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Memorias de un hombre invisible

Ciencia ficción. Fantástico Nick Halloway (Chevy Chase) es un analista financiero muy jovial y divertido que conoce a Alice Monroe (Daryl Hannah), una atractiva rubia de la que se enamora. Un día Nick, estando en un laboratorio, es víctima de un accidente que le convierte en invisible. Cuando el agente del gobierno David Jenkins (Sam Neill) conoce la existencia de Nick, intenta recrutarlo como agente de espionaje para la CIA. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
19 de junio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es, porque no ha fallecido, uno de los cineastas más audaces, creativos e ingeniosos que Hollywood ha tenido el gusto de ver pasar por sus estudios, y desde que lo descubrí de forma oficial con "1.997: Rescate en New York", uno de los que más me han influenciado y que más he admirado. Y ese es John Carpenter.

Y digo "de forma oficial" por una sencilla razón; no fue aquella gran aventura futurista la primera vez que me ponía en contacto con el veterano realizador. Mucho antes, cuando contaba 10 u 11 años, me encontré la que sería una de mis películas favoritas de mi preadolescencia, la que ahora mismo nos ocupa, y por supuesto no tenía ni idea de quién era el hombre que estaba tras la cámara...y cuando lo supe más tarde, como siempre le sucede a uno al revisitar aquellos títulos que le marcaron, no lo podía ni creer.
Pero así es el misterio de este proyecto que a mitad de los '80 cayó en las manos de uno de los cómicos estadounidenses más insoportables y menos graciosos que existen, Chevy Chase, y que consistía en adaptar la novela homónima de H.F. Saint (hombre de negocios de profesión y la única que publicó), para lo cual se contaría con Ivan Reitman y el guión del respetado William Goldman. Pero las tendencias cómicas de éste no fueron bien recibidas por Chase, quien deseaba probarse como actor serio; el resultado fue un argumento reescrito y la contratación de John Carpenter.

Un Carpenter que lidiaba una batalla con Alive Films y contaba con muchos proyectos sin decidirse por ninguno; sería la horrenda respuesta de la crítica y los pobres resultados en taquilla de sus anteriores obras, o tal vez el hastío de estar sin trabajo durante años, lo que le hizo aceptar bajo una rabiosa resignación la propuesta de Chase, que se inicia en pleno ecuador de la historia, en la que le vemos (no literalmente) sufriendo las consecuencias de un terrible suceso que le volvió invisible, el cual nos relatará como si se tratase del protagonista de una novela negra.
Esto implica que durante casi todo el metraje tendremos que soportar una narración en primera persona muy incómoda que distrae más que informa; esa persona es Nick, un analista de finanzas (no de seguridad, como en el libro) irresponsable y marrullero cuya vida cambia por culpa de estar en el sitio menos oportuno, como sucede con todos esos personajes que acaban siendo parte de una intriga que desbarata los pilares de su acomodada existencia, viéndose obligados a huir de las múltiples amenazas correlativas. La explosión en el laboratorio de una empresa provoca un peculiar desastre: la invisibilidad de todo a lo que alcanza.

A esta premisa, esbozada como una torpe revisitación del clásico de H.G. Wells, sigue una trama propia de las aventuras "hitchcockianas" de sujetos perseguidos y agentes que operan sin ningún atisbo de ética contra su integridad física y moral, con la incorporación del inquietante Jenkins, un malévolo detective de la C.I.A. que decide reclutar por la fuerza a Nick, sin duda la imagen del espía perfecto. No generará dudas el desarrollo del argumento, que a partir de ese encuentro, y como sucedía con sus homólogos en "Con las Horas Contadas" o "Con la Muerte en los Talones", Nick se lanzará a una huida frenética para salvar la vida.
Y lo hará junto a una dama que le ayudará en todo momento (como manda la tradición), la dulce Alice, con quien mantendrá un extraño y fatal romance; a estos dos elementos, donde el último captará más el interés del espectador que la persecución propiamente dicha, se une la reflexión por parte del protagonista de lo que en realidad es ser invisible con inmenso detalle, como hacía H.F. Saint en su obra, de lo que significa intentar comer sin ver tus manos, intentar dormir sin poder cerrar los párpados, una invisibilidad (la de la soledad, la del hastío) asumida en espíritu cuando aún la carne era visible que ahora, exteriorizada en el físico, resulta insoportable.

Insoportable porque, pese a que las venas, el vello y los órganos no existan, sí hay un alma, desesperada, temerosa y agotada, que revela su gran pesar; asistimos, en efecto, a un amargo drama existencial que lanza una punzante crítica contra la situación del ciudadano norteamericano de clase media-alta, ese condenado a vivir una irremediable despersonalización por culpa del opresivo entorno al que pertenece (nótese cómo Nick reúne las condiciones: asocial, apolítico, amoral y apático). Desgraciadamente un drama que no alcanza dichas pretensiones por las dosis de humor introducidas a destiempo en un guión que demanda seriedad a expuertas.
Humor que descansa toda la película sobre los hombros de Chase, quien no puede librarse de su faceta cómica por muy melancólico que sea su personaje, alguien que al actor le viene grande e inadecuado; la preciosa y poco afortunada Daryl Hannah le acompaña como mujer florero y nada más, al igual que el siempre magnífico pero aquí mal aprovechado Sam Neill repitiendo un papel similar al que una década antes haría en "El Enigma", y quien tendría una mejor colaboración con Carpenter en la posterior "En la Boca del Miedo". La mejor baza, sin duda, sigue siendo el genial trabajo de los efectos visuales, logradísimos para la época.

Pero ni los efectos ni el entretenido ritmo de la historia podían ocultar los agujeros de una trama de rebotes ilógicos y sostenida con pinzas que fusilaba con muy poca clase la obra de Wells, las intrigas de Hitchcock y "El Espía Invisible" (otra versión "exploitation" de la novela original), ni mucho menos el nulo entusiasmo que irradia la cámara de un Carpenter que estaría preguntándose durante toda la producción si era posible caer más bajo (cuatro años más tarde obtendría la respuesta).
Para todos sus fanáticos este film, bache con el que no empezaba nada bien los '90, ha pasado a ser tan invisible como su protagonista. Un placer culpable, en mi caso, que no puedo dejar de verlo como un entretenido pasatiempo; el haberla descubierto de niño es la causa.
Chris Jiménez
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9 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película Memoirs of an Invisible Man (1992), dirigida por John Carpenter, fue un proyecto impulsado por su protagonista, Chevy Chase, que buscó sin éxito establecerse como algo más que un actor de comedias livianas.

Por Nicolás Bianchi

Para que se luzca el trabajo de un actor es probable que lo primera que tenga que suceder sea que la película funcione, en el sentido de que cumpla los objetivos que se plantea. Es muy difícil que un trabajo actoral sobreviva a una película floja, regular, mediocre, en definitiva, olvidable. En segundo lugar, el lucimiento actoral también puede estar directamente relacionado con las características de su personaje. ¿Cómo un actor puede destacarse si en las escenas clave del film el personaje es invisible?

Más allá de lo que le haya pasado por la cabeza a Chevy Chase, el proyecto tuvo muchos problemas para llegar a buen puerto. En principio el director iba a ser Ivan Reitman, que renunció cuando se enteró que la idea no era del todo una comedia. Luego se bajó el guionista William Goldman, que al parecer dijo algo así como “soy demasiado viejo y rico para hacer esta mierda” antes de dar el portazo. Chase y el estudio Warner recurrieron entonces a Carpenter, cuya última película de gran presupuesto había sido Big Trouble In Little China (1986), un fracaso comercial.

Memoirs of an Invisible Man también fue un fracaso comercial, aunque aquí el director seguramente haya hecho lo mejor posible con algo que nació mal, y de lo que no tuvo el control total, como en el resto de sus películas. Es un detalle pero se trata de uno de los pocos films que no cuenta con la leyenda de su nombre antes del título. De todos modos la película está lejos de ser un desastre, pero desde ya que es una obra que no merece ser recordada más que por la presencia de Carpenter.

La historia no es para nada original. Chevy Chase es Nick, un corredor de bolsa un tanto solitario, que una noche conoce a la espectacular Alice (Daryl Hannah) y se enamora por completo de ella. Lo que empieza como una comedia romántica vira a la ciencia ficción cuando al día siguiente Nick, con una resaca espantosa por lo que bebió el día anterior, concurre a un congreso en un edificio en el que se produce un accidente que provoca que parte de la construcción y él, que era el único hombre que había quedado dentro luego de quedarse dormido en un baño, se tornen invisibles.

A partir de allí la película se divide en dos partes bien marcadas. Primero Nick debe huir de los agentes gubernamentales que encabeza David Jenkins (Sam Neill) en distintas ocasiones. Luego se establece en la casa de vacaciones de su amigo George (un joven Michael McKean, luego famoso por Better Call Saul), donde intentará recuperar la relación con Alice, siempre con las fuerzas de seguridad siguiéndole los pasos.

Carpenter explota prácticamente al máximo las posibilidades del personaje invisible, al cubrirlo con todo tipo de materiales durante las distintas persecuciones. Los efectos especiales sobrevivieron también con mucha dignidad el paso del tiempo. El final resulta soso y previsible, como buena parte de la película. Chase jamás pudo torcer su carrera y al día de hoy continúa participando en comedias. Quizás ese sea el desenlace más importante de la historia.
El Golo Cine
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29 de marzo de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Argumento:

Nick Halloway (Chevy Chase) es un analista financiero muy jovial y divertido que conoce a Alice Monroe (Daryl Hannah), una atractiva rubia de la que se enamora. Un día Nick, estando en un laboratorio, es víctima de un accidente que le convierte en invisible. Cuando el agente del gobierno David Jenkins (Sam Neill) conoce la existencia de Nick, intenta recrutarlo como agente de espionaje para la CIA. (FILMAFFINITY)

Juicio:

Su argumento será desaprovechado en el sentido de poder tomarse en serio o de haber alcanzado cotas más intersantes u oscuras (ese tema si se hubiese hecho hoy día estaría subsanado), pero "Memorias de un hombre invisible" sorprende por su mala reputación teniendo unos geniales efectos especiales y un divertido y ágil guión que hará las delicias del espectador medio y podría enganchará incluso al más prejuicioso. Chevy Chase no está nada mal como protagonista, aunque son Daryl Hannah y Sam Neill los que más carisma aportan a sus personajes.
JackBauer2014
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18 de enero de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Memorias de un hombre invisible es la película menos personal de John Carpenter. Fue un trabajo de encargo y a la vez la producción más cara que afrontó el director con su acostumbrada solvencia pero eso no impidió que fuera un fracaso de crítica y público.

El guión de William Goldman ofrecía muchas posibilidades, sólo hay que recordar la genial El hombre invisible que James Whale dirigió en 1933, pero su reescritura perjudicó gravemente el resultado final.

Tampoco Chevy Chase encaja muy bien como protagonista de una historia más bien fantástica cuando nos tenía acostumbrados a protagonizar comedias insustanciales de éxito durante los ochenta. No es que me parezca un mal actor y de hecho, me cae simpático, pero en este papel aunque hace lo que puede no le veo y nunca mejor dicho.

Destacaría los efectos especiales y algunas notas de humor relacionadas con el juego que da la invisibilidad del protagonista. El resto sobra, incluida la presencia de una Daryl Hannah descolocada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Harold Angel
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4 de septiembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta, pasajera, desenfadada, inteligente, entretenida, ingeniosa y sencilla producción de ciencia ficción en la que un hombre tras sufrir un accidente fortuito, pasa a ser invisible y convertirse en lo más buscado por la policía y la empresa que involuntariamente estaba detrás del accidente, encontrando ayuda en una mujer que acababa de conocer días antes al accidente.
El maestro del cine de terror y ciencia ficción, John Carpenter toma los mandos de la tradicional historia del hombre invisible, apostando por un tono desenfadado e ingenioso con el que ofrecer un entretenimiento divertido con el que pasar un buen rato, sin grandes complicaciones.
La película cuenta con unos interesantes y acertados efectos especiales y los responsables de la misma, consiguen realizar un empleo de los mismos, acertado y muy puntual, logrando dar credibilidad a la trama con buen manejo de cámara y elementos de ayuda con los que generar el efecto deseado, dejando que en muchos momentos se pueda ver al protagonista encarnado por Chevy Chase.
Memorias de un hombre invisible, queda como un interesante y correcto producto de ciencia ficción que consigue ofrecer un entretenimiento ingenioso y pasajero, totalmente convincente. Es una película que se deja ver.
Jon
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