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Captain Fantastic

Drama Ben (Viggo Mortensen) es un hombre que ha pasado diez años viviendo en los remotos bosques situados en el noroeste de los Estados Unidos criando a sus seis hijos, varios de ellos junto a su mujer. Aislados totalmente de la vida moderna, de las comodidades de las ciudades y de la sociedad de consumo, Ben es un padre devoto que ha inculcado en sus hijos una peculiar forma de pensar y vivir la vida. Sin embargo, una trágica noticia hace ... [+]
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Críticas 210
Críticas ordenadas por utilidad
28 de septiembre de 2016
115 de 185 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una de esas que aparenta discurso radical, el cuchillo entre los dientes, no hay dolor, Los hermanos Karamazov, subo montañas, cazo ciervos y me los como crudos, corro como Mo (Farah), medito, levito, me parto en dos y trasciendo, para en verdad rápidamente confesarse bonachona, dulzona, bonita de mirar, achuchable, perdonable, querible, arcoíris, lo siento, te quiero y no lo volveré a hacer nunca más.
Denuncia la sociedad del espectáculo empresarial y las grandes corporaciones, la educación como vivero de mentiras e hipocresías, y se dedica a sacarnos niños pimpollos que nos roban el alma y a crear una historia golosamente comercial y entregada.
Bueno, una vez descubierto el pastel, a este simpático capitán Pescanova que tampoco disimuló demasiado su triste truco de magia, ahora trataremos de ir más allá y hablar de sus gracias, desgracias, inteligencias y muchos temas.
- Sí, es mejor la verdad cruda que la ficción almibarada (motivo por el cual esta película justo gusta tanto, por su melocotón). Sí, cuando se habla de proteger a los niños, lo que en realidad se hace es proteger a los padres, proteger sus cuentos, trampas y miserias. Y, de paso, entrenar a sus hijos, que se preparen para ser, inevitablemente ellos también, grandes simuladores, no queda otra, se dicen aunque no lo reconozcan.
Sí, es verdad, basta ya de "infantilizar" a los niños, de considerarlos idiotas a los que hay que engañar y embadurnar de cursilería y estupidez, tapar los ojos ante la perra vida.
- Se trata de encontrar un oasis, una utopía, una forma de orden, de belleza y verdad. Lo cual, por muy hermoso e idílico que parezca, es justo lo contrario de la vida, un abigarrado caos imposible de controlar y dirigir que te come vivo, que te desborda y turba por mucho que te guardes, escondas o intentes dar la vuelta a las cosas. Y, toda esa ansia de absoluto, suele ser además el paso previo al desastre y al dolor, cuando se intenta doblegar a la fuerza, elefante en cacharrería, una realidad resistente a toda forma de uniformidad, cuando se pretende imponer normas, directrices y reglas rígidas que, bajo el manto del ideal, suelen ocultar deseo de dominio, imposición y, en último término, odio a la vida con todo lo que tiene de azar e imprevisto, como hecho cierto. Suele ser también, esa huida hacia delante, hacia el control férreo, casi cuartelero de la manada, sinónimo de fracaso vital, de cobardía e impotencia, el sustrato, si vamos más allá y nos ponemos algo estupendos, de los regímenes totalitarios, de todos los iluminados que en el mundo han sido y de su mucha barbarie como método ineludible para imponer sus sueño/deseo.
- Se hace un canto a la cultura, al conocimiento, al mundo elevado de las ideas, a huir de las vaguedades y las imprecisiones, pero la película se pierde en generalidades, en buenas intenciones y, para colmo, es terriblemente burda, machacona y gritona en su discurso, lo contrario de lo que se supone que son el refinamiento y la sabiduría, la complejidad, sutileza o discreción calmada que acarrean estas virtudes.
- Si son tan contraculturales, no deberían ensalzar a Chomsky como a un gurú, no deberían tener ídolos ni santones, habría que cuestionarlo todo, hasta a uno mismo el primero, todas nuestras certezas, ni hablar de los figurones, catedráticos o académicos.
- Y si citan a Chomsky cuando dijo que la asunción de la falta de esperanza es su garantía, que hay que tenerla para así poder cambiar, mejorar el mundo, yo me preguntaría, ¿y por qué debe haber esperanza a la fuerza?, ¿no es esa la premisa innegociable de toda religión organizada que, por cierto, parece que contradictoriamente repudian, su clave, su centro, lo mismo que de toda forma de intento de expolio y control del sumido ciudadano medio, la promesa de una recompensa que nunca llega, la excitación de un deseo, de un final feliz, ardid en el que se basa toda la industria comercial, todo modo de venta o engaño, el si haces, compras, votas, te afilias, pagas o te suscribes a todo lo que te oferto u ofrezco, tu vida será gloria, ya sea material o espiritualmente, matrimonial, sexual o económicamente, la eterna zanahoria o timo de la estampita ta conocidos?, ¿no se podría rechazar esa gran esperanza como artificio forzado, optimismo falaz y malintencionado normalmente, como candidez interesada en el mejor de los casos?, ¿no sería mucho mejor observar tal cual, el funcionamiento del mundo objetivamente, sin apriorismos ni prejuicios, atentos a cada caso concreto, a la evolución de las situaciones, al contexto, al hombre y sus circunstancias, a las causas y otras ascuas y luego, ya si eso, ponerse verdosos y esperanzados o resignados o activamente pasivos o lo que sea, ya se verá?, ¿no se esconde detrás de ese voluntarismo optimista muchas veces una negación terca y lerda de la realidad que acaba deparando mayor confusión y tristeza al sobrevalorar las capacidades humanas ante un medio que le condiciona tanto y que cambia constantemente, obligándole de esa ciega manera a chocar y esmorrarse contra fuerzas que le superan y no entiende apenas, movido como tonto por eslóganes y lemas vacíos de contenido del tipo si quieres, puedes, hay que luchar por los sueños y otras chorradas o simplezas parecidas tan del gusto de muchas muchedumbres y leitmotiv de tantas películas comerciales o anuncios generales?, ¿no se basan también en esa idea todos los charlatanes, escritores de best sellers de autoayuda y demás impostores, por no hablar de políticos, curanderos, hechiceros y otros tahúres? ¿no habíamos quedado en que era mejor la verdad difícil que el consuelo simple?
- ¿No es innecesariamente exagerada, hasta grotesca, la dimensión de superhéroe del protagonista, no se les fue de las manos esa mezcla de Einstein, Rambo, Usain Bolt, David Crockett, Buffalo Bill, Ralph Waldo Emerson, Whitman, Abraham, Dersu Uzala y Tolstoi?
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Ferdydurke
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16 de octubre de 2016
118 de 196 usuarios han encontrado esta crítica útil
El protagonista es un superhombre capaz de enseñar seis idiomas a sus hijos sin salir del bosque, y de darles la formación necesaria para ser admitidos en Yale además de un entrenamiento físico propio de marines. El nuevo hombre, que se aísla de la sociedad para conseguir esta fabulosa superación, es un superhombre que cría supermanes (y superwomanes).

Por suerte para el, sus seis hijos son por igual superdotados física e intelectualmente, además de guapos a rabiar. También por suerte para el, que su pareja resulte ser bipolar tras el nacimiento del primero de los hijos no ha sido un obstáculo para sacarlos adelante.

Pretendiendo contraponer al modelo social imperante un modelo nuevo, humanístico, directamente pasa a presentar este modelo como olimpiaco, o sea para dioses, sin mas pasión que el conocimiento y la superación física. Todo es armonía en el paraíso.

Para qué el superhombre prepara a sus hijos, si no tiene intención de que salgan del bosque, es un misterio. Sera para que procreen entre ellos y generen una nueva especie humana; el homo supersapiens ( o robinsansonico) . Desde luego no los prepara para que sean críticos y tolerantes. Es la versión Chomsky del adoctrinamiento cristiano. Mira que les gusta las religiones a algunos agnósticos.

Situaciones cómicas hay a porrillo porque es tan inverosímil que da sonrojo. Hay un momento en el que piensas que si cantaran serian los Von Trapp revisited. Y es precisamente el momento en el que se arrancan a cantar, jajaja. Una gozada!

Mas en spoiler.
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ChusCo
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23 de octubre de 2016
110 de 187 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es que no se mueva ni un milímetro del estereotipo más vergonzoso, de la caricatura más gruesa, es que provoca carcajadas involuntariamente, que, por cierto, son las más divertidas por inesperadas. Por eso no le pongo un 1. Me hizo reír en los momentos más "profundos" y "filosóficos". Por ejemplo, el funeral alternativo es de lo más gracioso que he visto en algún tiempo, con la cultísima música de Guns N' Roses y esas coronas de flores y plumas de ave a lo indio; o esa sabia despedida paternofilial del "Sé tú mismo" y "No te mueras" que me llegaron al alma.
Una banda, vamos. Una banda de seres superiores física e intelectualmente, con todos esos conocimientos enciclopédicos, bueno, más bien wikipédicos. Eso es, Wikipedia papá, que es todo un hortera de parque temático( especialmente en la 2ª parte, cuando sale de "hippy vestido de payaso" como dice el, éste sí, muy sabio abuelo) y su sabionda prole que oscila entre el repelente niño Vicente y Rambo. Un paraíso de la República de Platón( literal de la carta cursilona de la difunta mamá) que más bien parece una utopía Ikea, una república independiente de su casa, que es todo el mundo y más allá, con sus estrellas, "bujeros" negros y de gusano (Mortensen enseña la picha) y universos para lelos.
Una familia new age que repele y agota, en un primer momento, pero que, según les vas conociendo, son de lo más desternillantes por ridículos. Una filosofía de andar por casa, que, como digo, es el universo y más allá, que incluye citas de Noam Chomsky a lo cookies fortune y actos de rebeldía muy chungos: un robo a un supermercado con una estrategia muy sofisticada y tirar unas cenizas por un retrete.

Definitivamente, creo que, sin ánimo de ser conspiranoico, Donald Trump está detrás de todo esto. Está escrita por el peor enemigo de los antisistema. Ya lo dijeron Siniestro Total......Mata hippies en las Cíes...Ahhhh...
Bartleby
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21 de noviembre de 2016
97 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
220/15(20/11/16) Decepcionante segundo film de Matt Ross (también guioniza), avalada por sus buenas críticas, por un argumento sugestivo y un protagonista carismático, pues este potencial se diluye con una arrogante clase moralista, queriendo adoctrinarme maniqueamente sobre que el mundo sería mejor si fuéramos maoístas y viviéramos en cuevas, alimentándonos de lo que cazáramos, y entre medias debemos creernos que el gurú de la tribu sería un Platón moderno que mientras da clases de adiestramiento militar, inculca enseñanzas cual robot, una fábula antisistema y anticapitalista que me da grima, pensaba que en algún momento habría una catarsis en la que se cuestionaría de algún modo esta visión idealizada de un mundo cavernícola, hay un tramo en que parece que así va a ser, pero entonces redobla su apuesta panfletaria llegando a rozar (siendo benévolo) lo insoportable, con unos niveles de condescendencia y superioridad moral que dan arcadas. Una road-movie iniciática sustentada en un argumento que tras su pretenciosa propuesta está cogida con pinzas, con multitud de trampas y agujeros propagandísticos que no pueden ocultar su endeblez estructural.

Ben (Viggo Mortensen) vive con sus seis hijos en medio del bosque, en armonía con la naturaleza donde cazan animales para alimentarse, siembran sus propios productos, los entrena bajo condiciones difíciles y estrictas, para que sobrevivan ante tales condiciones y ante cualquier eventualidad en el mundo exterior, los educa a su manera, los hace críticos del sistema.

El relato nos quiere hacer comulgar con ruedas de molino, sus niveles de contradicción chirrían más que los goznes del Titanic en el hundimiento, nos quiere hacer ver que se puede ser feliz en una secta que vive de espaldas al consumismo, entonces porque está la madre en un hospital? Nuestro mundo tiene muchos males, pues claro, pero tiene virtudes, como las clínicas, pues que en su radicalismo o todo o nada. Arremeten contra el sistema, son anti todo, sobre todo anti religiosos, pero ellos hacen culto de un filósofo, hacen ídolo a Noam Chomsky (Se ha definido a sí políticamente como un anarquista o socialista libertario), desparramándose el clan en una vergonzante escena del cumpleaños del susodicho. No creen en el consumismo (eso dicen), cuando en realidad lo que no creen es en pagar, pues de robar en supermercados aprovechándose de mentir con una enfermedad (rastrero) si que saben. Quiere fomentar el respeto, la paz y la justicia, pero al contrario (por el adoctrinamiento político del padre) se permiten odiar a los religiosos, como si su vida no fuera un modo dogmatico de fe que no se cuestiona. Quiere ser radical y políticamente incorrecta en sus planteamientos de cómo una vida alternativa nos haría mejores, pero su desarrollo es dócil, buenista, blandita, artificiosa, no puede ser que todos los hijos sean cruces entre Rambo y Aristóteles, no puede ser que nos quieran vender al superhombre (o supermujer) de Nietzsche, todos fuertes, inteligentes, y rubios, esto hace unas décadas lo quiso instaurar un tipo con bigotito. No puede ser que nos venga a decir que los colegios no sirven, que no educan bien, cuando en realidad el Líder de esta secta no educa, lava el cerebro, para que toda su prole piense en bloque cual comité comunista. Y que pretende el realizador con este nocivo mensaje, que sean nuestros padres los que nos eduquen? No puede ser que quieran hacernos ver que la mejor educación para los niños es que pierdan la inocencia que les hace niños, no se puede hablar con ellos de todo, cada edad debe tener su temática, sexualidad, suicidios, el comunismo,..., discutible es poco. No todos pueden ser Doctos y físicamente superdotados como este Capitán Fantástico. No puede ser que lo que en realidad estamos viendo es una secta endogámica que no tiene relación con el mundo exterior, ello para que no se contamine de las ideas de nuestra tóxica sociedad, que espera el bueno de Ben, que procreen entre ellos incestuosamente?

Una especie de revisión complaciente de “La costa de los mosquitos” (1986), que al principio expone sus mejores cartas con un manual de boy-scout ágil, con momentos bucólicos, pero en cuanto comienza la road-movie descarrila, llegando a momentos de vergüenza ajena cuando se presentan como hippies horteras en la Iglesia, una cosa es ser ateo y otra ser un irrespetuoso. La filosofía barata que mana del relato es de todo a cien, hacernos creer que un mundo mejor es una Utopía anarquista, comunista, donde lo mejor es vivir en comunas new age, con este universo los avances del mundo se habrían quedado en el fuego. La empatía y su conexión con el espectador (o sea yo) es nula, por la falta de aristas del protagonista y sus repelentes vástagos, y es que partimos de que no hay mínima profundización en el protagonista, no sabemos quién es, de donde viene, porque es tan inteligente y tan pedagogo con sus hijos, de donde le viene su comunismo, porque ha huido de la sociedad, simplemente porque sí una mañana se levantó con su mujer y se dijo hoy nos hacemos ermitaños. Tampoco ayudan unos diálogos moldeados, prefacturados, manipuladores y forzados. Todo esto deriva en la falta de emoción, su mezcla de drama y comedia me queda sosa, sin moverme a sentimiento alguno de sensibilización, pues todo se siente plano. Se añade un final que se alarga más que una visita de los suegros, estirándose en un océano de redundancias hippies, con momentos no aptos a diabéticos, llegando a parecer el tedio.

Hay tramos de un subrayado hiperexcesivo, como lo es el de la visita a los cuñados-tíos, esa pompa que se gasta Ben de altivez y petulancia que se erige en demiurgo capaz de discernir lo bueno, malo y perverso de nuestra sociedad, y para ello el hastiante colofón de poner a la niña pequeña de repelente sabelotodo.
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TOM REGAN
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25 de septiembre de 2016
67 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta gracioso tratar temas de cine fuera de los círculos más eruditos en la materia. En la mayoría de ocasiones diferentes reuniones que poco o nada tienen que ver con ello suelen convertirse en distendidas charlas sobre el séptimo arte y sus colaterales (sí, de Brad Pitt y la Jolie también). Reuniones que suelen tener un común final: el terminar acribillado sobre qué película recomendaría, si tal o cual actor lo considero notable o que explicación le encuentro al absurdo y sorprendente éxito de 'Ocho apellidos vascos'. Conversaciones en las que, para que negarlo, disfruto como un enano pero en las que, a fin de cuentas, terminan teniendo todas un común denominador: saber si tal o cual película merece la pena verse.

'Captain Fantastic' es una de esas películas que llegan a lo largo del año que te dejan huella. De esas que no olvidas fácilmente y que tras una noche en compañía del gran Johnny Walker no haces sino darle vueltas y más vueltas a la trascendencia de su guion. Sí, de esas que merecen la pena, y mucho, se lo digo yo. Palabra de boy scout.

Premiada en Cannes en la sección Un certain regard (mejor director) y tras su premier en Sundance, llega a España el segundo largometraje en la carrera de Matt Ross (actor de reparto que podemos quizás recordar de películas como 'American Psycho', 'El aviador' o de la serie televisiva 'Big Love'), un autor que sin duda ha encontrado su lugar dentro del séptimo arte: detrás y no delante de la cámara. 'Captain Fantastic' es tan recomendable como sorprendente. Deudora por momentos de la estética nerd de Wes Anderson aunque en este caso más ochentera que sesentera; la película utiliza una mezcla de comedia, simpatía, sensibilidad, melancolía y sobre todo mucha emotividad sobre la dificultad de cómo ser padre, qué educación y que valores fundamentales transmitir a nuestros hijos y de como la sociedad cohabita dentro de la tenebrosa jungla de asfalto, con sus virtudes y sus demonios, ampulosa de consumo y marcas comerciales, dando cada vez más valor a la esencia individual y egoísta más allá de los pilares de la unión, apoyo y respeto. El respeto que da el escucharse, el escucharnos y tratar de comprender las diferentes versiones sobre la vida, la muerte y el cómo ésta debe sobrellevarse. Una historia que no oculta cierto tono autobiográfico de base, de vivencias personales, ya que Ross vivió durante muchos años en unas comunidades alternativas que su madre ayudó a fundar, nada de hippies como despectivamente o de alguna forma reduccionista se tiende a tildar a este tipo de sociedades, sino familias que cansadas de un tipo de vida se instalaron en el bosque para vivir y ayudarse unos a otros.

La película, como la vida, se sustenta en varios pilares fundamentales sobre los que se erige fuerte y consistente. Esos pilares no son otros que la fuerza del poderoso guion y la soberana presencia de un actor completo y absolutamente maduro como Viggo Mortensen; una rara avis que no terminó devorado por el lado comercial del cine Hollywood a pesar de sus éxitos, y que siempre prima los grandes trabajos, en Europa o América Latina, más allá del vil metal que dan otros films. No sería de extrañar que ambas aspectos, guion e interpretación masculina obtuvieran premiso de aquí a principios del año próximo. Completan el reparto un estupendo George McKay ('Pride' o 'Sólo ellos'), quien junto a Samantha Isler encabezan el destacado reparto juvenil, y los populares Frank Langella, Kathryn Hahn y Steve Zahn.

También son un placer para los sentidos la fotografía Stéphane Fontaine, jugando con desenfoncados y luces naturales -muy indie-, y la música que Alex Somers aporta al film. Somers, norteamericano afincado en Islandia, explora su estilismo visual llevado a los tonos de sus composiciones: Experimentales, sensoriales y que conjugan magistralmente los tempos del guion.

Una auténtica delicia de película que narra como un padre de familia y sus seis hijos y tras vivir diez años en los remotos bosques han de abandonar su estilo de vida y volver a la civilización. Un choque de mundos y cultura tratado con humor no exento de emotividad y que no hace sino desmontar la sociedad contemporánea a través del dilema moral de la educación y el respeto.

Una historia compleja y conmovedora, a la que apenas podemos achacar un par de momentos de fino maniqueísmo -tan difícil de evitar en este tipo de films- y que volará delante de sus ojos como un suspiro. Indispensable joya contemporánea.

LO PEOR: Su emotividad y complejidad emocional. Cine con mayúsculas.
LO PEOR: Algún momento de brocha gorda.

VALORACIÓN:

Banda Sonora: 8,5
Fotografía: 8
Interpretación: 9
Dirección: 9
Guión: 9
Satisfacción: 9,5

Nota Final: 8,80

@hilodeseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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