El color del paraíso

Tengo que admitir que esta es una de las películas que más me llega, saca a relucir mi sensibilidad y casi hasta un par de lágrimas. Grabada de una forma que se ve tan natural, con una sencillez que hace relucir aún más su genialidad, sin actores profesionales (tan solo el personaje del padre es hecho por un actor de profesión) lo que hace aún más realista esta belleza de película. Rescatar el trabajo realizado con la fotografía, son realmente impactantes algunas de las imágenes que se nos muestran, un filme cargado de simbolismos.

Mohammad (Mohsen Ramezani) es un niño con una sensibilidad increíble, sinceramente no quiero creer que nadie pueda sentirse indiferente ante todo lo que le sucede, es un amante de la naturaleza por excelencia. A pesar de su ceguera esto no le impide ser muy feliz, cariñoso y sentimentalista.

En el otro extremo tenemos a su papá (Hossein Mahjoub), un hombre que en primera instancia uno lo ve como un ogro, como un egoísta al que no le interesa para nada su hijo y que busca tan solo rehacer su vida con una nueva esposa. Pero viendo las cosas más a fondo, él ha sido una persona golpeada por la vida, que cree vivir como un miserable, atormentado por fantasmas que están solo en su cabeza y con un Dios que le da la espalda.

Él quiere que su hijo se haga carpintero para que pueda valerse por sí mismo, lo hace con ese afán pero también con la finalidad de quitarse la “carga” que es mantener a su hijo ciego y la vergüenza que siente por él. Ambas ideas deben mezclarse para encontrar por qué aleja al niño de su familia.

Es cuando Mohammad entra en desesperación, se encuentra triste, alejado de su familia y se expresa en unas frases llenas de sinceridad y desconsuelo: “Nadie me quiere ¿sabe? Ni siquiera mi abuela. Todo el mundo se aleja de mí porque soy ciego. Si pudiera ver podría ir a la escuela del pueblo con los otros niños. Pero como no puedo ver tengo que ir a la escuela para niños ciegos en el otro extremo del mundo. Nuestro profesor dijo que Dios ama a los ciegos porque no pueden ver y yo le dije que si fuera así no nos habría hecho ciegos, para que pudiéramos verlo a él. Él me contestó, Dios no es visible está en todas partes, puedes sentirlo cerca, lo ves a través de la punta de los dedos. Ahora tiendo las manos por todas partes buscando a Dios hasta que pueda tocarlo y pueda contarle todos los secretos de mi corazón"

Los momentos finales son realmente sublimes, hablando técnicamente la escena esta extraordinariamente grabada y es totalmente acongojante. Primero un padre frío ante lo que ve, por último, un Dios que lo vuelve a ver y que toca a Mohammad.

Un pueblo que nos es extraño. Una película extraña. El valor de los sonidos puesto en un audio que busca los detalles. Canto de pájaros, el correr de las aguas. Las amenazas de las tormentas. Los sentimientos de los protagonistas que no terminan de llegarnos. Retazos de vida, la llegada de la muerte. Un casamiento sin amor. Un deseo sin casamiento. La película da para pensar en varias cuestiones vitales y su relatividad pero no termina el espectador de saber adonde va. Quizás sea una forma de dejar lugar a la reflexión. Transcurre lentamente y hay que esperarla, viene como rezagada, se está como a la espera de algo más que no llega y llega el final.

'El color del paraíso' es mi primer acercamiento al cine de Majid Majidi. La película narra la historia de una desdichada familia en la que el poder del amor no es lo suficientemente fuerte como para vencer todos los problemas que tienen los integrantes de la misma. Mohammed, un niño ciego, logrará destapar el carácter egoísta de su padre, quien le considera un obstáculo para rehacer su vida de nuevo tras la muerte de su esposa. La historia nos habla de aprender a valorar lo que tenemos, de la importancia de amar desinteresadamente a las personas que tenemos a nuestro alrededor y también de la cruda realidad de las discapacidades. La frustración, la tristeza, la desesperación y la decepción germinan en un entorno en contraposición, una apacible aldea rodeada de maravillosos prados llenos de flores y verdes bosques.

La película es genial, pero el metraje se queda corto para contar debidamente el desenlace, que está lleno de significado, de mensaje. Muy bien dirigida, sin alardes, y muy bien elegida la paleta de colores. Todo eso, sumado a la elección del entorno rural como escenario, dota a la película de un aura de pureza difícil de explicar... Pero que se siente.

En primer lugar destacaría la preciosa fotografía de esta película, pero también hay que reconocer que tiene unas buenas interpretaciones, sobre todo el personaje tan entrañable del niño y también de la abuela.

Una buena película, aunque a ratos un tanto lenta, pero que merece la pena ser vista.

Me vuelve a sorprender la calidad de las películas hechas en Irán. Narraciones de la película muy acertado, película conmovedora que permite adentrarse a una cultura bastante ajena; además de una enternecedor acercamiento a la ceguera física de un niño.
Más que recomendable