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La carreta fantasma

Drama. Fantástico Es Nochevieja. Tres borrachos evocan una leyenda según la cual si un gran pecador es la última persona que muere al terminar el año, entonces tendrá que conducir durante un año entero la Carreta Fantasma que recoge las almas de los muertos. David Holm, uno de los tres borrachos, muere cuando suena la última campanada de la medianoche... (FILMAFFINITY)
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
21 de mayo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ingmar Bergman adoraba a Victor Sjöström, y si algo admiraba Bergman de la filmografía de Sjöström era su película “La Carreta Fantasma” (Körkarlen, 1921), una de las joyas del cine silente, un film a mitad de camino entre lo fantástico y el naturalismo más desgarrador. Se considera que es la mejor película sueca de su época, un mérito nada desdeñable puesto que Sjöström fue coetáneo de Mauritz Stiller y de Georg af Klercker, otros dos pesos pesados del cine escandinavo. Sjöström dirigió cuarenta y un películas entre 1912 y 1923, por aquel entonces, el “Séptimo Arte” se encontraba en plena expansión en Suecia, sus producciones destacaban por su pulcra captación de los paisajes naturales, por basarse a menudo en obras literarias contemporáneas y por tratar temas como la redención, el destino o la muerte con una exquisita madurez, “La Carreta Fantasma” se enmarca en esta corriente.

Narrativamente es una película de endiablada modernidad, la historia se desarrolla mediante flashbacks muy bien entrelazados, creando un “in crescendo” dramático muy apropiado. Al inicio de la película, el espectador ya conoce las consecuencias provocadas por las malas acciones del protagonista, David Holm, sin ni siquiera atisbar las causas exactas que han conducido a ese punto. La audaz propuesta de Sjöström arranca con el conflicto que se expone plenamente desarrollado y no será hasta pasados unos veinte minutos cuando se comience a verter luz sobre la oscura historia del señor Holm y su complicada relación con el resto de personajes.

Pero Sjöström no era únicamente un creador atrevido y rompedor, sino que también se revela en “La Carreta Fantasma” como un cineasta de un enorme dominio del medio que no teme en recrearse en algunas de las imágenes y escenas que filma. El ritmo de la película es bastante lento, pero no de forma gratuita, sino porque a Sjöström le interesa detenerse en los detalles y gestos que le interesan, darles todo el tiempo necesario para sacar de ellos el máximo provecho posible. Esto funciona también porque el trabajo que hacen los actores es magnífico, especialmente el propio Sjöström como protagonista, que tiene que dar forma a un personaje difícil de interpretar sin caer en los tópicos, un David Holm despreciable al que se hace difícil dotar de humanidad. Sjöström consigue que ese David Holm sea creíble y tenga personalidad propia, de hecho, la forma como éste trata con tanto desprecio al resto de personajes resulta tan auténtica que en ocasiones nos resulta hasta hiriente.

La película fue rodada en mayo de 1920. Frente a la costumbre de la época en Hollywood, Sjöström optó por rodar en localizaciones exteriores, demostrando un gran manejo de la luz. Julius Jaenzon, realizador de contrastada trayectoria en el cine silente sueco, se ocupó de la dirección de fotografía. Sjöström y Jaenzon demuestran un gran dominio de la técnica y del medio cinematográfico, hacen alarde de una gran precisión en el dominio de la doble exposición dejando para los anales de la historia escenas memorables como el penoso viaje de la carreta recogiendo las almas de los muertos o la vaporosa figura del carretero. Por otra parte, sobresalen los encadenados, que incrementan la complejidad del montaje. También resulta interesante el cuidado tratamiento de las luces y la exquisita composición de los planos.

Una de las obras cumbre del cine mudo, un film increíblemente moderno para su época que puso de manifiesto la madurez de la narrativa cinematográfica, que ya se había solidificado con el estilo clásico de Griffith y que autores como Sjöström se atrevieron a llevar un paso más allá, un director que, desgraciadamente, hoy en día ha quedado prácticamente olvidado, pero que merecería ser justamente recordado por lo que realmente fue: uno de los primeros grandes cineastas de la historia.
Juan Marey
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11 de noviembre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un título capital de la Historia del Cine y, en consecuencia, en la filmografía de uno de los maestros pioneros de este Arte, el sueco Sjöstrom. Basada en una novela de Selma Lagerlöf, parte de una extraordinaria base argumental, absolutamente optimizada a todos los niveles por el director. (aquí, actor principal además).
En Nochevieja, tres borrachos evocan la leyenda según la cual aquel último gran pecador que fallezca antes de terminar el año estará condenado todo el año siguientea conducir la carreta fantasma, cuyo cometido es recoger las almas de los muertos...
Sjöstrom enriquece asombrosamente la narración a través de inauditos "flash backs" y utilizando, pues, diversos tempos narrativos, hasta conducir la historia a un ovillo perfecto y admirable. De no poca osadía temática y con una excelente utilización de los medios fantástico/técnicos de la época, "La carreta fantasma" es una gran reflexión acerca de la Muerte como fin quizás no definitivo, puesto que los actos en Vida son los que pudieran hacer pervivir nuestra alma en el tiempo. Sjöstrom usa la variabilidad cromática como recurso dramático y obtiene una fábula moral asombrosa que abraza el tema/conflicto religioso ejemplar y profundamente (bondad, caridad, redención, pecado...). Dividida en 5 partes, es indiscutible la influencia de este autor en la obra de alguien tan fundamental como Bergman e incluso en coetáneos tan importantes como Dreyer. Imprescindible.

P.D.: "Señor, haz que mi alma madure antes de recogerla". Por cierto, Kubrick copió descaradamente una secuencia (la del hacha) para la sobrevalorada "El resplandor".
kafka
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25 de marzo de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Una pobre muchacha del Ejército de Salvación, agonizaba enferma de tuberculosis, de esas tan rápidas y brutales que no se resisten más de un año. Mientras pudo, Edit había continuado sus guardias y cumplido sus deberes; pero cuando le faltaron las fuerzas, fue enviada a un sanatorio."

Así comienza la novela, “Körkarlen” (El Carretero), que, la galardonada escritora sueca, Selma Lagerlöf, publicara en 1912, y así también arranca la película que su compatriota, Victor Sjöström, realizara en 1921, la cual se inspira en una antigua leyenda sueca que habla de que, el hombre que muera el 31 de diciembre antes de que suenen las doce campanadas que anuncian el año nuevo, estará condenado a conducir, durante los siguientes doce meses, la carreta de la muerte y será quien libere las almas de aquellos que fallezcan.

Esta leyenda, será el trasfondo mediante el cual se revisará el pasado de David Holm, el hombre al que la enfermera, Edit, reclama desde su lecho, pero, su familia se muestra recelosa, pues, guarda muy fuertes motivos para no querer verlo.

El filme se convertirá así, en un estudio moral y espiritual (con un fuerte tejido sobrenatural) de la suerte de desgracias que, a la familia y a la sociedad ocasiona un adicto, en este caso, al alcohol. Sjöström, se sirve de magníficas sobreimpresiones y de una muy sobria construcción de imágenes, para recrear su concepto de la muerte y su forma de proceder ante los que abandonan este mundo o están muy cerca de hacerlo. Muy poco que "objetar" a su particular tesis (el convencional aspecto de la muerte y su capacidad de dar oportunidades, pues, son éstas reserva de Dios) y mucho que ganar si se sabe captar el edificante propósito que contiene esta magnífica y aleccionadora historia. El filme reboza arte en cada una de sus imágenes, y es definitivo que, el director sueco tiene aquí una obra maestra.

A su virtuosa labor como director, Victor Sjöström, suma la autoría del emotivo guion, y además, asume el rol protagónico, logrando de, David Holm, un desadaptado que impacta con sus asombrosas y abominables decisiones. Como, Edit, la indeclinable chica que se niega a perder a ese primer huésped que le llega muy adentro, Astrid Holm (actriz a la que luego veríamos en, “Häxan” de Benjamin Cristensen), da la perfecta medida y uno siente que está ante un ser de una calidad humana difícil de emular.

Cada quien define su destino y es responsable de las consecuencias de sus acciones, pero, mientras el amor consiga mantenerse cerca, muchas cosas pueden cambiarse… incluso aquellas que parecen imposibles.

<<LA CARRETA FANTASMA>>, es cine para la eterna memoria.
Luis Guillermo Cardona
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9 de diciembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Carreta Fantasma" es una obra maestra del silente escandinavo, dirigida, guionizada y protagonizada por Victor Sjöström. Cuando Sjöström estrenó el film, ya era considerado de uno de los más notables e importantes cineastas de Europa, conviertiendose en un verdadero inspirador para otros genios contemporáneos o posteriores como los alemanes F.W. Murnau y Georg Wilhelm Pabst, el soviético Sergei Eisenstein y los austríacos Erich von Stroheim y Fritz Lang. Y es que en palabras de su compatriota Ingmar Bergman, reconocido discípulo y admirador de Sjöström, su maestro y mentor poseía una capacidad única de desnudar el alma humana en situaciones dramáticamente cotidianas, en donde a menudo el leitmotiv trataba sobre cuestiones como la redención, el destino o la muerte. Ciertamente, es un relato sobrenatural que combina naturalismo salvaje y mensajes moralistas, y la forma en que Sjöström lo retratará lo diferenciará de la enorme mayoría de los films de su época, a través de una coherente y dinámica línea de tiempo narrativa, es decir con flashbacks, paralelismo y perspectiva narrativa, en 5 capítulos. El hecho de que el espectador ya haya similado tan sólo en los primeros 10 minutos de metraje que el protagonista tiene un conflicto ya desarrollado y el director lo invite a saber por qué y cómo llegó a ese estado, constituirá una propuesta innovadora y, particularmente, audaz del director para su tiempo, en que el cine aún seguía las pautas narrativas heredadas de su origen teatral.

De esta forma, Sjöström presenta microhistorias paralelas pero absolutamente conectadas: una primera en que la agonizante hermana Edit del Ejército de Salvación, solicita encarecidamente a la hermana María que vaya a buscar a David Holm. La segunda en que el propio David Holm junto a dos amigos se emborracha en un cementerio contando la macabra leyenda de que la muerte tomará como cochero oficial al último en morir en el año. Y una tercera que reúne a estas dos, explicando cómo David Holm termina desgraciando a toda su familia por su vicio alcohólico y por un confuso e inesperado incidente cae muerto siendo el último en fallecer ese año, y por ende condenado a ser el cochero de la muerte por todo el próximo año. El talento de Sjöström para exponer la naturaleza más auténtica y salvaje de la miseria humana, principalmente en la figura de su protagonista, David Holm, borracho déspota que no sólo le da una mala vida a su esposa y dos hijas, sino que se dedica a pervertir a sus amigos en el alcoholismo y a que abandonen a sus familiares por errores a los que él mismo los indujo. Su conducta agresiva, tiránica y perversa, al punto de querer contagiar a sus propias hijas de la tuberculosis que lo afecta y buscar vengarse de su esposa que lo abandonó por miedo, parecen ser motivos suficientes para ser elegido a tomar la responsabilidad de esta horrorosa labor encargada por la muerte como una forma de castigo.

Pero más aún, el objetivo del film es buscar la prácticamente imposible redención para su protagonista. Y no sólo será a través de la figura de Edit, intentando reformarlo desde que lo conoce en los bares de mala muerte, sino también de su antiguo amigo George, protagonista reciente de la leyenda que el propio David cuenta, sobre el cochero de la muerte, amigo al que por cierto él mismo metió en el alcoholismo. George guiará a David en la previa a asumir su desgraciado cargo por un viaje recordatorio y dramático de su irreprochable conducta, en donde buscará el arrepentimiento verdadero y la redención definitiva, para salvar literalmente la vida de su esposa e hijas. Además de su enorme valía en el plano narrativo, hay que señalar que la película destaca también en el plano plástico, en donde Sjöström da cuenta de una brillante presentación y combinación de nuevas técnicas e innovaciones de exquisitez visual. Y será el fotógrafo sueco Julius Jaenzon, quién apostaría por filmar preferentemente en exteriores en donde muestran un notable manejo de luz y sombra y un aprovechamiento destacable de la belleza de la naturaleza, por ejemplo en las escenas en que la carreta transita por el solitario litoral para ingresar al mar y recoger el alma de un pescador ahogado. Un eficiente y asombroso dominio de la técnica de doble exposición con la que regalaron memorables e inmortales escenas en que la figura del cochero y su carreta a caballo realiza su penoso recorrido recogiendo las almas de los muertos.

Las actuaciones son competentes y sólidas, siendo otro de los grandes méritos del film. Comenzando por el trío protagónico conformado por un acertadísimo Víctor Sjöström, quien aparte de dirigir este clásico, personifica al aborrecible David Holm, personaje arrastrado y perdido por el alcoholismo y la odiosidad. Sjöström interpreta con solidez a un personaje complejo, dotándolo de una credibilidad bastante inusual para el cine mudo y dejando entrever que detrás de su miserable conducta hay un hombre que lucha contra sí mismo y sus lamentables errores del pasado. Por su parte, Astrid Holm interpreta correctamente a su contraparte protagónica, Edit la hermana del Ejército de Salvación, que lucha contra su destino en pos de cumplir con la misión que se ha autoimpuesto, al intentar reformar a David y hacerlo regresar con su esposa e hijas. Finalmente, Hilda Borgström, considerada la actriz sueca más importante de la época silente, encarna eficientemente a la sufrida esposa de Holm. En el reparto secundario, encontramos al competente Tore Svennberg, quien interpreta al pendenciero George, amigo de David Holm. Y a la actriz fetiche de Sjöström, Concordia Selander, que interpreta a la madre de Edit.

En definitiva, una de las grandes obras maestras del cine silente, no sólo escandinavo y europeo sino mundial. Un film increíblemente moderno para su época, prueba irrefutable del talento y preponderancia de Víctor Sjöström como pionero cinematográfico tanto en el plano narrativo como en el plástico.
DavidFilme
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15 de noviembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Carreta Fantasma es una película moderna. Es paradójico que podamos catalogar así una obra de principios del siglo XX, pero hoy día se producen y distribuyen películas infinitamente más rancias y antiguas, en su peor acepción, que la genialidad de Sjöström. Lo actual puede ser viejo. Lo antiguo puede ser vanguardista.
Su valentía narrativa, comenzando el relato en pleno nudo de la acción. El uso adelantado a su tiempo de la más novedosa tecnología, siempre al servicio de la historia. La intrépida utilización del flashback, mejor dicho, del flashback dentro del flashback, sin que en ningún momento resulte confusa la narración. Interpretaciones sobrias y contenidas...y, además, la presencia de gérmenes y bacilos, de contagios y de irresponsabilidad frente a la enfermedad, que no puede estar más de actualidad.
La Carreta Fantasma se mueve en el finísimo mundo que existe entre lo visible y lo invisible, entre la vida y la muerte, entre el aquí y el allá, y, atravesando décadas, sobreviviendo a guerras y a los avatares de todo un siglo, llega hasta nosotros su poesía, su profundo mensaje moral.
AdolfoOrtega
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