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Paris, Texas

Drama Un hombre camina por el desierto de Texas sin recordar quién es. Su hermano lo busca e intenta que recuerde cómo era su vida cuatro años antes, cuando abandonó a su mujer y a su hijo. A medida que va recuperando la memoria y se relaciona con personas de su pasado, se plantea la necesidad de rehacer su vida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 182
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2012
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, en poco rato alcanza alta intensidad, unos quince minutos le bastan para captar la atención. La primera parte es entretenida, amena y lineal, la segunda (cuando Hunter emprende el viaje con su papa) es mucho más intima y simbólica.
El director juega con los colores de las vestimentas, las tomas y las imágenes, para crecer en intensidad y llegar al crudo final.
Jinx_888
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15 de mayo de 2006
58 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la vida te apuñala, deja de pensar. Sólo así alcanzarás el reconfortante desierto del olvido.

Pero ten cuidado de no caminar demasiado... o cruzarás de nuevo sus límites.

Sin saber muy bien cómo, la razón te indicará el camino de vuelta... y tal vez te acerques demasiado a tus monstruos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tomine
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17 de febrero de 2009
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un momento en la vida en que uno aparece cuatro años después, salido de la nada, con barba de varios días o varios meses y una gorra roja. Tal vez sea en el desierto de Mojave, paradigma de esa nada, cerca de un pueblo que atiende sugerentemente al nombre de Terlingua. El hombre perdido come hielo, y se desmaya, aunque lleva cuatro años arrastrado por el viento de mil desiertos como éste, o mejor, de un alma desertizada. Aparece un ángel, el ángel telúrico, el hermano que ejemplifica lo que el hombre pudo y no fue, el hermano familiar, con mujer y con hijo (prestado). Al hermano no se lo lleva el viento, es firme, es fiel, es tangible y su corazón no explotó por amar demasiado. El hermano vive, es feliz, y el hombre pudo, fue y quiso o tal vez dejó de serlo, de ser feliz, de vivir. A veces hay viajes que van más allá; a veces hay viajes que llegan hasta el final de la noche.
El hombre limpia botas, a veces, no duerme, no habla, o lo hace poco, pero el hermano le despierta cuatro años después. El hombre es ahora más sabio, quiere pero no puede, sabe que no puede, retomar aquello que una vez se rompió en pedazos; pero sabe, conoce esa fuerza de la tierra, por eso insiste hasta que convence al hijo. Caminamos. No. Caminamos. No. Caminamos. Vale. La fuerza de la tierra une al hombre con su destino. Ese sitio era Paris, Texas. Una foto, una silla, películas de súper 8 , qué raro es ver agua en las fotos, qué raras son las fotos en las que aparece una foto. Vayamos a París, ahora. El hombre y el hijo se reconocen, el hermano deja paso. Pero falta algo. Falta ella. La mujer.
El hombre es un niño, otra vez, el niño y el hombre juntos, walkie talkies, un banco, un garito, un coche rojo.
La mujer, el niño espera.
El hombre y la mujer, un peep-show, una cabina, miradas, espaldas, rostros reflejados, palabras, pocas o muchas, gestos, luces que se apagan, reencuentro. La mujer también había dejado de vivir, o a lo mejor fueron cuatro años de latente existencia. Muchos mirarían, alguno tal vez tocaría, no importa. Volver es imposible, pero queda un lugar, esa tierra, tal vez, y queda otro sitio, esa habitación del Hotel Meridian, la 1520, donde están la mujer y el niño. El hombre ha cumplido, qué pasará luego, quién sabe.
Redención, camino, familia, sudoeste, soledad, culpa, desierto, Travis, Walt, Jane y Hunter.
Esto es París, Texas.
Gracias, alemán, por dejarte caer en ese perdido lugar de otro continente.
Gracias, escritor, por tus Crónicas de Motel.
Gracias, actores, por vuestra entrega.
Gracias, músico, por esos sonidos.
Gracias, hombre de la cámara, por permitirnos ver las luces y los colores de esos lugares.
Gracias a todos por haber hecho una de esas películas que no se olvidan jamás.
babayu
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15 de diciembre de 2009
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había visto esta película a finales de los años ochenta en la televisión y me quedé hipnotizada por la belleza de sus imágenes, la fuerza y la sencillez de la guitarra, la sugerencia en las interpretaciones y sobre todo me impresionaron aquellos planos hermosísimos y desgarradores de Natassja Kinski.
Entonces era casi una niña y no podía entender muchas cosas de la vida y el desamor que ahora - por suerte o por desgracia - sí entiendo. Sin embargo, aunque era pequeña, mucha de aquella información fue calando en mi interior a lo largo de la película, no sé de qué forma, ni a través de qué instrumentos. Es como si aún no conociendo las palabras de un idioma fuera capaz de entender inconscientemente su significado.
Supongo que eso es, o bien la magia del cine, o la habilidad de un buen director.

No obstante (y de ahí el título de mi crítica) muchas veces me ocurre que películas vistas en el pasado, pierden en el presente toda aquella magia.
Tenía miedo de ver París, Texas y encontrarme una película lenta y anticuada. Casi prefería quedarme con aquel recuerdo mágico infantil.
PERO, no, señores, ayer la vi y volví a revivir todas aquellas sensaciones. No es una película lenta y vacía sino una experiencia cinematográfica de primera categoría. Uno de esos momentos únicos que te da el cine.
Esta crítica va dirigida a quienes, como yo, tenían yuyu de ver una película lenta y ochentera. No tengáis miedo y vedla si podéis: es una película hermosa de verdad.
Abril
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7 de octubre de 2017
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
232/03(04/10/17) Sobrevalorado (desde mi modesta opinión) esta obra de culto de los 80 alabada por la crítica general. Película franco-alemana dirigida por Wim Wenders y rodada en inglés en USA, escrita por el dramaturgo Sam Shepard y LM Kit Carson tiene su núcleo en una historia de reencuentro, de redención personal, corriendo un halo de reflexión sobre la incomunicación (esto expresado en base a la mudez del tramo inicial del protagonista, los impersonales teléfonos y walky-talkies, el mecánico auto-banco, o los desnaturalizados diálogos en las cabinas peep-show)durante su (demasiado extenso) metraje, ello en un desarrollo road-movie partida en tres, el reencuentro del protagonista con su hermano, el reencuentro del protagonista con su hijo, y por último el reencuentro del protagonista con su amada. Se la ensalza (entre otras cosas) por captar el espíritu del medio oeste USA, queriendo hacer una alegoría de estos inmensos paisajes desérticos, la esterilidad de estos con la personalidad del protagonista, y sobre todo famosa por la música de guitarra de Ry Cooder, imprimiendo un halo de melancolía (manipulador por su fuerza) a cada secuencia en la que aparece. Pero a mí en su conjunto se me ha hecho más lenta que la visita de los suegros (o el video del viaje de unos amigos), una parsimonia a la hora de rodar que solo esconde el hecho de lo poco que cuenta, rellenar minutos contemplativos en los que ves crecer la hierba, un minutaje larguísimo (144 minutos) para un relato que daba para tanto, induciendo al espectador (o sea yo), al tedio. Una estructura argumental esquelética que se estira sin sentido alguno, y es que hay algunos buenos elementos que denotan músculo narrativo, pero están incrustados entre mucho michelín, entiendo se le debería haber hecho una buena liposucción (edición), para haber dado solidez y fluidez rítmica. El título hace referencia a un solar baldío ubicado en un pueblo llamado Paris (no hay escena alguna en el sitio, solo veremos del lugar una foto) perteneciente al estado de Texas y relacionado con los recuerdos del protagonista. En Festival de Cannes de 1984, ganó la Palma de Oro del jurado oficial, así como el Premio FIPRESCI y el Premio del Jurado Ecuménico. El elenco actoral es un buen aliciente, todos rayan a enorme altura dramática, son Harry Dean Stanton, Nastassja Kinski, Dean Stockwell, Aurore Clément, Bernhard Wicki y Hunter Carson (era el hijo del co-guionista LM Kit Carson, y accedió a actuar mientras estaba acompañado por su madre, Karen Black)

La trama se centra en un amnésico llamado Travis Henderson (Harry Dean Stanton) es recogido vagando sin rumbo en estado cuasi-catatónico por el desierto de Texas por el Dr. Ulmer (Bernhard Wicki), tras indagar el Dr. Se pone en contacto con su hermano Walt Henderson (Dean Stockwell) que vive en Los Ángeles para vaya a por él. Nos enteramos de que Travis fue abandonado por su mujer Jane (Nastassja Kinski) hace cuatro años, tiempo que lleva desaparecido, su hijo (LM Kit Carson) con tres años fue dejado en casa de Walt, y lleva todo este tiempo siendo cuidado por su tío y la esposa de esta, Anne (Aurore Clément).

El tramo inicial resulta cautivador por su poder de intrigar al espectador, por su magnetismo en que los del otro lado de la pantalla se sientan impelidos a querer saber que ha pasado para llegar a la situación que vemos, un tipo mudo con una gorra roja, demacrado, impulsado a caminar hacia ninguna parte por el desierto, nos enteramos está amnésico y lleva “missing” cuatro años, sin dar señales de vida, esto despierta el interés sobre los enigmas que habrá detrás de estos oscuros hechos, pero a medida que el misterio va resolviéndose la montaña parece haber parido un ratón, el ya manido desencuentro por desamor, todo se va desenvolviendo con demasiado buenismo, con incoherencias, con lagunas narrativas, y sobre todo (y lo peor) con mucha languidez. Entiendo su retrato sobre la incomunicación, sobre las barreras emocionales que nos autoimponemos, sobre la impersonalidad a la hora de hablarnos, poniendo por medio obstáculos que impiden nos lleguen de modo natural los sentimientos, que fluyan las emociones con naturalidad. Pero todo esto me llega demasiado denso para la simplicidad de lo que se narra, teniendo al final sensación que casi todo es un relleno, un pesado prólogo para la icónica escena climática en la cabina del pee-show nos enteramos de las motivaciones de unos y otros, escena emocionalmente intensa, muy bien expuesta, filmada con maestría, y con unos Nastassja y Harry en estado de gracia incisivo. Lo malo es que ha rodeado a este penetrante tramo de demasiados momentos plúmbeos, artificiosamente bellos, y encima con lo mucho que dura, deja muchos agujeros por rellenar. Y es que la historia es de enorme sencillez como para espesarla tanto, y es que lo que queda patente es la pedantería de su director que ante un argumento más simple que el mecanismo de un martillo decide adornarlo con extensas secuencias que alarga sin más sentido que querer demostrar que más minutos equivalen a más profundidad, y este (según mi híper-modesta) es una impostura fatua de directores con más ego que inteligencia narrativa. Al final se queda la cinta en un melodrama familiar manufacturado, sin frescura (excepto la ya mencionada escena climática), amoldado en una bonhomía forzada que al final se rebela como una especia de condescendencia nauseabunda a los malos tratos machistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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