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Waterloo

Bélico. Drama Famosa producción de Dino de Laurentiis sobre las guerras napoleónicas. Cuenta con un extenso reparto de primeras figuras de la época, miles de extras del ejército soviético. Fue dirigida por Sergei Bondarchuk, que dos años antes había conseguido el Oscar a la mejor película extranjera para la Unión Soviética con "Guerra y Paz", una adaptación de la novela homónima de Tolstói. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
29 de noviembre de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre Waterloo hemos escuchado mil historias, e incluso canciones, pero ¿sabemos realmente qué ocurrió allí? Yo soy la primera que no, y sirva esto como prueba de mi ignorancia, así que películas como esta producción italiana dirigida por Sergei Bondarchuk son un buen acercamiento a esas partes de la Historia que no tenemos muy claras. O que directamente olvidamos.

De hecho, la Historia bien contada es muy gratificante de ver y «Waterloo» cumple todas las expectativas. Algo que mejorar, sin duda que no se haya cambiado la acción durante la hora final de batalla. Entendemos que lo crucial es el duelo entre Bonaparte y Wellington, pero no menos interesante es el otro escenario entre prusianos y franceses con Von Blücher y Grouchy en un enfrentamiento que a la postre resultaría decisivo y que se presume apasionante. Con ello la historia se hubiera enriquecido y, por supuesto, hubiera añadido mayor emoción y ritmo al metraje.

Dicho esto, «Waterloo» acomete una intachable recreación histórica con la virtud de lo auténtico y lo realista. Yo valoro que los extras sean de carne y hueso, que el barro del terreno ensucie los uniformes con naturalidad y que el sol en el horizonte no esté bajo el filtro de lo infográfico. Esta «Waterloo» es pura en sus diálogos y puesta en escena, en sus gritos y explosiones, en su escasa sangre y sus heridas de guerra. Gigantesca y exhausta, fiel a los hechos y fiel a los personajes que la protagonizan con sendos actorazos al más alto nivel. El histriónico Rod Steiger será un Bonaparte ambicioso pero en decadencia frente a un flemático y elegantísimo Christopher Plummer como Duque de Wellington, en un pronunciado contraste interpretativo y personal que retrata y nos acerca a los personajes aunque, desde luego, nuestras simpatías estén solo con uno de ellos.

Muy interesante.
Kaori
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10 de septiembre de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En principio expongo los dos ejes de la subjetividad sobre los cuales se deslizará mi crítica: El primero es mi fervor por Napoleón. Esto puede ser ridículo por todo lo que hoy representa (y cómo es representado) el personaje, desde el cliché arlequinesco (sus parodias en los dibujos animados de la Pantera Rosa o en su representación en "Time Bandits" de Gilliam [1981]) hasta el motivo de creación de odas, novelas (Balzac no se explica sin el emperador, Tolstoi...), música (Tchaikovsky), etc. Pero pesa también, y para eso existe la Historia, su paso existencial (fenoménico) y la influencia que ejerció en su momento y que sigue ejerciendo: Quien camina hoy por debajo del famoso Arco del Triunfo, transita bajo los nombres de los generales del ejército napoleónico; eso se contrasta, por ejemplo, con lo que las guerras costaron: al menos, tres millones de militares muertos, y un número similar de civiles asesinados, lo cual ya es entristecedor. Ergo, quien ose representar a Napoleón tiene que tener los tamaños para encarnar tan significativo personaje. El segundo eje lo constituye la historia militar.

El filme de Bondarchuk me parece desigual. La edición no me gusta. Tiene unos paneos y unos acercamientos veloces, unos "requiebres" de escena que me parecen más bien malas hechuras, y no ocurrencias del director. Pero por otro lado lo que sí posee es amplitud de vista. Al cineasta soviético le gusta la perspectiva, el paisaje. Y tiene escenas que son de antología. La primera es la recreación del famoso "Adios de Fontainebleau" donde Rod Steiger recreó un excelente Napoleón. Es de hacer notar que las muertes de los soldados todavía se representaban con grititos y tirándose al suelo, y que el realismo actual haría ver los letales efectos de un proyectil de obús británico de 6 pulgadas (152 mm) sobre los cuerpos indefensos de infantes o de soldados de caballería; pero tiene elementos como la metralla, su sonido, la presencia de la artillería y la amplitud de la cámara para captar los movimientos de tropa (infantería y caballería, antes y durante la batalla) que son magistrales: la carga de caballería de los Scots Greys (cita del óleo "Scotland for Ever" [1881] de Lady Elizabeth Butler), la carga de los escuadrones de caballería al mando de Ney. La propia secuencialidad de la batalla da el material narrativo de la acción bélica representada, aunque con imprecisiones pero, como alguien ya apuntó, no pretende tener rigor historiográfico. La cantidad de extras provenientes del ejército soviético (todos se veían a gusto en sus decimonónicos uniformes: son militares que se invistieron de la dignidad representacional que exigía la película) le dan al filme una dimensión mimética profunda.

La narrativa de la película representa ese tipo de cosas que salen de la comprensión del historiador que se pregunta por el por qué de determinadas circunstancias: la indecisión de Grouchy al negarse ir a donde sonaban los cañones y que resiente el espectador con desesperación, no hace sino repetir la incongruencia de la vida, porque efectivamente Grouchy hubiera podido cambiar el resultado de la batalla si se hubiera decidido a acudir, pero no lo hizo.

La historia total es sencilla: es Napoleón en los Cien Días y su culminación en la batalla que daría fin a su carrera política, pero esos hechos no daría fin a su trascendencia, tanto es así que hoy escribimos sobre una película que representa al hecho. Por lo tanto, el personaje principal, aunque se le trate de oponer la figura de Wellington, es Napoleón. Es por eso que Rod Steiger entendió lo que debía hacer con el papel. La escena ya comentada de la despedida de sus viejos granaderos de la Guardia Imperial la realiza el actor con soberbia genialidad. Humanizó en mucho a su personaje, así lo exigía el guión. Las menciones que hace sobre su amado y ausente hijo, las hace el actor con el dolor de un padre que aunque sea la reencarnación de Ares, es un papá frágil. ¿Se le podrá recriminar a Steiger su "sobreactuación"? ¡Está encarnando a Napoleón, no a un oficinista! No podía ser de otra forma.

Aún con esas cosas como artesanales de hacer cine, tales como la burda edición, la película es estupenda para todo amante del cine bélico e histórico. La actuaciones de Rod Steiger y Christopher Plummer, así como las de Orson Wells (excelso rey gordo Luis XVIII, no podía haber uno mejor) y Jack Hawkins como el Mariscal Ney son más que profesionales.

Y también es buena para poner como fondo de ambiente para los que aman jugar Risk.
Turenne1964
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14 de julio de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra de arte bélica, pasado de largo no se puede dejar de ver una película con grandes extras y rigurosidad histórica bastante fiable. Además de que se le agrega reflexiones muy interesantes, tal vez lo único extraño es el Napoleón que se enoja fácilmente parece más las actitudes de otra persona que Napoleón pero en fin los actores logran mostrar bastante bien quien es quien.
Totalmente recomendable, una obra maestra de las guerras Napoleónicas.
Camarada Juan
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29 de noviembre de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Permitidme la broma: "My, my, at Waterloo Napoleon did surrender" y "Waterloo-I was defeated, you won the war". El homenaje a la canción de ABBA con la que ganó la Eurovisión en 1974 es obligado, teniendo en cuenta que si uno teclea "Waterloo" en google la primera entrada no es sobre la batalla, sino sobre el tema del grupo sueco. Dicho esto, académica cinta histórica italo-soviética y con un reparto internacional de altura que reúne a Rod Steiger en el rol de Napoleón, Christopher Plummer haciendo del Duque de Wellington, más a Orson Welles y Jack Hawkins, en sendos pequeños papeles.

Si por algo llama la atención "Waterloo" es por el tono documental, su rigurosidad historicista, pero sobre todo, por la monumentalidad con la que se retrata la trascendental batalla que da nombre a la obra, entre franceses, ingleses y ¿prusianos? ocurrida en 1815. Miles de extras del ejército soviético participaron en dichas secuencias rodadas obviamente a la vieja escuela, es decir, sin ordenadores. Tal vez este esfuerzo volcado en una sola batalla hace que el largometraje suprima otros aspectos de interés, como puede ser la carrera de Napoleón, la Europa de la Restauración o el debate político.
Reaccionario
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29 de enero de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Waterloo es un peliculón. Se agradece, a estas alturas de industria, que una superproducción como esta (¿cuánto carajo costó esta película, cuánto tiempo les llevó, cuántos extras participaron...?) no trate de recuperar la inversión con un guion de épica cutre y efectista (como los guiones de las superproducciones de ahora, vaya). Muy al contrario, en Waterloo hay momentos anodinos y hasta de pachorra ceremonial. Incluso en la batalla, cuando se supone que todo ha de ser acción trepidante, sentimos que el pulso narrativo no se vuelve majara. La vida, también la guerra, es más así que asá: aburrida.

Lo mejor:
- La recreación histórica y bélica es extraordinaria, impecable, ciencia-ficción casi.
- Es tan fiel a la realidad y cuenta los sucesos con tanta lealtad por la Historia, que uno se pregunta por qué otras películas necesitan inventarse milongas.
- No trata de emocionarte con artefactos raros.
- El actor que hace de Napoleón, Rod Steiger, se sale del mapa. ¡Qué barbaridad, hijo mío!
- Transmite muy bien un tipo de subjetividad que debe de ser parecido a lo que sienten los protagonistas en situaciones así: no conocen bien los detalles del contexto ni los hechos (¿dónde están los prusianos?, ¿llegarán?), la incertidumbre (no el valor, el coraje y estas mamarrachadas del cine) es la sensación principal, etc.
- Algunos planos aéreos son inolvidables. La imagen de los cuadrados que formaba la infantería inglesa para defenderse de la caballería gabacha es poesía histórica.

Lo peor:
- Algunos movimientos de cámara son un poco exagerados. Ese zoom sobre las manos o los ojos de Napoleón... no sé, es muy cutre.
- En algunos momentos el guion parece hecho para meter con calzador la ristra de frases célebres (la mayoría, verdaderas) que dejaron los personajes. Más que diálogo, vamos de frase célebre en frase célebre.
- Wellington es demasiado payaso. Aquí se han pasado con la caricatura.
almendrillero
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