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El E.T.E. y el Oto

Comedia. Ciencia ficción A la Tierra llega una nave espacial, dejando abandonado a un ser extraterrestre. Éste se encuentra con un niño con el que entabla amistad. Parodia de la película "E.T., el extraterrestre", de Steven Spielberg.
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
2 de mayo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El E.T.E y el Oto" es una película que atenta contra la inteligencia del espectador.

La verdad es que hay que ser muy friki o estar muy emporrado para poder reírse con esta bazofia, y ya no digamos darle 10 estrellitas. Y es que en pleno siglo XXI, aún hay gente en este espacio de críticas, que piensa que la “genialidad” debe ser administrada en forma de bazofia, y aunque veas que te dan bazofia tienes tragar con gusto porque sino no sabes apreciar el “arte”… en fin, que cada cual deglutine la mierda a su gusto, si puede.

Pero situémonos. Son los años 80. Apenas había pasado un año del estreno de "E.T. el extraterrestre" cuando Manuel Esteba acababa de ver la cinta de Spielberg en el video BETA. Había quedado en estado de shock con el muñequito ese que sólo sabía decir dos palabras seguidas: (mi casa… mi teléfono…), así que pensó en algo grandioso. Se dijo: <<si Spielberg puede, ¿por qué yo no?>>, por lo que fue trazando en su cabeza su E.T.E. (Oto) particular. Sabía que no llegaría a ganar el Oscar como Spielberg, aunque en su imaginación se veía rodeado de flashes con el público rendido a sus pies alabando su obra maestra.

De la imaginación al hecho hay un trecho y lo que salió fue lo más parecido a las películas de los bizarros superhéroes turcos, que sólo de verlos te sangran los ojos. El mérito hay que dárselo sin duda al dúo Calatrava que en aquella cinta estaba en su salsa. Y es que confundieron la gracia con hacer el gilipollas, pero daba igual: <<mientras haya dinerito cualquier chorrada se puede grabar>>. Así debieron de pensar el tándem Esteba-Calatrava, ya que el más flacucho se enfundó un disfraz ajustado con mallas plateadas y un pasamontañas dejando la cara a la vista. ¡Si señor, con un par!.

Aprovechando el chalé de veraneo del director o de alguno de los miembros del rodaje, y decorado con algunos escenarios de cartón piedra de todo a 100, la película fue filmándose a la sombra esperpéntica del bizarrísmo más barato. Los Calatrava y el director debieron de pensar: <<¡Qué éxito!. ¡Nos vamos a coronar!.>>. Sin embargo la realidad fue otra. Con el paso del tiempo la película se convertiría en la producción más escatológica y casposa que ha parido el cine español, en dura pugna eso sí, con Campamento Flippy, aunque no superada por poco. Y es que como el buen vino, las películas más casposas van mejorando A PEOR con el paso del tiempo.
Jason
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12 de noviembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito de la ya mítica “E.T, el Extraterrestre” (1982) de Steven Spielberg hubo quien no tardó de rodar alguna versión similar o parecida sin que necesariamente se tuviera que captar el espíritu bonachón de una película que aún sigue cautivando a millones de espectadores.

En España se dieron dos ejemplos muy claro de lo que no se debía hacer cuando se producía un fenómeno que combinava extraerrestre con niño con lágrimas y efectos especiales. A años de luz (técnicamente hablando) tenemos “Los Nuevos Extraterrestres” (1982) de Juan Piquer Simón, un pretencioso y mediocre ejercicio tan explotador como dificilmente exportable que no llegó a la altura ni de ser una modesta producción de serie Z.

Pero con más mala saña y, dicho está, irremediable cachondeo nos llegó “el ETE y el OTO” (1983) de Manuel Esteba con los hermanos Calatrava de protagonistas y poniendo nota a una tan risible como infumable aproximación en clave de parodia de la que no poco se habló. Inclyso llegó a insinuarse que su director se adelantó en su momento a la gran mayoría para ver el film de Spielberg en los Estados Unidos y rodar aquí su versión de cuatro duros.

El dúo de hermanos humoristas y músicos conocidos como los Hermanos Calatrava ya habían participado en un par de películas cómicas (Horror Story; los Kalatrava contra el Imperio del Karate) en los años que gozaban de una tremenda popularidad entre el público que no se perdía sus “shows” e improvisaciones en directo. Provenientes de un pueblo de la província de Badajoz llegaron a Barcelona a mitad de los años cincuenta y pronto se dieron a conocer por su imagen de feo y guapo en la escena. Sus números, entre musicales y humorísticos han quedado relegados actualmente a un segundo plano.
Natxo Borràs
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4 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es lo mejor que se puede decir de esta película. Sin duda, cuando se hace la parodia de un film muy famoso uno no espera una cinta de arte y ensayo. Se trata de echar un buen rato con escenas divertidas que hagan referencias a secuencias emblemáticas de la anterior. Olviden cualquier circunstancia en ese sentido con respecto a "El ETE y el Oto".

Probablemente, estemos ante una de las barbaridades más grandes dentro de la cartelera española. Desde los títulos de crédito hasta el final nos preparamos para un viaje con los hermanos Calatrava que nos llevan por un argumento que quizás enmarque una historia de terror (para la audiencia que lo sufre) tras la apariencia de comedia lenta y cansina.

Mención especial a la forma de hacer la nave espacial del visitante (al que no se intenta disimular ni con maquillaje). Puro cine de autor con número musicales incluidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Libanés
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23 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Material radioactivo peligroso. Un subproducto patrio que reflejó lo peor del inframundo cinematográfico español. Ese que no suele emitirse nunca en TV, del que jamás oirá a los críticos hablar y que muy raras veces verá en algún festival "underground". La clase de material que se emite con la misma discreción que quien compra cocaína en un callejón oscuro. Porque "El ete y el oto" es droga dura, de la mala, de la que mata neuronas a cañonazos.

Estados Unidos. Principios de los 80. Spielberg estrena "E.T., el extraterrestre". Lo peta. Pero lo peta de verdad. Empieza a ganar dinero a espuertas, a manojos, a granel. Y no solo eso, sino que la crítica se le rinde a los pies. Spielberg ya no es un buen director; es un gran director. Ha creado la película de la que habrá que hablar cada vez que en las décadas venideras alguien cite a los 80. Lo adoran. Y el adora que lo adoren.

España. Principios de los 80. Nuestros padres y abuelos aún tienen el culo abierto por Tejero y sus bromas. El graciosete se montó un sketch en donde parodiaba una vuelta a la dictadura. O, al menos, quedó en un sketch, porque anda que si la cosa llega a ir más lejos... Aquí no estábamos para bromas, aunque sí para los destapes de Pajares y Esteso (¡Diossss!) y para quemarnos las venas con heroína. Mientras, Dartacán y los tres mosqueperros ladraban y los niños de entonces empezaban a vivir una década lisérgica en "Planeta Imaginario".

Entre los cómicos de la época, Los Hermanos Calatrava. Dos tipos de dudosa gracia actual, pero un descojone nacional a ojos de aquel entonces, que decidieron echarle mucha cara al asunto. El cine se seguía viendo como algo reservado para los grandes (no demos la brasa con Buñueles y similares, por favor), y tenía algo especial que parecía destinado a países que nos llevaban ventaja. Aquí éramos más de "Verano Azul" y otras drogas chanqueteras.

Pero hete aquí que a los Calatrava no se les ocurrió nada mejor que juntarse con Manuel Esteba para pergeñar un asalto a mano armada y cara descubierta a la obra de Spielberg. Lo llamaron "El ete y el oto", una parodia hecha en unos pocos días, casi sin dinero, sin ningún guion, sin vestuarios, sin nada de nada. Un largo sketch rodado en película, que no tenía ni pies ni cabeza, interpretado por los Calatrava y otros degenerados. Y para que el daño fuese mayúsculo e irreparable, al bajito, al más feo (y, esperamos, también estéril) de los dos lo disfrazaron con mallas para que hiciese de ET. Honestamente, maquillaje no hacía falta.

Y así llegamos al año 2019, en que estamos aquí, opinando sobre un sub-sub-subproducto español. Material de alcantarilla. Lo peor de lo peor. Las aguas fecales de la ciencia ficción. Un lugar en donde, en comparación, el cine de Troma es moneda de valor.

"El ete y el oto" es infracine. Una basura infecta cuyo visionado deja secuelas. No se puede retomar la vida con normalidad después de verla. No, al menos, sin algo que mate el recuerdo y anestesie la conciencia.
Jose_Lopez_5
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1 de marzo de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A rebufo del fenómeno cinematográfico que supuso la cinta de Spielberg de 1982 “E.T., el extraterrestre”, los hermanos Calatrava realizaron un año después esta película homenaje titulada “El E.T.E. y el Oto”. Para esta colosal adaptación, se pusieron bajo las órdenes del director Manuel Esteba, a la sazón realizador de películas de calidad relativa como “Viciosas al desnudo” y “Los Kalatrava contra el imperio del kárate”, también en colaboración con los hermanos Calatrava. En este sentido, “El E.T.E. y el Oto” puede ser considerada una película fundacional dentro del género mockbuster español, a la que se unirían en las décadas siguientes cintas como “Brácula: Condemor II” y “Spanish movie” con el afamado cómico y actor malagueño Chiquito de la Calzada, entre otras.

Si bien, “El E.T.E. y el Oto” sigue de forma sui generis la trama spielbergiana original, el guion (también firmado por los hermanos Calatrava y Manuel Esteba) se desvía en cierto momento haciendo suya la historia y añadiendo nuevos matices a la relación del extraterrestre con el niño. Prueba de ello, es que la productora de Spielberg pidió una copia de la cinta y, al ver el resultado de la adaptación española, rechazó denunciarlos por plagio. Entre estos matices, podemos encontrar una referencia simbólica a la tradición mesiánica neotestamentaria. En efecto, el E.T.E., magistralmente interpretado por el feo de los hermanos Calatrava (que en ocasiones es indistinguible del guapo), es un trasunto de Jesucristo. Así, tanto el E.T.E. como Jesús de Nazaret provienen de otro mundo, bajan a la Tierra con una misión, congregan seguidores (los apóstoles en el caso de Jesucristo, los niños en el caso del E.T.E.), son perseguidos por las autoridades, mueren, resucitan y abandonan finalmente el planeta Tierra de regreso a los cielos, dejando su legado de paz y amor entre los humanos. Todo ello aporta una perspectiva genuina a la trama que, si bien se vislumbra en la cinta de Spielberg, en “El E.T.E. y el Oto” se hace más evidente, engrandeciendo la historia original en la que se basa.

En los aspectos técnicos, la cinta homenaje de los Calatrava adolece de los impedimentos que supuso no tener un gran presupuesto, ni de lejos cercano a los 10,5 millones de dólares con los que contó la película de Steven Spielberg. Por ejemplo, en lo que se refiere al maquillaje y diseño de vestuario, pueden encontrarse ciertas diferencias entre la estética de E.T. al compararla con la de el E.T.E calatravesco, aunque a veces no se haga demasiado evidente y cueste distinguir al extraterrestre de Spielberg del representado por el feo de los hermanos Calatrava. En este sentido, es mérito del actor español el que, a pesar de esa enorme diferencia de presupuesto, supiera captar la esencia del alienígena original, echando mano de gestos faciales y sonido guturales con los que compensar la falta de recursos económicos, recursos con los que sí contaba la película del famoso creador de “Encuentros en la Tercera Fase” o “Indiana Jones”.

Algo similar puede decirse de los efectos espaciales, algo más contenidos en la película de los hermanos Calatrava. Sin embargo, no se echan de menos, dando por buena la afirmación de que “menos es más” y que puede contarse una misma historia de mejor modo sin necesidad de recurrir a la parafernalia de los efectos visuales, los cuales pueden distraer del sentido profundo de la historia que se nos narra. En este aspecto, El E.T.E. y el Oto supera de lejos a su antecesora e inspiradora.

En cuanto a la banda sonora original, corre el rumor de que los hermanos Calatrava también quisieron hacerse con los servicios de John Willians. No obstante, al parecer dichas negociaciones se rompieron debido no solo a las estratosféricas exigencias económicas de Willians, sino también a las reticencias que le provocaba trabajar en una película que podía suponer una clara competencia a la de su amigo Steven Spielberg. Como contrapartida, el encargo de la banda sonora recayó en el catalán Josep Maria Bardagí, autor de obras magnas como la serie de dibujos animados “Marcelino, pan y vino”, o varias películas del trío cómico Tricicle.

En definitiva, nos encontramos ante una película de culto que, como poco, iguala y en ocasiones incluso supera a la cinta de Spielberg. Aun así, fue denostada incomprensiblemente por la crítica de la época, la cual, pasados los años y con la perspectiva que nos otorga el tiempo, podemos acusar cuanto menos de injusta. Unas críticas que no supieron entender la gran obra maestra ante la que se encontraban. Una película incomprendida que supo seguir el zeitgeist de su tiempo y que abrió un nuevo camino de posibilidades dentro del cine patrio.
palandam
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