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El hilo invisible

Drama. Romance En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la ... [+]
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Críticas 160
Críticas ordenadas por utilidad
23 de marzo de 2018
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca existirá mayor amor que el que uno mismo se pueda dar.
La rutina de Reynolds Woodcock así lo confirma: doble peine cuidando sus plateados cabellos, manos precisas abotonando su atuendo, milimétrico mimo sobre el tejido.
Los animales más temidos, de hecho, no lo son por caóticos y desordenados, pues en ellos existe un propósito, un método, ante el que todos los demás se someten, asustados.

‘El Hilo Invisible’ transcurre tras una bomba que ya ha caído.
Una bomba llamada Reynolds Woodcock, que ha reconstruido la particular casa de muñecas a su imagen y semejanza, encontrando nula resistencia y reclamando un trono que exige ser gobernado.
La moda es su territorio, y sus clientes los invitados: adinerados con nombre que gozan de las maravillas de su reino, disfrutando de la tonta perspectiva de que, por una vez, alguien manda más que ellos.
Nada cambia en este entorno, porque el dios de la aguja y el hilo no quiere que así sea.
(Y si así lo quiere, más vale que la última ilusa se vaya, y rapidito)

Nosotros no somos conscientes de esta realidad: Woodcock es un profesional, puede y debe permitirse su voluntad.
Por eso su nuevo cortejo entra ante nuestros ojos con facilidad, con una música que Johnny Greenwood siempre disfraza de arrebatadora balada romántica.
Alma llega con su aire inocente para transformar a la bestia en un hombre de verdad… y el primer cuchillazo es autoritario, letal: “tendrás tetas si yo quiero, tú no serás mujer de verdad”.

¿Es el amor un juego de perder, de perdonar?
La pregunta ahí queda, y nada de lo que hagan Alma o Reynolds lo va a cambiar.
Él sólo estará accesible en sus delirios, en sus fallos, en sus bajezas, cuando en su reino la corte no le espere. Todo lo demás, las miradas de Alma, los intentos de seducción, las travesuras ocultas a plena vista… son tonterías de niña pequeña, ilusiones de un amor que se considera malgastado fuera de los tejidos.
Dios sólo permitirá que se le cuide cuando no le importe ser adorado.

Claro que todo dios tuvo que aprender a ser hombre, y así lo señalan esos detalles entretejidos en las telas, pequeñas palabras que un día estuvieron llenas del cariño que les correspondía.
Fantasmas pueblan la casa de Woodcock, almas en pena pertenecientes a un momento en el que disfrutaba de ser sencillo, y no tener que forjar/tejer la armadura de ser poderoso.
Momentos que, pese a que le cueste aceptarlo, viven en las cariñosas atenciones de una Alma que va afilando las garras que le llevarán a su corazón.

“Estar enamorada de él hace que la vida no tenga misterio”.
Quizá sea eso.
Rendirse a la certidumbre, amansarse y renunciar a los arrebatos de carácter que todos ya nos conocían.
Morir un poquito en pareja, porque ese alguien ya nos amenaza como mejor nos gusta, y no nos hace falta buscarlo en otro lado.

(Entonces, me di cuenta de que la melodía de Johnny Greenwood no era una balada: era un esplendoroso réquiem)
Charles
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31 de mayo de 2020
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero de todo, decir que es bastante deprimente lo pesados que son algunos directores empeñados en producir "grandes obras" como esta película, con mucho dinero de por medio, con una duración de más de dos horas!, y con la intención de que se convierta en una obra maestra. Pues bien, una obra maestra no se consigue porque se gaste mucho dinero y porque dure dos horas, si no hay nada más detrás. Es como querer ser un genio a la fuerza, intentar un éxito totalmente impostado. Pues, hombre, dedícate a hacer películas modestas pero amables, y lo más importante: que gusten a la gente, pasen a formar parte de su cultura, y les traigan buenos recuerdos, y no bodrios como éste, que no recordarán ni los apasionados de la moda.
¿Qué me atrajo de este film? Bueno, pues el hecho de que presentara la vida de un modisto (dicen que se inspira en Balenciaga, pobre!), y todo el ambiente de los grandes talleres de costura, con una historia interesante de fondo, quizás con algo de misterio... Pero qué desilusión. La ambientación sí que está muy bien conseguida, ya que creo que una casa de modas debía de ser tal como se ve aquí. Aparte de esto, poco más: muchas expectativas que van cayendo una tras otra.
Daniel Day-Lewis trabaja muy bien, pero qué va a hacer con ese guión...Totalmente desaprovechado el hombre, una lástima.
Ella, Alma, una mujer grandota sin nada especial, ni una particular belleza ni distinción, ni elegancia ni nada. A mi se me asemeja a Eva Braun; no sé, es como una pueblerina sosa y yo no sé por qué él se enamora de esta criatura, cuando se supone que en su taller habrá modelos muy guapas y muy elegantes. Es una bobada. Así que se la lleva a su casa y al principio no sabemos si es su amante, si es su modelo, su secretaria o qué.
Entonces pensé: debe de haber un secreto muy oscuro y siniestro en el pasado de él y ahora se irá descubriendo, y esta chica lo pasará mal. Pues no. Resulta que no pasa nada.
Luego está la hermana de él, encarnada por Lesley Manville, que es como un cruce entre Edith Piaf y Bette Davis, y actúa muy bien. Bueno, me dije, ahora saltarán chispas entre las dos y pasará algo interesante. Tal vez la hermana es la que tiene un pasado siniestro. Pues tampoco.
Y así va pasando el tiempo, y descubro que Alma tiene una afición secreta por la micología, contínúa sin pasar nada interesante y me aburro soberanamente. Películas como ésta son las que dan argumentos a las personas a las que no les gusta el cine. Películas tan pobres como ésta en contenido no deberían durar más de una hora. Al menos así la gente no se dormiría ni se enfadaría tanto.
Lo que se puede salvar: la música de piano y los vestidos. La actuación de Lesley Manville también. Nada más. Day-Lewis está demasiado desaprovechado para mencionarlo.
Aficionados a la moda: no la veáis. Mirad mejor un documental sobre Christian Dior o Karl Lagerfeld. O una peli francesa sobre Yves Saint-Laurent. Será más instructivo, aprenderemos cosas, y lo mejor: nos divertiremos más!
Scott
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5 de febrero de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segun palabras de Paul Thomas Anderson el personaje que inspiró a Reynolds Woodcock fue el modisto español nacido en Guetaria Cristóbal Balenciaga que durante más de treinta años vistió en Paris a personajes distinguidos y a la realeza, entre ellos la reina Fabiola de Belgica (Que curiosamente aparece en la pelicula).

Daniel Day Lewis colaboro en el guion con Paul Thomas Anderson, con el que ya había trabajado anteriormente en la maravillosa película “Pozos de Ambición” y según sus palabras esta va a ser la última película que haga porque se retira de la interpretación.

Rodada en Inglaterra cuenta con un presupuesto de 35 millones y nos cuenta la historia de un modisto con una vida meticulosamente organizada, conviviendo con su hermana, la cual controla ferreamente sus actos (Nos recuerda mucho al personaje de Rebecca) y que se enamora de una chica camarera, que estará destinada a romper el equilibrio de esta persona engreida y egocentrica.

Para el personaje de Alma ha buscado a una actriz poco conocida (Vicky Krieps) que lejos de ser una belleza espectacular le da al personaje una sutil elegancia con un gran parecido a Meryl Streep de joven.

Como era de esperar el vestuario y la fotografía son exquisitas, la musica de Jonny Greenwood colaborador del director en todas sus películas acompaña en casi todo el metraje. La realización como siempre en la filmografía de este gran director es muy detallista abundando muchas escenas con silencios incómodos donde las miradas y gestos son fundamentales en esta extraña historia de amor.

Una gran película, con personajes un poco complejos que puede decepcionar a una parte del gran público, pero que a otros entre los que me incluyo nos pueden resultar fascinantes.
Destino Arrakis
videorecord
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14 de febrero de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi parecer es que en la prensa hay un plus alegre de adulación que profetiza que esta película ganará Oscar en tropel, lo cual me permito dudar.

Pero sin duda el genial Paul Thomas Anderson hace una película con un enorme trabajo de dirección, rodada con total solvencia, con una asombrosa propuesta y un poderoso lenguaje visual, sin olvidar que como dramaturgo es igualmente un gran director de actores. Dice Thomas que el libreto de la obra, de su autoría, está inspirado en la vida de gran modisto español-vasco Cristóbal Balenciaga Eizaguirre (1895-1972), que destacó por la técnica como forma de maestría. Perfecto técnicamente, fotograma a fotograma se va retratando el meticuloso perfil de un orfebre obsesivo y maniático en aras a acometer la obra perfecta, desde su propia imperfección.

El guión de Anderson está también próvidamente escrito, tanto que roza la dimensión obsesiva y fóbica del personaje, haciendo que entremos en un mundo por demás inverosímil de un gran neurótico que encuentra el amor en cuyo romance se irá dando cuenta poco a poco, de los inconvenientes que tiene la joven para su desempeño y sus obsesiones. Lo cual nos depara sorpresas que más que de él, provienen del comportamiento límite de la protagonista quien con su fuerte espíritu, peligrosa ella, segura de sí misma y enamorada, va derribando las resistencias de su amado hasta conseguir que él la necesite.

Banda sonora grácil, delicada y sonámbula de Jonny Greenwood que resulta de enorme belleza. Igual la fotografía de Paul Thomas Anderson y la muy buena puesta en escena, sobre todo en cuanto a vestuario y dirección artística.

En el reparto Daniel Day-Lewis hace un trabajo maestro con gran magnetismo en cada gesto. Le acompaña sintónicamente y muy bien Vicky Krieps. Sin olvidar a una imponente Lesley Manville que hace, ella sola, un trabajo perfecto como hermana sobreprotectora.

Película que pone al espectador frente al panorama de la moda de mediados del pasado siglo, pero no sólo de la belleza exterior de unos esplendorosos vestidos, sino también de una realidad interior, la de los propios personajes, particularmente la del protagonista Reynolds Woodcock, al que dibuja hasta el mínimo detalle y como se relaciona, tanto en las distancias largas como en las distancias cortas, sostenido todo este dibujo por la sublime interpretación de Day-Lewis en un personaje laberíntico que va del tormento a lo genial.
Kikivall
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24 de febrero de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un famoso modisto inglés de los años 50 viste con sus elegantes prendas a las más famosas y exquisitas mujeres londinenses. Su rutina diaria es trabajo duro y meticulosidad absoluta, hasta que un día conoce a una mujer que le hará descubrir lo que es el amor y los sacrificios (y satisfacciones) que ello conlleva.

El director y guionista Paul Thomas Anderson nos trae un thriller de alta costura repleto de telas y agujas, de tejemanejes, de hilos invisibles que enhebran personalidades maniáticas casi rozando lo obsesivo compulsivo, que encierran a un niño grande que ha echado en falta el cariño de una madre, desaparecida demasiado pronto. Esa falta ha convertido al protagonista de esta historia, un prodigioso y taciturno Daniel Day-Lewis, el modisto del que todas las mujeres británicas quieren lucir sus vestidos, en un robot programado exclusivamente para coser, trabajar y quejarse por y de todo. Se apoya en un bastón de hierro, su hermética hermana, a la que da vida Lesley Manville, la auténtica jefa a la sombra de todo el cotarro y la que lleva los pantalones en la casa. Todo es demasiado frío y profesional hasta que una simple camarera llega a la vida del protagonista para poner todo patas arriba y hacer cambiar la rutina por tener una vida más mundana y no tan estricta. No lo quiere cambiar para su propio beneficio, sino porque considera que si él sigue con la vida que lleva, los días pasarán sin pena ni gloria, para cambiar el enfoque de lo importante, que no todo es trabajo y también hay que saber disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como un simple paseo en busca de setas…Ni mucho menos es un obra maestra, peca de pretenciosa y llegas a sentir repulsión en algún momento por los tres personajes principales, pero no cabe duda que destaca en la forma en que nos muestra que todo lado oscuro existente en las personas puede ser cambiado para mejor si la persona que decide compartir la vida contigo se esfuerza y decide quedarse para siempre, no para pasar un buen rato e irse a las primeras de cambio en cuanto se tuerce el asunto. Los matrimonios son un 90% ceder y el otro 10% respirar el mismo aire bajo la misma habitación durante el resto de tus días.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
edusaenz
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