Por si alguien no lo sabe, Viggo Mortensen no sólo es actor. También es pintor, fotógrafo, editor, músico, cantante y compositor. Aparte, habla varios idiomas. Casi nada.
Con Falling, el siempre mítico Aragorn de El señor de los anillos añade dos facetas más a su impresionante CV artístico y vital, que son las de director y guionista. Y la buena noticia es que el resultado es notable. Falling es una historia sobre un padre y un hijo que se han distanciado, sí, como hemos podidos ver tantas, pero Mortensen la tiñe de un color intimista y sereno que arroja una cruda pero a la vez tierna reflexión sobre la senectud y la pérdida del anclaje con la realidad. Hay mucha sensibilidad y elegancia en la propuesta, y aunque no parece que sea una película que vaya a permanecer en la memoria o vaya a ganar premios, se trata de un gran debut para Mortensen en la dirección y un nuevo trabajo excelente también como actor. Su conexión, además, con un brillante Lance Henriksen es fabulosa. Es un gusto ver de nuevo al Bishop de Aliens en acción, después de unos años de relativa oscuridad.
Una buena película de un artista multidisciplinar que, queda demostrado, tiene alma de cineasta.

Lo mejor: La dupla que forman Mortensen y Henriksen, y la belleza de su fondo.
Lo peor: Es buena, pero no excelente.