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Captain Fantastic

Drama Ben (Viggo Mortensen) es un hombre que ha pasado diez años viviendo en los remotos bosques situados en el noroeste de los Estados Unidos criando a sus seis hijos, varios de ellos junto a su mujer. Aislados totalmente de la vida moderna, de las comodidades de las ciudades y de la sociedad de consumo, Ben es un padre devoto que ha inculcado en sus hijos una peculiar forma de pensar y vivir la vida. Sin embargo, una trágica noticia hace ... [+]
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Críticas 210
Críticas ordenadas por utilidad
26 de octubre de 2016
39 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esa es la pregunta que se hace el para mí desconocido Matt Ross en esta película estupenda y muy interesante. Y su respuesta es no del todo. Decía Mortensen en una entrevista que lo más fácil hubiera sido presentar al protagonista, Ben, como un héroe y a los capitalistas como villanos, reduciendo la historia a un enfrentamiento entre buenos y malos, pero que afortunadamente Ross había optado por tirar por otro lado y por eso Mortensen había aceptado el papel. Aunque Ross deja clara sus simpatías por Ben este, como humano que es, está lejos de ser perfecto y también se equivoca y mete la pata. Y su suegro,que representaría a los defensores del sistema, por muy cabrón que sea no es malvado y todo lo hace para proteger a sus nietos y estar con ellos. Todo esto le da verosimilitud, realismo y complejidad a la película y me parece un gran acierto. Como también me lo parece que introduzca de vez en cuando momentos y diálogos cómicos realmente divertidos que suavizan el drama que sufren los personajes y que están muy bien metidos, sin ser forzados en absoluto.
Además de plantear cuestiones muy interesantes como la lucha contra este sistema inhumano y antinatural, la paternidad y las relaciones paterno-filiales, Captain Fantastic está muy bien hecha en todos los aspectos, destacando la dirección, la magnífica fotografía, la banda sonora (me encantó esa peculiar y preciosa versión de Sweet Child O' Mine de Guns N' Roses interpretada realmente por los actores) y las grandes interpretaciones de todo su reparto, especialmente un Viggo Mortensen impresionante que consigue que parezca que su personaje ha sido escrito para él y los sorprendentes chavales que interpretan a sus hijos los cuales, incluso los más pequeños, están a un nivel que ya le gustaría a intérpretes mayores y más experimentados, más teniendo en cuenta que sus papeles son bastante difíciles, con una gran carga emocional.
Las únicas pegas que le pongo son que a veces peca un poco de sensiblera, que algunos momentos resultan un poco inverosímiles y que sobre todo en la parte final se nota que intenta contentar a todo el mundo, tanto a los detractores del sistema como a sus defensores. Personalmente me hubiera gustado que se mojara más en ese aspecto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PepeMordor
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18 de noviembre de 2016
54 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no se pueda gritar muy alto por miedo a caer en opiniones discordantes o calificaciones oscuras, la segunda película de Matt Ross es el desastre del año. No lo es, solamente, por la proposición de su tibio argumento sino, más bien, por dejarlo en terreno de nadie al no creerse nada de un guión, escrito por él mismo, con casi 120 minutos de metraje.

Hasta aquí nada diferente a lo que ocurre cientos de veces cada curso cinematográfico. Sin embargo, esta vez el error parece haber calado en el público y en los jurados y, de la misma forma que nos sucede cada vez que encendemos el televisor, tampoco sabemos la razón.

Lo justificaríamos si todo recayera en la atracción hacia su figura principal, aunque lo que asusta es que algunos vean un atisbo de libertad en esta alternativa dictatorial donde el control bien se podría trasladar de los verdes bosques del noroeste del Pacífico al norte de algún país asiático.

La propuesta engancha por radical en espera de su antónimo. Pero cuando llega, la narración se limita a anteponer extremos atolondrados. Música clásica, excelencia y vino contra consolas, hipotecas y jardines imperfectos. Y cuando creíamos que llegaría la esperada autoconsciencia (por un instante parece hacerlo), la película se despeña en la trampa de una manera estrepitosa con, tal vez, la escena más ridícula vista en un cine en tiempo. Pocos serán los que no sepan identificarla. La incoherencia del mensaje queda al descubierto mientras la gasolina se regenera, los dientes brillan más que nunca y los vestidos realizados con piel de animal hacen palidecer a los mismísimos diseñadores de moda.

Salvemos, como se ha dicho antes, al bueno de Viggo ya que él es el único reclamo. El polifacético actor se pasea en todo su esplendor y, tal vez, ese sea el gancho al que agarrarse. Nada desdeñable, por cierto. Es su imagen la única capaz de sustentar el fondo. Y con ello, la peligrosa costumbre moderna de quedarnos con la superficie sin atender a las consecuencias.

Claro que de eso nuestro mundo ya sabe un rato.

Mejor no encendamos la televisión.
Guillermo Rico
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3 de febrero de 2017
56 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se veía venir habiendo leído las críticas, pero aún así tenía esperanzas de que 'Captain fantastic' fuese una película aceptable, pero no. Incomprensible ese 7'5 que tiene si realmente alguien busca una película con algo de verosimilitud.

Dejando a un lado el adoctrinamiento político y religioso que lleva a cabo la película, lo de vivir apartados de la sociedad puede resultar un punto de partida interesante. Sin embargo nadie puede creerse lo de que los niños sean todos superdotados, por muy dictatorial que sea el padre, es imposible que en esas condiciones todos hablen 6 idiomas de forma fluida (incluyendo el esperanto, tócate los cojones), unido a que sepan derecho, física, medicina (por lo visto saben curar roturas de huesos incluso), y al mismo tiempo sean unos atletas, sepan cazar, se organicen para robar, etc. Tienen algunos libros y ya con eso parecen saberlo todo, también de pensamiento político y religioso. Aunque bueno, realmente sólo repiten como papagayos lo que les enseña el padre (buena interpretación de Viggo Mortensen).
Por supuesto el blanco preferido es el cristianismo, incluso en la película lo dicen "no hay que meterse con nadie, salvo con los cristianos". Claro, es que si te metes con los musulmanes igual no lo cuentas, tontos no son, la verdad.
Por supuesto el capitalismo es basura para todos los protagonistas, pase lo que pase, y todos los que viven en sociedad son unos borregos ignorantes.
Uno de los protagonistas se declara maoista y no pasa nada, todo sigue su curso e incluso nos quieren hacer ver que es buen chaval (si bien es cierto que ese personaje dice una frase bastante afortunada, pero poco más). ¿Os imagináis una película donde un chico sea neonazi o fascista y todo siga tan normal? Pues eso. No olvidemos que si ha habido un dirigente político sanguinario en el siglo XX ese ha sido Mao.

En fin, supongo que tendré muchos negativos en esta crítica porque si tiene un 7'5 es que le ha gustado a la mayoría, pero una película en la que los 7 protagonistas son odiosos (unos más que otros) ya se empieza a torcer desde muy pronto, sólo hay que ver cómo se siguen desarrollando los acontecimientos para que se confirme lo peor. No me ha conmovido evidentemente porque no puedo empatizar ni con la historia ni con los personajes, y muchos ven en la emotividad el punto fuerte de la película, así que no puedo coincidir con ellos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Markisho
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21 de febrero de 2017
41 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es tan irreal que resulta risible. Un tipo vive con sus hijos en el bosque, y todos ellos son unas máquinas intelectuales, pudiendo discutir sobre política y economía. También son unas máquinas físicas, pudiendo hacer deportes de riesgo y ejercicios de alta intensidad. Buenos cocineros, increíbles conocimientos de supervivencia (nada más empezar, matan un ciervo lanzándose sobre él y rajándole el cuello, ahí es nada). Vamos, que no son personas, son superpersonas. A mí el que más gracia me ha hecho ha sido el pequeño gritando soflamas anticapitalistas.

Pero vivir aislados en el bosque tiene sus inconvenientes, y es que no han desarrollado inteligencia emocional, ni conocimientos sobre la sociedad que les rodea.

Es una película para pasar el rato, más orientada a los que no saben quien es Noam Chomsky, que a los que sí.
echulin
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29 de septiembre de 2016
35 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser diferente no es malo. Sólo resulta complicado mantener la distancia con el común. Ser igual que la mayoría tampoco es intrínsecamente bueno, ser como los demás no tiene que ser algo favorable. Cada uno es como es y cualquier tiene cosas positivas y negativas, que suelen ser las mimas. No podemos pensar que por salirnos de unos cánones somos mejores o peores que los demás. En algunos aspectos la originalidad es muy valorada. En otros casos disimular nuestra presencia en el conjunto monocromo se considera la máxima aspiración.
Las diferencias deberían ser buenas y estar valoradas. Esta valoración se trunca por la desconfianza de los que no las aprecian; un comportamiento distinto al esperado, levanta suspicacias a los envidiosos, a los poco empátícos, a los inflexibles, a los que no son capaces de ponerse en la piel de otra persona. El problema no es la persona que no es como las demás, sino los prójimos que no son capaces de respetar las diferencias, ya no digamos de valorarlas positivamente.

Además de nuestra individualidad, diferenciadora por definición, está ese modo de vida distinto del que deciden participar un grupo de personas, una comunidad. Ahí es donde se les empieza a considerar peligrosos para sí mismos y para los demás. Ahí es donde la maquinaria social pone en marcha toda su potencia para aplastar o para acorralar en un redil sin escapatoria al grupúsculo que se destaca, al que alza una voz disonante en el coro social que componemos entre todos. De esta forma surgen las leyes que intentan preservar nuestra forma de vida, de protegernos frente a los diferentes. Mentira. Las leyes preservan y protegen la forma de vida de los que mandan, que suele coincidir con la forma de vida de los poderosos. De esta forma surge el estado, que se erige en protector de unos valores ensalzados como comunes y que permiten ese arropo social del grupo por el que nos sentimos protegidos de nuestros propios miedos. Porque vivir diferente es vivir libre de miedos, es alcanzar plenitud interior y con el entorno, es cuando la sinceridad te hace ver un mundo más real y más cercano, es sobrevolar por encima de tus propias aspiraciones en favor de las del grupo.

Me apetece citar muchas frases de esta película. Esta es una de ellas: "Si asumes que no hay esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto hacia la libertad, que hay oportunidades para cambiar las cosas, entonces hay una posibilidad de que puedas contribuir a conseguir un mundo mejor. Esa es tu alternativa". Confieso que he tenido de consultar quién es Noam Chomsky: un lingüista, filósofo y teórico de la izquierda en Estados Unidos, que se convierte en protagonista indirecto de una película comercial. Hasta el punto de que la familia alternativa de Captain Fantastic celebra su onomástica en lugar de la Navidad. Todo te descoloca en esta película: el modo de vida familiar: armonioso, ligeramente castrense, instructivo, saludable, agreste, sangriento, estudioso, musical; la forma de ganarse la vida; el aprovechamiento del tiempo una vez que te alejas de la televisión y de otras tecnologías modernas; la formación de izquierda radical (podía haber sido de otro tipo); el contacto sorprendido con el resto del mundo.

Esta continua sorpresa e inquietante descolocación es la que te atrapa en su bucle, hasta hacerte desear ser actor principal de uno de esos modos de vida diferente, querer echarte al monte y cambiarlo todo, desear ese espacio libre de miedos, de angustias y de obsesiones que te permita saborear la felicidad.
Magnífica película para la reflexión, a la que le pueden sobrar los dos minutos finales de rendición.
Quiscol
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