El increíble finde menguante

Entretenida historia de ciencia de ficción situada en una casa rural donde seis amigos se disponen a pasar un fin de semana juntos.
Bajo presupuesto es poco para hablar de esta historia ya que no tiene ningún actor conocido, fue la ópera prima de su director y desde luego ningún tipo de efecto especial ni alarde técnico más allá del “modo pausa”.
Pese a su limitación de presupuesto y a que presenta un guion ya visto en otras cintas, por ejemplo la obra maestra “Atrapado en el tiempo” con la que comparte muchas similitudes consigue ofrecer un toque novedoso y en mi opinión un desarrollo que va de menos a mas tanto por motivos de la evolución de la historia como por un truco visual que añade tensión a la trama.
Una trama que de principio a fin nos lleva a plantearnos el significado del tiempo, como lo gastamos, como lo aprovechamos y como este va menguando a nuestro alrededor.
Para fans de las películas de ciencia ficción que lo basan todo en el guion.

La verdad es que no tenía ni idea de la existencia de este film, dirigido por Jon Mikel Caballero, y me ha sorprendido para bien. Leyendo la sinopsis ya me ha atrapado y me ha dado muchos motivos para querer verla. El resultado ha sido bastante notable. El reparto es bastante pobre, solamente seis personas, siete si contamos la voz por teléfono de Luis Tosar. La historia no es que sea nada original, que el o la protagronista principal se tope con un bucle temporal y repita el mismo día, en este caso el mismo fin de semana, una y otra vez se ha visto otras veces. La más conocida, seguro que mucho recordarán "Atrapado en el Tiempo" con Bill Murray. Aunque, en esta película hay algo diferente a las demás. Iria del Río encabeza el reparto metiénsose en la piel de una fuerte, pero a la vez independiente, Alba, que para celebrar su 30º cumpleaños se dispone a disfrutar de un fin de semana, en una casa rural, junto a su novio Pablo y cuatro amigos. Todo va bien hasta que por un hecho traumático, Alba se siente atrapada a repetir el mismo fin de semana una y otra vez. Aquí no acaba la cosa, y es que, cada repetición dura una hora menos que la anterior. No voy a spoilear nada, pero en lo se refiere al aspecto visual me ha parecido curioso como el propio director nos va presentando el film, minuto a minuto. Pues, en resumidas cuentas, es de lo más recomendable. Mi nota final es de 8/10.

Posiblemente, el de “El increíble finde menguante” no sea el título más eufónico de la historia —en rigor, es horripilante— y la pandilla “millennial” que la protagoniza adolezca de una desalentadora falta de carisma; pero su apuesta por el jugueteo cuántico y sus paradojas constituye una novedad ciertamente refrescante, más si cabe en una cinematografía como la nuestra, apoltronada desde tiempo inmemorial en la recurrente trinidad de historicismo, costumbrismo y tremendismo.
El arranque no resulta particularmente prometedor, con el antedicho grupito intercambiando banalidades —eso cuando logra uno descifrar algo de entre el torvo murmullo tan del gusto de los intérpretes patrios— en torno a un botellón bastante precario y salpimentado con dos escuálidas rayas. Que sus partícipes no cumplan ya los treinta no hace sino acrecentar la escasa simpatía que éstos despiertan, así como la tentación de ponerse la estupenda “Coherence” (ídem, 2013) o, sin necesidad de cruzar el charco, “Los cronocrímenes” (2007). La referencia a "Atrapado en el tiempo" ("Groundhog Day", 1993) me parecía demasiado fácil. Afortunadamente, la primera de las regresiones temporales trae consigo una mejora sustancial y un renovado interés que crece conforme se van sucediendo los bucles, cada uno un poco más breve que el anterior. La trama cobra tal brío que no sólo se nos olvida la decepción inicial, sino que incluso llegamos a empatizar con la insoportable Alba —el trabajo de Iria del Río también manifiesta un aumento sostenido de calidad— hasta el punto de desear que salga con bien del eterno retorno en que se halla sumida.
Además, el debut en el largo de Jon Mikel Caballero cuenta con notables hallazgos estéticos —ese formato decreciente hasta quedar el fotograma convertido en una estrecha ranura— y narrativos —las resacas de Iria del Río, inversamente proporcionales a la duración de los bucles—. En resumidas cuentas, si se le perdonan un puñado de “peccata minuta” producto de la bisoñez y sus horrísonos título y quince primeros minutos, “El increíble finde menguante” constituye una disfrutable excepción a la mostrenca norma del audiovisual carpetovetónico.

Si con el título pretendían hacer alusión a la peli "El increíble hombre menguante", deberían hacérselo mirar.
Esta película no tiene claro hacia dónde va, ni los actores lo hacen bien (lo siento), no se les entiende hablando y me empiezan a caer mal casi desde el principio.
Parece como si antes de elaborar el guión lo que hubieran encontrado eran 4 emplazamientos bonitos y se hubieran inventado una historia coja para justificar la ambientación.
Muy mala, vaya.

El día de la marmota, y la generación millennial

La historia nos recuerda de salida a ese magistral día de la marmota que se reflejaba en la película protagonizada por Bill Murray y dirigida por Harold Ramis traducida en España como: Atrapado en el tiempo. Pero debajo de una premisa más o menos conocida, se esconden múltiples capas que va desgranando con valentía el cineasta debutante Jon Mikel Caballero que con medios técnicos sencillos, pero muy cuidados, consigue escribir y dirigir una película que es pura vanguardia cinematográfica.

Lo sorprendente del filme es que consigue sobreponerse a una presentación de personajes y a una puesta en escena inicial demasiado teatralizada. Algo parecido sucedía en la reciente Cementerio de animales, en la cual el cineasta hacía lo increíble creíble, pero lo mundano, y por lo tanto lo que no debería generar dudas, resultaba cuanto menos cuestionable. Es decir, en El increíble finde menguante cuesta inicialmente entrar en la historia por lo impostado de algunos personajes, pero una vez que el espectador toma la medida correcta al ritmo propuesto, la filmación evoluciona hasta el clímax final que se centra más en lo humano que en lo fantástico.

El filme supone por momentos un serio correctivo a la generación millennial a la que se presenta desmotivada, individualista, y con cierto grado de desafección con el mundo que los rodea. Sin embargo, Jon Mikel Caballero sorprende e introduce debates en torno a la precariedad laboral, a la emigración española hacia otros países europeos en busca de nuevas oportunidades o incluso y cómo mensaje más importante, dibuja el amor como medio unificador de la felicidad en contraposición al individualismo.

Iria del Río brilla en un reparto coral

La actriz catalana Iría del Rio (Las chicas del cable) carga con el mayor peso de la producción con una interpretación fresca, inteligente, y contenida. Su personaje, Alba, es la pieza principal del engranaje diseñado por el director para ver a través de ella como sienten o piensan los demás jóvenes a través de las distintas subtramas propuestas. El espectador, y Alba, transitan un mismo camino ya que cuentan con más información que el resto de personajes en un buen detalle cinéfilo.

Su pareja en la pantalla es el actor hispano-británico Adam Quintero (El internado), que cumple a la perfección con lo que se le exige incluso cuando el cineasta le «congela» en los bucles temporales. Su personaje está dibujado sobre la duda de si debe continuar su relación con Alba o por el contrario cortar con ella por la falta de compromiso de la chica. Este arquetipo generalmente más usado en las mujeres es otra idea bastante original del cineasta cambiando los roles establecidos en las parejas.

El increible finde menguante se completa con un eficaz reparto coral compuesto por Nadia de Santiago, Jimmy Castro, Adrián Expósito, Irene Ruiz, y la voz de Luis Tosar como el padre de Alba.

Excelente técnica de rodaje y buen uso de los espacios escénicos

La parte técnica de la película es sobresaliente, y más teniendo en cuenta que la cinta no cuenta con un gran presupuesto, ni está apoyada por ningún gran estudio de cine. Un montaje muy complejo y que debería estudiarse en cualquier escuela de cine, acompañado de un buen sonido directo y una gran fotografía de Tània de Fonseca, hacen aún más interesante la producción. Quizás el abuso en el uso de la música sea la parte que más dudas pueda generar en los aspectos complementarios.

Destacar las localizaciones exteriores rodadas en el valle navarro de Aézkoa con sus frondosos bosques, riachuelos y la Naturaleza en plena ebullición. Este uso de los espacios escénicos abiertos compensa de alguna manera las muchas secuencias rodadas en los espacios interiores de la casa rural.

Conclusión

El increíble finde menguante es una humilde producción independiente en la que se demuestra que el talento está muy por encima de los medios económicos al servicio de la producción. Por ello, solo cabe felicitar a Jon Mikel Caballero por un notable debut en el largometraje con una historia en la cual se funden el amor, la amistad, los bucles temporales y la denuncia social. Por último, destacar un recurso cinematográfico original, sutil y potente que consiste en ir reduciendo progresivamente la imagen proyectada en pantalla acompañando la cuenta atrás de Alba.

Escrito por Miguel Pina