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A quemarropa

Thriller. Drama Después de haber dado un golpe muy lucrativo, un hombre es traicionado por su esposa y por su mejor amigo. Ambos lo abandonan, dándolo por muerto, en una celda de la abandonada prisión de Alcatraz. Años después, intentará vengarse y recobrar su parte del botín. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2007
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un criminal se dedica a buscar obsesivamente a sus anteriores socios que le engañaron, robaron y casi asesinaron. La primera película de Boorman es una original mezcla de thriller, sueños, realidad y fantasía. Lee Marvin ofrece una espléndida interpretación como un hombre lleno de violencia, pero que la controla y que sólo le da rienda suelta en determinadas ocasiones.
Txiqui
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3 de junio de 2008
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que se aporta de convencionalismos y se desarrolla en un ambiente enrarecido, sumergiéndose en la psicología humana, para tratar de entender el origen y desenlace del crimen organizado. Mediante toda clase de símbolos, sonidos que se repiten, imágenes que dentellean y hasta el silencio mismo es utilizado. Gran dirección, fotografía desolada y brillante y una gran actuación de Lee Marvin. Una película inquietante y extraña, que con seguridad nos brinda un cine diferente y muy destacable.

"Chris: Cuál es mi apellido?
Walker: Cuál es mi nombre?"
Juan_Diego_GP
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7 de agosto de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debut de Boorman (si no contamos la olvidada "Catch Us If You Can", un par de años antes) no pudo ser mejor.
Armado con toda la trompetería narrativa y visual de la Nouvelle Vague, el (entonces) joven director británico transformó una sencilla historia de venganza entre delincuentes en un atmosférico y fascinante film noir, cargado de violencia, sensualidad y personajes oscuros.
Boorman ha tenido suerte: muchas de sus películas han atravesado la barrera del tiempo y pueden ser disfrutadas a día de hoy tanto o más que cuando fueron estrenadas. Y teniendo en cuenta que la carrera de Boorman se ha caracterizado siempre por una permanente búsqueda de reinventar todo genero que tocaba, esto no es decir poco.
La estructura narrativa, la música, la fotografía, los actores….todos los apartados brillan en esta película impecable.
Japa
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20 de septiembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Boorman consigue en esta película dotar de una aparente trascendencia a un guión de lo más convencional para ofrecernos un producto en el que la forma supera con creces al contenido merced a la utilización de recursos de gran impacto audiovisual y a la enfática recreación física y psicológica de la figura del personaje central, protagonista absoluto del film en detrimento de unos secundarios que son tratados sin pena ni gloria. Casquillos de bala que se derraman a cámara lenta desde el tambor, sonido sincopado de las pisadas del protagonista que deviene banda sonora tras el cambio de plano, largos primeros planos de un hierático y silente Lee Marvin que revalida su estatus de actor principal, ya acreditado en “Código del hampa” (Don Siegel, 1964) y una excelente secuencia final. Destellos de calidad de una realización que, por otra parte, recurrirá a maniobras de despiste como el ininteligible primer diálogo entre Walker y Fairfaks, o los confusos flashbacks iniciales, para enmascarar la simplicidad de un guión que no tiene reparo en eliminar prematuramente al antagonista principal (aunque de forma brillante) para ir creando nuevos personajes que asumen el antagonismo de forma subsidiaria.
Malperra
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26 de agosto de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Point Blank (A Quemarropa, 1967) es una extraña película de cine noir, dirigida por John Boorman. El mítico actor Lee Marvin interpreta al personaje principal, apodado Walker, uno de los tipos más duros que ha dado la historia de Hollywood (como viene siendo habitual en su tónica interpretativa). En realidad, el argumento de A Quemarropa no es demasiado complejo, pero Boorman completa la película con estructuras que hacen adelantar y atrasar la película en múltiples ocasiones (e incluso añadiendo alucinaciones en diversos momentos), lo que altera la línea temporal de la película y por ende, su comprensión. Y Boorman es consciente de que su obra es ciertamente confusa en muchos momentos del metraje. Los finales de los años sesenta eran años de experimentación cinematográfica dentro de la industria norteamericana, y en este sentido A Quemarropa es un filme de su época.

Experimentación que puede notarse en el filme. Tanto por la comentada narrativa, como por notas discordantes que añade Boorman en diversos momentos. Sonido y fotografía son los ejemplos más notables en este aspecto. Desde la secuencia en la que Lee Marvin camina por un pasillo y escuchamos los ruidos de sus zapatos reiteradamente (colándose en las siguientes imágenes) hasta la variada fotografía que firma Phillip Lathrop.

La obra adapta, mediante tres guionistas, Alexander Jacobs, David Newhouse y Rafe Newhouse, la novela de Donald Westlake y se inspira en el cine negro clásico para formar una mixtura con el cine moderno, cine de mezcolanzas que es el resultado de la esencia final del filme.

Un buen ejemplo es el inicio del filme. Boorman nos muestra a nuestro protagonista, Lee Marvin, en la prisión. Ahí aparecerán los primeros flashbacks que nos muestran el pasado del protagonista y de cómo este llegó a la situación de reclusión en la que se encuentra. Ya en estos primeros compases es difícil para el espectador hacerse una idea de lo que realmente está sucediendo y esta será la tónica habitual durante el resto de la obra, avanzado y retrocediendo siempre a trompicones.

A Quemarropa anticipa en gran medida los filmes de gánsteres de los años setenta, así como la violencia que estaba a punto de desembarcar en Hollywood. Podemos ver sin duda relaciones entre la película de Boorman y las obras de Scorsese, guionizadas en múltiples ocasiones por Paul Schrader. Para muestra tenemos las múltiples secuencias en las que Lee Marvin atemoriza, extorsiona y aniquila a todos sus rivales (los de la Organización, como a si aparecen definidos en el filme). También es cierto que a pesar de que Boorman intenta dotar de cierta profundidad al personaje, con escenas en las que lo vemos desvelar sus demonios internos ante protagonistas femeninas (al más puro estilo Playboy), no encontramos la misma profundidad psicológica en el personaje de Lee Marvin que en otros personajes cinematográficos coetáneo suyos.

Lee Marvin interpreta a un tipo duro hasta la médula. Le han robado 93 mil dólares y al salir de la prisión necesita cobrarlos sí o sí. El desarrollo de la película consiste en observar a nuestro personaje eliminar progresivamente a todos los rivales que se oponen al cobro de la deuda de Lee Marvin.Poca historia si no fuera por la excéntrica narrativa de Boorman, que constantemente bombardea su obra con flashbacks que nos muestran dudar a nuestro protagonista, con su inquieto pasado. Mark T.Conrad ha escrito concisamente[1] que el estilo visual de la película mezcla el realismo con la abstracción, en una ambivalencia que se palpa en muchas de las secuencias del filme. Buen ejemplo de ello son las secuencias en las que Marvin se deshace de sus enemigos. Son siempre estos momentos los que parecen añadir una tónica surreal al filme, como lo es el momento que tiene lugar en la discoteca, una preciosa secuencia, medida hasta la saciedad, y que tiene un gran componente de psicodélico en sí.

A Quemarropa es un filme de venganza. No una obra clásica en este sentido, pero a pesar de sus extravagancias narrativas, la película no deja una ostensible marca en el espectador, que se pierde confuso en muchas de sus secuencias. Se aprecian las escenas de acción, que en gran manera parecen predecir el cine de Tarantino y compañía, pero la trama es demasiado pretenciosa para lo que realmente hay detrás. Lee Marvin realiza una correcta interpretación, pero su personaje parece encorsetado en unos tópicos de tío duro, de los que no consigue escapar en ningún momento.



[1] Mark T. Conrad, The Pilosophy of Neo-Noir, Ed. University of Kentucky, Kentucky 2007
Kyrios
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