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Danzad, danzad, malditos

Drama Estados Unidos, en plena época de la Gran Depresión. En medio de un ambiente de terrible miseria, gentes desesperadas, de toda edad y condición, se apuntan a una maratón de baile con la esperanza de ganar el premio final de 1500 dólares de plata y encontrar, al menos, un sitio donde dormir y comer. Mientras los concursantes fuerzan los límites de su resistencia física y psíquica, una multitud morbosa se divierte contemplando su ... [+]
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
3 de abril de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera crítica va para la traducción del título al español. Llevamos décadas en el mundo del cine y seguimos pasándonos las traducciones por el f... de los c...

La cinta... "Sublime". Empiezas a verla y piensas "¿Qué demonios es esto?. Conforme va pasando el tiempo (largo por cierto) desnudas el género humano e indagas en sus adentros para descubrir hasta dónde somos capaces de llegar. Increíble. Termina... y sólo te queda quitarte el sombrero frente a semejante obra maestra.

Pollack, Fonda, Sarrazin... De Oscar.
rubén
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13 de diciembre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión es un error el de calificar a esta película de “antiquada”, condescendientemente moralizadora o pretenciosamente espesa. Vivimos en una época en la que el cine ha decrecido significativamente en fuerza a la hora de contar historias embriagadoramente melodramáticas. Esto dado también a una justificada despersonalización de estilos visuales que empujen esa misma fuerza del argumento. La palabra clave es compromiso. Es por ello que la adapatción al cine de 1969 de la novela de Horace McCoy bien podría venir a ser la antítesis de todo esto.
Fascinantemente insistente en todo momento, esta parábola o alegoría existencialista de la vida es un sórdido espectáculo sobre los tiempos duros. Mientras la cámara permanece sentenciada, dentro del salón de baile, escogiendo los detalles de la creciente desesperación de los bailarines, la película se convierte en una epopeya sobre el agotamiento y la futilidad.
El look que Pollack le da a la película es contextualmente oportuno, personificando bien esa sensación desesperanzadora y de sudor, alcohol y tabaco. Sobre todo en el personaje de Rocky, magníficamente interpretado por Gig Young. Y es que viniendo de un realizador reconocido por su destreza en la dirección de actores, Pollack nos ofrece más que notables interpretaciones de Sarrazin, York y el resto del reparto. Punto y aparte Jane Fonda que consigue brillar en una dramática y medida composición que viene a ser lo que da al film su apasionante poder, y sí, anclaje emocional.
La película esta lejos de ser perfecta, pero es tan perturbadora en tantos sentidos importantes que la hace difícil de olvidar, que es más de lo que se puede decir de mejores y más consistentes películas. También es sobradamente lo mejor que Pollack ha dirigido, sobre todo como muestra ejemplar en la planificación de la dirección (sabemos que él mismo operaba la cámara en la frenética secuencia del derby con unos patinetes). Además resulta enormenente representativa en cuanto al paso estilístico del cine de los 60 al de los 70. Esto se hace notar sobre todo gracias a un efectista y efectivo montaje, y a su puesta en escena, lo que la convierte probablemente en la película que mejor ha sabido envejecer en comparación con cualquiera de sus contemporáneas.
Hábilmente el director, a través de la persistencia de sus tesis, consigue evocar una zarrapastrosa atmósfera donde las explosivas emociones llegan a hervir logrando una adecuadamente apesadumbrada y catártica experiencia cinematográfica.
Looky
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5 de junio de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es tan solo una retrato de la pobreza en EEUU en la década del 30, en la que unos cuantos “suertudos” logran ingresar a un concurso de feria que llegará a su fin solo cuando quede una pareja de pie, después de sortear carreras y bailes por días enteros por un mísero refrigerio y un mugroso catre para tener unos minutos de descanso. No es solo eso, es una alegoría que refleja el poder del aparato estatal, y la forma oculta de esclavismo impuesta a todos sus ciudadanos. Los parias, cegados por promesas vacías y empujados al abismo cuando no pueden beneficiar a la gran maquinaria que los mantiene. No les resulta suficiente con condenar a un individuo al olvido, sino que indistintamente disparan contra sus sueños, que cual gallardos corceles, alguna vez pudo ver galopar, pero ahora yacen, pudriéndose en algún lugar de su conciencia.

No sé si mi noción esta errada, o si suena a pura y llana demagogia, solo recuerdo el asco y el desasosiego que me transmitió esta película. La obra maestra de Sidney Pollack. Una de aquellas de finales de los sesenta que cambió la forma de ver y hacer cine, abriendo sombríos prospectos de nuestra existencia.

Exuda un venenoso resentimiento contra el sistema, una denuncia contra el propio ser humano, su ingratitud, indiferencia e insignificancia cósmica. La batalla campal por el dios dinero, perdida de antemano por la gran mayoría.
PierPuccini
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7 de marzo de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién podría hacer la historia de un hombre que cuando camina recibe su propio peso del suelo? ¿Cómo no se le ocurrió a nadie escribir un relato sobre ello? Sólo sobre eso.

En secundaria me resultó tan difícil entender la tercera ley de Newton. Y sin embargo ahora me resulta tan evidente que el asfalto me devuelva a las rodillas mis pisotones y agravios.

¿Cómo pudo paserle por alto a Galileo, a tantos genios, la ley de acción y reacción, en su vejez, en sus achaques de articulaciones gastadas?

!Qué ilusos fuímos en la juventud! !Pero acordaos, eramos tan livianos! ¿En serio no os acordaís de lo ligeros que eramos?
Travisloock
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17 de agosto de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la Gran Depresión de los años treinta se celebra un torneo de baile dónde los participantes, por parejas, no pueden cesar de bailar. El objetivo del concurso es que la única pareja que queda ganadora se lleva unos cuantos centenares de dólares más la satisfacción de un público absorto por entretenerse en tiempos difíciles. Entre ellos están participantes están Robert (Michel Sarrazin), Gloria (Jane Fonda), Alice (Susannah York), un veterano de la marina (Red Buttons), Ruby, una chica embarazada (Bonnie Bedelia) y su marido James (Bruce Dern). Rocky (Gig Young), el maestro de ceremonias y promotor del interminable baile les anima a perder una esperanza que tal vez no exista ni dentro de las paredes del salón donde organizan la maratón.

“Danzad, Danzad Malditos” fue la primera película alcamada de Sidney Pollack y la quinta que añadía en su carrera de director cinematográfico. Un escenario sórdido disfrazado de curtida fiesta en donde las alegrías aparentan falsedad frente a una realidad cruel conforma el marco de este magnífico drama de personajes que luchan desesperadamente para sobrevivir y hasta cuanto puede llegar el límite de su resistencia para conseguir su propósito. Cada uno de ellos tiene sus miserias, su modo optimista o no, de ver la vida con un futuro no muy esclarecedor debido a las consecuencias de un “crack” económico. Brillante actuación de la espectacular Susannah York que sobresale ante unos correctos Michel Sarrazin y Jane Fonda.
Natxo Borràs
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