Rey de reyes

Estamos aquí ante una superproducción de época y ante una de las mejores películas de la historia. El Jesús más solemne y místico interpretado por Jeffrey Hunter. Cierto es que parece un personaje del reparto más pero cada aparición que tiene es sencillamente divina, desde el bautismo hasta la cruz. El metraje concede mucho tiempo a la trama política y al imperio romano. Con una fugaz y radiante Carmen de Sevilla interpretando a María de Magdalena. Narrando la historia de Barrabás a la par que la de Jesús y viéndose como difieren los medios que utilizan cada uno. Grandes escenas con el sermón del monte y después en la resurección con Magdalena como testigo. Espléndida la banda sonora como la dirección de Nicholas Ray.

La versión que Ray hiciera de la vida de Jesucristo es aséptica sin ser hagiográfica, epidérmica y claramente insuficiente. Siendo lo mejor el trabajo con el scope de su director (dónde fue un maestro) es una película en la que el proceso de selección de episodios de la vida de Jesús resulta muy discutible, resutando un film elípticamente descompensado y erróneo, de discreto guión y envarada interpretación de Jeffrey Hunter, sin que los secundarios -entre ellos Carmen Sevilla como María Magdalena- ayuden en nada.
La mejor parte de la película (en un todo pobre y obvio) es el episodio en el que Salomé pide la cabeza de Juan el Bautista, así como la última secuencia, tan impecable como imposiblemente metafórica de toda la figura real del Mesías visto el resto del metraje.

Era de esperar que tras el éxito de “Ben-Hur” (1959) de William Wyler, la tirada de superproducciones bíblicas ya fuera en formato de “péplum” o trasladado a otras épocas como el Medievo o el Renacimiento iría en aumento. En Hollywood estaban empeñados una ronda de en seguir produciendo panegíricos íntegros basados en la vida de Jesús de Nazaret, después de una década en que también éxitos como “Quo Vadis” (1951) de Mervyn LeRoy o “La Túnica Sagrada” (The Robe, 1953) de Henry Koster habían dejado su huella imborrable.

Junto con “La Historia más grande jamás Contada” (The Greatest Story Ever Told, 1965) DE George Stevens, Jean Negulesco y David nos encontramos con éste anterior “King of Kings” (1961) rodado unos años antes bajo el sello de Samuel Bronston lo que implicaba que parte del rodaje y del equipo técnico se trasladara a España y planteada como una ambiciosa biografía del Nuevo Testamento a mayor gloria de un inspirado Nicholas Ray como director y encargado de llevar a cabo tan ambicioso proyecto que acabaría siendo uno más de los cometidos en los cartapacios de la Industria...

Como toda producción bronstoniana el reparto prácticamente era norteamericano salvo las excepciones de algunos secundarios en el reparto (desde Carmen Sevilla a Luis Prendes o pasando por un no acreditado Jacinto Molina, futuro Paul Naschy). La película no carece de ser rica en contenido (fantástico prólogo de la irrupción de las tropas de Pompeyo al Templo de Jerusalén) pero es su duración la que acaba fatigando la paciencia de unos hechos que se acontecen y que todo conocedor del cine bíblico antes y después le va a quedar la sensación de haberse recreado en technicolor los pasajes más celebres de las Sagradas Escrituras, sin olvidar mencionar que Cecil B. DeMille ya había hecho una versión muda en 1927.

Película del gran director de Nicholas Ray, a todo color y gran pantalla; película sólida que presenta una figura de Jesús poderosa y combativa, entre la acción y la contemplación, un Mesías esencialmente humano.

Película importante inspirada en los textos del historiador romano Tácito y en los Evangelios, que fue criticada por la Iglesia como “inexacta”.

Como apunta Kaorí: “Película solemne, técnicamente asombrosa, emocionalmente apasionada y estéticamente creativa. Nicholas Ray dirige con una sabiduría inclasificable una obra que es un lienzo de pinturas frías y rojos brillantes, figuras tenebrosas, sedas rasgadas, romanos imponentes y monarcas en lujosa decadencia”.

En esta obra «Ray convierte la pasión de Cristo en el arrebatado drama interior de un hombre cualquiera que duda. De este modo, el director juega a las contradicciones para convertir la pantalla panorámica en el escenario de una batalla que se libra en el reducido espacio de una conciencia torturada» (Luis Martínez).

Desde mi modo de ver una de las versiones más entretenidas, grandiosas y hermosas que se han hecho sobre la vida de Jesucristo.

Rey de Reyes cierra un ciclo en la Metro de grandes películas .

Lo mejor: Lo amena que hace la historia de Jesucristo .
Lo peor: Nicholas Ray renegó públicamente de esta etapa de su filmografía.

Rey de Reyes fue grabada completamente en España en localizaciones de Madrid y alrededores y Almería Además contó con la colaboración de equipo técnico y artístico español, como el decorador Enrique Alarcón y Carmen Sevilla como María Magdalena.