Falling

Después de un tercer visionado, diría que el autor de esta obra martiriza en exceso a los personajes, y estira tanto las escenas como lleva la paciencia de los personajes al límite, para que al espectador le llegue de la manera más explícita posible lo doloroso y desesperante que es tratar con un familiar que ha perdido la cordura.

Esta vez no me ha hecho (tanta, en un momento dado me volví a reír) gracia, pero mantiene intacto el morboso atractivo de un espectáculo cuya misión es herir la sensibilidad, una función que me parece asquerosamente creíble incluso admitiendo que si yo no necesitara nada de un progenitor trastornado, no me expondría a su presencia, ni mucho menos vería necesario soportar con el casi hasta provocativo estoicismo como el que se gasta Mortensen, sus ofensivos agravios, escupidos sin control ni filtro alguno.

El autor del libreto contrapone las personalidades del viejo (un tipo que sutilmente te va dejando entrever que ha sido tóxico y violento por naturaleza desde siempre, que no es que se le haya ido la olla ahora de pronto, pues maltrató y le hizo la vida imposible a todo su entorno, que terminó huyendo como pudo de él, incluyendo su sufrida esposa) y la de los demás familiares (seres dulces, bondadosos y compasivos hasta la médula, que en un acto casi de masoquismo tratan de acercarse con una actitud positiva al anciano, pero para acabar saliendo emocionalmente heridos ante su virulencia), dejando el desenlace un mal sabor de boca, porque te dice que aunque llegues con la mejor de las disposiciones, en esos casos la batalla está perdida de antemano, hasta el punto de hacer que te preguntes si de verdad era necesario todo ese gasto de energía.

Tiene escenas que me son imposibles contemplar con indiferencia, la bronca final en la que Viggo pierde los papeles es una escena particularmente triste y poderosa, en líneas generales diría que es una película intensísima que me sobrecoge por lo desagradable de su violencia psicológica, que me deja inmovilizado contemplando el ocaso y la agonía de este maltratador enajenado, que el áspero doblaje de Dómenech Farrell termina por hacer una experiencia más visceral, auténtica y desgarradora aún si cabe.

Es curioso porque Viggo dice que se inspiró en la demencia de sus padres para escribir el guión de la película, tan repulsiva y atractiva al mismo tiempo, pero este personaje es un verdadero monstruo.