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Falso culpable

Intriga. Drama. Cine negro Manny es un músico de jazz que vive apaciblemente en Nueva York con su esposa Rose y sus dos hijos pequeños. En una aseguradora, una empleada lo confunde con un ladrón que había robado allí unos días antes y lo denuncia a la policía. Comienza entonces para él una angustiosa pesadilla: es detenido y acusado de una serie de hurtos perpetrados en el barrio. Lo terrible es que todos los testigos y las pruebas caligráficas corroboran su ... [+]
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Críticas 72
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
20 de marzo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso, ésta película la vi hace muchos años, siendo un mocoso y hoy día con la edad que tengo, la miro con otros ojos que me preocupan mucho más.

Me incomoda sentarme delante de la pantalla viendo el sufrimiento ya no del personaje principal interpretado por un genial Henry Fonda, sino comprobar como bastan cinco minutos para arruinarte la vida. El músico Manny Balestrero necesita dinero para el dentista de su mujer y cuando se acerca a la aseguradora a por un crédito, es confundido con un atracador. A partir de ese momento se sube en una ola de sospechas, acusaciones y testigos que afirman rotundamente que es el sospechoso. Olvídense de que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, pura mentira, todos somos culpables hasta que un buen señor con corbata y maletín, por un bues pellizco de euros, nos intentará sacar del atolladero. No se engañen, no hay gente culpable, hay gente con pocos recursos económicos que no se pueden costear una buena defensa y Manny lo va a comprobar de primera mano.

Si el director ha llevado a cabo un meticuloso trabajo en cuanto a veracidad de los hechos, me llama mucho la atención la cantidad de errores cometidos, los comento en la zona spoiler. Henry Fonda transmite en su personaje a la vez la tranquilidad de ser inocente, pero la preocupación de estar pagando por algo que no ha hecho. Pero su mayor preocupación no radica en su persona, sino en la figura de su esposa, la cual no llega a asimilar la situación y comienza a perder el juicio y la razón, sumando un nuevo y peligroso problema al protagonista.

Recomendable película para reflexionar sobre el sistema judicial de la época y mostrarnos lo indefenso que somos cuando las cosas se tuercen de esa manera y es muy complicado mostrar la inocencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
THE CROW
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26 de noviembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos hay como el mago del suspense a la hora de contar historias de hombres normales y corrientes metidos por casualidad en un tremendo lío inesperado del que se complicado salir.
Henry Fonda, con su cara de bonachón, es el protagonista inocente, un padre de familia ejemplar acusado falsamente por pura mala suerte.
La historia recuerda a la obra literaria de Franz Kafka, y transmite la inquietante idea de que a cualquiera le puede pasar cualquier cosa cuando menos te lo esperas. Para colmo, el propio director nos advierte al principio de que está basada en un hecho real.
Aunque no sea de las más recordadas en la filmografía del genial Alfred, sin duda tiene su habitual sello de calidad, con una historia atractiva y sencilla al mismo tiempo, y unos actores que dan lo mejor de sí mismos, pues Vera Miles también se sale en su interpretación de sufrida y traumatizada esposa.
Realmente pude llegar a darnos pena esta situación tan injusta, que el personaje de Henry Fonda padece con un estoicismo inusual, así de buena persona es.
La película demuestra que no hace falta una historia con asesinatos ni grandes efectismos, para crear una buena intriga con muy pocos elementos, que en este caso tiene ademas el buen sabor del cine más clásico de Hitchcock. Hay que valorar que es un film de los años 50 y todo lo bueno que pudo tener en su momento, pues vista hoy en día, después de ver cientos de thrillers, puede dar la sensación de parecer anticuada y saber a poco. Pero teniendo eso en cuenta, está bastante bien.
i42poloj
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20 de octubre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su década prodigiosa de los años 50 el ya reconocido como "El maestro del suspense" decide arriesgarse, salirse de su zona de confort y Alfred abandona en buena medida el género Hitchcock que él mismo había creado para narrar un drama de corte documental sacado de una noticia publicada en la revista Life en el 53 sobre un hecho real, con visos de tragedia clásica. Lo hace para la Warner con quien aún le quedaba una película para cumplir el contrato que había firmado en el 53 por cuatro años. Tampoco es la primera vez que arriesgaba o se salía del "carril". Ya lo había hecho con su primera entrega para la Warner, "Yo confieso", otro drama, o en el extremo opuesto el año anterior en el 55 con la extravagante comedia de humor inglés "Pero..¿quién mató a Harry". Ambos "experimentos" al igual que "Falso culpable" fueron un fracaso de taquilla. El público quería a Hitchcock y no a Alfred por mucho que el maestro tuviera que modificar sus habituales cameos para hacer él mismo una introducción, plásticamente muy brillante en la que advertía a su público que esta película iba de otra cosa no por ello menos inquietante que sus tramas habituales.

A Truffaut, en su mítica entrevista le dijo que con esta cinta exorcizaba un trauma de su infancia en el que se las tuvo que ver con la policia. La angustia que sufre el protagonista encarnado por un Henry Fonda de rostro hierático y atribulado al que Hitchcock le somete a un tercer grado de primeros planos magistrales que traslucen cada uno de sus pensamientos, domina todo el metraje. Un hombre común de hábitos cotidianos y ejemplar padre de familia, un hombre de fé con un rosario siempre en su bolsillo que se ve sometido al capricho del destino, de un dios en este caso cristiano que se confabula en su contra y que solo aceptará su sumisión y acatamiento para aparentemente levantarle el castigo por pecados que no ha cometido. La coda final es una de las pocas partes que no se corresponden con la realidad, probablemente impuesta por la Warner para que el respetable se fuera tranquilo a casa y no dejara de acudir los domingos a la iglesia de turno.

Rodada en buena parte en escenarios donde ocurrieron los hechos, Hitchcock consigue meternos el miedo en el cuerpo de que lo que estamos viendo puede ocurrirnos a cualquiera y nos enseña con minuciosidad los detalles más grises, sórdidos y prosaicos de una realidad que convive paralela con la nuestra sin que lleguemos a experimentarla a no ser que crucemos por algún motivo esa frontera invisible que separa los dos mundos. Y lo hace desde el punto de vista objetivo del espectador y desde el punto de vista subjetivo del personaje, Y si bien es cierto que el maestro se ve amarrado en su creatividad por ser fiel a la realidad se las ingenia como no podía ser de otra manera para regalarnos, escenas, planos y encuadres magistrales y un documento de la vida cotidiana en Nueva York a ambos lados de esa frontera antes citada. Mención destacada aparte el sobresaliente puntaje musical de Bernard Hermann

La investigación policial y sus métodos dejan mucho que desear, a la postre son el famoso McGuffin para narrar la desesperación y la locura (en el caso de una brillante Vera Miles) en la que todos podemos desembocar a poco que se tuerzan las cosas.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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28 de agosto de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock estaba tan obsesionado, desde una experiencia traumática que tuvo de pequeño, a ser condenado injustamente que casi todas sus películas giran en torno a un falso culpable. Al parecer, la obsesión llegaba a tal punto que le molestaba que sus amigos le dijesen que exageraba en sus películas y él quiso hacer una obra realista tomando como base un caso verídico.

Pero la realidad es que la película no da para mucho, es muy previsible y conforme pasan los minutos uno empieza a pensar que o la historia no está todo lo bien aprovechada que podía (quizá por esa intención de Hitchcock de poder decir que no cambió ni una coma de lo que sucedió realmente) o bien hay mucha paja innecesaria. Porque si bien al principio funciona muy bien ese tour confuso al que se ve sometido de forma repentina y difícil de asimilar el protagonista (un muy bien elegido Henry Fonda), luego cuando la cosa se calma y se convierte en un drama familiar se pierde mucho interés, sobre todo adivinando cual va a ser el previsible final.

Así pues gran parte del peso de la película debe recaer en el drama interno del personaje de Vera miles, la esposa. Pero es que este personaje, aparte de ser cada vez más insoportable conforme avanza la obra, es que tampoco da para mucho ni está muy bien narrado. A mi desde luego me deja muy indiferente. Y se qué es lo que pretendía transmitir Hitchcock, pero en mi opinión no consigue hacerlo de una forma muy efectiva. Si a eso le añado que en su afán innovador aquí toma ciertas decisiones estéticas que por una vez no comparto que sean muy acertadas, pues tenemos como resultado algo que yo creo que es una obra menor dentro de su filmografía.

Que se deja ver, que tiene a buen Henry Fonda, pero que está lejos de los estándares de calidad que puede dar su director y que además con el tiempo ha sido ampliamente mejorada por otras películas que ahondan en este tipo de dramas. A sus primeros 40-50 minutos les daría un 8, pero los siguientes 60 minutos para mi bajan mucho el nivel y me resulta complicado darle más que un simple aprobado al producto completo.
El Tito Mel
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6 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un rasgo característico de los directores más importantes de la Historia del Cine es que, separando las que se consideran unánimemente sus obras maestras, revisamos el resto de su filmografía y todavía somos capaces de identificar un grupo amplio de magníficas películas, que serían de por sí las obras maestras de la gran mayoría del resto de directores. Este rasgo es fácilmente localizable en John Ford, Billy Wilder o, por supuesto, en Alfred Hitchcock.

Si damos por sentado que sus películas más aclamadas son “Psicosis”, “Con la muerte en los talones” y “Vértigo”, observamos el resto de su obra y nos sorprendemos ante un amplio grupo de películas excelentes, entre las que estarían “Extraños en un tren”, “Rebeca”, “Yo confieso”, “Encadenados” o “Falso culpable”, por poner algunos ejemplos.

En “El hombre equivocado”, que es como se titula originalmente, se encuentra uno de los temas recurrentes de Hitchcock, tanto en su obra como en la vida real, el del hombre normal que es acusado injustamente, el individuo que por estar en el lugar exacto en el momento equivocado ve como su vida se derrumba. Si nos fijamos en su filmografía, este es un rasgo preponderante: si la protagonista de “Psicosis” no hubiera elegido ese motel… si el personaje de “La ventana indiscreta” no tuviera escayolada la pierna espiando todo el día a los vecinos… si el protagonista de “Con la muerte en los talones” no hubiera levantado la mano en el bar… si al detective de “Vértigo” no lo hubieran contratado para seguir a aquella mujer… todas fueron personas que se vieron arrastradas por los acontecimientos derivados del infortunio.
Como el que tiene el personaje de “Falso culpable”, Manny, un músico de local nocturno que vive en la modestia y mantiene a su familia con los consiguientes apuros económicos. Por culpa de esas estrecheces, irá a su compañía de seguros para intentar rescatar parte de una póliza, y allí lo confundirán con un atracador.

Lo que hace que esta película sea especial es la forma en la que está abordada por su director. Está basada en una historia real acontecida un par de años antes, por lo que Hitchcock decide plantearse la filmación desde la veracidad, intentando ser lo más fiel posible a los sucesos reales, intentando buscar la complicidad con el espectador para que se ponga en la piel del protagonista, y la verdad es que lo consigue. No hay fuegos artificiales para provocar la sorpresa del espectador, ni giros argumentales sorprendentes. Es una historia narrada con todo tipo de detalles, explicando pausadamente cada minuto vivido por ese hombre que pasa a ser de tranquilo padre de familia a preso encarcelado injustamente. Y como espectadores vamos compartiendo la angustia que rodea al protagonista con cada casualidad que se le vuelve en contra, con cada acusación injusta, con cada burla del destino que amenaza con hacer caer sobre él todo el peso de la justicia.

Se percibe un dominio absoluto de Hitchcock en la narración, planos cuidadosamente encadenados en un montaje primoroso que nos muestra detalles sin diálogos en ese descenso a los infiernos, la mirada avergonzada fija en los zapatos de los otros presos mientras va en el furgón, el asombro mudo ante las esposas que lo limitan, los precarios utensilios del interior de la celda…
El personaje de Henry Fonda está enfocado desde la sencillez y su interpretación es portentosa, no se puede aparentar ser más normal y transmitir tanto desde la interiorización. Nos contagia el decaimiento progresivo que lo azota, y lo hace sin escenas crispadas ni exhibiciones melodramáticas a grito pelado pidiendo justicia.
Hitchcock consigue lo que buscaba, meternos el miedo en el cuerpo, cuando la policía lo hace pasear por las tiendas atracadas sentimos el peso de la mirada acusadora de los dependientes, cuando lo interrogan en la comisaría y le muestran la similitud de las notas del atracador queremos gritar que eso es una coincidencia absurda, cuando los testigos lo señalan en la rueda de reconocimiento queremos reírnos irónicamente y echarles en cara que están todos ciegos y se están dejando llevar por los prejuicios.

Como toda peli del mago del suspense, regala algunas imágenes memorables, como la superposición de los rostros del protagonista con el del verdadero culpable, y algunas escenas que irradian una fuerza singular, como la conversación de la esposa con el psiquiatra, en la habitación a oscuras menos el rostro de la mujer bajo la luz de una lámpara, en la que vemos que la locura ha ido ganando terreno en su mente.

Curiosamente, Hitchcock no guardaba buen recuerdo de esta película, sobre todo porque pensaba que se había mantenido demasiado fiel a los hechos reales, y eso le había impedido desplegar su descriptiva imaginación, y también porque el final era un poco abrupto porque así había pasado realmente, y a él le hubiera gustado tener otra forma de desenlace.
Seguramente Hitch tenga razón en cuanto a su final anticlimático, pero está tan bien rodada que uno, después de verla, duda seriamente que se trate de una obra menor, porque resulta perfecta. No se podía haber filmado mejor.
Orson_
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