Johnny English Returns

El actor Rowan Atkinson siempre ha sabido captar la atención de los espectadores con una forma de actuar cómica y divertida. En esta película le veremos de nuevo en acción con una trama más elaborada que la anterior y con un sentido del humor insuperable. Recomendable para pasar un día de cine de risas y entretenimiento.

El cine de comedia es el género más subjetivo a la hora de opinar del mismo. Nunca son películas de llevarse Oscars o recibir las mejores críticas, sino que a la hora de valorarlas, básicamente gustarán en función de lo que nos hayan hecho reír.
Me gusta el humor de Rowan Atkinson desde siempre, mejor como Mr. Bean, por supuesto. Y con "Johnny English" me reí lo mío. Pero esta segunda parte cojea. A pesar de tener un principio muy gracioso con la parte de los monjes y la persecución en Hong Kong, luego la cosa se pone relativamente "seria", o menos cómica. Y, claro, si reducimos la densidad de gags no nos queda mucho donde agarrarnos. Al final remonta un poco pero el resultado es bastante peor que su primera parte. Con todo, se pasa un buen rato. Prefiero estas películas a las "Scary movie" o a los "Resacones" que no me hacen la más mínima gracia.

Rowan Atkinson (retirado de su personaje televisivo de Mr. Bean... lamentablemente) protagoniza esta parodia al género de espías (básicamente a los films de James Bond) en la que es un espía muuuuuy patoso.

Este tipo de comedia sobre agentes secretos no resulta ninguna novedad y la venimos viendo desde "Austin Powers" hasta la versión fílmica de "Superagente 86", y pasando por las infantiles "Spy Kids" o "Superagente Cody Banks".

En el caso de "Johnny English Returns" no nos encontramos ni mucho menos ante la quintaesencia de la comedia... pero he de reconocer que no es tan inapetente y calamitosa como había esperado. El metraje se deja ver con simpatía... y aunque eso es lo único bueno que se puede decir de ella, al menos es algo. Y ese justo deleite viene dado básicamente gracias al cómico Rowan Atkinson (ya leyenda viva del humor inglés) en el largometraje que mejor ha sabido aprovechar su comicidad y no tanto por las gracietas de su guión que se quedan a medio gas.

Y es que una parodia del cine "bondiano" siempre tiene un jocoso potencial (y más teniendo a Atkinson de estrella) que aquí no es explotado como hubiera podido. "Johnny English Returns" no aporta estruendosa carcajada tras estruendosa carcajada con un humor tan ingenioso y original como imparable (eso se lo dejamos al televisivo Mr. Bean y su inteligente humor británico con el que no hay color en comparación). El humor de "Johnny English Returns" apenas arriesga y resulta comedido, formal e incluso ya visto. Se echa de menos un metraje más loco, estrambótico y novedoso en su diversión.

Aun así, de sus 90 gracietas, el film deja un puñado de risas y carcajadas (contadas con los dedos). Éstas se suceden durante el humor físico (en el que Atkinson siempre triunfa irremediablemente con su inimitable lenguaje corporal en el que una pose dice tanto y hace sonreír), cuando se explota este tipo de humor en el film, sus gags funcionan. Además el ritmo del metraje fluye medianamente bien en su trama (a excepción de alguna persecución o pelea alargada y redundante), y también se cuida su banda sonora y su estética. La elección de secundarios también resulta acertada (West riéndose con desenfado de sus papeles de galán caradura en el cine, Anderson como desesperada jefa... y sobre todo Kaluuya como el joven agente Tucker que comparte gran química con Atkinson). Pero es sobre todo el buen trabajo de Atkinson, que esta vez está completamente vívido y guasón, el que aporta el verdadero sostén del metraje.

En fin, quien busque un humor inglés perpicaz y descacharrante a lo Mr. Bean (de TV), aquí no lo encontrará. Pero para quien busque la evasión de la cruda realidad con algo simple pero distraído... esta es una película ideal.

Lo mejor:...

Segunda entrega ocho años después de la primera de esta ya trilogía con la del 2018 del cómico actor Rowan Atkinson al que todos conocemos por ser Mr Bean en el mítico papel suyo de la serie que tantas risas nos provocó y que ahora ya tiene su saga de humor en el cine, con una segunda entrega que no solo es igual de buena que la primera, sino que incluso tiene más escenas de risa, de esas que te ríes a carcajadas, haciendo que esta segunda entrega sea todavía mejor que aquella del 2003.
Una segunda entrega que tenemos de nuevo a Atkinson como Johnny English, una especie de parodia de James Bond y que tarda muy poco en arrancarnos las sonrisas, unas sonrisas que ya no se irían de nuestra cara durante todo el metraje, con situaciones que te pegas unas carcajadas literalmente, como los momentos con la abuela china, la silla que sube y baja o el clímax final, haciendo que te quedes incluso con más escenas memorables que en la primera entrega, una película que de nuevo no tienes que fijarte en el guion, ya que es un guion para hacer que Atkinson te haga reír y lo hace de una manera tan brillante que no recuerdo unas películas que me hicieran reír tanto como con estas. Una segunda entrega súper recomendable, incluso más que la primera, eso sí, para los fans de Rowan Atkinson, porque os partiréis de risa.

Desde luego, para los fieles seguidores de Johnny English (Mr Bean), estaremos ante una más que satisfactoria continuación de la saga, posiblemente de mayor nivel que las anteriores entregas; para el resto del mundo, estamos ante una simple comedia más, con buenas dosis de humor inglés, pero con una historia y un argumento que no dejan de ser algo tan absurdo como el propio personaje de Rowan Atkinson.

Se podría decir que la historia es entretenidilla, con situaciones y escenas tan surrealistas como graciosas y con un Rowan Atkinson perfecto en su estrambótico papel de Johnny English (clarísima parodia del firme espía 007, siempre al servicio de Su Majestad). Desde el primer minuto, el film peca de absurdez extrema, aunque lógicamente se vale de eso para hacer reír al espectador.

Todos sus personajes son ridículos y su forma de hacer reír consiste en no parar de hacer el tonto en cada uno de los 100 minutos que dura la película; pero… ¡qué diantres! También hacen falta producciones de este estilo en la industria cinematográfica; está claro que su calidad es muy pobre, pero se agradece de veras el estar cerca de dos horas echándose unas risas gracias a unos personajes tontainas y unas cuantas escenas absurdas.

No será una gran obra cinematográfica, pero es una de las mejores formas de relajarse (con alguna carcajada que otra) y de pasar el tiempo de una forma amena y divertida. Ideal para desconectar después de una laboriosa jornada de trabajo.