Winchester: La casa que construyeron los espíritus

Antes, y digo bien, antes era un incondicional de las películas de terror, ya mucho menos debido a la baja calidad del género en las últimas décadas. Y no me deja de sorprender la baja nota de este film cuando a mi que no soy un gran apasionado del género, me ha convencido.

Hace años vi una película referente al fusil Winchester y como se movía de una gente a otra, y cual ha sido mi sorpresa al descubrir que la historia va acerca precisamente de la familia creadora de dicho fusil y por los cuales murieron miles y miles de personas, acarreando esto una especie de maldición en la vivienda con apariciones de fantasmas que instan a la dueña a estar continuamente en una reforma. Impresionante el dato para los más curiosos, la casa se reformaba 24 horas los 365 días del año ¡ jamás se paraba de trabajar ! Sí, una auténtica locura.


Lo bueno de la trama es a pesar de los trailers (que cada vez destrozan más las sorpresas) y a sabiendas del género que trata, no comienzas a verlo así en su introducción, sino como una especie de drama familiar donde el dinero domina todos los asuntos. Posteriormente ya se va adentrando con apariciones, sustos esperados y subidas de volumen que ten ponen en alerta.

Me ha gustado la historia la verdad y el desarrollo del relato.

Aborda la habitual temática de comunicación con espíritus a través de la construcción de habitaciones en la mansión. Ofrece tensión y sobresaltos durante varios pasajes del film sumado a una ambientación gótica que genera un cierto escalofrío. Me resultó entretenida.

Porque es una película mala.

Así de simple. Y no hace falta explicar nada, del mismo modo que se hace en el bochornoso guión cuando preguntan por las campanadas.
Si algo puede ser afirmado sin explicación, también puede ser refutado sin explicación.

Clásica por donde se la mire, la película toma la historia real de Sarah Winchester, una rica heredera de la compañía Winchester, una empres fabricadora de armas, que usa sus enormes recursos para construir y demoler infinidad de habitaciones creadas solo para que puedan habitarla los espíritus de las victimas de sus municiones.
La historia es lenta, aunque por lo menos a mí no me llegó a aburrir, tiene un halo de película gótica de los años 50', también su absoluto barroquismo, la casa, la reconstrucción de época, etc, los directores se regodean bastante en su alto presupuesto para mostrarnos las diferentes particularidades de la casa.
La historia y el desarrollo de los personajes recién empieza a darse a partir de la mitad, conocemos lo que los atormenta, y también vamos viendo la forma de enfrentarse al espíritu más fuerte y vengativo de todos.
No es una gran película, pero si entretenida, probablemente de la historia real se podría haber hecho algo mejor, pero bueno, ya otro puede agarrar la misma y crear algo mejor, ésta igual es entretenida y agradable de ver, genera esa sensación nostálgica por un cine que ya no se hace.

El relato de Sarah Winchester y la construcción de la Winchester House, un espacio laberíntico que según la leyenda negra la propia dueña ordenó edificar para alojar a todos aquellos espíritus que habían sido asesinados por el uso de un rifle Winchester, parecía el caldo de cultivo idóneo para sumergir esa premisa en otro de tantos ejercicios de género que toman el terreno de lo sobrenatural y las casas encantadas como eje central del mismo. Ante una premisa, si bien no novedosa, sí por lo menos suculenta en tanto a poder juguetear a través del terror con un espacio que fuera y sigue siendo único, dos cineastas, Michael y Peter Spierig, que siempre han manejado los distintos géneros —hasta ahora, sci-fi y terror— como herramienta a través de la cual descubrir un cine sin dobleces; con un sentido pragmático y funcional que ha hallado tanto en su narrativa como en su puesta en escena quizá dos de sus mayores virtudes.

Así, y después de un film como Predestination —su mejor trabajo hasta la fecha—, en el que esas virtudes constituían con vigor el carácter de un relato que no dejaba de ser una reconstrucción propia de tópicos y clichés anexionados al género —algo ya habitual en la obra de los ‹aussies›—, Winchester: La casa que construyeron los espíritus se antojaba un termómetro necesario para observar la evolución de unos cineastas que aquí vuelven al horror en su estrato más puro.

La crónica acerca de la Winchester House —transformada, claro está y para la ocasión, en un relato netamente genérico— parecía el terreno idóneo para que los Spierig volviesen a mostrar el potencial que parece atesorar su cine, pero que en pocas ocasiones ha alcanzado su culmen. Con una —en apariencia— sencilla introducción a través de sus personajes, Winchester se acerca en sus primeros compases a una composición que, sin resultar lo laberíntica y poliédrica que se suponía el espacio original, sugiere por lo menos ideas y conceptos interesantes; una opción tan práctica como exenta de riesgo que, sin embargo, coarta las posibilidades de la cinta al eludir un componente que bien podría haber dotado de una nueva dimensión al terror suscitado —más pendiente, por otro lado, de perderse en anodinos ‹jump scares› que otorgan más una continua sensación de ‹déjà vu› que otra cosa—. La sensación de confusión y extrañeza que podría haber aportado el laberinto construido por Sarah Winchester, se pierde pues en una constante repetición de estancias y pasajes donde ni siquiera sus propios personajes se encuentran desorientados; en ese sentido, los Spierig prefieren abordar su relato fantasmagórico incurriendo en lugares comunes que, si bien facilitan a nivel narrativo el tratamiento de su propia historia, no dejan de sostener una cierta sensación de ocasión perdida, de haber tomado la senda más elemental cuando el material proponía alternativas más sugerentes.

Winchester es abordada desde esos matices como un film de corte clásico en sus dominios: las aclaraciones mediante flashbacks, el habitual trasfondo de la historia —aquí redundando sobre la culpa y esa representación de segundas oportunidades en el nexo trazado entre lo terrenal y lo espectral—, el tradicional esquema narrativo —incluidos los habituales giros de guión, aunque aquí cobren menos importancia— e incluso el carácter de sus personajes otorgan una direccionalidad muy clara al conjunto. Es por ello que quizá pocos reproches se le puedan realizar a Winchester dentro del terreno que decide pisar y las cartas que juega desde un buen principio; consciente de su propósito, y aunque ello no entrañe subterfugio alguno, lo nuevo de los Spierig se mueve en una parcela acomodaticia que, desafortunadamente, no hace sino indicar que algo se pierde por el camino cuando autores tan ligados al cine de género deciden rezagarse en lo común. Gustará más o menos, pero desde luego no parece que les (nos) vaya a llevar demasiado lejos.


Crítica para www.cinemaldito.com
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