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In-natural

Terror. Ciencia ficción. Intriga Dos mineros descubren una extraña sustancia que emana de la tierra. La prueban y como tiene buen sabor deciden comercializarla. Su fama se extiende, y la toma mucha gente, pero esta sustancia afecta al cerebro convirtiendo en zombies a sus consumidores. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
5 de marzo de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serie Z ochentera con buenas intenciones. Sólo por el hecho de ver un Yogur Asesino que quiere dominar el mundo merece la pena, si encima tiene algún momento cazurro de gore fest pués ya tenemos un clásico incomprendido.
Los actores no han llegado ni se les espera.
Larry Cohen es un director mítico de pelis casposas, culpable de "Q, La Serpiente Voladora" ,de "Estoy Vivo" y sus dos infames secuelas. Un artesano del cine bizzarro y desmadrado.

Peli de bajo presupuesto que aún hoy en día puede ser disfrutada si dejamos los prejuicios de lado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GODKAIN
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27 de octubre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, me la pasé en su día y no hace mucho que la he visto, y he llegado a terminar de verla, que ya es un punto a su favor. Algunos por ahí la tachan de culto, pero no llega a tanto, es más bien una curiosidad. Es una película que está rayando en el ridículo, sobre todo cuando entra en escena el típico coronel del ejército que ve comunistas por todos lados, ahí deja de tomarse en serio -si alguna vez lo hizo- Podría haber sido algo más oscura y de terror, la base daba para ello, pero se inclinaron hacia la ironía.
El protagonista, con sus frases y su aire chulesco da un punto al film. Supongo que la leyenda de Larry Cohen se habrá formado con productos como éste. No es para tanto.
Eso sí, da que pensar en los tejemanejes de las grandes corporaciones, dispuestas a todo por el dinero... ahí le has dao, Larry...
Lux aeterna
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21 de octubre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Stuff es una película de bajo presupuesto de serie B que mezcla comedia y ciencia ficción y una subliminal crítica consumista. Sólo hay que ver aquella explosión del local The Stuff rodeado sospechosamente de un McDonalds y un KFC. La historia es sublime. Un trabajador de una minería encuentra el néctar de los dioses en la nieve y ese yogur pasa de su boca a venderse en todos los supermercados del país. Sin control sanitario ni nada.

La película costó 1.700.000 dólares que es un señor pico y lo único que sabemos es que gran parte de ese presupuesto no fue destinado a los efectos especiales sino a la imprenta que se dedicó a etiquetar todo tipo de envases y de carteles publicitarios con las palabras The Stuff. A sabiendas que se trata de una comedia de terror, uno se lleva la sensación que se podría haber hecho mucho más en todos los aspectos. Aún así se han de valorar los esfuerzos de aquella época en conseguir réplicas tangibles de los personajes o criaturas del film y que era (y es) la salsa de este tipo de cine. Ni croma ni exceso de CGI.

Sorprende mucho la retahíla de actores de renombre que aparecen en la cinta. Por ejemplo, Paul Sorvino, visto en Uno de los Nuestros (1990), Abe Vigoda del Padrino I y II o Danny Aiello nominado al Óscar por actor de reparto por Haz lo que debas (1989). Y como regalo sorpresa un Patrick Dempsey que aparece cinco segundos en pantalla pero que es la risa si ves su cara a día de hoy y más, si es para traficar con dicho yogurt asesino.

En fin, una de aquellas películas ochenteras de tono cutre y que rebosaba imaginación por todos los lados con un lácteo y dulce resultado. Un abrazo.
Soytutioargail
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4 de mayo de 2019
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Curiosa y entretenida película de Larry Cohen, un hombre que, aunque algo cutrillo a veces (no él, vaya, sus películas digo), merece un reconocimiento por su singuralidad e imaginación.
La película es algo tonta, pero se sigue con interés gracias al buen saber tras la cámara del director, quien saca el mayor partido de unos pocos elementos.
Se pasa bien el rato, aunque se puede olvidar justo después de verla. Pero es innegable su crítica del consumo de la comida barata y de ciertos estamentos y cotidianidades de las buenas gentes. Además, es muy agradecido su humor negro, que la hace más digerible.
Está bien y sobre todo es muy amena. Tampoco se la debe tomar muy en serio.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Constancio
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1 de enero de 2021
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"Bajo en calorías, buen sabor...y encima no mancha". Está delicioso, es nutritivo, saludable, lo comerían sus vecinos, sus amigos, sus hijos o sus padres; no importa de qué esté hecho, es lo mejor que jamás habrá probado.
Si no le gusta...es que no es uno de nosotros...

El mensaje no nos pilla de sorpresa pues ya forma parte del ideario y el estilo de vida colectivo; si no compras el producto de moda, el producto que a tantos y tantos millones de personas encanta, que da trabajo a otros tantos, el producto que día tras día, hora tras hora, las emisoras de televisión, las de radio y las redes sociales se esfuerzan por colarlo en tu casa (y, si se tercian, en tu cabeza)...no eres normal, eres un alienígena, el raro de la sociedad. Como bien anunciaba la campaña publicitaria de Funzo en "Los Simpson": "¡si no lo tienes no eres nada!".
Un mensaje directo a las tripas inspirado en la situación de los EE.UU. en los que vivía Larry Cohen, quien se despacharía a gusto con su febril obsesión por el consumismo y la despersonalización a favor de la aceptación colectiva en una de sus obras más conocidas de los años '80, prosiguiendo su colaboración con el loco de Michael Moriarty (el cual acabaría como matrimonio y luego ruptura) tras dos "thrillers" la mar de interesantes como "Efectos Especiales" y "Sin Salida". Lo peor es que el lado más idiota, más absurdo del director emerge demasiado pronto cuando el trabajador de una mina encuentra una extraña masa viscosa moviéndose en la tierra, la toca y se la lleva a la boca como si nada (¡!).

Yo me pregunto qué hubiera sucedido si llega a ser ácido o cualquier otra sustancia, pero el caso es que llegan otros trabajadores y comen también de ella (¡¡!!), y de ahí, sin más explicaciones que valgan, atravesaremos una elipsis de semanas, o meses, o años (¿a quién le importa?) para contemplar la comercialización de dicha sustancia que brotaba del suelo a nivel masivo. Es la bendición del maniático deseo por comprar, gastar y poseer de la atontada sociedad en la que vivimos, en este caso la sociedad norteamericana en su más fiel reflejo a mitad de los '80 (aunque este mensaje sigue siendo muy actual).
El Stuff, llamado así para su venta, es el producto más adictivo que jamás llegó al Mundo, y esto le sirve a Cohen para presentar, como ya haría Romero en "Dawn of the Dead" o Cronenberg en "Videodrome" y antes de llegar Carpenter con algo similar en "Están Vivos", toda una sátira socarrona y negra (negrísima como el carbón) sobre lo ya tratado: el feroz consumismo, la sangrienta competencia empresarial, la enfermiza estrategia publicitaria y la manipulación de la población. Pero la trama no profundiza en las vicisitudes del mundo empresarial y de la publicidad; a fin de cuentas esto no es la "Gigantes y Juguetes" de Masumura.

Porque el buen director sigue unos derroteros muy claros: contar una fábula, muy aventuresca, enmarcada en los lindes de la ciencia-ficción y el horror, o al menos lo pretende; cuando entra en escena el ex-agente del F.B.I. Rutherford, ahora investigador y "saboteador" industrial, y une sus pasos a Nicole (la encargada de publicidad de Stuff), Charles (un tarado experto en karate y que dice que es policía o váyase usted saber qué) y a Jason (un niño cuya familia se ha vuelto adictiva al producto y que el otro se encuentra "por casualidad") el espectador entiende cómo ha de tomarse el argumento.
En efecto, a broma. Esta unión de personajes caricaturescos, a cada cual menos convincente y más inútil y cuyas interacciones y reacciones no son normales (por ejemplo: ¿por qué Rutherford nunca abandona su actitud sarcástica?, ¿y por qué el niño no se muestra afectado en ningún momento?), parece disponerse adrede por Cohen a lo largo de una serie de hechos casuales, accidentales, que sólo revelan un guión con más agujeros que un panal de abejas. Pero el director posee una virtud: su actitud tan desvergonzada, alocada y malévola como la del mismo Rutherford; es mejor rendirse ante la más pura ilógica de su película.

La crítica social e industrial es el trasfondo de una veloz aventura "exploitation" que recoge el testigo de la ciencia-ficción de los años '50 (con "La Invasión de los Ladrones de Cuerpos", "Invasores de Marte" y "La Masa Devoradora" como principales influencias) y su discurso tan plomizo, tan propio de la política "mccarthista", sobre la peligrosa amenaza comunista en la biempensante, conservadora y atemorizada sociedad norteamericana; de ahí que sea introducido, a merced de la más retorcida burla y a la vez demasiado obvia, el estomagante coronel M.G. Spears (a quien Rutherford se encuentra también "por casualidad").
Y para rematar un trabajo de efectos especiales a cargo de Bret Culpepper que miran de reojo a la obra de Cronenberg antes mencionada o "La Cosa", pero sin, por supuesto, el mismo encanto. ¿Y qué decir de los actores? De ese Moriarty con acentuado y repugnante acento texano que va de gracioso pero no lo es en absoluto, esa Andrea Marcovicci insulsa hasta vomitar, esos histriónicos y detestables Garrett Morris y Paul Sorvino o ese Scott Bloom a quien un servidor le agarraría por las piernas y lo lanzaría al descampado aquel donde brota la crema alienígena (o lo que quiera ser).

Pero si por algo acabó así esta obra, si fue un relativo fracaso de taquilla y de crítica, fue por las intervenciones venenosas (como siempre sucede en la industria) de la gente de New World Pictures, culpables de hacer regrabar al director algunas escenas y rodar otras nuevas para poder estrenar una película de terror simple y acorde con las tendencias de la época.
Cohen no buscaba esto, sino más bien una sátira cómica. Hoy por hoy es considerada una pequeña joya de culto por los más acérrimos; seguramente habría sido así de haber hecho aquél la película a su manera...
Chris Jiménez
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