The Florida Project

THE FLORIDA PROJECT…
Mientras GUADAGNINO solo es capaz de hacer bisutería a partir de un diamante en bruto, SEAN BAKER extrae oro puro de barrizales.
Desde que vi ese milagro de gracia y claridad que fue TANGERINE, esperaba con impaciencia la nueva película de este nuevo director, que ha sido capaz de agarrar con fuerza ese pez dorado de "la verdad" y no soltarlo y llevarnos con él a las luminosas profundidades del amor puro, de la alegría tras la batalla perdida, del instinto de supervivencia, de lo que otras películas no quieren (y no son capaces de) mostrar.
La cara oculta del glitter USA, de los que se llevan las migajas sin quejarse, la poética de los que han llegado a un callejón sin salida y se niegan a aceptarlo, en una locura colectiva, una huida hacia delante donde todo se puede tapar con pintura rosa, helados y gofres que cubran la cruda realidad con la vitalidad del momento.
Hoy cenamos pizza, mañana Dios dirá.
Un microuniverso único, lleno de emoción, de bondad entre desconocidos, de optimismo derrotado, que retrata de manera transparente la parte trasera donde DISNEYWORLD saca las bolsas de basura que otros abren para comer.
Podrán arrebatarnos todo menos las ganas de vivir.
Lo más fuerte en realidad que puedo decir de THE FLORIDA PROJECT es que es una película que está viva.
A la gran familia de cine sobre la infancia, engrosada por grandes títulos como PONETTE, CRÍA CUERVOS, VERANO 1993, ADIOS MUCHACHOS, EL ESPÍRITU DE LA COLMENA o LEOLO se suma ahora THE FLORIDA PROJECT.

Niños pequeños que pasan el día vagando de un sitio para otro, jugando sin juguetes y tirando de ingenio para pasarlo bien. Te lo cuentan y no te lo crees. Era como vivimos nuestra infancia en los 80, pero hoy en día es impensable.

Aparte del tráfico, el mundo es más seguro para los niños que nunca. Los parques están acolchados con goma, los toboganes no son de chapa que quema, y en caso de accidente cualquiera tiene un móvil para llamar a urgencias. ¿Qué ha cambiado entonces? EL MIEDO. Fundamentalmente, miedo a que rapten a tu hijo o abusen de él.

Esta sensación de niños libres es con la que me quedo, y por la que la peli merece la pena ver. Lo demás es totalmente vanal.

161/18/24/09/19) Me ha atraído este film por como la crítica general la pone por las nubes, pero una vez más esta y yo seguimos caminos opuestos, pues me parece esa típica cinta donde el director tiene idea de un final impactante, y luego se pone a dar sentido a este con todo lo anterior, pero aquí que el realizador y guionista Sean Baker (co-escrita con Chris Bergoch) nos hunde en un docudrama pesaroso donde la reiteración y machaconería en el ambiente marginal es la nota que lo engulle todo, donde apenas pasan cosas, más que miserias una tras otra, en un bucle cansino y hastiante, entre seguir a los niños jugando alrededor de este deprimente motel, y seguir a esta insoportable madre intentando sacar dinero para pagar la cuenta de la habitación, y así una y otra vez donde quizás (si no tienes más ideas que hagan avanzar la trama) lo mejor hubiera sido un cortometraje que habría sido más sólido, y no este excesivo metraje. Ambientada en un motel de Florida, donde conviven todo tipo de personas deprimentes, siendo el protagonismo para una muy joven madre soltera que convive con su hijita pequeña de seis años, madre que no se sabe porque no busca trabajo, quizás han cortado donde dicen que es alérgica a ser una empleada, es mejor drogarse con porros, vender perfumes de contrabando, robar, prostituirse, pedir dinero a las amigas que has insultado y si no te lo dan darles una paliza, y la pobre niñita al lado de ese “angelito” de progenitora juega con sus amiguitos a hacer travesuras de todo tipo, pues su madre le ha inculcado el desprecio por ser buena. No entiendo bien que han visto el nutrido ejército de exégetas cinéfilos en este aburrido producto, tal vez es que la etiqueta de cine Indie sumado a temas de carga social da unos puntos extra que yo no comparto, y es que aquí los personajes resultan meros estereotipos con ojos, sin evolución, sin saberse nada de por qué han ido a parar allí, no se sabe por qué esta madre está allí con su hija (todo por imperativo del guión), su personalidad queda marcada al minuto, el resto es redundancia, donde las situaciones se repiten con pequeños cambios una y otra vez, donde el exceso verbal se retuerce hasta desembocar los insultos en la “épica” escena de la protagonista Bria quitándose una compresa ensangrentada y estampándola en el cristal del lobby del motel, esto a alguien que no hace más que ayudarla (el gerente del motel), muy aleccionador. Todo esto provoca que me vaya alejando más y más de lo que veo, tanto que me da igual lo que les pase a los personajes. Al parecer se quiere hacer una crítica a la pobreza crónica en la que vive mucha gente, se quiere hacer un retrato del reverso del American Way Of Life, ese que vive a la sombra de los símbolos de la Felicidad Americana, pero este probable mensaje me llega atrofiado por una madre indeseable, alguien que no vemos que tenga mala suerte, o que sea absorbida por la cruel máquina del capitalismo, simplemente es un ser mezquino y vago, que lo mejor es que los servicios sociales le quite esa hija, porque lo que le va a pasar con ella solo tiene un camino, las drogas y la meretricio, y esto el realizador nos lo quiere colar sin juicios de valor (puaj!). Por lo menos las actuaciones si tiene vigor, como la electrizante de la debutante lituana ya mencionada Bria Vinaite, y arrolladora la de la niñita Brooklynn Prince, con una frescura y naturalidad impresionante, único con curriculum en el elenco es Willem Dafoe en rol de especie de guardián de este purgatorio-motel. Título de la película se deriva del nombre inicial del proyecto para el Walt Disney World Resort, ubicado cerca del escenario de la película

Tiene unos créditos de apertura sugestivo, los vemos sobre una pared de color rosa pastel y están adornados de fondo con el "Celebration" de Kool & the Gang. Tras esto, y sin presentación de personajes nos hundimos en un microcosmos cerrado en medio de la nada en un motel de carretera, allí no parece haber gente de paso, más bien son gente que sobrevive como puede. Allí conocemos a unos niños que juegan de un lado a otro, entre el parque, la piscina, casas abandonadas, vemos esta vida a través de estos infantes, no conocen otro mundo, y por tanto entienden que esto es lo que hay, no entienden tengan carencias, disfrutan con lo que tienen. Un universo donde la figura paterna (no se sabe porque) está ausente de estos hogares, con lo que el director también hace una loa a las madres que solas sacan a delante sus familias en condiciones de pobreza. En esta faceta emerge la figura de la madre protagonista, a la que Baker no hace juicios morales, joven extrovertida, que parece querer mucho a su hija, con la que juega e intenta que lo pase bien, tiene momentos de dulzura (como cuando ve los fuegos artificiales, o la lleva al buffet libre) pero a la que da una educación deplorable, pues la peque ve que su progenitora es con los demás soez, agresiva, rencorosa, egoísta. Joven rebelde con la que podríamos empatizar si viéramos que esta rebeldía tuviera asideros en su mala suerte, pero es que vive como le da la gana, no vemos que intente salir de la espiral medrosa en la que vive, y sin embargo son los demás los que tienen la culpa? Venga YA! En este apartado cojea y mucho la cinta, pues esta madre no sabemos si tiene familia, porque ha ido a parar este motel, porque no tiene dinero para sus necesidades pero sí para los tatoos y porros, no sabemos porque no busca trabajo, si no tiene plata, prefiere medrar con unos y otros, delinquir, prostituirse, y aun así el director se quiere mantener neutral? Su mirada (del director a la madre) paternalista me resulta grimante.

Me ha recordado mucho a Verano 1993, aunque el desenlace (y la historia de fondo) sean diferentes. Un film muy intimista, narrado casi en forma de falso documental, en la que se nos presenta a una joven protagonista que nos terminará por conmover. Quizás el final algo abrupto, que aunque contundente, deja al espectador con ganas de un cierre algo más pausado, al ritmo del resto del largometraje.

Me parece una película tan sencilla como humana, con una historia cotidiana que describe muy bien la belleza de la inocencia de unos niños, y más concretamente de la niña protagonista, ajena a la realidad miserable que le rodea. Willem Dafoe (sublime como siempre) y el resto del reparto actúan de una manera tan convincente que dan la impresión de ser personajes reales sin ningún tipo de filtro. La película puede resultar dura porque transmite muchos sentimientos pero vale la pena sólo por ver el final....los últimos cinco minutos de película con la niña protagonista... QUÉ FINAL¡¡¡¡¡