Noé

Noé es un personaje no sólo propio de la mitología judeo-cristiana, pero tiene su Historia y su libro en el Antiguo Testamento. Sin embargo, con esta película, Hollywood se ha empeñado en colocarlo en un mundo tipo ciencia ficción, un mundo asolado con paisajes desasosegantes y escenas igualmente angustiosas.

Al principio aparece un Noé apacible, que lo único que desea es vivir plácidamente con su exigua familia, cuando lo que en esos entonces se llevaba era la tribu. Por ahí empiezo en cuanto a errores crasos de carácter histórico-antropológicos, etc.

Además Noé no se parecen a un matrimonio y a una familia actual convencional, con señora amante a quien Noé besa apasionadamente en la boca (¿es que se besaban en aquellos entonces así?), con hijos amantísimos, y ya no hablemos de los atuendos con pantalones ceñidos y chaquetas entalladas que parecen sacadas de un desfile de modelos de Dolce y Gabbana: ¡pero de qué estamos hablando! Bueno, sigamos: entonces Noé recibe la misión divina de construir el Arca para poner a resguardo la creación ante un inminente diluvio, pero Noé, a quien la tradición de las escrituras Dios encomienda reproducirse con su familia y repoblar la tierra tras acabar con los malvados hijos de Caín, dice que no, que lo que a él le inspira la “cosa” es que ellos no tengan descendencia y que en él acabe la estirpe humana para siempre jamás; y de pronto pasa a ser un furibundo vengador. Y a todo esto, huestes y más huestes de los maléficos hijos de Caín atacan en tropel al pobre Noé. Además, aparece Matusalén, que realmente no sé qué hace allí comiendo bayas y haciendo fértil a la yerma hija adoptiva de Noé, que menos mal que recupera la capacidad de procreación; y para colmo y remate de los remates, para ayudar a Noé en todo, ¡NADA MENOS! que una cohorte de supuestos ángeles petrificados que hacen las veces de robots o transformers tipo ciencia ficción, para deleite de la enorme muchachada que en la sala había.

El director Darren Aronofsky construyó un insonrrible guión suyo y de Ari Handel, lo construyó como no sé quién le dio a entender, introdujo una música ad hoc de Clint Mansell y, eso sí, contrató una buena fotografía de parte de Matthew Libatique.

En cuanto a las interpretaciones, nada tendría que decir de Russell Crowe (Noé) o Anthony Hopkins (Matusalén); a ellos les pagan por ponerse allí y decir y hacer lo que les mandan y lo hacen dignamente, de no ser porque la obra no vale nada); y un Ray Winstone, directo pariente de la estirpe de Caín, que hace lo imposible para impregnar de crueldad el escenario beatífico de los primos lejanos de Adán. Pero sí tengo que protestar es sobre todo por dos interpretaciones sobreactuadas y bastante mediocres, tales las de Jennifer Connelly y Emma Watson. El resto de regular para abajo. O sea, que tampoco brilla en reparto esta película, desde mi modo de ver.

Y lo que quiero decir bien alto es que es una de las películas más insufribles que he visto en los últimos años, un tostón que no le deseo a nadie, y además, para hacerlo aún peor, de una duración extrema (¡138 minutos!), que hizo que me dolieran la cabeza y las posaderas conjuntamente.

Sigo y ya acabo. Es una película sin orden ni concierto, carente del mínimo rigor en todo sentido, donde la versión del mito del Arca de Darren Aronofsky es alucinante en el peor sentido del término; incluso se puede pensar que este hombre tiene un trauma infantil con esta historia. En la peli, Noé puede ser un 'blockbuster' plan superhéroe; una reflexión mediocre sobre el mal; un poemita sobre la creación; una protesta ecologista; un simple melodrama; una peli de miedo; puede parecer una peli de dibujos pero con señores y señoras reales; y también puede ser un plato incomible. La verdad, yo me inclino por esto último.

La idea de crear una película en base a una obsesión en su juventud deja mucho que desear, no se llega a concretar un buen filme debido a la gran cantidad de ideas que tiene el director y no sabe cómo aterrizarlas, un montón de efectos especiales que dejan un mal sabor de boca.

Cuando tienes entre manos una nueva versión de una historia mundialmente conocida, hay que tener muy en cuenta un pequeño detalle, adiós al factor sorpresa. Pues imagínense que habrá sido del anteriormente citado factor cuando lo que se tiene entre manos es la enésima versión de ese relato. Nos conocemos lo que le sucedió al bueno de Noé al dedillo, nos conocemos los personajes que le acompañan al milímetro; así que si esperan sorpresas, háganlo sentados.
El “Noé” de Darren Aronofsky nos viene a narrar lo mismo que narraban las versiones anteriores, la historia del que habría sido el mayor genocida de la historia de la humanidad, si no fuera más que una leyenda para dormir a nuestros niños. Hablando de niños, esa seguramente sea la función principal del film, actualizar el mito para las generaciones presentes, esas que creen que el cine se inventó hace diez años y que los libros son un mito.
Si tengo que definir la película de alguna forma, lo haría diciendo que “Noé” es una mezcla entre el cine de superhéroes y “Transformers” (Michael Bay, 2007). Darren Aronofsky ha convertido al personaje bíblico en una suerte de Capitán América que, no solo no rehuye una buena refriega, sino que las busca demostrando unas dotes para el cuerpo a cuerpo, brutales. Ese cambio en la forma de ser del personaje lo unico que consigue es que el espectador ahonde, más si cabe, en las contradicciones que ofrece Noé. Y luego tiene la enorme fortuna, y aquí entra en juego la única novedad del relato, de ser ayudado por una especie de robots gigantes de piedra denominados vigilantes. Todo lo demás que acontece en la cinta es más de lo mismo, pero esta vez exprimiendo al máximo los interesantes avances en los efectos digitales.
Algo que sí que quiero destacar de “Noé” es el inmejorable aspecto visual del que hace gala Darren Aronofsky en el film, dejando entrever la gran personalidad que atesora el realizador neoyorquino. La fotografía posee fuerza mezclándose a la perfección con un manejo envidiable de la gama de verdes, señal inconfundible de un mundo agonizante. Y otro gran ejemplo de la tremenda fuerza visual de “Noé” es el momento en el que el personaje de Russell Crowe narra, a la luz de una llama, la historia de la creación. Esos tres minutos son brutales, sencillamente brutales.
Poco más puedo decir de “Noé”. Una película a la que le sobra metraje y de la que lo unico que perdurara en mi mente, será su fuerza visual, derivada de la mestría de Aronofsky; todo lo demás es un compendio de elementos reiterativos y dignos de olvidar.

Una película basada en el Antiguo Testamento, pero en plan algo histórico. Porque si se ve como en el monte Arará hubo un diluvio y anteriormente por el azufre encontrado se cree que estuvo allí enclavado Sodoma y Gomorra.
Pero la historia relata un libro del Antiguo Testamento dentro de los cinco libros llamados El Pentateuco que lo componen. EL Deuteronomio, Genesis 6:9. De eso trata, eso sí tiene unos especie de ayudantes, en forma de piedra, Como mencionando que le ayuda la "naturaleza" a construir el arca y por supuesto, a ir emparejando. Se ve como diluvia durante 40 días y cuarenta noches, quedando sólo ellos en la tierra. Y luego temas de la vida de Noé algo escabrosos, como que se acuesta con su propia hija, que en la película ésta, es una adoptada que cura su mujer.
Es una película para todos los públicos, dónde se puede si se examinan las escrituras que sí se ciñe, y que hay una separación en los cristianos, sobre todo así católicos, porque quieren un Dios, bueno, joven y guapo, también, no un Dios que castiga, casi a todos por igual, menos a Noé. Que de bueno, tampoco tenía mucho.

La primera película que vi de Darren Aronofsky fue “La fuente de la vida”, de la que guardo muy buenos recuerdos ya que, entre otras cosas, fue la primera crítica que escribí en FA. Además me pareció apabullante y sobrecogedora en lo visual, con una fotografía y unos grafismos que me tuvieron hipnotizado los noventa minutos y muy interesante en la parte argumental, con una historia dividida en tres subtramas que tuve que defender en más de un desayuno en el trabajo frente a los que la consideraban ininteligible o hueca.

“La fuente” colocó a Aronofsky en mi agenda y, siguiendo su carrera, me da la sensación de que es un director con una enorme facilidad para contar cosas de la forma más grandiosa posible y que tiene especial interés en lo filosófico y metafísico. Por eso no me extrañó verle en esta vanguardista y extravagante recreación de Noé y el diluvio, toda vez que el guion no se ha hecho partiendo del Génesis sino adaptando un cómic que no escatima en licencias bíblicas. Si bien los más puristas considerarán esta revisión más como ciencia-ficción que como película bíblica, lo cierto es que meter ángeles caídos, un Matusalén que se parece a Yoda y peleas con los descencientes de Caín ofrece toda una variedad de recursos estilísticos y narrativos que, en manos de Aronofsky, transforman el habitual tostón de Semana Santa en una película de acción, con Rusell Crowe donde podría estar perfectamente Bruce Willis o Jason Statham.

A lo novedoso de la historia le sumamos un buen elenco y la creatividad artística de la que se suele rodear el director polaco y nos queda una película alejada del canon católico pero muy agradable de ver, que no se hace larga a pesar de su duración y que lleva el sello de su director - para bien -. Buena ambientación, buena fotografía, todo bueno.