En campaña todo vale

¿Se puede hacer una película cómica sobre el mundo de la política? si "En campaña todo vale" tenemos una muestra de ello. Quizás la película no tenga la calidad para un gran estreno en cines y que perdure pero para videoclub si que es una propuesta interesante. Su planteamiento y sucesos son claramente extremos pero viéndola me venía a la cabeza la no tan descabellada idea de que alguna que otra escena de la película no esta tan lejana de la realidad actual. Me cuesta trabajo recordar alguna película que toque el tema de la campaña política en clave de humor ( seguro que las hay...) y eso es destacable, en definitiva entretenida y mas para aquellos que les atraiga las estrategias y secretos oscuros de la política.

El mundo de la sátira política, tan tratado últimamente en la televisión americana parece ser coto vedado en el mundillo de la gran pantalla. Quizás sea por el hecho de querer quedar bien siempre a toda costa, o por el respeto que se le tiene al género, no existen muchos ejemplos que hagan parodia de la especie política.

Como protagonistas podemos ver a dos de los actores con más gancho en lo que a comedia se refiere, actores que representan lo más friki, en el buen sentido, del panorama actual. Apoyados en un reparto lleno de nombre muy conocidos en buen eetado de forma, Galifianakis y Ferrell mantienen el nivel metiéndose en el fango y fastidiándose toda la película para quedar por encima del otro sin tener en cuenta las peticiones del pueblo al que representan. Sin duda se nos vendrán a la memoria multitud de situaciones reales con políticos reales, así que en ese aspecto será muy familiar.

Sin embargo la película es irregular. Esta irregularidad está presente durante toda la película, cuyo guión mezcla momentos interesantes y divertidos con otros absurdos e incluso algo penosos. El reparto aguanta con dignidad los dos primeros tercios de la película, pero en el tramo final desfallecen arrastrados por un cierre conservador y previsible, acorde con la mordacidad esencial del film, que resultó ser casi nula.

Vagando un poco por los cerros de Úbeda, he de decir que nunca me expliqué la devoción de los estadounidenses por Will Ferrell, pero después de esta película, empiezo a entreverlo: es un cómico sólido capaz de coger cualquier personaje, de decir las mayores brutalidades, y que tenga chispa. Y es que me ha gustado mucho lo que hace con este congresista indefinible, abyecto hasta resultar entrañable, tan odioso que solo se le puede amar. En el otro lado del cuadrilátero está Galifianakis, también tronchante con una especie de Ned Flanders afeminado y que planta cara a Will Ferrell en un delirante pulso por el poder. El problema del conjunto no son los protagonistas, ni Jay Roach, avezado en estas lides de la comedia cafre, sino quizás en un guión falto de ritmo que alterna momentos muy logrados con otros que simplemente hacen levantar la ceja. Del mismo modo que en Los padres de ella todos los astros se alinearon, aquí faltó una narración mejor hilada. Pero de todas formas, tiene gracia, copón.

Trabajada con sarcasmo, esta película resulta una peculiar comedia sobre las idioteces de la vida política contemporánea y los latentes sinsentido de la democracia. Como se trata de dos personajes que entran en disputa, muchas de las triquiñuelas que se acostumbran disponer en la palestra política aquí quedan desenmascaradas y a la vez exageradas. El ánimo de esta comedia, precisamente, radica en poner el dedo en la llaga y hacer sentir qué es la participación ciudadana y la democracia representativa.
En todo caso, el ejercicio, que resulta divertido por partes, no es bueno en conjunto, dejando, como es de esperarse una noción muy rancia de la bondad y maldad de la dirigencia política, del senado y de la presidencia.

Cae en el tópico de 'es tan mala que hasta resulta buena'. Pero en este caso de veras resulta ser así, debido en gran parte a la indiscriminada sátira que inunda todo el filme. Ya sabemos que las ficticias elecciones que nos propone esta película son un auténtico despropósito y que nadie en sus cabales querría a ninguno de esos dos aspirantes en el gobierno, -mediocres, antipáticos e inútiles,- pero tanto la incompetencia, que afecta por igual a los dos protagonistas, como los amorales intereses que persiguen los responsables de campaña a la hora de situar a un maniquí o a otro, es retratada de una manera tan evidente que raya lo insultante. Y aunque solo sea por eso merece un aplauso. Porque a pesar de ser una burda caricatura suena creíble como una 'desglosación para tontos' de una probable situación política de un municipio X de un país Y. Tampoco equivale a un doctorado en política, pero tiene su aquel. Es decir, una película que está claro que es una completa chorrada, pero que de presentar un tono más serio sí que podría perfectamente sonar realista (ahí tenemos reminiscencias como 'House of Cards o la soberbia, inigualable y perfecta 'Boardwalk Empire'). Y si ya hace pensar siendo lo que es, una (intencionada) infumable comedia política pues imaginemos. Y eso no es casualidad. No paro de decir que es mala pero hay que admitir que tiene su mérito, pues cae simpática e incluso dentro de su delirante propuesta hasta consigue que te la tomes algo en serio. No tiene el humor más inteligente que hayamos presenciado en nuestra vida, de hecho por momentos es muy estúpido, pero hay momentos en los que te ríes. Además, sale Brian Cox unas cuántas veces, y como es un actor estupendo, siempre hace bien su trabajo. Por suerte, 'En campaña todo vale' no es una excepción. Como en este caso su intención es hacer reír, pues supone otro punto para la película.