Matrimonio a la italiana

Desventuras de amor tóxico. Partidas de deseo, caprichos degradantes. Tópicos sociales de insensible mirada patriarcal. Críticas extrapoladas con identidad patria. Lazos de sangre. Lágrimas polvorientas.

De Sica logra construir una preciosa alegoría de su tierra natal. Los tormentos y deseos de sus protagonistas son el reflejo de una madre tierra; sentimental y menospreciada por un sistema que denigra, que erosiona, con su atroz insensibilidad. El pueblo italiano es la viva imagen de los hijos, atendidos deficientemente por su madre, una prostituta sistemáticamente utilizada. Sistema promiscuo y caprichoso negando tutorías que amparen, leyes que equiparen y derechos que protejan. La química entre Mastroianni y Sophia es un reclamo maravilloso, inmensos.

Hermoso. De Sica siente, se siente a De Sica.

Me gusta que Matrimonio a la italiana no sea enteramente comedia, como el título podría dar a entender. O, más bien, es una comedia tiene tintes de drama o viceversa. En contraposición, claro está a divorcio a la italiana, comedia total. En el caso de las películas de De Sica es complicado determinar y hasta dónde abarca una y otra. El caso es que el carácter predominante de drama, romántico para ser más concretos, calzaba a la perfección al dúo protagonista Mastroianni-Loren, una pareja tan aceptable en el amor como el amor-odio. No es que fueran los dos enamorados ejemplares, pero eran las dos máximas estrellas italianas el momento. Y tampoco era la primera vez que se tiraban los tejos y los insultos. Ni mucho menos.

Se nota que es una historia bien elaborada y estudiada, con sus constantes flashbacks explicativos. La Loren de prostituta, la Loren de señora, Marcelo en su sempiterno papel de querencia múltiple por más de una mujer. El monógamo imposible. De Sica lo sabe y juega a probarle. Al pasar los años, desde que el personaje de Marcelo conoce a la joven prostituta, aparece descendencia. Lo que no ha cambiado, tras años sin verse, es el ¿te amo o te odio?

No me parece de las grandes de De Sica. En su etapa post-neorrealista prevalecen las comedias-dramas románticas. Se postula como un sentimental, pero no de emociones humanas o sociales, sino de los amores, pero lo que no quiere bajo ningún concepto es que sean romanticismos fáciles; al contrario, cuantos más obstáculos y más se contradigan los personajes, Marcelo, sobre todo, mejores serán los resultados.

Por eso son tan trágicos esos besos, Dios santo, que más parecen un atropello que un acto de amor; atropellos arrebatadores que para nada garantizan una reconciliación o un final feliz. Todo lo contrario, suponen la aceptación de que “no puedo vivir sin ti”, y también a la vez te recuerdan que en la intensidad o violencia del beso se encuentra el “por eso hemos estado separados todos estos años”.

Y encima, con los años, aparece descendencia. Y la cara de Marcelo se convierte ya en todo un poema. Qué grande, Marcelo.

Tragicomedia bien armada que mucho tiene que enseñar a las comedias que se facturan hoy en día. De las posibles lecturas que se pueden hacer de este largo, me han llamado mucho la atención dos aspectos, en primer lugar las posturas morales del largo, muy novedosas y avanzadas para su época, y el sentido del humor autocrítico que destila toda la producción.
Es muy sano saber reírse de uno mismo y poder desmontar los propios mitos para no caer en las garras de un nacionalismo cerril y excluyente, en este caso, Matrimonio all'italiana es un ejercicio de deconstrucción de la propia identidad, un gusto. Son esas escenas, las que ocupan los primeros minutos del metraje, las que ocupan, para mí, un lugar en este mundo del cine. Son esas mismas las que han hecho de esta comedia un paradigma de este estilo italiano tan usado en esos años.
El otro aspecto es más sorprendente, la apertura a otros tipos de unión familiar es un aspecto muy reciente y sólo dentro de algunas sociedades, que en el año 1.965 esta película fuera elegida como candidata al óscar no deja de ser sorprendente. El concubinato en el que vive la pareja principal adornada por los hijos que rodean el asunto y que juegan un papel importante en la trama es, a todas luces, moderno en forma y fondo.
Sophia Loren está en uno de sus grandes papeles, un esplendor que bien sirve para ofrecer un rostro juvenil o la belleza de la madurez. Su actuación es poderosa y llena la pantalla en la última media hora de película, la mejor de este personaje, con una actuación soberbia.
Marcello Mastroianni parece haber sido hecho para estos papeles de vivalavirgen, estos papeles de señorito egoísta y despreocupado que seduce por sus encantos y por la tierna maldad que destila, por su falta de madurez por su compromiso con la vida y lo vital. Pero estos papeles, también, están hechos para Marcello y lo han encumbrado a los altares de la comedia, como se merece.

Una vez más Shophia Loren y Marcello Mastroianni vuelven a demostrar que eran de los mejores actores de su generación, en un duelo actoral de los buenos. Como es costumbre en Vittorio De Sica, se hace una exhaustiva radiografía de la sociedad italiana, desde el final de la segunda guerra mundial a la década de los sesenta. Los dos protagonistas están muy bien perfilados en sus respectivas personalidades, él un rico y próspero burgués, egoísta,machista, mujeriego y con un morro que se lo pisa y ella por otra parte, una refugiada del campo, analfabeta y un poco ignorante, pero que tampoco tiene un pelo de tonta, con esa astucia natural que da la necesidad, también es una trabajadora incansable, de lo que se aprovecha el personaje de Mastroianni, su relación a lo largo de los años en los que se mezcla el drama y la comedia, del amor, el deseo y la admiración, al desengaño, los reproches y las promesas incumplidas. Sophia Loren como buena mamma italiana que es, rescata de la relación el bienestar de sus hijos, como no podia ser menos, a reivindicar.

252/19(13/07/09) Clásico italiano a mayor gloria de la más famosa pareja de italiana del cine transalpino de la historia, Sofía Loren y Marcello Mastroiani, dos iconos del séptimo arte en el apogeo de sus carreras, dos actores en su mejor momento hacen gala de su poderío interpretativo para transmitirnos una historia que mezcla maravillosamente el drama más profundo con toques de comedia que hacen más digerible el duro relato, realizado también por un coloso, Vittorio de Sica, autor entre otras de “El ladrón de bicicletas”, “Milagro en Milán” o “Umberto D”, que un año antes había dirigido a Sofía con gran éxito en “Dos mujeres”, consiguiendo ella el Oscar, siendo la primera vez que una actriz en una cinta de habla no inglesa lo alcanzaba. El argumento es una historia universal que se ha dado desde siempre, es el cuento de la cenicienta, en este caso la prostituta Filomena la que nunca llora (Sofía Loren) se enamora del príncipe azul, que aquí es Domenico (Marcello Mastroiani), un mujeriego incurable que mantiene una relación de amor-odio con Filomena, de la que se aprovecha cuanto puede, utilizándola de criada de su madre, hasta que ella decide tenderle una trampa. El film es un tour de forcé plagado de duelos de estos colosos que consiguen atraparnos en las redes de esta dura historia contada de forma ágil, con un guión delicioso, con unos secundarios magníficos, en los que la banda sonora de Armando Trovajoli resulta fascinante sumergiéndote en este nostálgico cuento. Recomendable a los que gusten de Sofía y Marcello, asimismo de un muy melodrama. Fuerza y honor!!!