Lo mejor de Eva

Película mala. Este es mi resumen para definir el último largometraje de Mariano Barroso. Decepcionante a más no poder.

La historia que cuenta “Lo mejor de Eva” no tiene el menor interés. Los primeros veinte minutos del metraje pueden resultar algo prometedores pero, con el paso del tiempo, lo que podía resultar cuanto menos entretenido se convierte en una tediosa e insconciente cuenta atrás mental que uno mismo hace deseando ver los títulos de crédito. Un auténtico aburrimiento. Por si esto no fuera suficiente el guión cae en picado y sin frenos siendo cien por cien previsible, no hay nada que acontezca en la película que ya sepas con mucha antelación que va a pasar.

Con respecto a las actuaciones, bastante planas: Leonor Watling se salva un poco más en su papel de jueza estirada y casi autista que descubre los placeres de la vida con su gigoló particular, y es precisamente Miguel Ángel Silvestre en este papel el que le demuestra a la jueza lo que vale un peine (nótese la casi coincidencia), lo que ocurre es que en escenas “fuera de cama” realiza una interpretación inexpresiva y vergonzante.

Maldecí bastantes veces el haber pagado una entrada para ver esta película, por tanto, mi recomendación es clara: no merece la pena ir a verla.

Hubiera estado coñón que esa fuera la verdadera razón de su nombre y, seguro que muchos lo hemos pensado al ver esa escena en la que la derretida Leonor, le inquiere acerca del por qué de su nombre... Bromas aparte, una película que basa toda su fuerza en las escenas eróticas y la tensión sexual entre sus atractivos protagonistas, no puede resultar buena. La trama es estúpida, increíble y, con un final más que predecible y patético. No hay verdadera complicidad con el espectador al que, se dirige únicamente hacia esas escenas de encuentro sexual que, desfondadn y anulan el resto del trabajo. Nada se explica o se detalla de manera que, realmente, sientas apego por las circunstancias de los personajes. Se sueltan cuatro datos, la mayoría tan por encima que, resulta realmente difícil comprender, valorar o disentir con ninguno de ellos. Ni los malos ni, los buenos te son cercanos por una u otra razón. Parece pasar de puntillas por el malvado empresario, la abnegada esposa, la tenaz jueza y, el gigoló tramposo. Personajes que pudieron ser expuestos al público se quedan en meros clichés de los que, casi todo lo adivinas o te supones pero; que finalmente lastran tanto las emociones que dejan de transmitirlas. Sólo te queda la duda sobre cómo se hará lo que ya sabes que se hará... Floja e impersonal, de manera que, lastimosamente para sus autores e intérpretes, lo más comentado será... lo guapos y estupendos que están estos dos desnudos, tan guapos y, tan perfectos. Una verdadera lástima para el cine, un placer para la vista. Poco más.

Es un cuento corto muy bien desarrollado.

Completamente verosímil esta jueza-niña que interpreta Leonor Watling de manera inmejorable dentro de un guión de poderosa síntesis en el que con muy poco se dice todo lo necesario para que la trama cautive en un contexto de buena banda sonora y excelente fotografía por donde se desliza una historia sencilla y a la vez formidable.

Notable también la audacia de tratar un tema tan interesante y peligroso en el cine español.

Existe un subgénero muy rico en el cine judicial, con títulos señeros, en el cine francés (las películas de Andre Cayatte...) y estadounidense (desde Testigo de cargo a Veredicto...), y sin embargo, no recuerdo argumento similar; ninguna trama alcanza esta riqueza de matices, en torno al clásico tema del criminal que puede esconderse en la piel de un representante de la ley y el orden cuando las pasiones se liberan...

Miguel Ángel Silvestre, su galán, perfecto: el muchachote al servicio de las damas.

En el borde mismo del precipicio de lo inverosímil, el talento de Mariano Barroso eleva la puntería y da en la diana sin que decaiga en ningún momento la atmósfera de intriga (recomendables varias de sus películas anteriores: Invisibles, Éxtasis, Los lobos de Washington y Mi hermano del alma).

Lo peor: el magro desarrollo del personaje del empresario-gángster en manos de un gran actor de teatro como Helio Pedregal. Y el excesivo pudor en las escenas de desnudo por parte de Leonor Watling, especialmente patético cuando se la ve desnuda de espaldas y un instante después se levanta con la braguita puesta.

Lo que prometía ser un thriller judicial acaba desembocando en un drama pseudoerótico de escaso interés.

La historia te engaña al principio. Aparece un cadáver brutalmente asesinado y una juez de instrucción (una Peter Pan frustrada) se hace cargo del caso. Bien.

A continuación aparece en escena Silvestre y ya se acaba lo bueno. No lo digo por Silvestre (ya opiné de él en The Pelayos), sino por su personaje. La historia deriva (y naufraga) en una ridícula persecución sexual que se carga toda la trama. A partir de ahí, como ya han dicho algunos opinadores, todo es previsible. Nada de lo que ocurre sorprende, interesa ni entretiene.

Ni tan siquiera el contenido erótico. Hablan por ahí de que si se ven los cuerpos desnudos de los protagonistas. Los culos y el tetamen de la Watling de refilón. Poco más. Por eso lo llamo "pseudoerótico". Tampoco ahí puede catalogarse "lo mejor de Eva".

Con todo, si tienes pocas exigencias a nivel de guión y te pone la Watling, esta película puede ser una buena manera de pasar la tarde.

Un consejo Leonor: si te da corte salir en bolas, no lo hagas. Tu exigencia de ponerte las bragas al levantarte de la cama provoca un salto de guión.

"La juez novata", este podría ser el título de esta mala película, y lo siento por Barroso, un director muy capaz para películas de acción.
Todo es previsible, y lo que no es para defraudar y no para sorprender.
Película sin ritmo, o, lo que es peor, con un mal ritmo.
Desconcertantes, por no llamar patéticas, algunas escenas como la visita de la juez a la esposa del sospechoso para tomar café en casa de ésta.
Una juez que juega a detective, a policía y a justiciera sin enfocar ninguno de los 3 roles.
Unas historias al margen sin sentido, sin razón de ser, el padre en coma, la hermana y gente que uno no sabe qué hace en la película.
Pero lo que más me extraña es que denominen a esta película como erótica, una de dos, o hemos rebajado el nivel de exigencias y nos conformamos con poco o yo mañana debo ir al sexólogo.
Que entre juez y delincuente haya una atracción sexual no es nuevo, pero de ahí a llamarle erotismo hay un mundo. Las pocas escenas eróticas que hay, apenas un par de ellas son bastante normalitas, no "ponen", a pesar de la belleza de Leonor quien, por cierto, es la única que salva un poco el desastre colectivo y por eso le doy un 5.