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El manantial

Drama Howard Roark (Gary Cooper) es un arquitecto vanguardista, ávido de romper con todo lo hecho hasta ahora en los terrenos de la arquitectura. Dominique Francon (Patricia Neal) es una columnista del periódico The Banner de New York que también ama la individualidad y todo lo que libere al hombre de la esclavitud de las ideas. Juntos, pero "separados", iniciarán una guerra contra el mundo de lo convencional. (FILMAFFINITY)
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Críticas 83
Críticas ordenadas por utilidad
16 de junio de 2008
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La arquitectura nos sirve de pilar central para hablar de valores humanos fuertes e íntegros tal como es esta película.
Una película la cual ya mi padre me llevaba unos días hablando que la viese por lo que ella representa y dándole la razón he de decir que es una película ejemplar.
Un hombre íntegro en sus ideas como persona y como artista y creador y llevado genialmente a la pantalla por Gary Cooper.
Con unos valores sin igual se nos describe la personalidad de un creador, creador al servicio de la humanidad y respeto a esta, cosa que esta no le respeta a él.
Rechaza cualquier propuesta que va en contra de sus ideales artísticos y por su puesto humanos, siendo fiel a sus ideales y seguros de ellos puede observar como funciona el ser humano lleno de envidias, egoísmo, con ansias de poder, adinerarse, para poder dominar a todo aquel incapaz de pensar por sí mismo hasta que surgen personas como este joven arquitecto, íntegro en sus ideas y fiel a sus valores justificándose al final como muestra en ese fantástico monólogo del juicio, monólogo donde resume casi dos horas de película y donde es ejemplo de interpretación y filosofía sobre el valor y dignidad humanos.
Un arquitecto donde ve que está siendo aplastado por la sociedad pública por el hecho de ser bueno porque aquí el que triunfa es el mediocre porque es éste el que se sabe poner a merced del poderoso haciendo lo que a este le satisface, son esas personas los “parásitos” tal como los define al final de la película.
Solamente las personas fieles a sus ideales humanos y creativos consiguen ser diferentes y obtienen su recompensa pero han de pagar y caro el hecho de ser diferentes y superiores al mediocre pues si éste es el que tiene el poder no soportará que haya alguien por encima de él, así pasa en esta gran película, el diferente ha de pagar las consecuencias, rebajarse a un puesto inferior al que le corresponde pero nunca perderá sus valores humanos ni creativos y eso será lo íntegro de nuestro personaje y lo que le hará que se le haga justicia.
Esa es la gran base moral de nuestra película, ejemplar no solamente para el espíritu creador sino para cualquier persona con cierta integridad en sus ideas.
Película también ejemplar por la dirección, los actores están imponentes y aunque la película sigue las bases clásicas de cine de los años cuarenta y cincuenta es acorde con las nuevas ideas arquitectónicas que propone, pues los diseños de los escenarios son extraordinarios, estudios de ángulos y color dan una película a veces sobria como la arquitectura que propone.
Una película ejemplar, con buen guión adaptado, cuenta el desarrollo de la vida del arquitecto a lo largo de muchos años de su carrera y su vida amorosa sin ser incómoda de seguir y eso se debe a una buena dirección.
Una película no solamente dirigida para aquellos arquitectos con espíritu creativo sino también a aquellas personas íntegras y con unos valores humanos puros.
manuel
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25 de agosto de 2010
17 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa y emocionante película de King Vidor sobre los ideales que llevan a un hombre a no quebrantar sus principios ante nada para lograr que esos ideales constituyan su manera de vivir.

No cabe duda que estamos ante un melodrama con una auténtica falta de pudor, para manifestar sus objetivos y desarrollarlos a lo largo de todo el metraje.
El argumento gira en torno a un arquitecto (un creador de formas y estructuras) con una idea obsesiva de cómo vivir su vida y realizar su trabajo.
Es evidente que estamos ante un film de 1949, con todos sus excesos y maneras de de la época en que fue filmado. El protagonista aparece en las primeras escenas de perfil, casi de espaldas, en penumbra, para después ir saliendo a la luz. Las luces y las sombras, perennes en el cine, aparecen de manera constante en esta película desmesurada en sus intenciones, totalmente honesta en lo que cuenta y en cómo lo cuenta y arrebatadoramente emocionante en su resultado.

El guion es espléndido, con unos personajes magníficamente definidos, y unos actores entregados en la interpretación, con unos diálogos en que las frases y las réplicas se ajustan de manera perfecta a esos personales y a ese mundo en que se desenvuelven.
La película es emocionante en todo momento, desplegando esa integridad excesiva del protagonista, esos amores torturados como precio al ideal perseguido, esos rufianes de alto nivel intelectual pero de rastreras formas de comportamiento, esas miradas imposibles desde la distancia que marcan el inicio de un amor que perseguirá de manera trágica a los amantes, hasta que se decidan vivirlo sin trabas.
Todo el film es una evidente declaración de principios sin tapujos ni disimulo de lo que nos va a contar. Un hombre integro en sus convicciones, orgulloso de serlo, y con la única ambición de anteponer sus ideales antes todo y a cualquier precio. Su monologo durante el juicio final sobre qué representa la creación para el hombre, su utilidad y el precio que se paga por ella, el rechazo de las masas ante la innovación y el cambio y la envidia de los mediocres, rubrica como epílogo las intenciones de una película que quiere transmitir su mensaje y que lo consigue a lo largo de todos sus minutos, sin ambages, con un descaro lejos de cualquier falsa modestia.

Una película así, con sus intenciones y su utópica moraleja, solo podía terminar de una manera.

La mujer asciende desde la tierra y se eleva hacia las alturas, donde en lo alto, recortado contra el inmenso cielo, la está esperando el creador, su dios.
Manu_el_Ruiz
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7 de abril de 2009
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre el telón de fondo del competitivo mundo de la arquitectura (con alusión implícita al patriarca de la arquitectura moderna americana Frank Lloyd Wright) se desarrolla esta alegoría acerca del individualismo y la integridad creativa frente al espíritu gregario y conformista de la masa. Una alegoría tan caricaturesca y exagerada en ocasiones, que no he podido evitar reirme de buena gana en varios fragmentos de la película. No voy a entrar en detalles, pero muchos giros argumentales, así como las caracterizaciones de algunos personajes, resultan tan forzados y exagerados, que hasta resultan simpáticos y coherentes dentro del mundo fabulesco que nos propone la película. Tampoco hay que olvidar el contexto temporal en que esta fue hecha: en 1949 los totalitarismos causantes de la Segunda Guerra Mundial aun coleaban y los movimientos contraculturales aun no habían dejado su huella individualista y libertaria en el común de la sociedad occidental.
Pero lo que resultaría una alegoría bastante tosca se tiene en pie, sin embargo, gracias a la coherencia interna de sus inverosímiles reglas melodramáticas y a la excelencia de su factura deudora del mejor Hollywood clásico. Y aquí resultaría el excelente aspecto visual y la grandilocuente aunque sugestiva banda sonora de Max Steiner (y que resalta hasta la extenuación las fluctuaciones dramáticas de la película). También la torrida química entre el carismático Gary Cooper ("bigger than life", como siempre) y una memorable Patricia Neal, conteniendo su fuego con gélido autocontrol. Lastima, por cierto, que esta lleve los labios pintados de ese modo tan feo y artificial, con el carmin sobresaliendo varios milímetros sobre la curvatura de su labio superior (menos mal que con el blanco y negro se nota poco).
alex
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6 de noviembre de 2015
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El manantial" es una película con profunda carga ideológica, que plantea un interesante conflicto ético y toma partido. Puedo entender perfectamente a quienes la tachan peyorativamente de liberal (en términos polítiocs, entiéndase), pero no a quienes ven en ella tufos nazistoides. "El manantial" reivindica la libertad del individuo en general frente a la sumisión a la masa, a la moda social, al decreto de los medios de comunicación o a lo políticamente correcto. Justo lo contrario que los fascismos, que organizan su status quo sobre la base del culto al líder, esto es, la sumisión de la masa en general y del individuo en particular a los dictados de un único individuo, uno, uno sólo, el führer, el duce, el caudillo o como se le quiera llamar. No. No es justo ensombrecer esta película por querer leerla en términos políticos como el enfrentamiento entre socialismo y fascismo. Si acaso hay que remontarse un poco más atrás y entenderla más en términos filosóficos que políticos: en mi opinión, opone Nietzsche a Rousseau. La película cuestiona el “contrato social” del que habló Rousseau y reivindica la fuerza del individualismo transformador como fuente del bien común.
Desde luego, este conflicto ideológico, que ha hecho correr ríos de tinta en libros fundamentales del pensamiento occidental, no se resuelve por obra y gracia de la locuacidad de un arquitecto brillante e iluminado en la exposición de su defensa frente al tribunal que le juzga por amenaza social. Ni siquiera aunque el discurso venga por boca de un impecable Gary Cooper. No. Siempre habría un Yves Montand para sostener lo contrario con la misma locuacidad. Resolver las cosas tan fácilmente es cosa de películas. ¿Y qué? ¿No estamos hablando de cine? De buenas películas es resolverlas además de manera convincente. Y ésta lo es. Indudablemente.
Ziryab
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27 de agosto de 2013
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a criticar a la autora ni su ideología panfletaria, ni la integridad de un director que pasa de un lado a otro como quien se mete rayas y copas un sábado de verano cualquiera, ni de la masa y la individualidad, de la poca calidad como escritora, del ego y del absurdo del grupo ese con sus escisiones y salidas por la puerta de atrás, ni del machismo, racismo, superioridad, terrorismo justificado, del hombre hecho a sí mismo, la libertad absoluta, el desprecio por tus"semejantes", la integridad como valor principal ...

Voy a centrarme en la película, ya que hay muchas críticas (positivas y negativas) del objetivismo, también diré que he leído el libro (me acabó aburriendo bastante, sobre todo por lo artificioso de los diálogos, los personajes cuadriculados y antipáticos, la nula evolución de los mismos, el tufo panfletario y la poca calidad de la prosa a mi entender).

La película me parece bastante mala, si bien tiene algunos puntos que me parecen interesantes como la música, la interpretación de Gary Cooper (le viene al dedo el papel, aunque quizá para seguir con la corriente "riefenstahliana" alguien más joven y atlético como Dolph Lundgren podría haber valido también), el uso de edificios modernos de Frank Lloyd y algún detalle técnico más.

Pero todo lo demás, no me gusta. El resto de las actuaciones malas (aunque con los personajes que tienen tan planos que se va a hacer, además del mal del cine de esa época en la que los actores tienen 30 años más que sus personajes), el guión fluye a patadas, en un momento se planta una elipsis en la que pasan años sin darte cuenta (en el libro también pasa, pero es que la película parece que tiene el turbo metido), esa aceleración no tiene sentido (aunque viendo que el guión es de la mismísima pues me lo explico) parece que se lo quieran quitar de encima, y esto ocurre porque no hay una buena calidad en el tratamiento primero del libro, segundo del argumento y tercero del guión, ergo, la película es un panfleto directo, de hecho, con el discursito (que no comentaré porque estoy tranquilo y no quiero exaltarme, mi agente de la condicional me pide siempre que cuente hasta 10) se podría empezar y terminar la película, y ahorrarte aburriemiento, porque, normalmente, siempre hay excepciones como Novecento, los panfletos propagandísticos son muy esquemáticos, y por lo tanto deben ser breves y directos.
Curtissoso
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