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Sacco y Vanzetti

Drama Basada en hechos reales. En 1920, en Massachusets, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, dos inmigrantes italianos de ideología anarquista, fueron acusados de un atraco a mano armada y del asesinato de dos personas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
9 de junio de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 23 de Agosto de 1927 fueron ejecutados en el Estado de Massachusset mediante el procedimiento de la silla eléctrica los militantes anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Su único delito era querer un mundo mejor, luchar por las personas oprimidas, acabar con las cadenas de la opresión. La unión sindical y el movimiento obrero aterrorirazaba al poder. La organización de los de abajo aterra a quienes tienen las riendas. A quienes las tienen y no piensan en el servicio público, si no en los intereses rastreros y viles. La magistral cinta Sacco y Vanzetti de Giuliano Montaldo nos ilustra el asesinato de estos dos mártires de la contemporáneidad. Y casi 90 años después la cosa sigue igual. La protesta social criminalizada, el poder atacando las bases de organización frente a la tiranía. Sacco y Vanzetti es una película que hay que verse, que hay que tenerla en mente. Que hay que divulgarla. Para que se vea como se aseina impunemente desde el poder. Y solo por querer un mundo más justo. Que vivan por siempre Nico y Bart. Su memoria sigue viva, su lucha también.
JCR
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18 de marzo de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
87/22(17/03/21) Loable drama criminal en su denuncia de los prejuicios y las injusticias, que cumple medio siglo desde su estreno el 16 de marzo de 1971. Pero que resulta maniqueo en su simplismo de separación de buenos y malos, quedando los dos famosos acusados como dos estereotipos cuasi-santos embebidos de ser unos mártires de su causa política, frente a un sistema judicial donde todos son caricaturas de malos planos, donde no hay cabida los grises o a la complejidad de dilemas morales. Dirige y guioniza el transalpino Giuliano Montaldo, basándose en la historia real de los anarquistas emigrantes italianos en Bostón Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, que fueron detenidos y acusados del asesinato de un vigilante de seguridad y un encargado de la nómina gubernamental durante el robo a mano armada el 15 de abril de 1920 de la Slater and Morrill Shoe Company en Braintree-Massachusetts. Acontecimientos que tuvieron enorme repercusión mediática mundial, donde intelectuales como Dorothy Parker, Edna St. Vincent Millay, Bertrand Russell, John Dos Passos, Upton Sinclair, George Bernard Shaw o H. G. Wells, hicieron campaña en pro de un nuevo juicio. Las consecuencias de la ejecución de la sentencia fueron disturbios en Londres y Alemania, la Embajada de los Estados Unidos en París fue rodeada por manifestantes y la fachada del Moulin Rouge fue dañada.

Montalvo expone un Estados Unidos sumido en la paranoia del enemigo exterior, en como la ola del bolchevismo soviético podía llegar a la nación del dólar. Además extiende el manto de toxicidad a la xenofobia, la manipulación política de la justicia, la intolerancia al que piensa diferente, ante todo un alegato contra la pena de muerte. Están de protagonistas Gian Maria Volonté como Vanzetti y Riccardo Cucciolla como Sacco, que realizan unos buenos trabajos, aunque algo lastrados por una escritura hagiográfica. A destacar la espléndida banda sonora creada por el maestro Ennio Morricone, que además incluye tres temas cantados por la activista Joan Baez con un tema partido en tres partes con "The Ballad of Sacco and Vanzetti", Báez utilizó el soneto de Emma Lazarus de 1883 ‘El nuevo coloso’, cuyas líneas aparecen inscritas en una placa de bronce en el pedestal de la Estatua de la Libertad, también entona “Here's to You”. Es una coproducción italiana y francesa, rodada en locaciones en Dublín, Irlanda. Fue lanzado en versiones separadas en italiano e inglés.

Tiene un inicio potente filmando en tono documental de cámara al hombre (cual reportero de guerra) en blanco y negro una redada nocturna con decenas de policías a un barrio obrero italiano, al que los agentes entran a saco en varias de estas viviendas, brutal recordando las incursiones de soldados nazis en los guetos judíos. Tras esto los créditos iniciales con el trémulo tema "The Ballad of Sacco and Vanzetti Part 1” entonado por Baez, con imágenes fijas encadenadas mostrando encarcelamientos cuasi-sumarísimos, todo desembocando en la secuencia de un hombre cayendo por una ventana a gran altura (se supone es el líder socialista Andrea Salsedo, muerto tras caer al vacío desde un 14º piso en ambiguas circunstancias en una comisaría policial el 3 de mayo de 1920), aunque la sensación de terror queda atenuada por que canta más que la Baez que es un muñeco. Con este arranque se crea en el espectador un clima de violencia latente en la sociedad, pero donde esta proviene de las autoridades y su brazo ejecutor en la policía.

El relato se puede dividir en tres partes: Durante el primer tramo conocemos a los protagonistas y la situación, nos inyectan en vena la atmósfera social emergente del momento; La segunda parte abarca el bloque del primer juicio, la más jugosa para mostrar la idea del argumento. Un fiscal racista, Katzman que odia a los emigrantes (como si él mismo no lo fuera, como bien le recuerdan en cierto momento), odia a los comunistas, y por ende odia a los anarquistas, con discursos retrógrados hirientes, sobre todo el alegato final, encarnado por Cyril Cusack de modo guiñolesco en su maldad primaria. Vemos a un juez Thayer muy parcial, jugando en todo momento a favor de fiscalía, encarando este por Geoffrey Keen de modo chusco en su villanía. Tenemos al abogado defensor Moore, visto como un Quijote luchando contra un sistema judicial de Molinos, encarnado por Milo O’Shea de un modo un tanto sobreactuado, con arranque de furia que molestan por el modo de querer remarcar las injusticias. Montaldo filma con el DP Silvano Ippoliti estos tramos del juicio de modo dramático, ello con montajes primero del bullicio en la calle frente al palacio de justicia y en ciudades por el mundo (imágenes de archivo), y en la sal del juicio la cámara se mantiene a distancia cual si estuviera prolongando las multitudes alteradas del exterior al epicentro del juzgado; La tercera parte resulta más lánguida, abarcando el recurso judicial, y los agónicos intentos de revertir la sentencia, ello con alguien que se auto inculpa del robo y asesinato. Asistimos al crescendo de las protestas por todo el globo. Es en esta parte donde Gian Maria Volonté, donde tiene varios momentos intensos, sobre todo en el encuentro entre el gobernador de Massachusetts, desbordando personalidad y carácter, y sobre todo mucha dignidad. También en su discurso final ante el juez resulta enardecedor, muy bueno. Mientras el Sacco de Riccardo Cucciolla queda muy al fondo de marco, un secundario apagado en su laconismo, solo tiene su medio-momento en la carta a sus hijos oída en off de su final.

"Por ustedes, Nicola y Bart, descansen para siempre en nuestros corazones; el último y último momento es suyo, ¡y la agonía es su triunfo!" Joan Baez en el tema principal de esta película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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18 de octubre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la segunda década del siglo XX, las autoridades de Massachusetts, EE.UU., vieron pintada la ocasión para darle “una buena lección” (léase intimidar, aplastar, disuadir…) a los anarquistas que se venían consolidando en un país donde, el trato dado a los inmigrantes, a los sindicatos y a todo lo que oliera a izquierda era bastante abusivo, agresivo y represivo, mientras que la moral de las élites y de la clase política seguía rigiéndose por un solo principio: “¡Vamos a la guerra, el oro nos lo demanda!”

Entre quienes sirvieron como conejillos de indias a la policía y a los gobernantes, hubo dos inmigrantes italianos: Nicola Sacco, obrero de una fábrica de calzado y, Bartolomeo Vanzetti, de profesión pescadero… pues, ante la incapacidad de capturar a los hombres que asaltaron a la Slater-Morrill Show Company y asesinaron al cajero y al vigilante, se decidió detener a Sacco y Vanzetti en una redada, para inculparlos de éstos delitos por la particular (y para ellos oportuna) razón de haber sido identificados como anarquistas.

A lo que vamos a asistir, es a uno de esos juicios (muy comunes en algunos países por estos años, donde se consiguen falsos testimonios, extravío de expedientes, eliminación de testigos claves…) y donde, quizás, se pueda comprobar que, la “justicia” de ciertos Estados se parece muchísimo a la injusticia y a la infamia, porque en sus tribunales no prima el Derecho sino el interés político o particular.

¿De qué servirían los reclamos de justicia de grandes personalidades como Albert Einstein, Upton Sinclair, Isadora Duncan, Anatole France y otras, o las grandes manifestaciones que, pidiendo la libertad de Sacco y Vanzetti, se llevaron a cabo en Moscú, Melbourne, Buenos Aires, Belgrado, La Habana…?

El director, Giuliano Montaldo, nos ofrece con, <<SACCO Y VANZETTI>>, una de esas historias que hierven la sangre y remueven las entrañas, porque se deja, fielmente plasmadas, la suerte de retorcidas maquinaciones que suelen darse en los tribunales entre los llamados a ejercer la justicia… y es cuando surge la inevitable pregunta: ¿De dónde -sino de la hipocresía- surge el osado lema de, El País de la Libertad?

El guion, escrito por el director con la colaboración de Fabrizio Onofri, se ajusta con rigor a los hechos reales, y en una combinación de color y B/N, va ilustrando los hechos ocurridos entre la detención de los anarquistas y ese sombrío desenlace que, como suele ocurrir paradójicamente, también sirvió para convertir en mito a dos hombres buenos… y para dejar sentada otra de las grandes infamias que empañarán, por siempre, al sistema judicial estadounidense.

Para, Nicola Sacco (1891-1927) y Bartolomeo Vanzetti (1888-1927), anarquía significaba: Libertad para todos los hombres sin distingos de raza, nacionalidad, afiliación política o religión. Abolición de clases para que no haya unos que lo tienen todo, mientras que muchos otros no tienen nada. Objeción de conciencia, para que haya el derecho de no ir a la guerra a quien respeta la vida… Ellos nunca mataron a nadie, jamás robaron en parte alguna, ¡tan sólo luchaban por un país justo! ¡¿Eran, éstas, razones para querer eliminarlos?!

Muy buenas actuaciones de, Gian Maria Volonte’, Ricardo Cucciola, Cyril Cusack y Milo O’Shea, y una sensible banda sonora de, Ennio Morricone, la cual incluye la canción, “The Ballad of Sacco and Vanzetti”, muy bien escrita y magníficamente cantada por Joan Baez.
Luis Guillermo Cardona
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29 de marzo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elio Petri fue un director comprometido películas como los obreros van al paraíso e Investigación de un ciudadano libre de toda sospecha y esta lo demuestra. La historia de dos anarquistas que son acusados injustamente de asesinatos y su posteriores consecuencias. La balada de Joan Baez es preciosa la música de Ennio Moricone. Unos excelentes actores hacen el resto. Especialmente RIccardo Cucciolla un actor desconocido como muy bueno.
Orson_Welles
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10 de julio de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las obras clave del cine político italiano de los 70, uno de los ejemplos paradigmáticos de "cine denuncia" y uno de los dramas judiciales más ácidos y emocionantes de la historia del celuloide, "Sacco y Vanzetti" cuenta la historia de dos anarquistas italianos residentes en EEUU que son detenidos en una redada, acusados de un crimen que no han cometido, y sometidos a un juicio-farsa donde la idea es castigar la ideología anarquista...y de paso mandar un aviso a los inmigrantes, especialmente a los italianos.

Con un estilo visual muy sobrio que deja protagonismo a los diálogos (excelentes, por cierto) y a la interacción entre los personajes, con un ritmo adecuado, pausado pero que no aburre, con interpretaciones correctas en general, salvo la de Gian Maria Volonté que es muy buena, la película consigue retratar la paranoia anticomunista (y antianarquista, por extensión), el racismo generalizado y la volátil situación social de la época. Y de paso muestra las tretas que el poder puede usar (y de hecho usa, entonces, ahora, y siempre) para quitarse de en medio a los que lo ponen en cuestión. Hay momentos, como el último alegato de Vanzetti, de una intensidad dramática que pone los pelos de punta, y otros, como el momento del cóctel, que hacen gala de un humor corrosivo muy fino.

Y tiene la que es en mi opinión una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine.
elviajero
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