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Johnny English Returns

Comedia. Acción Johnny English (Rowan Atkinson), el poco ortodoxo espía del MI7, parece haber desaparecido de la faz de la Tierra, pero, en realidad, ha estado perfeccionado sus extraordinarias habilidades en una lejana región de Oriente. Cuando sus jefes se enteran de que alguien planea un atentado contra el primer ministro chino, tratan de localizarlo: ahora tendrá la posibilidad de redimirse y utilizar lo último en tecnología punta para desenredar ... [+]
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2011
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
De adolescente no llegaba a comprender por qué el personaje de Mr. Bean tenía que estar siempre tan callado. Mi padre me rechistaba para que guardara silencio mientras yo no dejaba de preguntarme por qué una y otra vez con acento de portugués enrabietado. Total no había nada que escuchar y, para colmo, sus carcajadas hacían más ruido que mis preguntas.

Han pasado algunos años y Rowan Atkinson (el entrañable Mr. Bean) interpreta por segunda vez a Johnny English, personaje que pertenece a ese género mal denominado ‘comedia de espionaje’. Hace ocho años aparecía por primera vez en una película que por suerte ya teníamos olvidada. Pero sabemos que en tiempos de crisis el efecto boomerang nos devuelve siempre lo peor de cada casa. Y también del Cine.

Nadie con un mínimo de sensatez y amor a la comedia habría pedido secuela de una película rematadamente mala. ‘Johnny English Reborn’ supone, al igual que su predecesora, otra colección de gags y recursos humorísticos caducados en los parvulitos de la comedia. En ese sentido la coherencia es absoluta: ni aquella es divertida ni ésta tampoco.

En toda comedia los primeros gags deben lograr por completo su cometido: hacer risa. No importa tanto con qué quieren hacernos reír los guionistas de turno, la gracia (y nunca mejor dicho) está en el cómo. La secuencia cómica que precede a los créditos de inicio anuncia una tormenta de la que será difícil salir con vida.

Sólo hay una cosa más nefasta que abusar del running gag (templo sagrado del guionista cómico), hacerlo cuando no ha tenido gracia la primera vez. Cada sketch es peor rematado que el anterior. Segunda regla cómica que se manda a paseo: la duración. Cien minutos inacabables y sólo un buen par de giros en el tramo final de película.

El importante despliegue técnico en algunas escenas no sólo no compensa la falta de originalidad sino que además queda anulado por culpa del pésimo uso del croma en otras. El logline de la película podría ser ‘un slapstick que ni fu ni fa’. Es tarde para el cartel pero espero que lo tengan en cuenta para el DVD. No quiero nada por la idea. Es un regalo. Gratis.

El entrañable Rowan Atkinson decide tirar del carro en esta tremenda estupidez de gama alta. Un homenaje por todo lo alto al bostezo y la risa obsoleta. No pueden hacernos reír con las mismas cosas que hace sesenta años. Si quieren hacerlo tendrá que ser usando otro lenguaje y otras fórmulas. O actualizando su sentido del humor.

Ahora entiendo por qué Mr. Bean estaba siempre tan callado: para que no subiera el pan. Y tenía que hablar justo ahora que las cosas no dejan de subir. Tiene miga la cosa, y poca gracia. O ninguna.
Melón tajá en mano
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