, maravilló a todos con la naturalidad de su actuación y la rebeldía y desesperación de su personaje, logrando escenas que anteceden a títulos de la Nouvelle vague como ‘Hiroshima, mon amour’ (Resnais, 1959) o ‘Al final de la escapada’ (Godard, 1960).

El potencial visual de las barrocas imágenes y la utilización de ciertos iconos en algunos planos (como el cristo de la primera imagen) cargan de simbología a la forma del film, consiguiendo un genial cóctel con la estupenda fotografía en blanco y negro que juega con las luces y las sombras para crear espacios únicos, llenos de nostalgia, desolación y desamparo. Todo un triunfo del estilo de Wajda.

El título de la película, y del libro de Andrzejewski, proviene de un poema de Cyprian Norwid:

Como una antorcha incandescente que arde
esparces a tu alrededor centellas crepitantes.
¿Sabes, al menos, si ardiendo eres más libre
o si aceleras el desastre de todo lo que fue tuyo?
¿Si sólo quedará de ti un puñado de ceniza
dispersado por la tempestad, o si se hallará
en lo más profundo de las cenizas un diamante estrellado
promesa y prueba de victoria eterna?

El mensaje que plantea Wajda se ve reflejado en esta cita de la que brota toda la problemática y la disyuntiva de si a veces la lucha por un ideal colectivo traerá lo que buscamos o quizás nos aleje de ello para siempre; de si nuestras convicciones, a priori inamovibles, nos conducen a lo que realmente perseguimos, o tendremos que buscar un diamante entre la ceniza de todo lo que quemamos al pretenderlo. Obra clave del cine polaco de los años 50 y consagración de su director, Andrzej Wajda, considerado uno de los más importantes de la Escuela Polaca de Cine.

Blog -> lacintablanca.com
Fleming22
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15 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que es una de las mejoras películas de Wajda y la crítica es unánime en presentarla como una de las mejores de la época, he de reconocer cierta decepción.

Todo es correcto, los personajes espléndidos y su interpretación soberbia. Lo primero que llama la atención de 'Cenizas y diamantes' es el claro contraste con sus dos antiguas seguidoras de la trilogía, 'Generación' y 'Kanal'. El aspecto juvenil, fiestero, juesguista y vividor del protagonista define y marca toda la película. A partir de ahí, vemos paulatinamente un contraste que va apareciendo, con una Polonia nunca del todo recuperada, nunca del todo libre, nunca del todo feliz. Es un canto a la libertad, pero también a una redefinición sobre los buenos y los malos, sobre nuestro pasado y la memoria que guardamos, y especialmente sobre la importancia de nuestras acciones individuales.

Gran cierre de toda una obra magna.
Hantoker
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29 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de uno de los primeros largometrajes de Wajda y se sitúa en el último día de la Segunda Guerra Mundial en Europa, por tanto en un momento de transición entre la guerra y la paz; un momento complicado, confuso, en el que los nacionalistas y los comunistas se disputan el poder en Polonia, una vez liberada ésta de las tropas nazis. Es un momento histórico en el que Polonia se halla en una encrucijada, en el que Wajda nos muestra a algunos de los personajes situados también en una encrucijada, es decir, entre su pasado, que pesa mucho, y su futuro, muy incierto. Esta encrucijada vital se hace muy visible en el caso del protagonista, Maciek Chelmicki (Zbigniew Cybulski), un joven que se encuentra con que debe elegir entre seguir con su vida de la guerra o cambiar de vida y quedarse con una chica de la que se enamora de golpe, Krystyna (Ewa Krzyzewska, en su primer trabajo en el cine).

La película habla de personajes que, como el protagonista, están cansados de matar, y se plantean cambiar de vida; de las ilusiones de la inmediata posguerra; de las "fuerzas vivas" de una ciudad polaca de provincias; del amor, y de la tragedia de la muerte. "Cenizas y diamantes", a la vez enérgico y melancólico, y con una gran elegancia en la puesta en escena, es un film clave en el resurgir del cine polaco de los años 50, y un clásico no ya del cine polaco, sino del cine mundial. Este film dio fama internacional a su protagonista, Zbigniew Cybulski (1927-1967), en un papel de rebelde con causa que conectaba mucho con determinadas inquietudes de esos años 50, como la búsqueda de identidad de una generación de jóvenes, o la rebelión frente al pasado.
Pedro Triguero_Lizana
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26 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este largometraje es señalado como uno de los hitos de la cinematografía polaca, último filme de la trilogía de la guerra de Andrzej Wajda (Pokolenie [Generación, 1955] y Kanal [1957]), y que, a su vez, fueron sus primeros tres largometrajes luego de una serie de cortos tanto de ficción como documentales, realizados en su época en la Escuela de cine de Lodz.

La película se desarrolla el 8 de mayo de 1945, fecha en que la Alemania Nazi se rinde ante los aliados, lo que confirma su derrota en el frente europeo. En un pequeño pueblo polaco, Maciek (Zbigniew Cybulski) tiene la orden junto con otro compañero de matar a Szczuka (Waclaw Zastrzezynski) un dirigente comunista, tras un primer intento fallido, tendrán su oportunidad en la noche.

Maciek, el protagonista, trabaja para la resistencia polaca que se formó con la invasión y posterior dominio alemán del territorio polaco. Su objetivo era la liberación del país, que se consiguió tiempo atrás gracias al impulso del ejército soviético en su andar hasta Berlín, de ahí la refriega entre los nacionalistas y los comunistas, en un momento donde había cierta incertidumbre.

Volviendo a la misión, esta peligra de llevarse a cabo luego de que en el transcurso del día Maciek conociera a Krystyna (Ewa Krzyzewska), una joven que trabaja en un bar, el jugueteo inicial lo llevará a reflexionar sobre su vida, su trabajo, lo que le depara el futuro y por supuesto, el amor. Sus convicciones se verán enfrentadas con una realidad que tampoco es del todo clara.

Wajda filma con gran pulso, como si fuera un realizador experimentado, se muestra pulcro y junto con su director de fotografía, Jerzy Woljcik, ofrece constantes imágenes de gran lirismo y simbolismo, juega con la posición de la cámara, el encuadre y es recurrente la utilización de la profundidad de campo, para ofrecer gran expresividad en sus escenas, no solo en los personajes, sino también en los escenarios.

Por cierto, la puesta en escena es formidable, especialmente aquellos que muestran el paso de la guerra y siendo los más impactantes las dos secuencias que tienen iglesias, al inicio y en un clímax argumental sobre el final. Sus imágenes transmiten cierta nostalgia, hay una especie de alegría contenida que se refleja en las secuencias en el bar, mientras que la celebración comunista se antoja fuera de lugar, desconectada de la realidad.

Más allá del contexto político, que claramente mueve a los personajes, lo interesante del realizador polaco es que enfrenta esto por encima, explorando más bien en el drama humano de su protagonista y allegados. Realizando a su vez una deliciosa mezcla, donde convergen de forma orgánica en distintos momentos el thriller, el romance y la comedia. Una joya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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