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Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)

Comedia. Drama Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor. (FILMAFFINITY)
Críticas 559
Críticas ordenadas por utilidad
15 de enero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace bastante tiempo que una película no me daba tantos quebraderos de cabeza para realizar su correspondiente crítica, ya que el filme que nos concierne, "Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)", es una auténtica rareza inclasificable. Tengo que confesarlo, y que me perdonen los críticos de cine especializados y grandes aficionados al séptimo arte en general, pero las primeras obras de Alejandro González Iñárritu; es decir, tanto "Amores perros" (2000) como "21 gramos" (2003), me chirriaron bastante. Puede que sea debido a una mera cuestión de gustos, supongo (¿que se yo?); sin embargo, sea como fuere, con ese embrutecido estilo no he podido conectar nunca.

Así que con lo expuesto, me atrevería a afirmar que desde que Iñáritu aterrizara en el "Blockbuster", estilizando el estilo, y si lo deseas, comercializándolo... ha conseguido que éste pequeño crítico de cine local que está intentando escribiros cuatro palabras sobre la película en cuestión, conecte con el gran talento que atesora este gran director, y buena prueba de ello han sido la notable "Babel" (2006), o ésta que nos abarca. Ya que cómo iba diciendo antes, "Birdman", es una rareza inclasificable, un experimento, una especie de 'blockbuster' de arte y ensayo ejecutado de forma brillante y muy inteligente.

Con "Birdman", el señor Iñárritu nos trae la historia de un actor, que después de hacerse famoso interpretando a un célebre superhéroe, trata de darle un nuevo rumbo a su vida, intentando recuperar a su familia y prepararse para el estreno de una obra teatral en Broadway que él mismo ha escrito, dirige y protagoniza.

Es posible que no hubiera otro actor más idóneo y capacitado para llevarlo a cabo que Michael Keaton, ya que sin lugar a dudas, está confeccionado a su medida, a su imagen y semejanza, habiendo paralelismos más que evidentes con la vida real de Keaton y el actor que da vida en el filme; ya que ambos interpretaron a principios de los noventa a un superhéroe que le hiciera famoso, llámese "B-at-MAN" = "B-ird-MAN" (lo he escrito así para que evidencie la semejanza de ambos títulos); además, Keaton en la vida real protagonizó las dos primeras entregas del superhéroe murciélago, con "Batman" (Tim Burton, 1989) y "Batman vuelve" (Tim Burton, 1992), siendo el 1992 el año en el cual Keaton abandonaría el personaje, el mismo que se menciona en la película como el fin de la saga, precisamente de la tercera (y ficticia) "Birdman 3", la misma de la que cuelga su imperante póster en la pared de su camerino; asimismo, los dos superhéroes son una especie de 'pájaros' que vuelan, aunque en "Birdman" sirve como metáfora perfecta, ya que tanto a Keaton como su alter ego protagonista de este filme, les 'cortaron las alas' tras abandonar las correspondientes sagas superheroicas. De hecho, tras despojarse del traje del murciélago negro, Keaton se ha pasado muchos años "vagabundeando" entre personajes en subproductos mediocres de tres al cuarto, y esa recuperación de las alas (aunque sea de forma metafórica y experimental), ha conseguido que el actor estadounidense se eleve como el ave fénix, con una actuación superlativa, exprimiendo todo su enorme talento, aquel que escondía en su más recóndito interior, y nos mostrara en la década de los noventa con títulos como el antes citado de "Batman", "Bitelchús" (Tim Burton, 1988) o "Jackie Brown" (Quentin Tarantino, 1997), por citar algunas.

El genial director mexicano nos expone la vida de este actor de una forma espectacular, filmada como un plano secuencia continuo, dándole una factura técnica impresionante, con una fotografía y montaje de órdago. La cámara se cuela libremente entre bambalinas, siguiendo a unos y otros, mostrándonos con lujo de detalles los entresijos del teatro, y todos los que trabajan en él. Aparte de su técnica cinematográfica, el guión es magnífico, sin concesiones, atizando de forma sutil e inteligente al mundo del espectáculo; y aparte de Keaton, el resto del elenco actoral está espléndido, el cual se puede destacar a Edward Norton, Naomi Watts, Emma Stone, y un sorprendente Zach Galifianakis, que se aleja de los roles cómicos habituales.

En conclusión, (y ahí van mi retahíla de etiquetas para calificar el filme), "Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)" es sin duda la cumbre de su director, Alejandro González Iñárritu. Un excelente y virtuoso drama vestido de comedia negruzca, que sirve de redención perfecta para Michael Keaton, y que transcenderá a los anales de la historia del celuloide, como uno de los ejercicios de estilo más originales y estimulantes realizados en mucho, mucho tiempo.
La Taverna del Mastí
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16 de enero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia del perdedor no me interesa, y menos su dualidad plumífera. Eso está muy visto, es cansino. Ni siquiera Michael Keaton, a pesar de todos los elogios, hace una gran interpretación. Eso sí, le darán el Óscar sin duda: está lo suficientemente grandilocuente, se le ven las arrugas muy de cerca y escupe mucho al hablar, viéndose sus babas a contraluz.Todo muy orgánico. Eso les mola mucho a los de la Academia, aunque el que verdaderamente está genial es Edward Norton. Me sobran, por lo demás, algunas escenas y personajes, como el de la ex de Keaton.

Donde de verdad la película es grandiosa es en su retrato del teatro. Más exactamente, de las gentes del teatro. Quien las conoce y está en contacto habitual con ellas ya sabe que son exasperantes, enfermizas, ególatras, grandiosas, sorprendentes,tacañas, estrafalarias, divertidas, insufribles. Gentes que buscan, calculadamente, lo anticonvencional para acabar siendo anticonvencionales como religión, gentes que están por encima de los demás humanos en proporción directa a su éxito. Y no solo nos habla la película de las gentes que se sitúan en el escenario, de los actores, sino del público, apenas entrevisto, pero gafapasta, vacío, previsible aplaudidor en el momento adecuado y compulsivo amante de los mensajes virales, absurdos, de las redes sociales, (como en la maravillosa secuencia, tan real, de los calzoncillos). En medio, la crítica, con otra secuencia apabullante, con Michael Keaton atiborrado a copas. Dentro de las películas que intentan reflejar esta superioridad de las gentes del teatro, me vienen a la memoria French Can Can, de Renoir, donde Jean Gabin ejercía de Michael Keaton en parecidos pasillos vacíos de camerinos mientras se oyen aplausos de fondo. Y, sobre todo, "Las zapatillas rojas", de Powell y Pressburger, con Anton Walbrock como anverso sofisticado, pero igualmente pervertido, de este Michael Keaton sucio y medio loco. ¿Qué quieren que les diga? Siempre me han gustado los homenajes envenenados.

Mención especial merece el aspecto formal, en forma de casi continuo y eterno plano secuencia, tan destacado por los usuarios. A mí lo formal en el cine no me suele importar demasiado, suele ser aditamento, pegote, decorado... Pero en "Birdman" está tan justificado que encaja como un guante: la cámara sigue siempre a los protagonistas, de cerca o de cerquísima, por estrechos pasillos, camerinos pequeños, escaleras opresivas con bombillas rojas... Incluso las pocas veces que se asoma a la calle es una calle sórdida, estrecha y casi siempre nocturna. Los personajes son comadrejas atrapadas en una madriguera. Lejos, muy lejos, el sol, la luz...

Otra cosa intolerable, ya como anécdota: pase que cada vez que el protagonista tiene un deja-vu expansivo-lírico-emplumado suene una sinfonía de Rachmaninov, músico romanticoide que suele ser usado en el cine para, justo, la exaltación ñoña, (van unas cuantas películas en que esto ocurre). Pero, ¡qué manía de poner Ravel con el mismo propósito!, (en este caso, el Trío para piano, violín y violoncello y la Pavana para una infanta difunta). Ya van unos cuantos directores gafapastas, (me acuerdo ahora de Guediguian), que se han empeñado en poner a arder sus películas con un músico que, con su nítido neoclasicismo, huyó siempre de las hogueras.
berenice
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16 de enero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí otra nueva crítica de Birdman, y ya van 110, 111, 112… ¿Para qué molestarse en leerla, ni siquiera en escribirla…? Pues no lo sé, supongo que porque, al salir de la sala, te quedas con ganas de contarle lo que acabas de ver a todo el que se te cruce.

Poco o nada malo se puede decir de la última película de Iñárritu, quien, desprendiéndose de la etiqueta autoimpuesta de hacedor de dramones petulantes, despliega toda su maestría en una película maravillosamente rara. Y es rara, no por incluir elementos de otros géneros cinematográficos (spoiler), ni por ser poco frecuente este grado de franqueza deslenguada en y con el Hollywood contemporáneo, ni siquiera porque estas dos cualidades se den en una película estadounidense y no europea; es rara porque es realismo mágico llevado al cine, un remolino de estímulos que sacuden los sentidos hasta el mareo: desde la soberbia y acertada música, hasta la interpretación de todos y cada uno de los actores (sorprendente Emma Stone, todo ojos y expresividad), pasando por un guión brillante lleno de frases que podrían convertirse en mantras.

Mención aparte para Michael Keaton (no envidio a los que van a votar la categoría de mejor actor en los Oscar este año), ave fénix de este épico drama satírico (o comedia dramática, si lo prefieren) que demuestra, por si acaso tenía que hacerlo, que es un actorazo de vértigo y que sigue vivito y coleando.

Todo esto, unido al montaje, fotografía y dirección (spoiler) convierten Birdman en una película memorable, punto de inflexión para director y alguno de sus actores y (oh, sí, voy a decirlo) una película de culto. La única pega que podemos encontrarle es el venir precedida de todo ese circo mediático que acompaña a este tipo de películas; esto suele hacer que muchos se sumen a la vorágine de elogios sin reparar en la calidad de la película en cuestión, y Birdman tiene, y mucha.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
repelentete
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22 de enero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustaría decir que escribo esta crítica acodado en la barra de un bar, entre trago y trago de una copa de whisky, con un camarero servicial dispuesto a ir llenándola cada vez que parece vaciarse. Y que la escribo libre toda ella de cualquier esbozo de etiqueta y llena, también toda ella, de un análisis profundo y perspicaz de la película de Iñárritu.

La realidad que es que la escribo sentando, tecleando un ordenador y que por mucho que quiera, lejos estará mi crítica de un análisis sesudo que de forma tan vehemente le exige el enfurecido protagonista de la obra cinematográfica y teatral, encarnado por Michael keaton, a la periodista crítica del diario más influyente de la ciudad. Eso sí, la escribo sentado pero la he ido pensando a medida que he ido caminando, porque muchas veces las mejores ideas te vienen a la cabeza cuando pones tus pies en marcha.

No es que quiera yo defender a esa periodista crítica profesional pero de ficción que sale en el film; yo, un pobre crítico aficionado pero real. No me puede el espíritu corporativo, lo juro, pero resulta harto complicado en cuatrocientas o quinientas palabras desmenuzar hasta las entrañas una obra de arte y hacerlo, además, sin destripar el argumento a un posible lector que no ha visto la película. Dividir la crítica en dos partes, una primera legible para todos, y otra legible solo previo aviso, no es una opción, al menos estética. Además, ¿no existen las cátedras de literatura y de cine para ese comentario de texto profundo y sagaz?

Lo dicho es todavía más aplicable a “Birdman”. Como muchas veces ocurre, la forma hace el fondo, y en este caso, más que nunca. La historia de un actor venido a menos en su fama de superhéroe de ficción y que quiere demostrar tener unas dotes actorales que su máscara jamás le dejó demostrar y hacerlo donde se consagran los grandes intérpretes, esto es, en las tablas de un escenario de Broadway, podría ser una de tantas con las que Hollywood nos va deparando cada cierto tiempo, pero como explicaré a continuación no es el caso.

El caso es que ese gran director mejicano de nombre tan largo y que hace ya varios lustros que nos regala pequeñas obras maestras nos ofrece en esta ocasión, como en tantas otras, un film que construye el fondo a partir de la forma. Casi todo el film es un alarde ,nada gratuito, a base de un plano-secuencia, con una cámara que sigue con energía en todo momento a los protagonistas, y que se mete en la mente furiosa de su protagonista de tal manera que lo que vemos en pantalla lo vemos a través del continuo y atormentado monólogo interior que mantiene el protagonista consigo mismo.

No diré ni el qué ni el cómo, pero al final podría entenderse que el protagonista obtiene una victoria, sea esta pírrica o no, amarga o dulce, en un mundo donde todo está desquiciado, y en donde no hay lugar a escuchar el discurso del otro, porque todo los personajes giran y giran en torno a si mismos, dejando al descubierto una sociedad enferma porque el individuo lo es todo.

¿Qué decir del elenco de actores? Impresionantes todos ellos; empezando por Michael keaton parodiándose a si mismo, siguiendo con Edward Norton, y continuando con la cada vez más consolidada Emma Stone o la ya muy consolidada Naomi Watts, por solo citar los más famosos. En definitiva que, con independencia de que estemos ante la película que ganará o no el óscar al mejor film, ¡qué más dará!, nos encontramos, sobre todo, con una obra relevante, atípica, y arriesgada, y paro ya de adjetivos para que no se me diga que voy tirando de etiquetas, a mis años.
Luigi
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24 de enero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película más que interesante, de un director que me fascinó en AMORES PERROS y me desilusionó en 21 GRAMOS y, sobre todo, en la sobrevalorada BABEL. La mejor parte de la película es donde se nos muestran las relaciones de los personajes, de los actores, entre bambalinas. Enorme Edward Norton y muy eficaces Emma Stone y Naomi Watts, que siempre están en su sitio, garantía para cualquier película. Pero muy por encima de todos y de la misma estructura de la película, está un asombroso Keaton que, a buen seguro, optará por el Oscar y con muchas posibilidades de conseguirlo. Excelentes las escenas entre bambalinas o eb el bar donde acude la temible crítica de NYT, pero flojas las esceneas semioníricas en las que el pájaro al que interpretó Keaton y que le dio la fama intenta por todos los medios que regrese a él, que lo vuelva a encarnar. Demasiado explícitas, demasiadas explicaciones al espectador, como si fuéramos lelos o estuviésemos ante un psquiatra argentino que nos analiza y nos cuenta lo obvio. Ahí la película zozobra, un defecto de Iñárritu, querer dar más de lo que tiene. De donde no hay, no se puede sacar. Keaton, sobre todo y sobre todos.
melchorin
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