En campaña todo vale

Esperaba poco y encontré bastante en una película que puntúo de esa manera más por comparación con el resto de cosas del género que por otra cosa. No se lo ponen difícil, desde luego.

Will Ferrell roba la cámara con cada una de sus apariciones, en un personaje que lleva repitiendo tiempo pero que sigue haciendo gracia. Zach Galifianakis hace lo que puede, pero la sombra es demasiado grande. Básicamente quedé bastante contento cada vez que Ferrell se dejaba ver y me pegaba bajón cada vez que desaparecía.

Para combatir todo esto, Jay Roach me acabó sorprendiendo sobre todo por no tener pelos en la lengua para tirar de una sátira que se acabó haciendo terroríficamente real. Una película estúpida que acabó siendo casi premonitoria y refleja el estado de la política de los años venideros tras su lanzamiento.

Simpática (aunque irregular) comedia sobre la política que ni se toma demasiado en serio la política ni tampoco su condición de comedia. La historia es la de siempre, el guión tiene algunos aciertos y la película se sostiene gracias a sus actores. Simpática, con algunos momentos (los mejores) que rozan el mal gusto (la escena donde los hijos de Zach Galifianakis confiesan sus pecados es hilarante) y dirección plana pero funcional. La película habría funcionado mejor si el guión hubiese tirado por la vía de la sátira o de la crítica pero en vez de eso acaba siendo una comedieta más que no se atreve a morder donde debe. No es una maravilla pero a mí me ha gustado y eso es lo que realmente me importa cuando voy al cine, sea una buena película o no. Y ésta no lo es (o al menos no es buen cine) pero es entretenida. Recomendable para fans no demasiado exigentes de la comedia.

Tras cada acting humorístico de Will Ferrell late el nihilismo depresivo del hombre lúcido que es. No porque aborde temas serios o por una especial capacidad de análisis, sinó por su voluntad de ser ese cómico que odia su vida real, como Bill Murray. Es una pose y no es una pose, pero lo cierto es que los films donde habita giran siempre alrededor de la creación de momentos donde esta extraña extravagancia vital pueda lucirse. Es un estilo muy sutil para la mayoría, que no lo ve y, por lo tanto, no puede tener la posibilidad de disfrutarlo. Estos son los que no ríen nunca.

Para los que lo captan, es este un estilo metacinematográfico que tiene sus pros, pero también sus contras: te expulsa de la ilusión, de la película. Es como un actor que por error mira a cámara. El centro de atención es el actor, no la historia. El resultado final es una sucesión de momentos brillantes con otros convencionales que divierte en conjunto pero que está lejos de ser brillante. La culpa reside en la propia construcción del producto: mientras Will Ferrell esté por encima de sus películas y no a su servicio, nunca hará ninguna obra maestra. A otros cómicos antes ya les ha pasado, pues les recordamos a ellos y a ni uno solo de sus chuscos films, llámense Jim Belushi, Eddie Murphy o Martes y Trece. Cuidado.

Esta floja película no se merece ni siquiera una critica. Es una más, del montón. Las películas cómicas americanas, salvo excepciones, tienden a la exageración, a la desmesura y acaban no haciendo ninguna gracia.
Pero intentar ver en esta película un fallo por no criticar la política USA es también, en mi opinión, mear fuera del tiesto.
Cada cosa tiene su estilo, su género. Lo de esta película era solo hacer pasar un buen rato y, aunque no lo consiga, fuera de eso no hay por qué exigirle más.

El mundo de la política es una maravillosa (y necesaria) tentación para desarrollar comedias y sátiras de ficción; que nos hablen sin tapujos y nos ridiculicen a esas figuras políticas cargadas de hipocresía, egocentrismo y amoralidad... unas figuras que nos son bastante cercanas en las democracias contemporáneas. Por ello una comedia política siempre goza de un gran potencial.

Pero no se engañen: "En campaña todo vale" no es la serie "Veep" ni está cargada de esos diálogos tan laboriosos, aplicados e ingeniosos como ácidos, punzantes y divertidos.

En esta parodia política (cuyo argumento es la rivalidad durante una campaña entre dos aspirantes locales al Congreso de los Estados Unidos) no hay riesgo, calado ni valor en sus notas de humor a la ridiculización de la esfera política (eso se lo seguimos dejando a VEEP y a films como "Primary Colors (1998) o "La cortina de humo" (1997))). Pues el humor que se nos va dando durante el desarrollo de la trama consiste en nombrar de seguido las típicas palabras de "caca,culo, pedo, pis... tetas, huevos (la palabra más abundante en el guión, que de tanto repetirla resulta baladí, insignificante y anodina), coño, titis, hostia, follar, uretra, cagar y vagina" (palabras que de corrido no tiene gracia de por sí a no ser que haya un contexto que de pie a ello... bueno, en los Estados Unidos se ve que la simple mención de estas palabras ya produce la carcajada, será porque las tienen como un tabú absurdo), en ver algunos trompazos, tropezones, golpes, picotazos de bichos y sobadas de partes íntimas. Sinceramente, de una sátira política se espera mucho más... mucho más que un humor que no se mide con ponderación y equilibrio (desde luego aquí no podemos decir que menos es más... en esta ocasión más es menos) y que resulta tan básico, simplón, resobado, infantiloide y carente de ingenio, perspicacia y sorpresa que apenas hace reír (admito que solo me reí un par de veces... y porque soy de risa floja). Es capaz de mantener una sonrisa cómplice de tanto en cuanto ya que la temática de caricaturizar a los políticos resulta efectiva, aunque esa caricatura sea un mero esbozo de pocos trazos (muy indebidamente se tenía que haber desarrollado su temática de parodia al politiqueo como para no resultar al menos un film simpático y cómplice... y muy malo el guión no es, solo regular tirando a malo).

Una lástima porque la trama se desarrolla con bastante fluidez y evoluciona sin divagar, distraerse o alongarse sin necesidad (a excepción del último tercio que resulta algo repetitivo). Así que a nivel general estamos ante un film lo suficientemente entretenido y agradable como para aguantar un visionado rápido

La realización y la edición por su parte son tan usuales y poco originales y llamativas como aceptables. Se basan principalmente en el plano/contraplano y los planos cerrados para hacer recaer todo el peso del film en sus dos actores principales y en el guión. La cinematografía es limpia y la puesta en escena es complaciente y agradable (destacando una iluminación gustosa) y nos puede hacer mantenernos con convencimiento frente a la pantalla durante el metraje.

Esa fotografía y plasticidad del film (que no es notable, pero sí muy eficaz y placentera), junto a un guión no brillante pero sí soportable... y el buen hacer de Zach Galifianakis (que saca el máximo partido a su personaje, dotándole de una excentricidad e ingenuidad con sus ademanes que no resulta distante sino cercana y entrañable. Will Ferrer por su parte no me dice nada, pero debo admitir que siempre me ha resultado cargante (y en su último trabajo "Holmes y Watson" (2018) ("premiada" con el Razzie a la peor película de 2018) ya es el culmen del perogrullo)) nos hacen poder ver un film que desde luego ni pasará a la historia, ni nos hará reír a carcajadas ni nos sorprenderá en su parodia.

En fin, no merece la pena de verse excepto si se es muy muy fan de sus dos cómicos o de la comedia americana más boba y soez. No es el peor trabajo de Will Ferrer, eso tampoco (pero es que el listón es taan bajo).

Lo mejor: La fotografía e iluminación. Que no llega a la hora y media de duración y no nos tortura con excesivas redundancias en la trama. Zach Galifianakis que le saca el máximo jugo a su personaje.
Lo peor: Su ¿humor? y la falta de audacia de éste...