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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
8
Intriga. Drama. Cine negro Manny es un músico de jazz que vive apaciblemente en Nueva York con su esposa Rose y sus dos hijos pequeños. En una aseguradora, una empleada lo confunde con un ladrón que había robado allí unos días antes y lo denuncia a la policía. Comienza entonces para él una angustiosa pesadilla: es detenido y acusado de una serie de hurtos perpetrados en el barrio. Lo terrible es que todos los testigos y las pruebas caligráficas corroboran su ... [+]
6 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un rasgo característico de los directores más importantes de la Historia del Cine es que, separando las que se consideran unánimemente sus obras maestras, revisamos el resto de su filmografía y todavía somos capaces de identificar un grupo amplio de magníficas películas, que serían de por sí las obras maestras de la gran mayoría del resto de directores. Este rasgo es fácilmente localizable en John Ford, Billy Wilder o, por supuesto, en Alfred Hitchcock.

Si damos por sentado que sus películas más aclamadas son “Psicosis”, “Con la muerte en los talones” y “Vértigo”, observamos el resto de su obra y nos sorprendemos ante un amplio grupo de películas excelentes, entre las que estarían “Extraños en un tren”, “Rebeca”, “Yo confieso”, “Encadenados” o “Falso culpable”, por poner algunos ejemplos.

En “El hombre equivocado”, que es como se titula originalmente, se encuentra uno de los temas recurrentes de Hitchcock, tanto en su obra como en la vida real, el del hombre normal que es acusado injustamente, el individuo que por estar en el lugar exacto en el momento equivocado ve como su vida se derrumba. Si nos fijamos en su filmografía, este es un rasgo preponderante: si la protagonista de “Psicosis” no hubiera elegido ese motel… si el personaje de “La ventana indiscreta” no tuviera escayolada la pierna espiando todo el día a los vecinos… si el protagonista de “Con la muerte en los talones” no hubiera levantado la mano en el bar… si al detective de “Vértigo” no lo hubieran contratado para seguir a aquella mujer… todas fueron personas que se vieron arrastradas por los acontecimientos derivados del infortunio.
Como el que tiene el personaje de “Falso culpable”, Manny, un músico de local nocturno que vive en la modestia y mantiene a su familia con los consiguientes apuros económicos. Por culpa de esas estrecheces, irá a su compañía de seguros para intentar rescatar parte de una póliza, y allí lo confundirán con un atracador.

Lo que hace que esta película sea especial es la forma en la que está abordada por su director. Está basada en una historia real acontecida un par de años antes, por lo que Hitchcock decide plantearse la filmación desde la veracidad, intentando ser lo más fiel posible a los sucesos reales, intentando buscar la complicidad con el espectador para que se ponga en la piel del protagonista, y la verdad es que lo consigue. No hay fuegos artificiales para provocar la sorpresa del espectador, ni giros argumentales sorprendentes. Es una historia narrada con todo tipo de detalles, explicando pausadamente cada minuto vivido por ese hombre que pasa a ser de tranquilo padre de familia a preso encarcelado injustamente. Y como espectadores vamos compartiendo la angustia que rodea al protagonista con cada casualidad que se le vuelve en contra, con cada acusación injusta, con cada burla del destino que amenaza con hacer caer sobre él todo el peso de la justicia.

Se percibe un dominio absoluto de Hitchcock en la narración, planos cuidadosamente encadenados en un montaje primoroso que nos muestra detalles sin diálogos en ese descenso a los infiernos, la mirada avergonzada fija en los zapatos de los otros presos mientras va en el furgón, el asombro mudo ante las esposas que lo limitan, los precarios utensilios del interior de la celda…
El personaje de Henry Fonda está enfocado desde la sencillez y su interpretación es portentosa, no se puede aparentar ser más normal y transmitir tanto desde la interiorización. Nos contagia el decaimiento progresivo que lo azota, y lo hace sin escenas crispadas ni exhibiciones melodramáticas a grito pelado pidiendo justicia.
Hitchcock consigue lo que buscaba, meternos el miedo en el cuerpo, cuando la policía lo hace pasear por las tiendas atracadas sentimos el peso de la mirada acusadora de los dependientes, cuando lo interrogan en la comisaría y le muestran la similitud de las notas del atracador queremos gritar que eso es una coincidencia absurda, cuando los testigos lo señalan en la rueda de reconocimiento queremos reírnos irónicamente y echarles en cara que están todos ciegos y se están dejando llevar por los prejuicios.

Como toda peli del mago del suspense, regala algunas imágenes memorables, como la superposición de los rostros del protagonista con el del verdadero culpable, y algunas escenas que irradian una fuerza singular, como la conversación de la esposa con el psiquiatra, en la habitación a oscuras menos el rostro de la mujer bajo la luz de una lámpara, en la que vemos que la locura ha ido ganando terreno en su mente.

Curiosamente, Hitchcock no guardaba buen recuerdo de esta película, sobre todo porque pensaba que se había mantenido demasiado fiel a los hechos reales, y eso le había impedido desplegar su descriptiva imaginación, y también porque el final era un poco abrupto porque así había pasado realmente, y a él le hubiera gustado tener otra forma de desenlace.
Seguramente Hitch tenga razón en cuanto a su final anticlimático, pero está tan bien rodada que uno, después de verla, duda seriamente que se trate de una obra menor, porque resulta perfecta. No se podía haber filmado mejor.
Orson_
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