El largo viernes santo

174/13(20/11/14) Entretenido, sólido y buen thriller británico del realizador John McKenzie, trepidante relato con genuino sabor setentero, crudo y adusto, sin concesiones edulcorantes, con un pétreo guión de Barrie Keeffe que desarrolla la acción en un solo día, el susodicho en el título, aprovechado para evolucionar una dinámica historia con explosiones, palizas, torturas, sangre y muchos muertos, para un film que catapultó a la fama al actor Bob Hoskins, acompañado por una estupenda Helen Mirren. Film situado en el número 21 de los mejores films británicos del SXX en la lista de 100 por el Instituto Británico de Cine.

El escenario es el Londres de finales de la década de los 70. El protagonista es Harold Shand (gran Bob Hoskins), un duro mafioso hecho a sí mismo, domina el puerto de la ciudad, quiere dar un giro respetable y legal a su situación, para ello se alía con mafia norteamericana para comprar unos terrenos cerca del puerto, por poco dinero pero que gracias a la que suponen segura concesión de los Juegos Olímpicos de 1988 se revalorizaran y gracias a que ellos mismos la urbanizaran se harán de “oro”. El viernes Santo Harold se reúne con los representantes americanos, mandados por Charlie ( Eddie Constantine ), para cerrar el trato pero una serie de trágicos acontecimientos se desatan con varias explosiones por la urbe que ponen en jaque el patrimonio de Shand, este no sabe quien está poniendo su mundo al borde del caos, comienza una trepidante investigación para dar con los culpables, mientras su pareja, Victoria (buena Helen Mirren) hará de anfitriona con los yankis.

Un relato sobre la lealtad, la violencia, la traición, la venganza, el verdadero poder, la corrupción, el caos, etc. Mckenzie expone con pulso firme la relación entre corrupción y el poder político, e incluso subyace una crítica a la prepotencia estadounidense reflejada en los mafiosos yankys. Sabe el realizador involucrarnos en esta nerviosa historia en un increscendo dramático atractivo, jugando con el enigma de quien será el que se la quiere jugar al protagonista, avanzando a base de momentos de potencia emocional, de notable intensidad, dotados de realismo doloroso, aderezado con algunas dosis de humor desengrasante, esto en pos de retratarnos una sociedad moralmente en descomposición.

La puesta en escena resulta meritoria, con espléndida dirección artística de Vic Symonds (“La joya de la corona” serie TV), reflejando ambientes deprimentes, decadentes, cuasi-feistas, esto aderezado por la buena fotografía de Phil Meheux (“Casino Royale 2006” o “La máscara del zorro”), edificando una atmósfera sórdida, naturalista, muy cercana al espectador, y todo adornado por la música Francis Monkman de reminiscencias a este marcado tiempo de los 70.

Bob Hoskins realiza una brillante labor, racial, vigoroso, carismático, aterrador, destilando una turbadora mezcla entre la brutalidad y la fragilidad, emanando autosuficiencia, egocentrismo, tipo que denota ha llegado a la cima desde la nada, con un lenguaje gestual impresionante, Colosal su último plano en que sin decir palabra lo dice todo, sublime. Helen Mirren realiza un gran complemento a Hoskins, surgiendo entre ellos una formidable química, aporta sosiego y mesura, además de traslucir una gran inteligencia, al igual que Hoskins tremebunda en su último plano. Cabe achacarle al film laxitud en los secundarios meras apósitos de los protagonistas. Como curiosidad decir que Pierce Brosnan se estrena en el cine con un pequeño rol de activista del IRA, sin decir palabra.

Momentos recordables: La impactante explosión del restaurante cuando Harold se acerca con sus futuros socios americanos al local; La desgarradora tortura a base de cortes que infligen Harold y su sicario a un pobre tipo negro desnudo; El inquietante tramo en que todos los sospechosos son llevados a un matadero, allí son colgados de ganchos por los píes cual cerdos; El abrumador ataque de ira de Harold contra un tipo que interroga, con una botella como arma, sanguinolenta, tras esto vemos a Harold intentando lavarse el “pecado” de lo que ha hecho en la ducha; Y por supuesto su tramo final donde unos pavorosos primeros planos, donde sutilmente sus rostros nos conmueven.

Como defecto mencionar que su arranque resulta flojo, cuesta centrarse en la historia, por lo disperso de su inicio, hasta que Bob Hoskins se hace con la pantalla y ya nos engancha por su poderoso carisma.

En conjunto queda un sugestivo thriller. Fuerza y honor!!!

La número 21 en el ranking de las mejores películas británicas del siglo XX según la British Film Institute es El Largo Viernes Santo (1980), largometraje dirigido por John Mackenzie (1928-2011) con Bob Hoskins, Helen Mirren, Paul Freeman, Derek Thompson y un joven Pierce Brosnan sin frase siquiera. Respecto a tal clasificación del BFI decir que la número 1 es El Tercer Hombre (1949), película que aunque no se asemeja en nada a El Largo Viernes Santo comparte con ella una opinión subjetiva por mi parte, tanto el film de Carol Reed como sobre el que escribo están sobrevalorados.

Harold Shand (Hoskins) es un gangster inglés que está a punto de realizar negocios con unos inversores americanos. El mismo día que llegan éstos, Shand empieza a sufrir atentados en los locales que regenta y sus sicarios empiezan a ser eliminados. Shand con ayuda de sus esbirros y de su esposa (Mirren) tratan de averiguar quién le está tendiendo una trampa y por qué.

Pues ni quién ni el por qué acaba por sorprender mucho en El Largo Viernes Santo; la trama puede ser interesante pero al final su resolución es fallida, hilvanada pero lejos de ser brillante. Más que por la historia por lo que vale la pena ver la película de Mackenzie es por el notable retrato que se hace de su protagonista, y por la interpretación del actor que lleva el papel a cabo, un Bob Hoskins que en una escena puede ser el tío más sensible del mundo, y en la siguiente un psicópata de mucho cuidado. Amigo de sus amigos pero siempre un tío peligroso.

Él, una gran Helen Mirren que le da buena réplica y cuatro estallidos violentos que se cometen mantienen el interés de una película que por impopular que sea decirlo, es bastante ramplona en su guión, correcta en su ejecución por parte del director, y algo pesada de ver -mucha vuelta da el protagonista por Londres para que al final las razones sean las que son; le sobran escenas y por lo tanto, duración-.

Bob Hoskins, quizás en el más lúcido papel que le he visto interpretar, encarna bajo la dirección de John Mackenzie al jefe de la mafia londinense, que se encuentra en tratos con la mafia norteamericana para asociarse en una serie de negocios quasi lícitos en el Londres anterior a las Olimpiadas.

Mackenzie dota en la película de una gran profundidad en sus personajes, donde acabamos por conocer perfectamente al mafioso encarnado por Hoskins y a su esposa/amante con una sorprendente, atractiva y sugerente Helen Mirren en contraposición a los personajes de la mafia tanto italiana como norteamericana. Así, nos presenta el glamour con el que viven los ingleses, su flema británica, su elegancia, sus restaurantes de cinco estrellas en contraposición a la pasta, las albóndigas y la salsa de tomate italiana, y su afición desmedida por el alcohol, pero eso sí, de calidad, de la misma calidad y elegancia que desprende toda la película a pesar de tratar de negocios sucios y todo lo que esto conlleva.

Sorprendente la presencia de un jovencísimo Pierce Brosnan, en una de sus primeras presencia seguramente en la gran pantalla.

Un notable, 8. Recomendada para todos los que quieran sorprenderse con mafiosos de etiqueta.

Interesante e irregular producción que parte de una premisa interesante en la que un gángster inglés que está a punto de cerrar un lucrativo negocio con la mafia estadounidense, comprueba que una serie de bombas empiezan a estallar en distintos puntos de Londres, haciendo que desaparezcan numerosos miembros de su banda, lo que hace que comience una violenta investigación para descubrir qué está pasando y quién es el responsable de todo lo que ocurre.
El punto de partida de la película resulta interesante, pero el desarrollo de la misma me ha resultado reiterativo e irregular.
Tiene puntos muy buenos, pero otros que no lo son tanto. No ha conseguido entusiasmarme y eso que Bob Hosklns, hace una gran labor en su papel.

Una película sobre guerra de mafias, ajustes de cuentas, traiciones y esas cosas, que resulta curiosa por la forma en que está contada, y es que empieza metiéndote directamente en acción, mostrándote varias escenas intercaladas de cosas que están pasando, pero tú no tienes ni idea de quienes son esas personas, ni por qué pasa lo que pasa, ni si algo tiene que ver con lo demás, y hasta los 10 o 15 minutos de película, cuando tú ya estás totalmente perdido, es cuando comienza la historia realmente. Todo esto puede resultar raro, pero al mismo tiempo logra crearte una sensación de muchísima intriga desde el primer momento.

Y entonces como decía, comienza la historia, donde un mafioso que está intentando cerrar el negocio del siglo con unos americanos y volverse legal, se encuentra de pronto con un montón de problemas que no sabe de dónde salen, y pondrá la ciudad patas arriba intentando encontrar a los culpables.

El peso de la película cae sobre la magnífica actuación de Bob Hoskins como capo de la mafia, y es que está tremendo en el papel, y la trama rueda en torno a desentrañar esta especie de conspiración contra su organización.

Me ha parecido una película compleja, pero que engancha, te mantiene con una intriga la mayor parte de la cinta, y tiene una buena parte final.